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02⚓️




CAPÍTULO DOS
LUCY GRAY BAIRD






























La pantalla en la academia mostraba la cosecha que se llevó acabo en el distrito doce.

Los ojos de Caius permanecían mirando la pantalla.

Se podía ver el distrito doce, un pequeño escenario justo enfrente del Edificio de Justicia. El alcalde Lipp, un hombre de traje antiguo estaba de pie con su mano sosteniendo un papel.

— La tributo del Distrito doce es Lucy Gray Baird.

Coriolanus se puso de pie al escuchar el nombre de la tributo. Caius lo imitó, pero al contrario de su primo quien parecía molesto y bastante ofendido por la chica quien le ha tocado. Caius estaba curioso ante quien sería la famosa Lucy Gray Baird.

Lucy Gray Baird permanecía erguida, los que estaban a su alrededor la miraban. Llevaba puesto un vestido de volantes multicolores que en otra época debió ser precioso, pero a pesar de todo Caius notaba que era lindo. Llevaba el pelo oscuro y rizado.

Los ojos del chico Snow estaban puestos en cada movimiento de su tributo, Lucy caminaba por el pasillo que se formó para llegar hasta a la tarima. Un chico se acercó a ella diciéndole algo y uno de los agentes de la paz lo detuvo.

Todo sucedió en un parpadeo, incluso Caius pensó que había parpadeado.

Gray metió sus mano en uno de los volantes de su falda, sacando algo de color verde y en un movimiento que todos observaron pasó de estar en su mano a estar dentro de del vestido de aquella chica.

La atención se la robó la victima, cuya satisfacción que antes mostraba en su rostro fue remplazada por el horror, entre chillidos cayó al suelo sacudiendose. El alcalde empezó a gritar pidiendo que ayudaran a la chica.

En Salón Heavensbee comenzaron a escucharse los murmullos.

— ¿Has visto eso?

— ¿Qué le ha metido en el vestido?

— ¿Un lagarto?

— ¡Yo he visto una serpiente!

— ¿La habrá matado?

Caius miró como su primo sonreía, regodeándose de las curiosidades ante su tributo. Al contrario de él, quien se preocupaba más por la seguridad de Baird.

El tiempo estimado en pantalla para la cosecha del doce se había terminado, pero todavía faltaba el tributo masculino. Cuando el alcalde Lipp retomó su lugar en el escenario, no se acercó a tomar el papel del chico, fue directo hacia la tributo y le propinó una bofetada que la hizo caer de rodillas, levantó su mano para pegarle otra vez, pero un par de agentes de la paz se acercaron para detenerlo.

La atención se concentró en la chica del escenario. La cámara tomó un primer plano de ella.

— Seguro que lo han amañado — dijo Sejanus en voz baja. — Su nombre no estaba en ese papel.

Caius miró hacia su amigo quien estaba cerca suyo.

— Entonces, ese hombre no sabe separar las cosas personales — respondió Caius.

Justo cuando la chica estaba por perder la batalla contra las lágrimas, sucedió algo poco normal. Alguien ente la multitud empezó a cantar.


No podría robarme el pasado.
No podría robarme mi historia.


Lucy de a poco comenzó a levantar la cabeza. Otra voz se escuchó, la de un hombre.


A mi padre se los regalo,
pero no sé el nombre de esa escoria.

La sombra de una sonrisa bailó en los labios de Lucy Gray Baird. Se puso de pie caminó hasta el centro del escenario agarró el micrófono y se dejó llevar.


No hay nada que robar que merezca la pena guardar.

No puedes robarme el encanto
ni tampoco el humor.
Dinero no tengo tanto,
es solo un rumor.
No hay nada que robar que merezca la pena guardar.

Crees que eres lo mejor,
crees que me puedes quitar lo mío,
crees que tienes el control,
crees que puedes cambiarme, crees que puedes arreglarme.
Olvídate, cariño mío,
porque...



Lucy se apartó y comenzó a contonearse por el escenario, pasando por delante de los agentes de la paz, a algunos de los cuales les costaba reprimir la sonrisa.


No puedes robarme el descaro.
No me puedes callar.
Me puedes besar el culo
y luego echar a andar.
No hay nada que robar que merezca la pena guardar.

Las puertas del Edificio de Justicia se abrieron de golpe, y los agentes de la paz que se habían llevado al alcalde regresaron.

No, señor,
no tengo nada que merezca la pena quitar.
Para vosotros, os lo doy gratis, que más da.
No hay nada que robar que merezca la pena guardar.

Lucy tomó el micrófono con fuerza entre sus manos. — Pueden irse al carajo — dejó caer el micrófono al suelo haciendo una reverencia.

El alcalde se acercó sacando el nombre del tributo masculino.

— El tributo masculino del distrito doce es Jessup Diggs.

El chico apareció en la pantalla. Subiendo a la tarima acercándose a donde estaba Lucy.

