08: spacewalker
━━━ CAPÍTULO 08: el caminante espacial
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UN AÑO ANTES
Thalía caminaba con una carpeta en mano hacia la Caja del Cielo. Tenía un nuevo caso. Un idiota que había gastado un mes de oxígeno en un paseo espacial ilegal.
Y el idiota no era nada más y nada menos que Finn Collins, el novio de su mejor amiga.
Agradeció al guardia con una sonrisa cuando abrió la puerta de la celda, donde se encontró a un Finn mirando al techo de su celda con sus brazos detrás de su cabeza, utilizándolos como si fueran almohadas.
El castaño levantó su cabeza y sonrió al ver a la rubia parada en la puerta. Puso su mirada más inocente al ver como su amiga lo miraba con los ojos entrecerrados y negando con la cabeza.
Estaba claro que jamás dejaría de meterse en problemas.
El ahora apodado caminante espacial, se incorporó y se sentó en la pequeña mesa que tenía en la celda, invitando a su abogada a tomar asiento. La chica dejó su carpeta y todos los papeles encima de la mesa y miró a su amigo con reproche.
—Regalarle a Raven un paseo espacial es un regalo original, pero, ¿eres consciente del lío en el que te has metido? ¡Habéis gastado un mes de oxígeno, Finn!
—Se supone que estás aquí para ayudarme, no para empezar a actuar como mi madre y decirme lo que he hecho mal. —respondió divertido— Soy consciente de ello, Thalía.
La Murphy le dio un golpe en la parte superior de la cabeza —No es divertido, Finn. Vas a morir.
—Gracias por ser así de positiva. —rodó los ojos— ¿De qué me sirve tener una abogada si ya das por hecho que me van a flotar?
—¿Sabes para lo que sirvo? Pues para rebajarte la condena, tratar de salvarte la vida y eliminar los vídeos de la cámara de seguridad que mostraban claramente como era Raven la que llevaba el traje y no tú. —el chico la miró sorprendido— Y antes de que preguntes, la respuesta es sí, Finn, hay cámaras.
—Tienes que tratar de deshacerte de esos vídeos, Lía. —le suplicó— Si se enteran de que fue Raven la del paseo, la flotarán.
—Ya me he adelantado a eso y las cintas de las cámaras ya están hechas cenizas. De nada, por cierto. —le contestó con una pequeña sonrisa de superioridad.
Finn también sonrió y suspiró aliviado —Eres la mejor.
—Lo sé.
PRESENTE
Todo Trikru repetía las mismas palabras.
Jus drein jus daun.
Los gritos de los guerreros eran altos y fuertes. Era obvio que todos los allí presentes querían venganza. Querían la sangre del asesino.
La mirada de Thalía estaba fija en el Campamento Jaha. Veía como los dos jinetes que había mandado para la entrega de Finn seguían allí parados en la entrada, esperando algún tipo de actividad por parte de los Skaikru.
Pero los conocía demasiado bien como para saber que no entregarían a Finn por la buenas. Que si tenían que enfrentarse a un ejército completo de terrestres lo harían con tal de salvar al adolescente.
Al parecer de la ex Skaikru, eso era algo realmente hipócrita por parte del canciller. Es decir, no les importaba enviar a cien adolescentes a morir, pero ahora que los terrestres quieren cobrar la venganza por las atrocidades que les hizo el asesino a su pueblo, ¿merece ser salvado?
Todo esto le estaba sobrepasando.
Decidida, entró en la tienda de Lexa, la cual estaba reunida con algunos de los mejores guerreros de Trikru, entre ellos Lynette, Indra y Kenneth. Tras darles una dura mirada a todos, los terrestres se dispusieron a salir de la tienda, sin cuestionar nada hacia su líder.
Sabían que Thalía era como una bomba de relojería en esos momentos. Sólo faltaba que alguien la detonara.
La comandante miró a la líder de Trikru con interés mientras se sentaba en su trono —¿Qué es lo que te inquieta, Ripaheda?
