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𝐓𝐰𝐨: 𝐓𝐡𝐞 𝐛𝐨𝐲 𝐟𝐫𝐨𝐦 𝐭𝐡𝐞 𝐬𝐭𝐚𝐫𝐬

El sudor recorría su frente debido al esfuerzo que hacía en mover las enormes cuerdas del barco, ya que estas debían quedar bien ordenadas en su lugar correspondiente. Estaba bajo el fuerte Sol de mediodía, culminando lo que sería su última tarea en lo que restaba del día y esperaba que del año, porque las órdenes que le daba NamJoon eran sumamente enrevesadas.

Había pasado un mes y medio desde que TaeHyung llegó al barco, y solo podía decir que su nueva vida en ese lugar superaba sus expectativas, salvo por las arduas tareas que el capitán le asignaba. Con HoSeok, en cambio, había forjado una amistad entrañable; juntos pasaban la mayor parte del día trabajando, después dándose el lujo de descansar para explorar la zona donde se encontraban las tuberías y válvulas de vapor, las cuales son esenciales para el funcionamiento del globo que les permitía navegar por los cielos. A pesar del sofocante calor, ese lugar le fascinaba al castaño, pues encontraba objetos extraños y fragmentos de antiguos tesoros que la tripulación había saqueado en tiempos pasados.

TaeHyung no comprendía cómo no se había dado cuenta antes, pero ellos eran piratas con una riqueza considerable. Invertían la mayor parte de sus ganancias en mejorar las instalaciones del barco y decorar el casco para camuflarse entre los barcos comunes y así pasar desapercibidos.

Gracias a estas mejoras, pudieron detenerse en un puerto para abastecerse de comida y suministros, como si nada, y nadie sospechó de que fueran piratas, por lo que pudieron detenerse ahí como si nada. Aprovechando la oportunidad, el alfa decidió enviar la primera carta a su madre, para tranquilizarla. En esta le explicó que probablemente la carta llegaría tarde y le pidió que no enviara ninguna por el momento debido a una falla en el sistema de correos. No quería que su carta se perdiera entre las miles que se enviaban a diario. Claramente, era una gran mentira, pero ni siquiera tenía una dirección fija a la que se pudiera enviar, por lo que, de igual forma, nunca las podría leer. Esperaba de todo corazón que ella estuviera bien de salud. Aunque no había pasado mucho tiempo, la extrañaba profundamente. Nunca había estado tanto tiempo lejos de su madre, y la distancia le resultaba increíblemente difícil de sobrellevar. Sin embargo, gracias a las personas que estaban junto a él en ese lugar, no se sentía tan solo.

Cuando la última cuerda terminó de ser acomodada suspiró con gran alivio, por fin había terminado y ahora podría descansar. Más le valía dormir una siesta, porque a este paso no aguantaría estar tanto tiempo junto a JungKook en la noche y esto era un punto de su rutina que no estaba dispuesto a negociar. Su relación con el omega también evoluciono en gran medida, no había etiquetas, pero ambos de alguna manera sabían qué hay algo más entre ellos que solo besos y miradas de complicidad.

Solo pensar en él provocaba que una sonrisa se apoderara de sus labios, no veía la hora en que fuera de noche para volverlo a ver. Así que esperaba poder descansar esta vez por fin, solo se dedicaría a localizar al beta para comer algo y luego probablemente debería darse una ducha, y...

—Kim, el capitán quiere verte —escuchó a su lado aquella voz y se volteó para ver a un hombre que reconoció a la vista, pero no por algún nombre o título. Quizá debía dejar el descanso para más tarde.

Buscó a HoSeok con la mirada para indicarle que volvería luego, ya que probablemente lo iba a terminar buscando por todo el barco si no lo encontraba, pero no lo vio en toda la cubierta, por lo que simplemente se dedicó a ir hacia donde sabía que se encontraría NamJoon. Siguiendo el camino ya tan familiar para él, adentrándose en el pasillo de habitaciones y llegando a la del moreno.

Por un momento dirigió su mirada hasta la puerta al final del pasillo, que le era visible desde su posición y por alguna razón esperaba que el pelirrojo saliera por esta y lo viera, cosa que por obvias razones no sucedió. Suspiró con cansancio y llamó a la puerta un par de veces escuchando un: «pase», desde dentro, así que hizo lo indicado y entró.

NamJoon se levantó con una gran sonrisa desde su asiento y se acercó a la ventana que había en su camarote, para luego hacerle una seña para que se acercara. Algo extrañado y aún confundido el alfa se acercó hasta donde le indicaba.

—Hola, muchacho, me complace anunciarte que estamos a solo una semana de llegar a nuestra primera parada —le indico un punto a la lejanía en el que solo se veía mar, pero inmediatamente se apresuró en aclarar:—. En un par de días, en esa misma dirección, podrás apreciar el lugar donde se encuentra la llave de nuestro amado tesoro.

