15: the calm
━━━━ CAPÍTULO 15: la calma
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OCTAVIA, LÍA Y JOHN estaban preparando la carne para que pudiesen comer mientras escuchaban las constantes quejas del chico que estaba ayudándolos.
—El fuego ha de estar bajo. Deberías sofocarlo con hojas frescas. —le aconsejó la Blake al chico.
—¿Te lo ha dicho tu novio, montaterrestres? —le preguntó él con la burla en su voz.
—No le hables así, idiota. —la defendió la rubia.
—Es verdad, el fuego alto no conserva bien la carne. —habló el castaño.
—Si no aguantas el calor, sal del ahumadero. Deberías besarnos el culo por dejarte volver aquí. Seguid trabajando. —ordenó antes de salir.
—Menudo imbécil... —murmuró Thalía.
—¿Tu hermano no puede daros otro puesto? Cualquier cosa es mejor que estar ahumando carne. —dijo John.
—Es probable, pero entonces tendría que hacerlo otro. —respondió la pelinegra.
De repente, el fuego comenzó a aumentar, lo que provocó que los chicos tuvieran que salir antes de quemarse. La gente no tardó en acercarse, viendo como lo único que les quedaba de comida era consumida por el fuego.
—¿Estáis bien? —le preguntó Raven con preocupación a su mejor amiga, la cual asintió.
—¡Ha sido culpa tuya! —le gritó John a el otro chico que había estado en el ahumadero— Te dijimos que había demasiado fuego.
Los dos empezaron a pelear hasta que Bellamy y Lía intervinieron en la pelea y los separaron a ambos.
—¡Basta! Guardadlo para los terrestres.
—Bell, ¿y ahora que hacemos? —preguntó su hermana preocupada— Toda la comida estaba ahí.
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Ahora estaban todos rebuscando entre las cenizas, tratando de buscar algún resto de comida o algo que pudiesen comer para sobrevivir.
—¿Se sabe lo que ha pasado? —preguntó Clarke acercándose a Bellamy y Lía.
—Murphy dice que Del avivó mucho el fuego, al parecer, porque Octavia le dijo que no era buena idea. —le contestó el Blake.
—¿Y creemos a Murphy?
—Le creo, sí. Además, Lía y Octavia me han dado la misma versión.
—Quedan cebollas y nueces en el transbordador, pero solo para una o dos semanas.
—Que delicia... —murmuró la otra rubia con sarcasmo.
—¿Qué ha quedado aquí? —preguntó Clarke soltando una pequeña risa por el comentario de la abogada.
—Nada, se ha quemado todo.
—Pues hay que cazar. —concluyó Griffin— Que vayan quienes estén disponibles.
—¿Con el ejército terrestre ahí fuera?
—No podremos defendernos si estamos hambrientos. —explicó.
Bellamy acabó accediendo, por lo que los tres fueron a avisar a quienes no estaban haciendo nada para que fueran a cazar algo para poder comer.
—Que cada grupo tenga a alguien armado —indicó el pecoso—, pero debe matar terrestres, no comida. No nos sobra munición. Para cazar, usad lanzas. Cazad lo que podáis y volved al anochecer. Que nadie pase la noche fuera.
Thalía se alejó de todos y fue al transbordador, donde sabía que encontraría a su hermano. Lo vio sentado en el suelo con los ojos cerrados, por lo que supuso que estaría tratando de descansar. Se acercó a él con sigilo, tratando de no despertarle, para luego soltar un grito cerca de su oído.
John se despertó exaltado, mirando a su hermana con furia, quien no podía dejar de reírse —A mi no me hace gracia.
—Eso es porque no te has visto la cara. —respondió calmándose un poco. Se sentó a su lado y llevó una mano a su mejilla, tocando sus heridas con suavidad— ¿Te duele mucho?
—A veces. —le contestó algo indiferente.
—¿Qué te hicieron, John?
—Pocas veces me dejaban dormir. —empezó a relatar— Las torturas eran constantes. Golpe tras golpe, sin comida, sin agua, sin poder ver la luz del sol... —sus ojos se llenaron de lágrimas— Lo único que me mantenía con fuerza era el pensar en si volvería a verte o no.
—John... —dijo su hermana apretándolo en un abrazo. Las recientes declaraciones dichas por el castaño le habían roto el corazón. Su hermano no merecía todo lo que le habían hecho pasar— No tienes nada de que preocuparte, hermanito, ahora estás a salvo. —besó su frente con cariño.
