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The Greatest

Hacemos el amor de manera pasional, lo hemos estado haciendo durante horas. Siento sus besos húmedos por sobre mi piel, la manera en como sus caricias me calientan. Los gemidos ensordecen mis pensamientos y me entrego una vez más a él. Lo hago con la ilusión de que algún día, él pueda amarme tanto como a él. Intento tenerlo con mi cuerpo, mientras sigo perdiendo su alma.

Me hundo en el tantas veces, sé que soy capaz de hacerle tocar el cielo. Incluso si ni el cielo mismo que le ofrezco, se siente suficiente contra todos los recuerdos de su pasado. Su mirada perdida en el techo, ensimismado en esa sensación de ser llenado. Reconozco como en algún momento, se le ha pasado por la mente aquel amor. Temo cuando sus ojos se cierran y ya no me mira más.

Justo antes de correrse, siempre lo hace mucho antes. Como si no hubiese nada más que nos conecte, solo nuestros cuerpos aquí. Usándose en un calor, que sofoca el alma de ambos. Drenándose en un sentimiento, que nunca hemos realmente compartido. Deja una brecha de silencio, cuando nuestras miradas se vuelven a encontrar. Experimentando en vano, dejándonos llevar por un simple deseo pagano.

_Te amo. _Sin pensarlo, lo he soltado.

Su mirada analiza lo que he dejado ir. _Yo también. _

Nunca es un te amo, solo es un también. Intento beber lo que me han dado sus labios, tener cada gota que queda de estos. Que me sabe a amargura, que yo mismo he sabido identificar. Sigo sintiéndome insuficiente y ni siquiera soy capaz de mostrarlo. Cobarde ante el miedo, de que Shotaro me abandone. Culpo algunas veces a la inexperiencia, de mi eterna juventud. La diferencia de edad, me tiene a un lado completamente.

La corrida se siente dolorosa, un dolor que me tira en contra de su cuerpo. Quiero romper en lágrimas, me las aguanto por no angustiarle. Sigo sin sentir que he hecho algo bueno, mientras trato de recuperar el aire. Sus caricias en mi cabello, siguen intentando calmarme. No hacen sino motivarme un escalofrió necio, que me recorre la espina hasta dejarme temblando. De realidad ante lo innegable, nada ha cambiado.




Sigo estando a su lado, sintiéndome extraño. Envueltos entre sabanas, bajo el calor del otro. Fuera de mi lugar, sin saber cuál realmente es. Debe haber una manera de saberlo, trato de encontrarlo en su mirada. Shotaro está justo frente a mí y bien podría leerle aquellos ojos azules. Mas no puedo simplemente hacerlo, tengo mucho miedo. De si veo a través de ese océano, pueda encontrarlo a él ahogado. En calma contra el arrecife, del pasado.

Mirándolo solo a él, incluso cuando ha pasado tanto tiempo. Sigo rebobinando todo, el cómo se dieron las cosas. Que, aunque nunca fue por mí, se sigue sintiendo justo así. Cuando me convertí en todo esto, cuando destruí todo lo que ellos alguna vez me mostraron. Me siento un gusano, un detestable gusano. Que se arrastra por ahí, contando las migajas que le dan. Ingrato e insaciable. En qué demonios estaba pensando, cuando accedí a este maldito amor.

Las almas de un hilo tenso, nunca terminan separándose. Yo sabía eso de antemano, pero no supe sino negarme. A esa leyenda de amor, que no hace sino burlarse de mí. Engañarme a mí mismo, en este enamoramiento. Es una cosa cotidiana de mi vida, que me está despedazando el alma. Que, aunque sé que soy querido de vuelta, simplemente no es lo mismo. Mis ojos se llenan de lágrimas, otra vez no puedo evitarlo. Que, aunque intente ocultarlo, tú ya las has descubierto.

_ ¿Por qué estas llorando amor? _ Me miras con detenimiento preocupado.