No supo como sentirse exactamente, si feliz, asombrado, emocionado o temeroso. Sabía a la perfección que si lograban conseguir ese tesoro, todo se iba a resolver, podría entregarle el dinero a su madre para reconstruir la posada y volvería a su hogar.

Volvería...

Era una realidad que aunque una parte de él la deseara, la otra quería quedarse. Aunque en un inicio no espero tal cosa de forma inconsciente estaba construyendo su propia vida ahí al adaptarse a las nuevas costumbres de las personas con las que vivía, trabajaba, pasaba tiempo con personas nuevas, tenía amigos y a JungKook. Solo pensar en separarse de aquel hermoso omega que lo había hecho enamorarse de esa vida, le revolvió el estómago.

Intentó forzar una sonrisa al encontrarse bajo la mirada atenta del mayor, que esperaba una respuesta, aunque silenciosamente se encontraba imposibilitado para dar alguna coherente sin recurrir a esos pensamientos que lo atacaban de momento. Quería ir a su habitación para pensar, pues esto se sintió como un baldazo de agua fría que lo devolvió por completo a la realidad. Culpaba a su instinto aventurero por orillarlo a buscar una solución fácil y culpaba a su padre por haberle dejado la llave a esa solución, y con sus historias hacerlo amar esa vida, porque aquí, se sentía libre. Era como si hubiera nacido solo para aquel día montar en ese barco y emprender el camino a la búsqueda de ese tesoro.

—Confieso que no sé qué decir —soltó una risa nasal y se tranquilizó al ver que NamJoon se carcajeó—. Es impresionante, nunca espere que llegáramos tan rápido a estar aquí, tan cerca.

—Estamos a punto de hacer historia, TaeHyung y todo gracias a ti —puso una mano en su hombro antes de pasar caminando por su lado, moviéndose con algo de esfuerzo debido a su pierna cibernética. Nunca le ponía mucha atención a aquel alfa, pero si llegaba a notar que no es que disfrutara depender de esos aparatos.

—No agradezca, fue un gusto que haya creído en lo que le conté por medio de la carta sin cuestionamientos —y es que ellos fueron su única esperanza. Estaba feliz de que hayan sido los que lo aceptaron, porque en caso de ser otras personas, quizá no hubiera conocido a JungKook y eso era lo que más le importaba.

—Haré que HoSeok entregue un arma, necesitas tenerla por si hay alguna emergencia y para que ayudes cuando lleguemos a ese lugar —escuchar eso sí que lo sorprendió, por lo que le dirigió la mirada al mayor con la estupefacción pintada en su rostro—. Confío en ti, TaeHyung, así que no me defraudes —y no supo porqué, pero esas últimas palabras mandaron un escalofrío aterrador por todo su cuerpo.

—¿Por qué descendemos, que sucede? —preguntó el castaño al observar como el barco perdía altitud, acercándose cada vez más rápido al mar.

—Estamos cerca de la costa y nadie navega por aquí, nos camuflaremos con la niebla para no ser detectados por la guardia costera —dijo HoSeok con tranquilidad, recostado al borde del barco, por el que aún TaeHyung miraba hacia abajo.

De los labios del alfa solo salió un leve sonido que fue inaudible para el contrario, ya que aún se mantenía concentrado observando como seguían bajando, hasta que se detuvo abruptamente a un par de metros antes de tocar el mar. Se veía aterrador, debido a la oscuridad que había, pues pasaba de media noche, pero nadie dormía, estaban entrando en territorio enemigo, por lo que debían estar alertas.

—Tae —aquella voz inmediatamente lo sacó de sus pensamientos y se volteó para mirar a la persona que lo llamaba, e inmediatamente sonrió al verlo. Hermoso. Siempre se veía hermoso—. ¿Puedes venir un momento?

—Nos vemos, Hobi —se despidió con rapidez y siguió al omega hacia adentro del barco, esa noche no habían podido pasar tiempo juntos, por lo que agradecía cualquier chance que pueda tener para estar solo con él.

Caminó hasta una habitación que en el interior se veía muy oscura, hasta que JungKook prendió una lámpara de gas que había dentro, iluminándolos con una luz tenue, pero lo suficientemente clara para que ambos se vieran a la perfección. Cerró la puerta con seguro y se acercó al omega colocando las manos en su cintura y sonriéndole al sentir como este le rodeaba el cuello con los brazos.

—Necesitaba tenerte así —cerró los ojos, suspirando al sentir los besos del alfa centrarse en su cuello, justo en la zona donde estaba la glándula de aroma. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal cuando la respiración del contrario chocó contra su piel.

