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𝐎𝐧𝐞: 𝐈'𝐦 𝐚𝐥𝐨𝐧𝐞 𝐚𝐧𝐝 𝐈'𝐦 𝐬𝐭𝐢𝐥𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐞

Odiaba mentir, más aún en esta situación, por dos simples razones; uno, no se le daban nada bien las mentiras, era pésimo en eso y dos, le mentirá a su madre. Se sentía muy culpable, ya que nunca le había mentido de esta forma, pero sabía que era por su bien, si se enteraba de la situación por ninguna razón le iba a permitir irse de casa.

Desde hace un par de semanas la posada familiar fue atacada por saqueadores, su padre la construyó antes de desaparecer y era el único recuerdo viviente que les quedaba de él. Recuerdo que quedo reducido a cenizas en apenas un par de minutos y por esa razón fue que no pudieron actuar a tiempo. Ahora intentaba con todos sus medios poder conseguir el dinero suficiente para reconstruirla, pero había un único y gran problema; en la gran ciudad era muy complicado conseguir ese dinero en un corto período de tiempo, tardaría años para lograr conseguir la cantidad suficiente y su madre no tenía forma de mantenerse en el pueblo donde vivían estando sola.

De entre las pocas cosas que sobrevivieron al fuego estaba un collar que le regalo su padre una vez, era una especie de relicario, que por alguna razón nunca había abierto, porque aunque no quisiera admitirlo, le dolía tener cualquiera de sus pertenencias. El color cobre que lo caracterizaba estaba algo chamuscado, pero aun así se conservaba a la perfección.

Esa noche en la que todo se derrumbó, tuvieron la suerte de ser ayudados por un hombre, quien era cliente recurrente de la posada y muy amigo de su madre, él les ofreció hospedaje hasta que lograran establecerse, sin pedir nada a cambio. No supo como reaccionar con exactitud, pero a la madrugada, cuando pudo tener privacidad, ni siquiera fue capaz de llorar, seguía en un completo estado de shock y solo se dedicó a acompañar a su madre hasta que esta se quedó dormida. Esa misma noche abrió por primera vez el relicario, luego de veintidós años, pero nada pudo prepararlo para lo que vio a continuación. De este salió una luz azul muy fuerte que iluminó toda la habitación, su sorpresa fue tal que lanzó el collar, pero este no se apagó y siguió apreciando todo aquel espectáculo.

Nunca había visto algo igual. La tecnología más avanzada que conocía en su pueblo eran las hoverboard, y él mismo poseía una de ellas. Sin embargo, aquel mapa holográfico era una novedad absoluta para él. Ese día, comprendió que su padre guardaba más secretos de los que jamás había imaginado. Sin contarle a nadie sobre esto, decidió investigar por su cuenta cómo utilizarlo. Lo único que descubrió fue que el mapa señalaba un par de lugares específicos. Esto le recordó los cuentos que su padre solía contarle, historias que en su momento consideraba absurdas, pero que ahora parecían cobrar vida ante sus ojos.

Muy dentro de sí mismo sabía que esto sería la solución a sus problemas, pero no tenía una remota idea de como llegar a dichos lugares. Ya que estaban a una gran distancia uno de otro y eso solo lo llevo a pensar en una posible solución que podría llegar a ser peligrosa, pero eran las únicas personas que conocían perfectamente todo recóndito lugar en Aetheria; piratas. Si su madre llegaba a escuchar lo que pensaba estaba seguro de que le daría un buen golpe. Por esa razón decidió que no le contaría sobre lo que tenía pensado hacer

Su excusa fue simple, por lo que no llego a pensarlo demasiado. Iría a la gran ciudad y se encargaría de conseguir un empleo para enviar el dinero suficiente para reconstruir la posada.

En un inicio, su madre se negó rotundamente, alegando que no era necesario, pero luego de tanta insistencia por parte de TaeHyung, aceptó, con la condición de que le enviara una carta a la semana, para saber como se encontraba. Y ahí supo que no había vuelta atrás.

Se encargó de contactar con varios barcos de piratas, pero solo uno respondió, famoso por su naturaleza errante y su habilidad para nunca permanecer demasiado tiempo en el mismo lugar. A pesar de su reputación, fueron los únicos que mostraron interés en la propuesta. Su conocimiento sobre los piratas era el común: seres despiadados y sin escrúpulos. Por ello, una advertencia que siempre solían repetir en cualquier pueblo de la costa, comenzaba a resonar constantemente en su mente: «nunca confíes en un pirata.»