Niego algo asustado. _Solo estoy feliz de estar contigo. _

Tu mirada se condensa de repente. _Yo también estoy feliz de tenerte. _

Me abrazas hasta colarte en mi cuello y te quedas ahí dándome besos. Tus manos recorren mi cintura y nuestros cuerpos casi se vuelven uno. Incluso si no somos uno, aprecio que al menos lo intentes. Incluso cuando me estás dando tu calor, sigo sintiéndome frio. Tiemblo violento ante tu toque, que se siente como miles de agujas. Me he vuelto adicto a ese dolor, lo he encontrado hasta placentero. Es el amor que estoy sintiendo, que me hace creer que es lo que quiero.

Vivir de esta manera todo este tiempo, sé que mísero me veo. Debido a esta culpabilidad, que siento en la piel, cada vez que me tocas con esas manos. Con esas mismas manos, con la que con tanto amor lo tocabas a él. Sin poder evitar preguntarme a veces, que era lo que sentía él. Guardándolo todo en mi mente, hiriéndome hasta sangrar por ello. Mi corazón duele, en una maraña de espinas lo sello.

Ya no puedo seguir ocupando mi piel a gusto, cuando se la razón por la que estoy contigo. Soy un mal para una cura venidera y me estoy envenenando a mí mismo. Con todo lo que he curado de ti, con todo lo que me he llevado en penas. Ya mi alma no puede más, siento que he cruzado una línea. He roto códigos de amistad, he traicionado a alguien que consideraba mi hermano.




Gotas de regadera que me ajustician, mientras ajustas la regadera. Siempre cuidas de mí, siempre lo has hecho. Ambos solían hacerlo juntos, no entiendo como todo cambio. Me siento sucio ahora, como si me estas lavando tú. Te miro a los ojos sin más, tratando de no hacerlo evidente. Un beso casto mientras frotas jabón, en mi cabellera llena de rizos.

_Deberías cortarlo un poco. _Dices de manera dulce para mí.

_Me gustan mis rizos. _Musito.

_Sungchan solía usarlo así. _Dices sin pensarlo demasiado.

_Lo sé. _Y mi alma recade a tus pies desdichada.

Los he dejado por ello, él también los tenía alguna vez. Cuando éramos tres, nunca debimos ser tres. Indirectamente talvez, es una manera de devolverle algo. Si mis rizos caen en mi frente, será porque el así los quiso. Me gusta verlo sonreír, incluso si su sonrisa es sombría. Mientras me mira al lado, de la persona que más ha amado. Que probablemente seguirá amando, toda su maldita vida. Como hacer con esa herida, que sigo picando sin medida.

Las lágrimas se combinan con el agua y se van por la canilla del baño. Mientras Shotaro vuelve a mis labios, a por un beso. Que no rechazo en ningún momento, que me esfuerzo por dar abnegado. Porque lo amo, lo amo con locura. Tan loco que, no vi más allá de lo que era adecuado. Fatalista ante mis actos, me di cuenta tan tarde. Ya todo estaba arruinado, totalmente manchado.

_Hagámoslo. _Me miras tan apasionado.

_Estoy cansado. _Recito sobre sus labios.

Cansado de dar de más y no recibir. Cansado de esperar tanto, cuando desde un principio se me ofreció tan poco. Mal pagado por un amor, que yo mismo he aceptado. De la mente rezagado, del cuerpo maltratado. Ya no ha quedado más, que aceptar esa maraña de momentos. Es lo que ha quedado, lo que se supone debo hacer por él. Soy su novio ahora y no quiero que se sienta no deseado. No quiero que se entere, que no lo disfruto ya, que la culpa me lo ha quitado todo.

_Tu solo quédate ahí para mí. _ Se escucha muy dispuesto.

_Hazme sentir bien. _Casi lo estoy rogando.

_Toquemos el cielo. _Shotaro me seduce.

Susurra entre aquellos besos, apagando aquella regadera. Arraigado ante aquella tina, me dejo hacer. Poco a poco me dejo ir y ya no respondo más que lo adecuado. En ese momento dado, en ese toque de nuestros cuerpos. Condensado ante sus movimientos, me pierdo entre la realidad cruda. El que podre siempre tener su cuerpo, pero me faltara siempre aquella alma. Que me es solo prestada, mas nada.