—¿No habría ninguna otra manera que no implique la muerte de Finn para poder hacer la tregua? —la pregunta salió sin tapujos de la boca de la ex abogada.
—Fuiste tú la que proclamó ante todo Trikru la muerte de ese Skaikru. —recordó.
—Lo sé, pero... Estaba pasando por un cuadro de enajenación mental. No era consciente de lo que estaba diciendo. —se trató de excusar la rubia— Me arrepiento de lo que dije.
—Pues yo creo que no. —contestó Heda levantándose de su trono— Por eso estás tratando de excusarte ahora, porque no te arrepientes de lo que dijiste. Porque realmente quieres la muerte del asesino de Skaikru. Estás tratando de excusarte porque no puedes creer que realmente desees esto, no porque de verdad te arrepientas.
Lía apartó la mirada apretando los puños con fuerza. Tenía razón.
Y eso la jodía de sobremanera.
Se sentía mal consigo misma por realmente querer la muerte de Finn, por querer venganza. Se sentía mal por tener ese tipo de pensamientos.
Pero no se arrepentía.
La castaña apoyó una mano en su hombro —Ya te acostumbrarás, Thalía. Todos tenemos monstruos en nuestro interior y somos responsables de lo que pasa si los soltamos. —le dijo— Jamás es fácil acabar con la vida de alguien o pedir su muerte, pero es parte de nosotros. Es parte de ti.
Su conversación fue interrumpida por la puerta de la tienda de Lexa, la cual fue abierta abruptamente. Los dos jinetes que antes estaban en la puerta del Campamento Jaha ahora estaban frente a su líder y comandante.
—¿Y bien? ¿Qué ha pasado? —inquirió la rubia.
—No lo van a entregar. —respondió uno de ellos— Dicen que van a luchar si no hay más remedio.
Thalía salió de la tienda frustrada, los Skaikru eran más imbéciles de lo que recordaba. Tomó una gran bocanada de aire y fijó su vista en un punto concreto del Campamento Jaha, donde pudo distinguir a varias personas saliendo por un pequeño hueco que había en la red que recubría todo el campamento, entre ellos iba Finn.
Un pensamiento cruzó por su mente, sabía a dónde se dirigían.
La asesina volvió a entrar en la tienda y miró a los dos terrestres —Vosotros dos, montad un pequeño grupo con otros guerreros e ir en marcha hacia el transbordador. Tengo la sospecha de que están trasladando al asesino hacia allí.
—¿Y qué hacemos cuando lleguemos?
—Esperáis. Tienen de tregua hasta el anochecer para entregarnos al asesino. Si no lo hacen... Atacáis.
Ambos Trikru asintieron y salieron con rapidez de la tienda para poner en marcha cuanto antes las órdenes que les había indicado su líder.
La Murphy giró la cabeza y se encontró con la mirada orgullosa de Lexa, quién asintió con una media sonrisa.
Thalía era una gran líder.
Las horas pasaron y ya casi había llegado la hora del atardecer. La rubia había decidido ir a dar un pequeño paseo por el bosque. Sabía que hoy sería un día que marcaría un antes y un después en su vida.
El chillido que soltó la chica al sentir una flecha clavarse en su pierna debió de escucharse por todo el bosque. Miró arriba y vio a un Azgeda apuntándole con su arco.
Sin querer mirar atrás, Ripaheda empezó a correr, tratando de esquivar las flechas. Otra de las flechas se clavó en su hombro y en la parte lateral de su cuerpo. Lía respiró con pesadez y cambió su dirección, volviendo a correr hacia donde estaba el arquero.
Sacó su espada y apuntó al hombre, quien había perdido a la ex abogada de vista momentáneamente. Cuando estuvo segura de lo que iba a hacer, lanzó su espada hacia el guerrero, quien cayó muerto del árbol, salpicando a la Murphy en el proceso.
¿No podía tener ni un momento de paz?