John la miró con un brillo especial en sus ojos. No mentía cuando decía que su hermana era la persona más importante de su vida, su más fiel compañera. Alguien con quien siempre podía contar.
Thalía y su hermano siguieron hablando un rato hasta que lo llamaron para ir a hacer algunas cosa. La rubia salió del transbordador y se acercó a Harper, quién estaba sentada en un tronco hablando con Monroe.
—Buenas, buenas, mis amores. —las saludó con alegría— ¿Qué tal estáis hoy?
—Igual que ayer. —le contestó Harper con gracia, ganándose un golpe en el brazo por parte de la abogada.
—Hoy te has levantado graciosilla, ¿no crees?
Monroe y Harper habían sido las primeras personas a las que había considerado sus amigas, sin contar a Raven, claro. A ambas las había conocido porque le habían asignado sus casos. Cuando las metieron en prisión, Thalía nunca perdió el contacto con ellas, realmente le habían agradado.
La noche cayó sobre el campamento cuando el grupo que había salido a cazar llegó, pero no había ni rastro de Clarke, Finn y Myles.
La rubia les preguntó a todos si sabían donde estaban, recibiendo una respuesta negativa. Lía decidió ir hasta la tienda de su exnovio para contarle este imprevisto, se suponía que al ser el líder del campamento debería estar informado con todo lo que pasaba.
Cuando entró en su tienda, se llevó una sorpresa al ver la imagen que se encontraba frente a ella.
Raven, su mejor amiga, la misma chica que había afirmado que su exnovio era un completo imbécil, se encontraba besando al pelinegro con lujuria y pasión, eso sin mencionar que su camiseta estaba tirada por algún lugar de la tienda. El pecoso mantenía sus manos en la cintura de la mecánica hasta que abrió los ojos y vio a Thalía, la cual trataba de retener las pocas lágrimas que se habían acumulado en sus oscuros ojos.
El Blake se separó rápidamente de la morena, ganándose una mirada confusa por su parte. La chica vio que el mayor tenía sus ojos fijos en alguien detrás de ella, por lo que se giró para ver la cara de decepción de su mejor amiga. Raven agarró su camiseta y se la puso, manteniéndose cabizbaja. Acaba de traicionar a la única persona que siempre había estado allí para ella.
Y sí, puede que Bellamy y Thalía ya no estuvieran juntos, pero seguía siendo una traición sabiendo de que la rubia aún mantenía sentimientos hacia el pelinegro.
Lía carraspeó y sonrió, tratando de ocultar la mueca de dolor que amenazaba con dibujarse en su rostro —El grupo de caza ya ha vuelto, pero Myles, Finn y Clarke no aparecen y nadie sabe dónde están. Creí que al ser el líder del campamento deberías saberlo. Bueno, era sólo eso, podéis seguir hacer lo que sea que estuvieseis haciendo. —y salió de la tienda de su exnovio, ignorando sus llamados, sintiendo una mezcla de ira y tristeza en su corazón.
Salió del campamento, sintiendo la mirada de varias personas sobre ella al verla limpiándose las lágrimas traicioneras que habían salido de sus ojos.
Cuando ya estuvo alejada lo suficiente, se apoyó contra un árbol y se dejó caer al suelo, dejando salir las lágrimas de sus ojos. Recordaba que esta no era la primera vez que se sentía así, con el corazón roto.
Flashback, 1 año antes
El Arca
Thalía caminaba con una sonrisa de tonta enamorada por los pasillos del Arca, la única vez que había sido así de feliz fue cuando nació su hermano. El haber conocido a Bellamy había sido una de las mejores cosas que le habían sucedido en la vida. Le había devuelto la ilusión en las cosas.
La gente del Arca eran los que más habían notado el alegre humor de la rubia. La chica siempre había sido muy educada y siempre le había preocupado el bienestar de todo el mundo, siempre mostrando una amable sonrisa, pero desde que había empezado a salir con el joven Blake su alegría había sobrepasado los límites.
Ahora estaba de camino a la habitación del pelinegro, quería aprovechar que había terminado la defensa para el juicio de mañana. Quería celebrar que había conseguido una defensa válida para uno de los juicios más difíciles que había tenido en todos sus años como abogada junto al de Octavia.