Pero aquello no necesariamente debía incluirlos a todos, ¿verdad? Sabe que aquello eso es una generalización barata y que no debe ser de esa forma, los rumores exageran y él, con esa aventura en la que se embarcaría, estaba dispuesto a desmentir tales habladurías.

Mordisqueaba una de sus uñas intentando calmar la ansiedad que le provocaba la situación, estaba sentado en una de las bancas frente al muelle admirando su al rededor y esperando a que su madre llegara al lugar para poder despedirse.

Ese día parecía no haber muchas personas en el muelle, era bastante raro, ya que solían venir bastantes visitantes y de igual forma viajaban hacia otras ciudades, inconscientemente eso solo provocaba que su sentimiento de soledad se acrecentara. Eso era algo que no se había detenido a pensar en profundidad, iba a estar solo, en realidad no conocía a ninguno de los tripulantes, solo se había comunicado con su capitán por una carta, pero nunca lo ha visto en persona.

Pasó las manos por su rostro y suspiró, esperaba que llegara antes que el barco, porque si bien lo había visto un par de veces en fotos, no se parecía para nada a uno de la capital.

Los ánimos del alfa se calmaron cuando vio a lo lejos la silueta de su madre acercarse, por suerte no traía con ella nada más para que se llevara, solía ser muy sobre protectora, pero al barco solo le permitían llevar pocas cosas, así que solo llevaba una maleta de cuero grande y su hoverboard.

La omega se acercó a él y antes de permitirle decir algo, lo abrazo, extrañaría mucho sus abrazos, pero todo esto lo hacía por ella y por mantener lo que sea que quedara del legado de su padre. Correspondió abrazándola de igual forma, escuchando como su madre comenzaba a sollozar, por lo que se separó para mirarla.

—Ey, no llores, todo va a estar bien —o al menos eso esperaba. Intentó que su sonrisa no se viera forzada. Le dolía verla llorando y más en esta situación, sabiendo que la última imagen que tendría de ella en mucho tiempo sería esa.

—No quiero que te vayas, pero entiendo tus razones y quiero respetarlas. Solo no imaginé que este momento llegaría tan pronto —dijo, su voz quebrada. Mientras intentaba secar sus lágrimas, comenzó a respirar pausadamente, buscando calmarse y reunir fuerzas para la despedida inevitable.

—Voy a volver, ¿sí? —sabía que ella tenía miedo de no volverlo a ver, justo como sucedió con su padre, pero él no iba a dejarla sola.

—Promete que me escribirás.

—Lo haré, mamá, puedes estar tranquila —volvió a abrazarla intentando no romper en llanto ahí mismo. No quería que lo viera llorar, porque querría quedarse más tiempo y muy a su pesar, necesitaba que se fuera antes de que llegara el barco.

—Estaremos aquí esperando tu regreso, muchacho —el señor Lee se acercó apenas dejo de abrazar a su madre para darle unas palmaditas en la espalda.

—Gracias, cuídela bien, sabe que puede tomar algunas decisiones algo... volátiles —bromeó refiriéndose a su madre, quien le dirigió una mirada asesina, provocando que ambos alfas rieran.

—Te estoy escuchando, Kim —advirtió con tono de regaño.

—Ya pueden irse, no quiero hacer la despedida más difícil —trató de excusarse poniendo su mejor cara de tristeza—. Te enviaré la primera carta en cuanto me haya establecido en el departamento —la omega suspiró con pesar y asintió. Sabía que para ella esto era mucho más difícil, pero todo lo hacía por ellos.

—La esperaré —se acercó a besar su mejilla y cuando se separó, le dedico una sonrisa triste—. Cuídate.

—Tu igual, volveré pronto —con un ademán de mano los despidió a ambos, observando como lentamente desaparecen hasta el auto del señor Lee, para luego emprender su camino.

Y aquí estaba solo, otra vez. Quizá debía acostumbrarse, porque muy dentro de él, tenía la sensación que esta sería su nueva realidad por los próximos meses.