—Y yo a ti, bebé —susurró el alfa, dispuesto a disfrutar de este momento lo más que pudiera. Sabía que les esperaban días largos y agotadores, y la mirada de NamJoon no se apartaba de ellos. TaeHyung se separó ligeramente para mirarlo a los ojos y, sin esperar más, lo besó con ansia.

Estaban en una especie de pequeño almacén, lleno de cosas viejas. Por lo que el espacio era estrecho, con la puerta a un lado, un pasillo donde ambos se encontraban y estantes a los laterales. Empujó al omega contra una de las repisas, impulsándolo hacia arriba y tomándolo con fuerza por debajo de los muslos. JungKook entendió al instante lo que pretendía y rodeó con sus piernas las caderas del mayor. El alfa lo besaba con fervor y deseo, mostrándole cuánto lo había extrañado. Los gemidos ahogados del pelirrojo, provocados por la rudeza del beso, hicieron que TaeHyung sonriera.

—¿Te gusta que sea duro? —preguntó con diversión, observando cómo las mejillas de JungKook se teñían de un suave color rosa. El omega le sonrió de la misma forma, sin dejar de mirarlo con intensidad.

—Me encanta —murmuró, mordiendo el labio inferior del alfa y estirándolo con los dientes, cuidando de no lastimarlo. Esa provocación solo hizo que el alfa embistiera en falso sobre su ropa, empujándolo más contra la estantería y arrancándole un gemido más fuerte por lo repentino del movimiento—. Bésame, por favor —y no tuvo que pedirlo dos veces. TaeHyung volvió a atacar sus labios, recorriendo el cuerpo del omega con sus manos, pasando de los muslos a los glúteos, dejando un fuerte apretón en la zona.

—Omega —gruñó en medio del beso, enviando corrientazos por todo el cuerpo del menor.

—Si no estuviéramos en esta habitación horrenda, dejaría que me tomaras aquí mismo —dijo JungKook. Se había dado cuenta de cómo la intensidad de sus encuentros aumentaba cada día. Ambos sabían que tarde o temprano acabarían entregándose completamente el uno al otro.

—Amaría hacerte mío, pero no es el momento y mucho menos el lugar —TaeHyung intentó calmar las aguas, pasando sus besos hasta las mejillas del chico y depositando nuevamente sus pies en el suelo—. Están todos despiertos y no vamos a poder disfrutarlo como deseamos —el pelirrojo solo lo abrazó, sintiendo las leves caricias que el alfa dejaba en su cabello y espalda. Se regocijaba en su delicioso aroma a whisky y chocolate. Esperaba que ese aroma quedara impregnado en su ropa para poder dormir con él, ya que esos días se les imposibilitaba dormir juntos.

—Solo quiero llegar a ese jodido lugar para poder volver a tener nuestras noches, como antes, y no estar rogando al tiempo y a la suerte por un momento a solas —esas horas eran sagradas para ambos y, ahora que les faltaban, deseaban más que nunca un instante donde fueran solo ellos dos, sin nadie observándolos.

—Estoy seguro de que será más pronto de lo que imaginas —TaeHyung tomó el rostro del omega entre sus manos para hacer que lo mirara—. Te quiero, Koo.

El más joven lo miró con ojos brillantes y una sonrisa espontánea en el rostro. Pero un fuerte temblor, seguido de lo que parecía una explosión, interrumpió cualquier palabra que pudiera haber pronunciado. Los objetos en las estanterías cayeron al suelo, y TaeHyung rápidamente atrajo al omega contra su pecho, cubriendo su cabeza con las manos para protegerlo. Cuando el mismo temblor y estruendo se repitieron, supo que algo grave estaba ocurriendo afuera.

Ninguno volvió a pronunciar palabra y, con rapidez, salieron corriendo del lugar para ver qué sucedía. El alfa no podía negar que estaba aterrado ante lo que podría encontrar afuera. Su corazón latía con fuerza, agitado por el cúmulo de intensas emociones que lo abrumaban de un momento a otro. El pasillo se hacía interminablemente largo y, cuando finalmente lograron salir, todo era caos.

Un barco desconocido, con las banderas del reino de Weldport, se encontraba al lado del suyo. Esto no era una buena señal. Los habían detectado y, al reconocerlos como piratas, comenzaron un ataque. Ambos barcos estaban conectados por cuerdas que los hombres de NamJoon intentaban cortar siempre que tenían una oportunidad, pero les era imposible, pues el intento de abordaje no cesaba.

TaeHyung sacó rápidamente la espada que llevaba amarrada a su cinturón y se puso en guardia. No es que hubiera usado una antes en su vida, pero esperaba que al menos le sirviera para no morir. No pasó mucho tiempo antes de que uno de los hombres se abalanzara contra él, apuntando un ataque directo a su rostro. TaeHyung sostuvo su espada frente a él, bloqueándolo. Se alegraba de al menos tener buena resistencia y fuerza en los brazos, lo cual le permitiría bloquear los embistes.