Un beso casto de despedida, mas casto que necesitado. Nuestras pasiones no combinan, ni confinaran jamás. Ni siquiera te has dado cuenta, como me he dejado usar en el baño. Solo has tomado lo que querías y no he escuchado ni un solo te amo. Me pregunto cuanto tiempo tendré que esperar, cuanto de mi cuerpo más vas a tomar. La sola idea me desespera, me aprieta la garganta. Ya no puedo ni respirar, en tu sola presencia.

_ ¿Estás seguro que no quieres venir con nosotros? _Shotaro busca mi mirada.

_Tengo que hacer un par de cosas solo. _Evito su mirada de a poco.

_Le enviare saludos a Sungchan de tu parte. _

Toma mi rostro, lo hace para tener mi atención. Atención que no quiero darle, pero que se empecina en tener. Para que tenerla, para que seguir luchando. Es lo que es y esto nunca va a funcionar. Le miro entonces a los ojos, ojalá lo pudiese notar. No sé si mis ojos se lo dicen bien o el amor lo está nublando a cada tanto. La cosa es que, no me lee nada bien. Sonríe de la nada enternecido conmigo, la sonrisa más dulce para mí. Me quedo contemplándola, tomando una fotografía mental de ella. Tan bella, me muero por ella.

_Por favor. _Suplico.

_Te quiero. _Shotaro se me queda mirando.

Parpadeo lentamente. _Yo también. _

Siempre es un té quiero, pero nunca un te amo. Yo hago ese turbio movimiento de, decir un yo también. Ahora que lo pienso, nunca fuimos tan diferentes. Los dos dejamos de lado, algo que a la larga extrañábamos. Tú lo dejaste a él y yo me deje a mí mismo. Ojalá pudiese volver a mi anterior yo, como tú sigues volviendo a Sungchan. Manteniendo una bonita amistad, que no ya siento que perdí con Sungchan. Viéndolo de más en mi mente, me está volviendo loco. Todo el tiempo, no puedo siquiera soportar mirarlo a los ojos.




Mis manos siguen aquí, de nuevo en estas cajas. Vuelvo cada vez que, necesito un toque de realidad. Shotaro no ha desechado ni una sola carta, de las que Sungchan alguna vez le escribió. Leerlas es una puñalada en el pecho, un pecho que solo puede sangrar en lágrimas. El saber cuánto se amaban, sigue guardado en el fondo de mi mente. Viviendo con el miedo de que Shotaro me descubra, hiriéndome a mí mismo con todo esto.

Mis manos tiemblan al tener otro te amo, esos que Shotaro escribía de vuelta en cartas. Las cartas eran mutuas, eso me hace querer desfallecer. En un arrebato de corazón delator, rompo una, luego rompo otra. Luego le siguen otras más y luego más de estas. Cuando me doy de cuenta, solo hay papeles destrozados a mi lado. Lagrimas que no cesan, lamentos que no pueden ser apaciguados. Grito con todo lo que me queda de alma y finalmente estoy roto.

_He cruzado la línea. _ No puedo más.

Dejo el tumulto de papeles, arrastrándome hasta quien sabe dónde. Donde sea que encuentre paz, que termine todo esto. Al borde de la cordura y también de una vista peligrosa. Sucumbo ante la idea de irme de aquí y nunca más volver. Ya no puedo con este dolor y deseo huir de este mundo. En el que nada mejora, en el que nada es para mí. Sin importar cuanto me esfuerzo, sigo siendo tan miserable.

Me voy en ese trance, me voy con lo que alguna vez pudiste darme. Aun en esta locura, con la que solo el amor sabe castigarte. Me dejo ir liberando mis últimos pensamientos, recordando tu preciosa sonrisa. Aquella ultima, que me diste. Dejándole el tiempo al tiempo, que se lo lleve todo, que me lleve a mí. Derramando esas ultimas lágrimas, que siempre quise derramar por ti. Solo que, sin felicidad, ese si nunca llego a mí. Ni siquiera cuando te tuve a ti, cuando me quisiste a mí. Mis pensamientos ganaron, siento pena por mí. 





Escuche Wildflower y The Greatest de Billie Eilish en repetición, mientras escribia esto. 






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