—Capitán NamJoon, aquí está el joven Kim TaeHyung —no iba a mentir, estaba aterrado. Desde que llegó al barco nadie le dirigió la palabra, ni siquiera una mirada curiosa, solo el beta que lo guio hasta el camarote del capitán.

El hombre se volteó y lo miró con una expresión seria. Aquel alfa era sumamente intimidante, con una figura imponente y una constitución robusta que superaba en estatura a la media de los alfas. Su apariencia era lo más sobrecogedor: un brazo completamente robótico, al igual que una de sus piernas, y su ojo izquierdo que destellaba con estas mismas características. Parecía analizarlo detenidamente, y cuando sus miradas se cruzaron, su expresión se transformó por completo, regalándole una sonrisa tranquila.

—Bienvenido, chico —lo vio pronunciar, mientras se acercaba a él, que aún se encontraba de pie en su lugar.

—G-gracias, señor —se obligó a decir, para luego hacer una reverencia.

—Tú y yo sabemos la razón por la que te encuentras aquí, así que toma asiento y muéstrame lo que traes —le señalo una silla que se encontraba delante de la mesa a la que se dirigía para sentarse también—. HoSeok, puedes esperar fuera, no creo que esto nos lleve mucho tiempo —le hablo esta vez al beta que lo escolto hasta este lugar, quien solo asintió y salió cerrando la puerta detrás de él—. ¿Entonces...?

Con manos algo temblorosas abrió el broche del relicario para poder abrirlo con más comodidad. Cuando lo hizo, la habitación se pintó de un color azul y mostró aquel mapa holográfico que el castaño se había cansado de observar, intentando descifrarlo. El alfa lo observó con la misma expresión de sorpresa que él tuvo la primera vez que vio aquel espectáculo y se acercó con lentitud admirando cada detalle de lo que se mostraba.

—¿Dónde encontraste esto? —separó su mirada de la imagen mostrada por apenas unos segundos y se posó en él.

—Era de mi padre.

—¿Por qué no vino él? —preguntó serio, con genuina curiosidad en su voz.

—No creo que en el mundo de los fantasmas den pases para visitarnos, así que no creo que pueda venir —soltó una risa sin gracia.

—Oh, lo siento —se disculpó—. Entonces, volviendo al trato, por las ubicaciones mostradas sé de qué tesoro hablamos y debo confesar que es de mi total interés.

—¿Puedo saber de cuál se trata? —mínimo quería ser conocedor de a que se enfrentaba, al fin y al cabo, él trajo el mapa y sin eso, no iban a poder encontrarlo nunca. El mayor lo miro con los ojos entrecerrados por unos segundos y asintió.

—Esto que ves aquí —señalo una de las montañas que más sobresalía en el mapa, esta al parecer se encontraba en Gearford—uno de los reinos más pequeños del continente—, pero lo que la hacía aún más llamativa era justamente el punto blanco brillando encima de esta—, es la montaña más alta de todo Aetheria, antes era de interés común intentar subir la montaña, ya que se las malas lenguas esparcían el rumor de que en ese lugar se encontraba el tesoro más grande del mundo, pero nadie nunca ha podido entrar, fue llamado por los locales como "el corazón del cielo".

—¿Saben dónde está y nadie lo ha tomado aún? —la historia la conocía, era una de las que más le contaba su padre cuando era niño, aunque algo modificado para que se escuchara más infantil.

—No es tan fácil como se escucha —caminó hacia el otro extremo del holograma, dónde se mostraba el otro punto, este estaba en una costa apartada ubicada en Weldport, otro de los reinos de Aetheria—. Esto que ves aquí es la clave para poder entrar al tesoro. Tenía el conocimiento de que estaba dividido, pero nunca hubo siquiera una pista de donde podría encontrarse la segunda parte. Hace una década hubo una búsqueda masiva, piratas, cazarrecompensas, incluso los altos mandos de cada reino, todos tenían el objetivo de encontrarlo, pero no sucedió —sonrió en grande, TaeHyung notó la expresión algo sombría—. Y ahora, gracias a ti, seremos los primeros en encontrarlo.

—Necesito parte del dinero, así que buscaba a alguien dispuesto a ayudarme —le sonrió con complicidad.