El hombre contrario pareció enfurecerse por la acción e intentó empujarlo para hacerlo caer, pero no lo logró. En su propio impulso, se enredó los pies y cayó al suelo. TaeHyung aprovechó la oportunidad para asestarle un corte en el cuello. Sin detenerse a ver cómo el hombre se ahogaba en su propia sangre, se alejó rápidamente, sabiendo que no había tiempo que perder.

Se acercó rápidamente a un hombre corpulento que intentaba atacar por la espalda a YoonGi. Este último ya estaba ocupado con otro adversario frente a él y no podía hacer frente a ambos a la vez. El alfa se volteó con una expresión de enojo puro, y TaeHyung se preparó nuevamente para la lucha. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, el hombre lo tenía del cuello, presionándolo contra el suelo.

Con una brutalidad fría, el hombre corpulento encajó su daga en el hombro de TaeHyung. Un dolor agudo le recorrió el cuerpo, casi arrancándole un grito de agonía, pero mordió con fuerza su labio inferior para no mostrar debilidad ante el contrario. Lo que en medio de su desesperación, TaeHyung encontró un último resquicio de fuerza. Apretando los dientes, soportó el dolor y, con un esfuerzo titánico, arrancó la daga de su propio hombro. Su alarido de dolor resonó en el aire, pero su determinación no flaqueó. Con un movimiento rápido y decidido, hundió la daga en el cuello del hombre que lo mantenía apresado.

La sangre manó profusamente mientras el hombre se desplomaba. TaeHyung, jadeando y temblando por la adrenalina y el dolor, se levantó como pudo agarrando esa zona de su hombro de donde emanaba sangre con premura.

—¡TaeHyung! —Ese grito llamó su atención inmediatamente, justo a tiempo para ver cómo JungKook era empujado por la borda tras haberse distraído mirando lo que le sucedía al alfa. Se alarmó sobremanera y no pensó mucho antes de actuar. Intentando dejar el dolor atrás, agarró una de las cuerdas tiradas por el suelo, la amarró con fuerza a la barandilla y se lanzó en picada al mar. El barco apenas volaba, lo que hacía que en ocasiones llegara a tocar la superficie marítima. Sabía perfectamente que el largo de la cuerda sería suficiente para llegar a él.

Entró en el agua de un clavado. Su corazón latía tan fuerte que parecía querer salirse de su pecho y la angustia casi lo hacía temblar. No le importó el ardor del agua salada en los ojos ni el dolor punzante en su herida del hombro. En su mente solo había un pensamiento: salvar a JungKook. El océano comenzaba a iluminarse con el resplandor del alba, lo que le permitió ver al omega hundiéndose, pero llegó a tiempo. Nadó con más fuerza, logrando agarrar su brazo y atraerlo hacia sí para subirlo a la superficie.

—Kook, mírame —intentó hacer que abriera los ojos apenas subieron a la superficie, pero el pelirrojo respiraba con dificultad, señal de que había tragado agua—. Vamos, abre los ojos —insistió con desesperación. Si JungKook no despertaba, sería muy difícil subirlos al barco.

Como si sus plegarias hubieran sido escuchadas, el omega comenzó a toser escandalosamente y se aferró con fuerza a los hombros de TaeHyung, abrazándolo.

—Ey, tranquilo, estoy aquí —con una mano sobó su espalda y con la otra agarraba la cuerda con fuerza.

JungKook hizo el amago de sonreír hasta que vio el amanecer, y su expresión se transformó en una de miedo total.

—Súbeme, por favor, súbeme —no dijo nada más, pero se notó la desesperación en su voz, dejando a TaeHyung desconcertado, quien solo pudo colocar la cabeza del omega en la curvatura de su cuello.

—Agárrate fuerte —con la otra mano se agarró con fuerza de la cuerda y comenzó a subir. Hacía una fuerza casi sobrehumana para no resbalarse, pero todo se facilitó cuando pudo apoyar sus pies en la madera del barco y subir de esa manera. Escuchaba al menor sollozar bajito en su cuello, provocando que su corazón se apretara en su pecho. No sabía qué estaba sucediendo, pero tampoco era el momento para consolarlo, al menos no hasta que estuvieran arriba.

Sus manos ardían y sus brazos dolían por el esfuerzo, y el dolor en su hombro herido era insoportable, pero estaba cerca del borde, lo suficientemente cerca para estirarse y llegar. Con un último impulso, se agarró con ambas manos de la madera y subió, sintiendo que sus músculos casi se desgarraban por el peso extra, pero logró impulsarlos a ambos lo suficiente para caer de lleno al suelo del barco.