Se agachó frente al cuerpo del Azgeda —Yu gonplei ste odon...
Se levantó del suelo y sacó todas las flechas que había clavados por su cuerpo, soltando gritos de dolor. Se puso la capucha de su capa para caminar de regreso. Ya era de noche y, a medida que se acercaba al campamento oía más los gritos de sus súbditos proclamando la muerte de Finn. Ya lo habían atrapado.
UN AÑO ANTES
—Y yo qué sé, Raven. —le repitió su mejor amiga por milesima vez— Ya te he dicho que esto de los juicios lleva su tiempo, no se obtiene el veredicto de un minuto a otro.
—No puedo esperar más tiempo. —suspiró exasperada— Necesito saber si Finn va a poder sobrevivir o no.
—Raven... —su amiga se sentó junto a ella y acarició su hombro— Todo saldrá bien, estoy segura de que tu queridísimo caminante espacial sobrevivirá.
Se equivocaba.
Cuando llegó el día del juicio, Thalía se encontró con la sorpresa de que Finn Collins había sido condenado a muerte por haber puesto en peligro a todos los habitantes del Arca. Estaba claro que la mecánica no iba a estar contenta con el veredicto final.
La rubia estuvo toda la noche consolando a la castaña, quien se pasó toda la noche llorando hasta quedarse dormida. Cuando se aseguró que su mejor amiga ya estaba tranquila, salió de su habitación y se encamino a la celda del caminante.
Lo encontró con la mirada perdida, parecía sin seguir asimilar la decisión de la jueza.
Lía se sentó a su lado, pasando un brazo por sus hombros y dejando que el castaño apoyase su cabeza en el hombro de la chica. Sabía que Finn no era muy dado al cariño si no estaba con personas de confianza, pero ella sabía que él necesitaba un abrazo. Que necesitaba tener a alguien apoyándolo.
—Lo siento... Siento no haber podido ser de ayuda. —se disculpó la rubia.
Finn levantó la cabeza y clavó sus ojos en Thalía —No hay nada de lo que disculparse. Has sido la mejor abogada que pudiese haber tenido. —le sonrió.
—Soy la única abogada en el Arca, Finn. —respondió ella con diversión.
—Por eso eres la mejor de todas.
Ambos se quedaron así durante un rato. En completo silencio. Simplemente haciéndose compañía el uno al otro.
La Murphy se sentía demasiado mal consigo misma. No solamente había fallado a Raven y a Finn, sino a todos los presos y criminales del Arca. Si casi siempre perdía los casos, ¿cómo les iba a dar ánimos y fuerza a los demás? ¿Cómo iba a hacerles creer que aún podían ser salvados?
Collins sabía cuáles eran los pensamientos de su rubia amiga en ese momento, sabía que siempre se ponía fatal cuando perdía un caso o cuando no era capaza de, por lo menos, lograr que les perdonen la vida. Raven incluso había llegado a decirle que Lía se podía pasar hasta días llorando por la impotencia que le producían estas situaciones.
Por lo que, aquella noche, entre las penumbras de aquella oscura y sucia habitación donde ya habían estado cientos de criminales antes, ambos amigos se apoyaron mutuamente.
Porque siempre estarían ahí.
En las buenas y en las malas.
PRESENTE
Su estómago dio un revuelco. ¿Por qué tenían que venirle esos recuerdos justo ahora?
En su campo de visión, pudo ver a Clarke hablando con Indra, la cual tenía su lanza clavada en el estómago de la rubia. Poco a poco, fue acercándose, tratando de llamar lo más mínimo la atención.
Ya iba a ser el centro de atención en breve.
—He venido a hablar con tu comandante. —le escuchó decir. No estaba muy lejos de ellas, pero sí lo suficiente como para escuchar la conversación y que no la viesen.
La cara de la de piel oscura no variaba, sabía que dejar pasar a Clarke no traería nada bueno consigo. Sabía que todos los Skaikru no traían nada bueno consigo.