—Entonces, tenemos un trato. Puedes irte con HoSeok; él te llevará a una habitación para que te establezcas. Luego, podrás dar un recorrido por el barco. Espero que tu estancia aquí sea... amena —concluyó, tomando el relicario y cerrándolo con un clic—. Yo me quedaré con esto. Necesito trazar una ruta fácil de transitar. Te mantendré informado de lo que considere pertinente, así que puedes estar tranquilo.

No era tan suicida como para cuestionar su decisión. Aunque la idea no le agradaba del todo, sabía que no tenía opción. Asintió, se levantó de la silla recogiendo su maleta y hoverboard. Pero antes de salir, volvió la vista al moreno.

—Supongo que nos veremos pronto, ¿verdad? —no esperaba una respuesta verbal, ya que el alfa solo asintió y le sonrió con sorna, y entonces aunque de forma inconsciente esas palabras volvieron a llegar a su mente, «nunca confíes en un pirata». Intentó sacar esos pensamientos de su cabeza, pero igualmente lo tendría presente.

Apenas salió del camarote, el beta lo recibió con una gran sonrisa en sus labios modulando un: «sígueme», seguramente haría lo que le menciono NamJoon, así que lo hizo sin chistar.

Sus ojos se fijaron en los detalles del interior, al llegar por culpa de su nerviosismo, apenas y pudo poner atención a su alrededor, pero ahora era diferente.

Era un lugar muy rústico, con la madera en tonos claros que desprendía un aroma peculiar debido a la constante humedad. El suelo, hecho del mismo material, pero pulido con esmero, ofrecía una apariencia pulcra y libre de imperfecciones. Lámparas de aceite colgaban de las paredes, iluminando suavemente el ambiente del pasillo que conducía a la puerta de salida, que daba acceso a la cubierta del barco.

Antes de llegar a la salida, el chico se detuvo delante de una puerta, sacó una llave de su bolsillo y abrió esta, dándole paso al castaño para que entrara primero. Agarro con más fuerza su maleta y se adentró en el lugar, siendo seguido por el contrario.

—Esta será tu habitación por todo el viaje, así que te dejaré solo para que te acomodes —se recargó en el marco de la puerta y le dedico una pequeña sonrisa—. Zarparemos en un rato, así que puedes descansar, Si necesitas algo estoy dos puertas al fondo —repiqueteo un poco el suelo con el talón de su bota y una sacudida lo hizo erguirse por completo—. Bueno... nos vemos.

No le dio tiempo siquiera a despedirse cuando el barco volvió a dar otra sacudida, lo que provocó que saliera casi corriendo. Al encontrarse nuevamente solo camino hasta la puerta y la cerró, para acto seguido lanzarse a la cama individual que se encontraba pegada a la pared.

La noche llego aún más rápido de lo que esperaba, o quizá fue que durmió mucho más tiempo del que se planteó en un inicio. Cuando sus ojos se abrieron e intentó incorporarse, un mareo lo atacó, provocando que tuviera que mantenerse en una posición recta antes de ponerse de pie. Lo único que iluminaba su habitación era la luz de la luna que se colaba por la ventana.

Restregó nuevamente sus ojos antes de ponerse de pie y decidirse a salir de la habitación, debía buscar algo de comer, su estómago gruñía por la necesidad de que algo lo llenara, por lo que esperaba encontrarse a alguien fuera a esta hora, no parecía ser muy tarde, así que aún mantenía sus esperanzas intactas.

Se colocó sus botas y caminó derecho a la salida, escuchando como sus pasos crujían en la madera del suelo. Con un rechinido bajo abro la puerta y trato de cerrarla con el mayor cuidado para no molestar a los que ya dormían, lo mismo con la que daba paso a la cubierta. Fue recibido con una brisa fría que provoco un escalofrío que recorrió todo su cuerpo.

La luna estaba casi en su punto máximo, lo que indicaba que su hipótesis era equivocada y era realmente tarde, así que sé sintió un poco decepcionado. Lo más probable es que tuviera que aguantar el hambre hasta la mañana siguiente, todo por estar de perezoso, pero sus pensamientos se interrumpieron cuando un delicioso aroma a sándalo y naranja se hizo presente en sus sentidos. Inmediatamente, sus ojos se movieron por el lugar intentando averiguar de donde provenía aquella delicia y no tardo en dar con el culpable.