Defender a un adolescente por cometer un delito capital no era algo fácil, mucho menos si sentía la presión de su mejor amiga por saber si habría alguna manera de defender a su novio.
Cuando llegó a la habitación del pecoso, este le abrió con una mirada de lástima. Una mirada que le envío un muy mal presentimiento a la rubia.
—Hola, amor. ¿Estás bien? Tienes mala cara. —le dijo Lía acariciando su mejilla con preocupación.
Bellamy agarró su mano y la entrelazó con la de él —Tenemos que hablar. —esas simples palabras hicieron que la joven Murphy tragará saliva. El chico la guio hasta la cama y ambos se sentaron en ella. El pelinegro relamía sus labios con nervios mientras que pasaba su mano libre por su pelo con frustración— Ángel, tú sabes que te quiero muchísimo, ¿verdad? —la chica asintió temerosa— Y, créeme, esto me duele muchísimo hacerlo, pero necesitamos darnos un tiempo. —Thalía iba a volver a hablar, pero el pecoso la interrumpió— No, por favor, déjame acabar. —pidió con los ojos cristalizados— No hago esto por que haya dejado de quererte, sino porque no estoy bien, mentalmente hablando, y no quiero que eso te afecte a ti. Entendería que no volvieses a hablarme, pero espero que-
—Amor —lo llamó la rubia con ese tono tan calmado que usaba siempre—, no tienes que darme explicaciones, lo entiendo. Tu salud es lo primero, ¿de acuerdo? —limpió la lágrima que había salido de sus ojos— Y no te preocupes, seguiremos siendo amigos, no voy a enfadarme por esta tontería. Sólo quiero que recuerdes que te quiero y que te querré siempre.
—Y yo a ti, ángel.
—Anda, dame un abrazo. —el Blake aceptó sin rechistar, y ambos se fundieron en un caluroso y amoroso abrazo. Uno que significaba una despedida.
Los dos se separaron y la rubia dejó un beso en la mejilla de su ahora exnovio antes de salir de la habitación. Caminó por los pasillos del Arca cabizbaja, sin importarle si se chocaba con la gente que caminaba por ellos.
Cuando llegó a su habitación, no pudo aguantarlo más, y se dejó caer contra la puerta, derrumbándose allí mismo. Entendía el por qué de la decisión de Bellamy, pero dolía. Dolía demasiado.
Y esa había sido la primera vez que había tenido el corazón roto.
Fin del flashback
Las manos de la rubia empezaron a temblar sin cesar al igual que su cuerpo. Sus ojos se empezaron a nublar, impidiéndole tener cualquier tipo de visión sobre su entorno. Ahora mismo, era una presa fácil para los terrestres, pero le daba igual.
Trató de gritar, pero su voz no salía, es como si las palabras se le hubiesen atorado en la garganta.
Lía se tumbó en el suelo mientras su cuerpo seguía temblando incontrolablemente. Con las pocas fuerza que había conseguido reunir, y se arrastró por el suelo, tratando de llegar al campamento, tratando de buscar a alguien que fuera a socorrerla.
Pero no había nadie. Porque esta vez nadie iba a ir a ayudarla, por lo que lentamente fue cerrando los ojos, esperando impaciente su final.
Lo último que pudo escuchar fue el grito de preocupación que soltó su hermano, exclamando su nombre.
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Thalía escuchaba voces alrededor suya. Murmullos inaudibles para sus oídos. Sentía su cabeza palpitar de dolor, como si en cualquier momento fuese a explotar. Sus ojos se sentían extremadamente pesados, por lo que tuvo que hacer un mayor esfuerzo para poder abrirlos. Cuando consiguió hacerlo, lo único que pudo atinar a ver en un principio fue la cara de su hermano y Octavia de manera borrosa. Poco a poco consiguió enfocar su visión, viendo como ambos adolescentes se movían de un lado a otro con la preocupación pintada en sus rostros.
El quejido que soltó la rubia al tratar incorporarse de la improvisada cama fue lo que llamó su atención, haciendo que ambos se acercaran con una pasmosa rapidez hacia la abogada.
—¡Lía! ¿Estás bien? ¿Qué tal te encuentras? —la bombardeó la pelinegra.
—Estoy bien, Tavia, no tienes de que preocuparte. Ninguno de los dos.