En ese punto, sentía que todo le daba vueltas. Un pitido molesto resonaba en sus oídos y solo vio cómo NamJoon corría hacia ellos, levantando al pelirrojo en brazos y corriendo hacia el interior del barco. La voz de YoonGi llamándolo resonó como un eco en su cabeza. Intentó buscar de dónde provenía, pero todo se volvió negro.

El día que despertó no supo con exactitud cuanto tiempo había pasado y su cabeza no conectaba los sucesos de la última vez que estuvo despierto. Apenas abrió los ojos y fue consciente de su cuerpo un dolor punzante se instaló en su hombro derecho, intento mover el brazo, pero estaba inmovilizado. Su mirada se paseó por toda la habitación, llevándolo a fijarse en HoSeok quien se encontraba sentado en una silla parada solo en las patas traseras de esta; recostado contra la pared con la mirada fija en el techo. Al parecer sin haberse dado cuenta que ya se encontraba consciente, por lo que intentó incorporarse en la cama apoyando su brazo sano en la cama.

El beta se dio cuenta de esta acción asustándose en el acto, lo que provoco que casi cayera de su asiento.

—Despertaste —recalcó lo ya obvio con algo de emoción en su voz.

—¿Cómo está JungKook? —de forma casi inconsciente fue la primera pregunta que salió de sus labios. Sentía la garganta reseca y rasposa, seguramente debido al tiempo que llevaba dormido, pero eso no pudo importarle menos.

JungKook, JungKook, JungKook...

Era el único nombre que le interesaba escuchar justo en ese momento, quería verlo, saber como se encontraba.

—Creo que esta mal de salud, no ha aparecido en estos días —dijo con algo de duda en su voz—. NamJoon es el que se ha mantenido entrando y saliendo de su habitación.

—Tengo que verlo —intentó ponerse de pie, pero un mareo se apoderó de él y lo obligó a sentarse otra vez. Se sentía frustrado, le había dicho que estaba enfermo, sí, pero él quería saber que tan grave era, no podía, simplemente no podía estar así con esa incertidumbre.

—Ey, ey, ey. Tú quédate ahí —colocó una mano en su hombro sano y lo empujó leve para dejarle más en claro que se quedara ahí—. No puedes simplemente levantarte como si nada, han pasado cinco días, TaeHyung, primero debes recuperar fuerzas —insistió apuntando con un dedo de forma —. Te traeré algo de comer, pero tú quédate aquí.

No le quedaba otra opción que resignarse, se mantuvo mirando un punto fijo en el suelo, solo escuchando a HoSeok salir del lugar, dejándolo solo. Poco a poco los recuerdos de aquella madrugada llegaban a su mente casi como si fuera un golpe de realidad y no ayudo a sus ansias de querer ver a su lindo omega pelirrojo, suspiro con fuerza y esta vez intento ponerse de pie nuevamente, corriendo con la suerte de no marearse. Caminó hasta la puerta y cuando no vio a nadie cerca, salió cerrándola detrás de sí mismo.

No es que quisiera desobedecer a su amigo cuando sabía que él tenía la razón, debía recuperar fuerzas para que su estado mejorara con más rapidez, pero solo recordar como se encontraba JungKook la última vez que lo vio, provocaba que su corazón se le apretara en el pecho de la preocupación.

Cuando llegó al final del pasillo, con la respiración algo agitada debido a que las vibraciones al caminar hacían que el dolor punzara tocó un par de veces la puerta, escuchando un quejido desde dentro y lo tomo como una señal para entrar.

Todo en el interior estaba oscuro, por la poca luz que entraba de la puerta abierta pudo ver un bulto en la cama, antes de cerrar la puerta y quedar en completa penumbra.

—¿Nam? —su voz se escuchó baja y débil, casi como si las palabras prendieran de un fino hilo que podría romperse en cualquier instante.

—Soy yo —pudo sentir el movimiento entre las sabanas al reconocer su voz, intentaba acercarse a paso lento, ya que no veía absolutamente nada.

—Tae —esta vez se escuchó casi como en un sollozo, deseaba verlo, mirar aquellos ojos tan hermosos que casi sentía que podían devolverle la vida. Se apresuró a la mesita al lado de la cama donde sabía que el chico tenía una lámpara de aceite y la encendió, para guiarse con más precisión.

Y entonces pudo verlo, tenía los ojos fijos en él, se veían brillosos, como si estuviera a punto de llorar, debajo de estos unas ojeras que no se apreciaban nada sanas y su piel blanca casi ceniza. Quiso llorar al verlo así. No se privó más de lo que quería y se acercó con rapidez para envolverlo en un abrazo, sintiendo como su aroma se intensificaba y las lágrimas del contrario empapaban su camisa, no se dio cuenta cuanto lo extrañaba en realidad, hasta que lo tuvo entre sus brazos, sintiendo su calor otra vez.