En una de las barandas del barco estaba sentado aquel omega, su mirada se veía perdida en la distancia, mientras daba una calada al cigarrillo que tenía entre sus dedos. Dudaba de sí acercarse o no, ya que no deseaba incomodarlo, pero al mismo tiempo deseaba saber si él tenía conocimiento de donde había algo de comer.

Con paso decidido camino hacia su posición, siendo percibido casi de forma inmediata por el contrario, quien se volteó para mirarlo fijo por unos segundos y luego volver a su posición inicial.

—¿Hola...? —dijo apenas estuvo a su par, no sabía siquiera como presentarse. El chico no le dirigió la mirada y aquello no ayudo a su nerviosismo.

—¿Eres Kim TaeHyung? —pregunto dando otra calada al cigarrillo.

—Sí, ese soy yo —recargó sus brazos en la orilla, dando un vistazo hacia abajo, percatándose de la altura a la que estaba volando el barco, provocando que otro mareo se apoderara de él. ¿Ese chico estaba loco acaso? Porque perfectamente en un mal movimiento podía acabar de cabeza en el mar—. ¿Y tú eres? —el omega lo miro con el ceño fruncido, levantado una ceja, interrogante—. Oh, vamos, sabes mi nombre, ¿no crees que es justo que yo sepa el tuyo?

—JungKook, así puedes llamarme —dijo, y su nombre era casi tan bonito como él. Ahora, estando tan cerca, pudo detallarlo con más precisión. Su piel era muy blanca, de eso no había duda, aunque culpaba a la oscuridad de la noche por no poder apreciarla mejor. Su cabello rojizo y ligeramente ondulado se movía con el viento, y, por lo poco que pudo percibir, sus grandes ojos parecían tener un color ambarino, realmente cautivador. —NamJoon me habló de ti. Sabía que estabas aquí, pero como no te vi en la cena, supuse que dormirías hasta mañana.

Incluso su voz era hermosa. Sacudió su cabeza intentando volver en sí. Estaba actuando como un desquiciado, ¿qué pensaría de él?

—Creo que dormí más de lo que tenía planeado —una risa nasal se escapó de él antes de sentir como su estómago volvía a rugir, fue tan alto que juraba que el omega fue capaz de escucharlo.

JungKook soltó una suave carcajada confirmando sus sospechas. No pudo evitar sentirse avergonzado, ¿por qué debían pasarle este tipo de cosas?

—Creo que hay alguien hambriento por aquí —lanzó la colilla del cigarrillo provocando que se perdiera en la oscuridad del mar—. ¿Me ayudas? —preguntó extendiendo su mano. El alfa sabía que en realidad no necesitaba de su ayuda, pero no se negaría a la petición de aquel omega.

Con una exquisita suavidad, agarró la mano de JungKook, sintiendo el frío de su piel contra la suya. Con su ayuda, él omega se impulsó para levantarse, usando más fuerza de la que pensaba. Al saltar al suelo, sus pies vacilaron y trastabilló hacia adelante, hasta que terminó apoyándose en el firme pecho de TaeHyung para evitar caer.

—¿No crees que es muy peligroso sentarse en ese lugar? —cuestionó colocando la mano que tenía libre en el otro brazo de JungKook para sostenerlo.

—Lo hago siempre —se quedó mirando al alfa a los ojos, causando que un sonrojo se apoderara de sus mejillas, provocando que una sonrisa de medio lado apareciera en los labios del menor—. ¿Quieres algo de cenar o te apetece comer otra cosa? —no dejó de mirarlo con intensidad, dejando que su aroma se intensificara, provocando aún más nervios en el alfa.

—¿Qué propones? —respondió, mirándolo con la misma intensidad.

—Creo que podrás averiguarlo mañana, si te veo aquí a esta misma hora —susurró, moviendo sus manos hasta colocarlas en los hombros de TaeHyung, para acto seguido separarse de su cuerpo mordiendo ligeramente su labio inferior—. ¿Vienes? —preguntó para llamar su atención, al ver como el alfa se quedaba de pie en su lugar sin siquiera mover un músculo.

TaeHyung no supo cómo reaccionar exactamente. Sin embargo, notó la sonrisa en el rostro del omega, disfrutando de la situación. Decidido a descubrir los deseos de JungKook, TaeHyung se comprometería a descubrir qué planes tenía para la noche siguiente. Fuera lo que fuera, no quería quedarse con la duda sobre lo que ese precioso chico pretendía hacer.