La rubia la miró suplicante —Déjame pasar.
—¡Déjala pasar!
Y el mundo pareció detenerse.
Ese grito. Esa voz. No podía ser.
La capucha negra cayó hacia atrás, parecía que todo iba en cámara lenta. Los cabellos rubios y largos de Thalía con varios restos de sangre de aquel guerrero se movían debido al viento y la frescura que poseía aquella noche. Nadie daba crédito de lo que veía.
Por un momento, todos olvidaron lo que tenían en sus cabezas para centrarse simplemente en aquella mujer.
Clarke se olvidó de que estaba rodeada de terrestres dispuestos a matarla si hacía cualquier movimiento sospechoso, Raven se olvidó de que estaban a punto de sacrificar a su exnovio, Lincoln se olvidó de todos los recuerdos que tenía de cuando fue segador, Bellamy y John se olvidaron de la supuesta muerte del amor de su vida y hermana y Marcus se olvidó del pacto con los terrestres.
Porque todos tenían los ojos pendientes en ella.
En Thalía Murphy.
—No puede ser... —murmuró Kane, sin poder creer lo que estaba viendo.
—¿Thalía? —Raven tenía una mezcla de emociones. Por un lado, estaba extremadamente contenta de saber que su mejor amiga estaba viva, pero lo que le preocupaba más era verla del otro lado de la verja.
Kenneth se acercó a ella, tratando de ocultar la sonrisa de orgullo que amenazaba con asomarse. Sentía desde quilómetros el asombro de los Skaikru al ver a su rubia amiga y le encantaba, porque sabía que estaban sufriendo.
Tal y como él había sufrido cuando acribillaron a su gente.
—¿Qué te ha pasado? —le preguntó al verla manchada de sangre.
—Azgeda. —contestó ella de manera simple, entregándole su capa al chico, quién se alejó de ella.
La ex abogada se fue acercando a donde estaba Clarke, sintiendo en todo momento la mirada de los Skaikru en ella.
Los ojos de Bellamy seguían todos y cada uno de los movimientos de su exnovia. Sus ojos se habían acumulado de lágrimas al verla con vida, al verla sana. Pero, al mismo tiempo, su mente daba vueltas a todo lo que estaba pasando. ¿Qué se suponía que se significaba todo esto? En el fondo, el pelinegro sabía lo que estaba pasando, pero no quería aceptarlo, no podía ser verdad.
Antes de que pudiera acercarse más, un grupo de cinco terrestres la rodearon. Sabía quiénes eran. Ya le habían causado problemas antes, había intentado atentar contra su vida varias veces. Se notaba a leguas que no les agradaba demasiado la chica.
—¿Qué queréis? —les preguntó ella a la defensiva.
—Mírala, se nos pone valiente la traidora. —los cinco se rieron de ella.
La rubia trató de ignorar sus impulsos y suspiró profundamente, tratando de pasar entre ellos e ignorarlos, pero la volvieron a empujar para quedar en medio del círculo.
—¿Qué pasa, rubita? ¿Tienes miedo? —se burló uno de ellos.
—No te mereces el nombre de Ripaheda, sólo eres una niñita cobarde tratando de llamar la atención. —dijo el terrestre frente a ella para después escupirle en la cara.
Y ese fue el detonador de la aquella bomba.
Se estaban riendo. Se estaban burlando. De ella.
Pensaban que era débil. Que era una cobarde.
Pero estaba a punto de demostrarles que no era así.
Sacó su espada con parsimonia, como si supiese que iba a ganar. Los terrestres encarnaron una ceja mientras reían, confiando en sus habilidades de batalla que llevaban perfeccionando durante años.
Lía miró fijamente al hombre frente a ella, tenía una sonrisa socarrona en su rostro y la miraba con desafío, causando un rodamiento de ojos por parte de la chica.