—Te extrañe, te extrañe mucho —el omega lo apretó más fuerte contra su cuerpo, hundiendo el rostro en la curvatura de su cuello—. Sabía que no estabas bien, pero NamJoon no me dejaba salir de aquí y tú estabas inconsciente, me sentí aterrado, Tae, pensé que no iba a volver a verte —soltó entre sollozos todo aquello con tanto desespero y dolor en su voz que TaeHyung se sintió culpable, por no haber sido lo suficientemente fuerte y asustar a JungKook así. No podía imaginarse como se había sentido cuando pasaban los días, sin poder verlo.

—Bebé, estoy bien —tomo su cara con el brazo que no tenía inmovilizado para que lo mirara a los ojos—. Mírame, aquí estoy, delante de ti —se aproximó con suavidad, bajo la mirada atenta del omega y beso sus labios, el contacto fue lento y superficial, pero era algo que ambos necesitaban, volver a sentirse de todas las maneras posibles, física y emocionalmente.

—No me asustes así otra vez, por favor, si algo te pasa yo no sé qué sería de mí... —el alfa acarició su cabello intentando calmarlo, dejando salir más de su aroma, sabiendo que eso lo hacía sentir mejor—. Ven, recuéstate conmigo —encogió sus piernas con dificultad para que TaeHyung pasara por su costado y se acomodara a un lado. De igual manera lo cubrió con la manta para que agarrara calor junto a él.

—¿Cómo te sientes? Tu piel se ve muy pálida, bonito y tus ojeras... ¿Qué sucedió? —acarició la mejilla del chico con su pulgar, observando como suspiraba de forma temblorosa.

—Puede que la historia sea mas larga de lo que piensas, ¿has escuchado hablar de los Xerodos? —el castaño lo miró con confusión ante la mención.

—¿Los que aparecen en los cuentos para niños?

—Son más que eso, Tae, son una especie evolucionada de los humanos, que por diversos factores se adaptaron a condiciones de vida... diferentes —su mirada se dirigió al techo, mientras le relataba todo aquello—. Aunque ahora viven más como una leyenda que como lo que realmente fueron.

—¿Por qué? No te entiendo.

—Se puede decir que soy el último Xerodo vivo a estas alturas. Los conoces, sabes que se caracterizan por su incapacidad de exponerse a la luz del Sol. Es muy peligroso —aquella información no hizo más que incrementar la preocupación en el alfa, que apenas había oído hablar de ellos, pero sabía que la exposición solar podía resultar fatal—. No me mires así, no voy a morir, sé lo que estás pensando. Solo me he expuesto dos veces en mi vida a los rayos del Sol y nunca ha sido el suficiente tiempo como para que pueda llegar a morir.

»—Cuando era un niño, vivía en una zona de Brassoria que prácticamente era una ciudad subterránea, ahí teníamos una vida normal, ya que no llegaba la luz del Sol. Fueron los años más felices de mi vida. Pero no es un secreto que muchas personas nos veían como enfermos o fenómenos, y llegó un momento en que un gran ejército de saqueadores irrumpió en nuestra ciudad y masacró a todos. No recuerdo mucho de lo sucedido, solo que mi madre me escondió en un pequeño refugio en la casa. Me quedé dormido allí y, cuando desperté, los saqueadores se habían ido, pero el panorama que vi parecía sacado de las peores pesadillas. Muerte. Cadáveres por doquier, y yo no supe qué hacer. Pasé dos días completos acurrucado en una esquina sin moverme, hasta que llegó NamJoon. Al parecer, le provoqué lástima, porque no pasaron ni dos horas cuando ya me había llevado a su barco. Él es como mi padre; le debo todo lo que soy hasta ahora —una sonrisa melancólica apareció en sus labios y lo miró—. Ha sabido cómo cuidarme de la mejor manera y mantenerme lo más lejos posible de los peligros. Aquí encontré una nueva vida, donde a nadie le importaba mi condición, si no todo el cariño que tenía para ofrecer.

Era impresionante todo lo que había vivido aquel chico, parecía ser alguien común y corriente, pero guardaba más de lo que había llegado a imaginar en todo ese tiempo que llevaba conociéndolo. Imaginó que debía haber sido duro presenciar aquella horrible masacre, pero ese suceso no provocó que se perdiera esa esencia dulce que lo caracterizaba y que TaeHyung tanto amaba.

—Debiste contármelo antes, me siento horrible por haber dejado que te metieras en la pelea sabiendo que estaba a nada de amanecer —se corrió más cerca del cuerpo de JungKook y dejó un beso en su frente—. Perdón, en serio no quería que esto sucediera.