El sonido de las voces y las carcajadas llenaba el ambiente, envolviendo al castaño en una sensación de serena tranquilidad. Habían pasado solo unos días desde que comenzó la travesía, y nunca imaginó que sería acogido tan rápidamente por aquellas personas. Eran increíblemente amigables, una grata sorpresa que contrastaba con los estereotipos que había escuchado sobre los piratas. Por un momento, se alegró de no haber caído en tales prejuicios. Aunque sabía que este recibimiento se debía mucho a JungKook, quien fue de gran ayuda para lograr integrarlo con los demás.

A su lado se encontraba HoSeok, quien le volvía a rellenar la copa de vino, ya que hace poco descubrió su aversión al ron. Se sentía genuinamente feliz, el ambiente relajado que se respiraba en aquel lugar era inigualable, muy por el contrario de como llegaba a sentirse en ocasiones en el pueblo donde vivía, ahí era libre, podía hacer lo que fuera, cuando fuera, porque nadie lo recriminaba. Las cosas que se consideraban falta de respeto con respecto a las leyes del reino, ahí era completamente libre de hacerlas sin ningún tipo de represalias.

Dio un sorbo a su copa de vino y su mirada se posó en el marinero que, sin previo aviso, se subió a la mesa. Era YoonGi, lo había visto un par de veces, este la mayor parte del tiempo mantenía una actitud seria y desinteresada, pero cuando bebía, se transformaba en alguien completamente diferente. Carcajeó con fuerza al escuchar los vítores de todos, que celebraban su improvisado baile al ritmo de la música que resonaba en el comedor. Su mirada se desvió entonces hacia aquel lindo omega del que no había podido despegar sus pensamientos, este permanecía de pie, recostado contra la pared del fondo, observando la escena con diversión. JungKook no se perdía de nada, y teniendo en cuenta la avanzada hora de la noche, él también salía a divertirse. Se preguntaba por qué nunca salía de su habitación por las mañanas, aunque no iba a cuestionárselo. Sentía que no era algo que le incumbiera y suponía que probablemente se debía al trabajo, ya que era la mano derecha de NamJoon y se ocupaba de varios asuntos que este le confiaba.

La sonrisa del pelirrojo no pasó desapercibida para TaeHyung, quien hubiera seguido mirándolo, de no ser porque una de las botellas de ron que estaba abierta sobre la mesa se volcó por los movimientos del alfa que aún bailaba, provocando que el líquido ambarino se derramara sobre su ropa. Las risas cesaron, los movimientos también se detuvieron y todos se quedaron mirando aquel pequeño accidente.

—Oh, mierda, perdóname TaeHyung —se apresuró a decir de forma algo atropellada YoonGi intentando levantar la botella, haciendo que casi se caiga de cara a la mesa. Por lo que solo trato de detenerlo.

—No, tranquilo, no es problema —siguió negando, poniéndose de pie para salir con rapidez del lugar, solo recibiendo una mirada de comprensión por parte de HoSeok antes de retirarse.

Durante todo el trayecto a su habitación, luchó por contener las náuseas provocadas por el horrible olor a ron. Jamás entendió por qué lo odiaba tanto; simplemente no podía soportar su aroma, mucho menos su sabor, que le resultaban los más repugnantes del mundo. Apenas cruzó el umbral de su habitación, comenzó a despojarse de la ropa con rapidez, quedándose solo con la interior, que no había sido alcanzada por el líquido. Se dirigió al baúl junto a su cama en busca de alguna prenda cómoda para dormir, anhelando librarse de la desagradable sensación que lo embargaba.

Los pasos y murmullos se deslizaban suavemente por el pasillo, filtrándose bajo la puerta de su habitación. Era un claro indicio de que todos comenzaban a retirarse a descansar, tras un largo y pesado día, incluyendo su noche llena de diversión. A los pocos minutos todo se sumió en un silencio absoluto, excepto por el par de toques seguidos que resonaron en su puerta.

Extrañado terminó de colocarse su camisa para acercarse con sumo cuidado a la puerta para abrirla, siendo sorprendido por aquel omega pelirrojo que ya se había hecho costumbre visitar en las noches.