Sin esperarlo, la rubia clavó su espada en el pecho del hombre que estaba situado a su derecha. Con agilidad esquivó la espada del terrestre que estaba detrás detrás de ella en la parte de la derecha, logrando que sea el mismo terrestre el que mate al hombre que estaba a la izquierda de ella. Aprovechó para hacer un corte en la garganta al que estaba detrás de ella para luego clavar la misma espada al que había matado a su compañero.
El guerrero que estaba frente a ella, el que le había escupido, trató de ocultar su sorpresa. Definitivamente no se esperaba eso.
Con el enfado corriendo por sus venas, trató de atacar a Thalía, quién se protegió con su espada. El Trikru empezó a hacer fuerza hacia abajo para poder dejarla en el suelo y así matarla. La rubia sabía que si se trataba de fuerza, saldría perdiendo, por lo que, en un acto de supervivencia, agarró la espada de su contrincante con una de sus manos, clavándosela, haciéndose un profundo corte que no tardó en empezar a sangrar.
Agarró con fuerza la espada frente a ella y le propinó una patada en el estómago al hombre, echándolo hacia atrás y consiguiendo robarle el arma. Sin esperar mucho más tiempo, clavó ambas espadas en el pecho del terrestre, al cuál se le cortó la respiración momentáneamente.
Miró los ojos que lo miraban frente a él. Estaban sedientos de sangre. Sedientos de venganza.
La Murphy ladeó la cabeza y acercó su boca a su oído —¿Quién soy? —el guerrero balbuceó algo casi inentendible— Más alto... —repitió, pero la voz de el Trikru parecía no querer salir— ¡Más alto! —gritó.
—Ripaheda...
—¿Perdona? No te he escuchado con claridad.
—Ripaheda. —le dijo con voz firme.
La chica, complacida, sacó las espadas del cuerpo frente a ella, logrando que el hombre de su último suspiro antes de caer muerto al suelo. Miró a su alrededor, notando todas las miradas sobre ella.
—Ai laik Ripaheda, nou try kom kill me o yu na wan op! —gritó y todos sus súbditos empezaron a aclamar su nombre.
Guardó ambas espadas, la suya y la del terrestre, y se acercó de una vez a Clarke y a su comandante. Paso por un lado de Indra, quién le agarró un brazo y la miró con una pequeña sonrisa.
—Nau yu don the attention, Ripaheda.
La chica rodó los ojos y se puso al lado de Lexa, tratando de ignorar en todo momento la sorprendida y decepcionada mirada que le mandaba la Skaikru.
—Sangras por nada. —comenzó a hablar la castaña— No puedes parar esto.
—No —Clarke apartó su mirada de la ex abogada—, sólo tú puedes.
Los gritos de los terrestres desviaron la atención de ambas rubias. Lía vio un poco más allá y observó la cara de temor que tenía Finn, el cual estaba esposado de manos, acompañado de varios terrestres que lo llevaban hacia una especie de palo de madera que utilizaban para este tipo de actos.
Los ojos del caminante se abrieron con sorpresa al ver a su novia allí, pero mucho más cuando vio que al lado de la comandante estaba Thalía, aquella dulce chica a la que daban por muerta.
La Murphy apartó los ojos y agachó la cabeza. Sabía que si seguía mirándole acabaría por arrepentirse de lo que estaba sucediendo.
Pero ya era muy tarde.
—Demuéstrale a mi pueblo lo poderosa que eres. —siguió hablando la hija de Abby— Demuéstrales que puedes ser compasiva. Que no eres una salvaje.
—Somos lo que somos. —contestó Heda.
—Yo soy una asesina. Quemé a trescientos de los tuyos. Le corté el cuello a un hombre y vi como moría. Estoy empapada de sangre terrestre. Mátame.
—Pero Finn es el culpable.
—No. Lo hizo por mí. —la desesperación en la voz de Clarke rompía el corazón de Thalía— Lo hizo por mí...
—Pues morirá por ti.
Clarke miró a su novio con lágrimas en los ojos para después volver a posar su mirada en las dos chicas frente a ella —¿Puedo despedirme?
