04: many happy returns
━━━━ CAPÍTULO 04: felices reencuentros
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—OS DIGO QUE NO, Finn jamás haría algo así. —les repetía Thalía negando con la cabeza.
Ya había amanecido y ya estaban de vuelta en TonDC. Desde que habían visto a Delano en el búnker, no había otro tema de conversación entre ese grupo de amigos.
A más de uno le había llamado la atención que, desde que volvieron, estaban los cuatro más distantes, incluso Lexa pudo darse cuenta de ello.
Sabía que algo había pasado, pero no tenía pensado preguntar.
—Ese es el problema, Lía. —contestó Alanna con la mayor suavidad posible— Crees conocerlos, pero en realidad no lo haces.
—Creías conocer a los 100, pero luego trataron de ahorcar a tu hermano. —siguió Lynette, logrando que la mandíbula de la rubia se apretara— Creías conocer a Bellamy y a Clarke, pero luego exiliaron a tu hermano. Creías conocer a Raven, pero luego, a la primera oportunidad que tuvo, casi se acuesta con tu exnovio por el cual tenías y sigues teniendo sentimientos, y ella lo sabía.
—No queríamos llegar al punto de decirte esto, Thalía, pero debes olvidar cualquier lazo afectivo que hayas tenido con los Skaikru. Incluyendo tu hermano... —habló Kenneth— No puedes ser líder de Trikru si a la mínima vas a intentar salvar a los Skaikru.
—Debes olvidarte de ellos.
—Y debes dejarnos ayudarte a hacerlo porque sabemos que no será fácil.
La abogada apartó la mirada y cerró los ojos con fuerza. Tenían razón. Por supuesto que la tenían. Había intentado de todas las maneras posibles tratar de pensar lo mínimo en los Skaikru, pero le era imposible. Era como si estuviesen conectados por una especie de hilo que los conectara y les prohibiera olvidarse los unos de los otros.
Pero tenía que cortar ese hilo. Sea como sea.
—Está bien —se giró para mirarlos—, prometo intentar olvidarme de ellos. Y recalcó la palabra intentar, porque no prometo nada. —los tres chicos sonrieron— Ahora preparaos. Vamos a ir a buscar a los Skaikru y a tenerlos vigilados. —ellos asintieron y acataron la orden de su líder.
Thalía agarró su espada y la guardó en su funda. Agarró un poco de aquella extraña pintura negra y se pintó los ojos, dándole un efecto como si se hubiese corrido.
Un maquillaje propio de Lexa.
Los cuatro junto a el grupo de exploradores salieron de TonDC bajo la atenta mirada de su comandante. No iba a mentir, sentía curiosidad sobre lo que tramaba aquel extraño grupo, pero tenía una ligera idea sobre lo que iban a hacer.
O a quién iban a seguir.
—¿A dónde se supone que vamos? —preguntó la peliblanca.
Ya llevaban un rato caminando por el bosque, siendo liderados por la rubia, quién en ningún momento había aclarado hacia dónde estaban yendo.
—Estamos siguiendo el rastro de los Skaikru. —la chica se frenó y observó la planta frente a ella, la cual tenía varias hojas rotas— Fueron por aquí.
—¿Y cómo lo sabes? ¿Te lo dice tu instinto? —se burló el chico, hasta que los terrestres escucharon un grito de auxilio.
Caminaron con rapidez hacia donde provenía el grito y se escondieron al ver a los cinco Skaikru del día anterior.
Thalía se giró y miró al guerrero con una sonrisa de autosuficiencia —Se llama leer señales, de cuarto de conocimientos terrestres.
La abogada miró frente a ella, un gran trozo del Arca estaba desperdigado por varios lugares, indicando un terrible aterrizaje que, probablemente, causó la muerte de la mayoría que había dentro.
En un pequeño trozo del acantilado, había una chica atrapada gritando por ayuda, debía ser la única superviviente.
Los Trikru vieron a Bellamy y a Finn discutiendo en voz baja, causando intriga en la rubia, mientras que Sterling ya había preparado la cuerda que tenían para ir a rescatar a aquella mujer.
El chico se apoyó en una de las piedras y, debido al peso, esta cayó al vacío, dejando a la chica llorando mientras trataba de aguantar sujetada a una rama.
Sterling trató de ayudarla, pero, al momento en el que le agarró la mano, la cuerda cedió al peso, logrando que el chico caiga al vacío, causándole una muerte instantánea a la par que extremadamente dolorosa.
La Murphy cerró los ojos y suspiró, otro más de los 100 había caído.
Los Skaikru ya no sabían que hacer, pero terminaron por decidirse a ayudar a la chica. Con trozos de cinturón de la nave crearon una cuerda nueva de la que engancharon a el Blake, quien poco a poco comenzó a descender.
Finn, John y Monroe agarraban la cuerda por precaución porque, a pesar de que estaba atada, no querían que el pecoso sufriese un final como el de Sterling.
—Aguanta, ya casi estoy. —le decía el pelinegro a la mujer— Ya está, te tengo. Abrázate a mí.
—No puedo... —murmuró ella casi sin fuerzas.
—Sí puedes. Tranquila, aguantará. Te subiré, te lo prometo. ¿Me oyes?
—Vale, vale...
—¡La tengo! ¡Subirnos! —les gritó a los de arriba.
Los adolescentes empezaron a tirar de la cuerda lo máximo que sus brazos podían, tratando de subir a ambos chicos los más deprisa posible.
—Tranquilo, Bellamy, no te suelto. —dijo John.
—No dejes de tirar, Murphy. —le ordenó el caminante detrás de él.