—¿Qué no tenemos de que preocuparnos? —preguntó John con sarcasmo— ¡Casi te mueres, Thalía! Si no llega a ser por Jasper y Monty que consiguieron verte a tiempo, ahora mismo no estaríamos teniendo esta conversación.
—Estoy bien, de verdad. Ha debido de ser un desajuste hormonal, pero eso puedo arreglarlo fácilmente, solo necesito administrarme más tratamiento. —mintió.
Por la puerta entraron Monty y Jasper, quienes sonrieron al ver a su amiga despierta.
—Nos alegra ver que tienes mejor cara, Thalía. —comentó Jasper acercándose a ella.
—Nos tenías a todos muy preocupados. —dijo el asiático.
—Gracias por salvarme, chicos. De verdad, os lo agradezco. —les sonrió.
—No hay nada que agradecer. —le devolvió la sonrisa Monty. Jasper salió de la tienda al escuchar como lo llamaban. Su mejor amigo iba a hacer lo mismo, pero antes se dio la vuelta y miró a John y a Octavia— Vamos a ir a buscar a Myles, Clarke y Finn por si queréis venir. Si decidís que sí, os esperamos en la entrada en diez minutos. —y, finalmente, salió.
Thalía miró fijamente a los dos adolescentes frente a ella quienes, al entender su mirada, empezaron a negar repetidamente.
—Venga ya, estoy bien, ¿de acuerdo? No me pasará nada. —aseguró.
—Acaba de darte una crisis, Lía. —le reprendió Octavia— No estás en condiciones como para salir del campamento.
—Octavia tiene razón, Thalía. —concordó John.
—Ni siquiera sé porque os estoy dando explicaciones siendo más mayor que vosotros. Voy a salir y punto. Y ninguno va a poder impedírmelo. —finalizó levantándose de la cama y saliendo de la tienda.
Ambos adolescentes suspiraron ante su terquedad, pero no le impidieron salir. Sabían que la rubia no daría su brazo a torcer.
La abogada miró a su alrededor, dándose cuenta de que ya era la tarde del día siguiente, por lo que supuso que había estado durmiendo toda la noche y gran parte del día. Se acercó a el grupo que había en la entrada esperando, arrepintiéndose al instante al ver a Raven y a Bellamy en él.
Pero le dio igual. No se iba a quedar en el campamento sólo por ellos. No iba a dejar que su presencia le afectara más.
Cuando todos vieron a Lía llegar junto a ellos, creyeron que definitivamente acababa de perder la cabeza. Hace menos de veinticuatro horas había estado al borde de la muerte y ahora parecía como si nada hubiese pasado.
El asiático se acercó a su amiga con preocupación —¿Estás segura de esto, Lía? No es necesario que vengas.
—Quiero ir, Monty. —aseguró— Y no te preocupes por mí, ahora lo importante es encontrar a Clarke, Finn y Myles.
Monty asintió y todo el grupo salió del campamento para comenzar la búsqueda. El grupo se dividió en varios grupos más pequeños para poder hacer la búsqueda de manera más rápida, dejando al asiático y a la abogada juntos.
Mientras el chico se comunicaba con los demás por el walkie-talkie, la rubia se había ido separando lentamente de él para poder seguir su propio camino.
No había aceptado ir a la búsqueda para poder encontrar a Finn, Myles y Clarke, sino porque no quería pasar ni un segundo más en el campamento. Quería irse. Necesitaba irse.
Al ver que su walkie-talkie no paraba de sonar, decidió apagarlo y lanzarlo por algún lugar del bosque, sin importarle dónde caería.
Camino y camino, sin saber muy bien a donde se dirigía. Dejaba que sus piernas trazaran su propio camino.
En algún punto, escuchó una rama crujir detrás suya, por lo que se giró rápidamente con su arma en la mano para encontrarse a un terrestre mirándola fijamente.
Cuando estuvo a punto de disparar, escuchó otro ruido detrás suya, y vio que otro terrestre más había aparecido. Más terrestres empezaron a aparecer a su alrededor, cada vez acercándose más a la rubia.
Lía apuntaba a todos, sin saber muy bien que hacer en esos momentos, hasta que sintió un golpe seco en su nuca, haciéndola caer inconsciente al suelo.
Al final estaba equivocada y sí que le había pasado algo.
Ahora sí que empieza lo bueno...
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