Se oyeron aplausos dispersos y un turra en la poza antes de que los agentes de la paz se acercaran y la transmisión pasara al distrito ocho.

Caius miro la pantalla antes de sentirse nuevamente en su lugar, la cosecha continuó mostrando a los distritos ocho, seis y once.

Cuando la cosecha llegaba a su fin, el olor a comida del bufé flotó hasta los asistentes. Pan recién horneado. Cebollas. Carne.

El Snow notó como su primo se dio unos sorbos a la posca. Él se limitó a morder una de sus uñas. Cuando la pantalla se fundió en negro, acomodó su saco en un intento de controlarse ante su hambre.

— ¿No desayunaste? — preguntó Sejanus hacia Caius al ver cómo se acomodaba en la silla.

— Me quede dormido — se sinceró. — Apenas y alcancé a llegar, Coriolanus se fue sin mi.

Junto a Sejanus tomó un plato de borde dorado con el sello de la Academia. Levantó la tapa de plata de la primera bandeja. Cebollas con crema. Papayas hervidas. Calabaza de verano. Jamón asado. Panecillos caliente y una porción de mantequilla.

Dejó el plato en su lugar junto a Sejanus, lejos de su primo quien estaba al lado de Clemensia.

— ¿Vamos por el postre? — invitó Caius a Sejanus.

— ¿No debería ser la comida antes?

— Ya sabes lo que dicen — respondió el chico Snow. — Una pizca de dulce alimenta tu alma.

Caius se alejó en búsqueda del postre encontrando que su primo tuvo la misma idea que él.

— Llévense una pieza grande. Están en pleno crecimiento.

La voz del decano Highbottom indicaba que estaba cerca suyo. Caius aceptó el plato que el decano le extendía al igual que Coriolanus.

— Gracias señor, siempre hay un hueco para la tarta.

— La verdad prefiero primero el postre, sino que sería de algunas reglas rotas — sonrió Caius.

— Nunca cuesta demasiado encontrar un sitio a los placeres. Nadie lo sabe mejor que yo.

— Supongo que no, señor — respondió Coriolanus.

Caius miró a su primo quien se golpeaba internamente pensando que había tenido una mala elección de palabras.

— Supones que no — repitió Highbottom. — Entonces ¿que planes tienen para después de los Juegos?

— Espero ir a la universidad — respondió Coriolanus.

— Me ofreceré como agente de la Paz — afirmó Caius. — Servir a Panem.

— He visto el nombre de Coriolanus en los aspirantes al premio — hablo el decano mirando al mencionado. — Me sorprende que no estuvieras allí, Caius. Pero, ¿Y si no obtienen el premio?

— Bu... bueno — tartamudeo Coriolanus. — Entonces
tendremos que pagar la matrícula, claro.

— Ah ¿si? — el decano rio. — Mírense, con esas camisas remendadas, los zapatos apretados intentando mantener las apariencias. Pavoneándose por el Capitolio, cuando a los Snow no debe de quedarles ni una escupidera. Incluso con el premio, ya sería complicado y todavía no tienes ninguno ¿verdad? ¿Qué osada con ustedes entonces? ¿Envió a Caius con los agentes esperando conseguir el dinero para la matrícula? Algo realmente egoísta, pero eso hacen los Snow, ponerse como prioridad esperando que el otro caiga — Coriolanus miró a su alrededor esperando que nadie pudiera escucharles. — No te preocupes, Coriolanus. Nadie lo sabe, bueno, casi nadie. Disfruten la tarta.

El decano se marchó dejando a los primos allí.

— Tranquilo, solucionaremos esto — intento Caius calmar a su primo.

— No te entrometas, Caius — sentenció Coriolanus. — No esperes un agradecimiento. Y si quiero ganar, no me estorbes.

Coriolanus se marchó, dejó la tarta en su lugar antes de irse. Sin embargo, Caius se llevó la suya hasta su lugar.

Se sentó junto a Sejanus dando el primer mordisco a la tarta, el chico Plinth no pudo evitar reír al ver como Caius disfrutaba primero de aquella tarta.

El Snow estaba acostumbrado a los malos tratos de su primo, pero eso no significaba que le agradaba, era la misma lucha constantemente como si Coriolanus pensara que Caius quería robarle algo, algún premio, algún puesto que no le pertenecía.

Caius ya lo había dicho, iba a convertirse en agente de la paz para ayudar a Tigris con las deudas, dejando de lado su oportunidad de ir a la universidad y convertirse en médico, pero tal vez como agente podía ayudar a quienes lo necesitaban.


























NOTA DE AUTOR:

¿Qué tal? Espero les agrade  el fic.

Se que la canción no es la misma que la película, esta aparece en el libro donde me estoy basando mayormente claro que habrá momentos de la película.

Podemos notar como Caius y Sejanus son grandes amigos <3

La meta en este Cap será 20 votos y 15 comentarios, no valen emojis, puntos o el famoso "actualiza"

Me despido hasta un nuevo capítulo <3

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