—Oye, no es tu culpa, no puedes cargar la culpa de algo que no sabías, así que deja el tema, voy a estar bien —le sonrió con ternura mientras se acurrucaba en su pecho—. Solo quiero dormir así, abrazados, sintiendo tu calor y tu aroma junto a mí —suspiró cuando de forma inconsciente el alfa dejó salir con más intensidad su olor al escucharlo pedir por el.

—Si es lo que quiere mi lindo omega, lo haré con mucho gusto —lo envolvió con su brazo izquierdo tratando de acomodarse en una posición que no molestara la herida en su hombro contrario y se relajó, esperando descansar un poco, ya que también se sentía exhausto.

Solo un par de días pasaron para que un grupo de tripulantes, que no habían sido heridos en la pelea—junto con NamJoon—emprendieran camino a la costa esperando encontrar el cofre donde debería estar la llave, en el lugar que había predicho.

Por decisión del mismo NamJoon tuvo que quedarse en el barco debido a la lesión en su brazo, esperaba que se recuperara pronto para que así pudiera continuar el viaje con mayor facilidad sin preocuparse mucho por alguna otra situación peligrosa. Por lo que no pudo negarse, menos aún cuando JungKook con mucha insistencia le pidió quedarse con el, sabía que su punto débil eran sus peticiones y decidió aprovechar eso a su favor.

Desde la popa del barco ambos miraban como pequeños puntos de luz bajaban del pequeño barco de madera reuniéndose en la arena de la costa para sin más dilación adentrase en el espeso bosque que se alzaba a pocos metros de la playa, ya era de noche, aprovechando ese momento para pasar sigilosos por esa zona. Solo eran un grupo de siete tripulantes, sin contar al capitán, los que se encontraban en aquella expedición y solo quedaba esperar a que volvieran con aquello que tanto esperaban encontrar, para así poder continuar con su viaje.

—¿Qué es eso? —lo primero que le hizo desviar la mirada de la playa fue la voz curiosa de JungKook, quien estaba de pie dándole la espalda y mirando a un punto al otro lado de donde se encontraban ambos. Inevitablemente, su mirada se dirigió a la misma dirección y pudo identificar que miraba con mucha atención su hoverboard, esperaba volver a usarla en día que buscaran la llave del tesoro, pero no contó con el suceso que evitaría que sus planes se desarrollaran.

—¿No has visto una hoverboard? —preguntó el alfa acercándose a aquel aparato para tomarlo en su mano y ponerlo en frente de JungKook.

—Había escuchado sobre ellas, pero nunca había visto una —lo observaba con fascinación, mientras era colocado en el suelo. Siempre quiso montar en una, pero NamJoon nunca se lo permitió, escudándose en que eran muy peligrosos y solo se haría daño si lo intentaba—. ¿Puedo montarlo?

—Es peligroso si no lo haces con sumo cuidado, bebé —el omega lo miró con actitud desafiante y acortó la distancia entre ambos para mirarlo a los ojos, levantando un poco la cabeza debido a la diferencia de altura.

—No soy tonto, alfa, verás que puedo hacerlo —ignoró que trataba de acortar la distancia por completo para besarlo, pero se separó dejándolo con las ganas y aunque si quería hacerlo, lo tomaría como un pequeño castigo que le daría por haberlo subestimado.

—Nunca dije que lo... —carcajeó cuando lo vio intentar subirse y se quedó de pie mirándolo porque no sabía qué hacer— fueras. No sabes cómo se usan, ¿verdad?

El omega negó apenado, dirigiendo su mirada al suelo por haber hecho tanto drama sin siquiera saber cómo se usaba tal aparato.

—Bien, centra tu peso en las piernas, mantenlas firmes y estira tus brazos —con atención el omega siguió sus instrucciones, recibiendo un suave sonido de duda por parte del alfa a ver su postura—. Relaja tu cuerpo, estando tenso perderás rápidamente el equilibrio —el chico casi lo miró con fastidio en su expresión y cerró los ojos suspirando, tratando de relajar los músculos—. Perfecto, ¿estás listo?

—Qué hago cuando esta cosa suba —intentó detenerlo antes de que hiciera algún movimiento.

—Solo intenta mantenerte fijo, se va a levantar un metro del suelo —el pie que el alfa tenía colocado encima del hoverboard sabía que tenía mucho que ver con lo que haría a continuación—. Pero respondiendo a tu pregunta, si llevas tu peso un poco hacia adelante va a acelerar y si hacer lo mismo hacia atrás, va a frenar la velocidad —explicó con calma mientras el pelirrojo lo escuchaba atento—. Aunque tiene algo de trampa, porque si te echas muy hacia atrás va a subir en picada y es probable que te caigas si no sabes cómo mantenerte.

Aquella cosa era bastante grande, así que imaginaba que no sería muy difícil hacer lo que decía.