JungKook le dedico una sonrisa de medio lado antes de caminar a paso lento al interior, esperando que cerrara la puerta detrás de él para darles privacidad. Sus botas largas resonaban con un sonido hueco en el suelo, deteniéndose justo delante del bulto de ropa que el mayor acababa de tirar en el suelo. Lo miro por unos pocos segundos, para luego voltearse, encarándolo.

—¿Estás bien? —preguntó. Su tono de voz pintado con algo de preocupación, pero se escuchaba tranquilo.

—Sí, no fue nada, solo "eso" en mi ropa —el omega rio al escucharlo y negó repetidas veces con la cabeza.

—Sabes como se pone YoonGi cuando bebe, perdónalo —se acercó con lentitud al cuerpo de TaeHyung y colocó una mano en su pecho, acomodando el cuello abierto de su camisa, que también estaba algo arrugado. El alfa no se perdió ni por un segundo su expresión, con el ceño ligeramente fruncido, y sus ojos ámbar fijos en su mano que seguía tratando de alisar la tela de la ropa que se había colocado con suma prontitud.

Luego de lograr su cometido apartó sus manos del cuerpo del castaño, pero no se separó, en cambio, dirigió su vista directamente a los ojos contrarios.

—¿Vendrás conmigo hoy? —preguntó a TaeHyung, observando cómo el chico mordía suavemente su labio inferior, haciendo que su aroma se volviera más intenso por el nerviosismo.

—Sabes que sí —respondió con una media sonrisa, consciente del significado de la pregunta. Sería la segunda vez que iría a la habitación del omega; la primera había sido durante una tormenta que les impidió estar fuera. Sin embargo, el día anterior, le había propuesto a TaeHyung que volviera a ir, y él no pudo negarse.

Desde aquella primera noche en que se vieron por primera vez, sus encuentros nocturnos se convirtieron en una rutina encantadora. Podían pasar horas interminables conversando sobre trivialidades, mientras el tiempo parecía desvanecerse. A veces, JungKook compartía anécdotas de misiones pasadas, sus palabras tejiendo historias que capturaban la imaginación de TaeHyung. Pero inevitablemente, llegaba el momento en que debían despedirse para que el alfa pudiera descansar. Y así, noche tras noche se repetía y solo ansiaban el momento en el que volverían a verse.

—Lleva la ropa que ensució YoonGi, mañana me haré cargo de eso —le pidió, dirigiéndose esta vez a la puerta de la habitación—. Sé lo tanto que tendrá que trabajar mañana este gran y fuerte alfa —dramatizó con diversión, colocando su mano en el pomo de bronce.

—No hace falta, yo me encargaré.

—NamJoon no va a dejarte lavarla porque no es día de lavado, en cambio, a mí... —pestañeó varias veces con rapidez provocando una risa en el mayor.

—Bien, solo acepto porque no quiero que ese horrible olor se le quede a mi ropa favorita —se rindió observando como JungKook sonrió con suficiencia. Rodó los ojos con diversión e hizo caso a lo que le dijo y caminó hasta el centro de su habitación para agarrar el bulto por una zona en la que estuviera seca.

—Sígueme y haz silencio —susurró suavemente mientras abría la puerta con cautela.

Lo siguió por el largo pasillo lleno de habitaciones, hasta llegar a la última al fondo, la cual pertenecía al pelirrojo. La adrenalina recorría sus sentidos, debido a que tenían el peligro de ser descubiertos y no es que estuvieran haciendo algo malo, sino que NamJoon era demasiado receloso con el menor, por lo que era muy probable que se molestara mucho si los veía juntos. El alfa entró primero, y luego, el otro cerró la puerta tras de sí, sellando su entrada a aquel espacio donde solo serían ellos dos por esa noche.

—Déjalo en la esquina —indicó, señalando un rincón de la habitación. TaeHyung obedeció, dejando caer la ropa en el suelo.

Imitó las acciones del omega, quien luego de prender una vela en la mesita al lado de su cama, se sentó en la orilla de la misma dándole un espacio para que el alfa también lo hiciera.

—Tu habitación es muy bonita —halagó el alfa mirando a su alrededor. Con anterioridad sí se fijó mucho más en los detalles de la misma, pero no había llegado a mencionarle sus impresiones al chico.