Lexa miró con desconfianza a la Skaikru y miró a Ripaheda, esperando que fuese ella la que conteste.
Lía cerró los ojos y suspiró para después asentir, formando una mueca de tristeza en su cara.
La rubia se acercó corriendo a Finn y le besó, sabiendo que ese sería su último beso. Las lágrimas ya se habían acumulado en los ojos de ambos, ambos sabiendo que ese era su final.
—Yo también te quiero. —dijo Clarke con voz temblorosa una vez que se separaron.
—Tengo miedo... —murmuró Finn.
Thalía seguía todos y cada uno de los movimientos de su ex amiga. La chica abrazó a su novio y fue cuando la ex abogada pudo ver una especie de cuchillo escondido en la manga de la Griffin.
La rubia se debatía en si hacerlo o no. Sabía que si no lo hacía, el caminante sufriría la peor de las torturas. Sus pensamientos disiparon cuando sintió una mano agarrando su muñeca y robándole el cuchillo con discreción.
Clarke se giró y miró a Thalía, quien le dedicó una mirada tranquilizadora —Yo me ocupo.
La chica asintió, dándole una mirada de agradecimiento para luego alejarse un poco, sin querer presenciar lo siguiente.
Ripaheda abrazó a Finn, seguida de las miradas de desconcierto de todo el mundo. Nadie entendía que era lo que se suponía que estaba haciendo.
Lía fue clavando el cuchillo en el estómago del caminante, tratando de ser lo más delicada posible.
—Pronto habrá terminado... —murmuró contra su oído, escuchando los inaudibles quejidos de Finn— No será nada...
—Gracias, Lía... —y esas fueron las últimas palabras de Finn Collins antes de que diese su último aliento y su cabeza cayese en el hombro de la rubia.
La chica sacó el cuchillo de su estómago, tratando de retener las lágrimas —Yu gonplei ste odon...
Se separó del cuerpo inerte del Skaikru, tratando de aparentar firmeza. Escuchó los desgarradores gritos que soltó Raven al ver el estómago de su exnovio lleno de sangre y se sintió el ser más miserable del mundo.
Su mirada se posó en Lexa, quien la miraba con cierto enfado. Las cosas no funcionaban así y ella lo sabía. Thalía se acercó a ella, con un semblante dominante.
—Te dije que vengaría a Trikru y que acabaría con la vida del asesino de Skaikru. Pero se me olvidó comentarte que lo haríamos a mi manera. —dijo, utilizando un tono desafiante.
La comandante no dijo nada al respecto y entró en su tienda, seguida de Gustus, Indra y algún otro terrestre.
Kenneth y Lynette se acercaron a su líder y rodearon sus hombros con sus brazos, sacándola de allí y llevándosela a su tienda, sabiendo que necesitaba llorar la reciente perdida.
Y eso fue lo que hizo, lloró en los hombros de sus más fieles guerreros hasta quedarse sin lágrimas.
Los Trikru jamás habían visto a la rubia llorar y verlo fue una sensación extremadamente agridulce para ambos.
Se habían dado cuenta de que, al fin y al cabo, Thalía seguía siendo una niña a la que le habían obligado a crecer.
¡Y AQUÍ ESTÁ EL CAPÍTULO MÁS ESPERADO!
me he sentido fatal escribiéndolo, no voy a mentir. tener que revivir la muerte de finn en mi memoria para poder escribir el capítulo ha sido horrible.
el tan solo imaginar la culpabilidad que va tener ahora thalía cuando vea a raven a los ojos me pone muy mal cuerpo, lo juro.
pero bueno, a pesar de la tristeza que tiene este capítulo, espero que aún así os haya encantado.
ahora thalía vuelve a estar en contacto con los skaikru y eso sí que va ser interesante de leer, así que estad atentos a las próximas actualizaciones.
recordad que os amo con locura y nos vemos lo más pronto posible.
¡adiósssss!
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