—Ni siquiera pienses en intentarlo, vas a caerte si no conoces la técnica y no es nada fácil de aprender —regaño imaginando por los ojos brillantes del omega lo que estaba pensando en ese momento.

—Te odio —masculló bajito por los reproches del alfa, soltando maldiciones en murmullos apenas entendibles para el contrario.

—Me amas, lo sé —bromeó haciendo que el contrario rodara los ojos—. Vamos, solo intenta no caer —tocó dos veces con la punta de su pie la hoverboard haciendo que se encendiera y subiera casi de golpe, desestabilizando al omega encima de ella, atinando solo a rodear el cuello del alfa con sus brazos, quien soltó un quejido por la fuerza empleada en el agarre. Pero el dolor quedando completamente en segundo plano cuando tuvo el rostro del chico ten cerca del suyo propio.

Ninguno parecía querer mover un músculo. Ni siquiera parpadeaban. Solo se quedaron mirando fijamente por un par de segundos, hasta que el alfa desvió sus ojos hasta los labios rosas de JungKook. Quien inconscientemente pasó su lengua por el inferior remojando este por los nervios del momento y con una última mirada a aquellos ojos ámbar que tanto le encantaban terminó por acortar toda distancia existente y junto sus labios en un beso que desde un inicio pecaba de necesitado.

Los movimientos de sus labios no eran nada lentos, llevando a TaeHyung a inclinar la cabeza hacia arriba para poder tener más profundidad, su lengua pasó por el labio inferior de su chico casi pidiendo permiso de poder asentarla en su boca, una petición silenciosa que fue aceptada al momento. El hoverboard perdió unos centímetros de altura debido a la falta de peso corporal encima de él, lo que el alfa pudo aprovechar para envolver la cintura de JungKook con su brazo sano, escuchando un suave gemido ahogado que este soltó por la intensidad en que era besado.

No deseaba separarse, más aún estando dentro de esa burbuja que ellos mismo habían creado debido a que se encontraban solos en esa parte del barco, si bien había más tripulantes dentro, en ese lugar eran solo ellos dos.

—Si no me sueltas no podré aprender nunca —rio con las mejillas coloradas debido a lo avergonzado que se sentía en ese momento. Quería volver a besar al alfa, pero también quería aprovechar ese momento que estaban solos para poder aprender, sabía que si NamJoon lo veía iba a querer bajarlo de inmediato.

TaeHyung solo aceptó el pedido y luego de asegurarse de que estaba bien equilibrado, despegó las manos de su cintura para dejarlo de pie.

—Si quieres que pierda altura solo flexiona las rodillas un poco y pon todo tu peso en el pie que tienes adelante —con aquella última indicación pudo ver como el omega comenzaba a avanzar con lentitud en la tabla, observando como poco a poco comenzabas a emocionarse más con lo que estaba haciendo—. No salgas de la borda, aún es muy peligroso que lo hagas, mantente dentro del barco —casi tuvo que gritar al ver que comenzaba a agarrar velocidad yendo hacia la otra punta del barco y solo levantó el pulgar en señal de que lo había escuchado.

TaeHyung no supo en qué momento pensó que dejarlo hacer eso era buena idea. El corazón se le subía a la garganta cada vez que veía la velocidad con la que el pelirrojo volaba en esa cosa, terminando por sentir que se le bajaba la presión cuando se agarró de la punta de adelante y dio una mortal completa en el aire. Tranquilizándose solo al escuchar las carcajadas que soltaba por estar experimentando aquello que tanto anheló.

—Ves TaeTae —sonrió con los ojos entrecerrados por la grandeza de la misma mientras se acercaba con lentitud hacia el para bajarse de un salto volviéndose a enganchar en su cuello—. Te dije que no era un tonto.

—Nunca pensé que lo fueras —le ponía feliz ver que se veía genuinamente emocionado por lo que acababa de hacer y el que él hiciera parte de esa emoción solo provocaban que su pecho se ensanchara con orgullo al ver que podía hacer feliz al omega sin necesidad de hacer mucho.

—Gracias —enterró su rostro en el cuello del alfa, olfateando la zona con cuidado mientras restregaba su mejilla en el—. Gracias por ser tan lindo conmigo, eres todo lo que alguna vez soñé.

Escuchar aquellas palabras provocó que lo abrazara aún más fuerte contra su pecho. No pudo resistir y depositó un tierno beso en su cabello, donde los aromas de ambos se entremezclaban. Podía jurar que JungKook olía a libertad, a hogar; era todo lo que necesitaba. Porque sí, algo que ya no iba a molestarse en negar eran sus sentimientos. Estaba perdidamente enamorado de aquel dulce omega, su chico de las estrellas.

Eso estuvo intenso🫣

Quiero saber que piensan de todo hasta ahora. Me gusta mucho leer sus opiniones🤭

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