—Gracias, la he remodelado muchas veces, aunque aún hay detalles que no me convencen del todo —dijo mientras pasaba la mano por su cabello, tratando de acomodar los rizos rebeldes que caían sobre su frente. TaeHyung lo observaba con atención.

Era tan hermoso, su dulce aroma lo envolvía por completo, creando un aura casi etérea a su alrededor. Sus mejillas, teñidas de un suave sonrojo por la proximidad entre ambos, le añadían un toque encantador a su rostro. Había algo en sus labios que comenzaba a resultarle irresistiblemente atractivo. Sentía un anhelo ardiente de acariciarlos, de sentirlos, de besarlos.

—Si quieres, algún día puedo ayudarte a mover las cosas de lugar —susurró TaeHyung, acercándose. Con delicadeza, apartó un mechón de cabello que se había deslizado sobre el rostro del omega y lo colocó suavemente detrás de su oreja.

JungKook lo miró a los ojos, su mirada deslizándose lentamente desde los mismos hasta sus labios. La confusión se apoderaba del alfa, atrapado entre el deseo y la incertidumbre. No sabía si debía acercarse, quedarse quieto o dejarse llevar por el impulso y besarlo.

Pero cualquier pensamiento quedó suspendido en el aire cuando el pelirrojo tomó la iniciativa y comenzó a acercarse lentamente. Sus rostros se aproximaron y, antes de poder formular un pensamiento coherente, sus labios se rozaron en un contacto suave que envió un escalofrío por la columna del alfa. Cerró los ojos, entregándose por completo a la sensación que le provocaba el beso del otro. Era casi incapaz de describir las emociones que lo embargaban; cada fibra de su ser deseaba sentirlo más cerca, con mayor profundidad.

Al separarse, se miraron por unos cortos segundos y sonrieron al unísono. TaeHyung quiso romper nuevamente la distancia, pero sus movimientos fueron interrumpidos por unos toques en la puerta y pudo apreciar como la expresión de JungKook se transformó en una de completo terror, pero no se movió, solo miro hacia el lugar de donde provenía el sonido, por sobre el hombro del alfa.

—Koo, soy yo —el castaño reconoció de inmediato la voz de NamJoon, pero aquello no lo hizo tranquilizarse más, intento levantarse para quizá esconderse, pero el menor coloco la mano en su hombro indicándole que se mantuviera en su lugar y solo hizo una seña con su mano para que se mantuviera en silencio.

—Sí, ¿q-qué sucede? —respondió, su voz temblando ligeramente. El tartamudeo delataba sus nervios, pero confiaba en que el alfa mayor no lo notaría, ya que la puerta entre ellos amortiguaba el sonido.

—Solo vine a informarte que estaré de guardia esta noche, por si necesitas algo ya sabes donde encontrarme —su voz se escuchaba más suave y calmada que cuando trataba a los demás miembros de la tripulación.

—Está bien, Namu, gracias —con esas simples palabras escucharon los pasos fuertes contra la madera alejarse por el pasillo y la tranquilidad volvió a embargarlos—. Pensé que morirías esta noche —dijo esta vez dirigiéndose al castaño, quien aún seguía con el corazón latiendo desbocado por lo sucedido.

—Oye, eso no me tranquiliza —se quejó en broma, sintiendo un suave beso de parte de JungKook posarse en su mejilla.

—Creo que tendrás que quedarte si no quieres que suceda en serio —El alfa, al escuchar sus palabras, apretó con ternura las mejillas del contrario, provocando que un puchero adornara sus labios. Era tan adorable que le daban ganas de besar su puchero.

—Mientras no sea molestia para ti —le sonrió, observando como se acercaba lentamente, fijo en sus labios.

—Si me besas otra vez, creo que podría pensármelo —susurró, con una sonrisa juguetona en los labios. Sin decir más, posó suavemente su mano en la mejilla del menor y, esta vez, acortó el mismo la distancia entre ellos para besarlo de nuevo. Ambos estaban dispuestos a alargar ese momento todo lo que pudieran, disfrutando de la conexión que los envolvía y del calor que compartían en la penumbra de la habitación.

Muchas felicidades mi bella Andi🥺💗 me hace muy feliz poder traerte este pequeño regalito, que aunque no es mucho, fue escrito con mucho amor.

Gracias por permitirme ser parte de tu vida y por siempre estar para cuando te necesito🥹 muchas muchas gracias.

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