Pero, como siempre, una desgracia tenía que suceder. Uno de los cinturones que componía la cuerda se soltó, pero John, en un ágil movimiento, consiguió agarrar el otro trozo de cinturón, tirando de él con todas sus fuerzas para evitar que Bellamy y la chica cayesen al suelo.
Finn y Monroe no tardaron en unirse al castaño para seguir tirando del trozo de cinturón restante.
El corazón del Blake había dado un vuelco al momento en el que sintió como la cuerda se rompía, tenía miedo de morir sin saber si su hermana y su exnovia estaban, por lo menos, vivas.
—¿Qué coño pasa ahí arriba? —gritó el chico.
—¡Aguantar!
Un millón de pensamientos empezaron a cruzar por la mente de Lía. La imagen del cadáver de Delano venía a su memoria cada vez que veía a esos adolescentes. Sentía furia al verlos, aún sabiendo que no todos tenían la culpa de su muerte.
La ira inundó por completo su cabeza, cegándola de una inmensa sed de venganza.
—Lynette, dame tu arco. —le ordenó.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué vas a hacer, Thalía? —le preguntó la pelirroja con desconcierto.
—¡Sólo dámelo!
La Trikru acató su orden todavía con la intriga y el desconcierto pintado en su cara. Thalía se puso en posición, colocó la flecha en el arco y tensó la cuerda. Apuntó en dirección a los Skaikru y suspiró.
—¡Apuntad! —gritó a lo alto, logrando que todo el grupo de exploradores imitara su acción— ¡Disparad!
La flecha de la Murphy cayó a un lado de Monroe, seguida de una continua ráfaga de flechas.
—¡Terrestres! —el grito de la chica alarmó a Bellamy, quien se ponía más nervioso por momentos.
Kenneth, Lynette y Alanna miraban con sorpresa y admiración a su líder. Esa ya no era Thalía.
Esa era Ripaheda, la comandante asesina.
—¿Qué? —le preguntó la abogada al ver sus miradas— ¿No queríais que olvidara cualquier lazo afectivo que tuviera con los Skaikru? Eso estoy haciendo...
El sonido de las balas no tardó en llegar, por lo que vieron a Monroe, a la cual una de las flechas le había acabado dando, disparando hacia los árboles, sin saber con exactitud dónde estaban los terrestres.
El cuerno de niebla ácida sonó, logrando que el grupo de exploradores empezase a correr despavorido para ponerse a cubierto de la niebla ácida.
Los tres Trikru trataron de irse también, pero fueron frenados por su líder, la cual miraba al suelo con el ceño fruncido.
—¿Qué haces, Lía? Debemos irnos. —insistió la peliblanca.
—Mirad los insectos, no están huyendo. —habló sin despegar la vista del suelo— Ha sido una cortina de humo... Alguien ha tocado el cuerno para distraernos.
El grupo volvió a dirigir su mirada a los Skaikru, quienes aprovecharon el momento para poder terminar de subir a Bellamy y a la otra chica.
—Hay que protegerse de la niebla ácida. —le dijo Finn.
—¡Bellamy! —el grito sonó muy cerca de los terrestres, por lo que se agacharon más en su escondite para evitar ser vistos.
Los cuarto compartieron una mirada al ver a Octavia. Había sido ella. Pero lo que más extrañó a Lía fue verla sin Lincoln, ¿dónde se suponía que estaba?
—No hace falta. —le respondió el pecoso al caminante al ver a su hermana.
—Ella tocó el cuerno. —dedujo Murphy.
—Octavia...
Ambos hermanos Blake se fundieron en un caluroso abrazo mientras anchas sonrisas adornaban sus rostros.
La rubia apartó la mirada, sabiendo que si seguía mirando la culpabilidad se instalaría en su pecho.
Los dos se separaron para poder prepararse para irse de allí antes de que los terrestres volvieran. Bellamy le puso una camiseta en el brazo a aquella mujer a modo de cabestrillo muestras que Octavia vendaba la pierna de Monroe una vez que ya había sacado la flecha.
—Has llegado en el momento justo. —le dijo la chica.
—Volvía al campamento cuando oí disparos.
—Bonito cuento, ¿qué le ha pasado a tu novio? —el comentario de John hizo que el semblante de la pelinegra cambiase a uno más tenso.
—Se ha ido. —se limitó a responder.
—Vaya...
—Eh, lo siento. —se compadeció el pecoso y ella se limitó a asentir.
—Los terrestres volverán. Tenemos que irnos. Ya.
—Así es. —concordó Collins.
—Octavia dice que la flecha puede estar envenenada. Tengo que llevarles a casa.
—Bien. —dijo y le entregó una copia del mapa que Delano les había hecho a el pecoso.
—Acudiré en cuanto pueda.
—Lo sé... —y Finn comenzó a caminar rumbo hacia algún lugar del bosque.
—¿Te marchas? Que dolor más grande. —el sarcasmo era más que notorio en la voz de Murphy.
—¿A dónde crees que vas? —le preguntó al verlo seguir al caminante.
—Venga... Bellamy, sabes que si voy contigo volverán a encerrarme.
El chico lo pensó un poco antes de lanzarle un arma a John, quién lo miró agradecido.
—¿Qué haces? —preguntó su hermana confundida.
—Cuida de Finn. —el chico asintió y corrió tras el castaño, dejando atrás a los otros cuatro chicos.
El pelinegro se dio la vuelta, encontrándose con la mirada de reproche que le daba la ojiverde.
—No puedo llevarlos a casa sin ti.
—Pues claro. —respondió con obviedad.
El chico asintió —Vamos.
Ayudaron a la chica y a Monroe a caminar y empezaron a irse de allí.
Los terrestres miraron a su líder —¿Qué hacemos ahora, Ripaheda?
—Seguirlos. Quiero saber a dónde van.
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