IX
𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄
the great war!¡ ⛑︎
❛The need to be the best
before the need to rest.❜
⚠️ Escenas algo fuertes. ⚠️
Corría por los bosques a una velocidad intermedia, desde aquella vez en la que su pierna sufrió una herida tan grave ni ha dejado de entrenar. Salía a correr con más frecuencia que antes, no porque le ayudase sino porque sino se recuperaba pronto estaría más que muerto.
Su respiración era irregular, pero aún así en ningún momento se detuvo. Pero necesitaba correr.
Una vez de vuelta en el pueblo se da el lujo de poder descansar, gotas de sudor bajan por su frente y siente que su pecho jadea y se mueve de dentro hacia fuera, se apoya en una farola para coger el aire.
Siente que una mano se coloca en su hombro, de reojo puede distinguir la figura de su mejor amigo.
—¿Hay algo que me quieras contar?
Pedro se gira y con tan solo mirarle a la cara sabe que su expresión no es buena señal, Eric no le suele enfadar o molestar muchas cosas, pero cuando lo hace es mejor correr y no mirar hacia atrás. Su expresión es sombría casi sádica.
— ¿Te crees que no me doy cuenta? -Eric se cruza de brazos y Pedri lo único que puede hacer es agachar la cabeza.
— No me voy a recuperar.
Eric asiente con la cabeza.
— ¿Y que tiene de malo? ¿Eso no te ayuda a dejar esto y poder manda a tomar por culo a tu pa... - Pedri le tapa la boca con la mano a Eric.
— Tiene todo de malo, estoy acabado como no pueda mejor esta puta pierna. Encima hoy...
— Hoy has quedado con él.
Pedri asiente muy a su pesar, hoy es día dieciséis y como cada mes, su padre ha acordado un encuentro con él por la tarde.
— ¿Quieres que te lleve?
— No, va a venir al pueblo, quiere ver como...lo estoy haciendo.
Por primera vez Eric abre los ojos levemente sorprendido, Fernando nunca ha sido alguien que se mueva mucho de la capital, y mucho menos a uno de los pueblos más pobres de todo el país, gente como él no se "ensucia" en el campo.
— Cabrón.
Pedri resopla y comienza a caminar de vuelta a donde se hospedan, el colegio abrirá pronto así que es mejor que se de prisa y se cambie. Eric lo sigue en silencio, sabe lo que eso significa, pero le duele mucho la cabeza como para protestar. Hace varios días que no habla con Pablo, ambos han estado muy ocupados, pero espera verlo esta tarde cuando termine la reunión con su padre.
Carga su fusil y se lo cuelga del hombro, se mira en el espejo una vez mas y se coloca su sombrero para salir. Los niños están entrando ya al colegio cuando llega, parecen felices y con eso, Pedri se siente más que satisfecho. Como siempre, esconde su arma bajo su brazo y saluda a las profesoras que se hacen cargo de los niños más pequeños.
La mañana transcurre de lo más normal, personas yendo y viniendo, a la hora de la salida Eric se le acerca para relevarle el puesto. Intercambian algunas palabras y se prometen ver luego.
— Pedro. - una voz masculina resuena a sus espaldas.
El recién llamado se gira como un resorte, Pedro ve como su padre se acerca hacia el y Eric no puede hacer otra cosa que girar los ojos y maldecir mentalmente.
Pedri se despide de su amigo y se va con su padre, habían acordado quedar para comer, pero parece que su padre ha venido antes.
— Pareces mas fuerte, Pedro.
— He estado haciendo más ejercicio, padre.
Fernando asiente sin despegar su mirada del frente.
— ¿Y el otro?
— Le va bien, en su línea, todavía no comprende los valores de su nación. - las palabras que Pedro pronuncia de su hermano se le clavan en la garganta.
— Por eso no puede considerarse mi hijo, en cambio a ti, viéndote tan sano y fuerte me haces sentir un alemán orgulloso de su nación.
Por un segundo esperaba escuchar las palabras "un padre orgulloso de su hijo", pero a quien quiere engañar, su padre jamás diría eso, incluso si fuese lo último que le tocase pronunciar antes de su muerte no lo haría.
Y eso cada vez consumía más y más a Pedro.
— Un buen alemán siempre tiene presente su patria y a su creador.
Patria? Creador? Basura, la nación que tanto adoran es simplemente un país construido en unas bases constituidas por cadáveres, familias destruidas e infancias arrebatadas, ¿qué tenía eso de bueno? absolutamente nada. Pero, su padre era como cualquier otro, un negligente que solo quiere ver el poder de los más agraciados.
— Es por eso que debemos rezar por quien nos ha dado todo esto. El Führer nos recompensará con riquezas y con la expansión de nuestra nación por todo el mundo, es por eso que quiero que hagas bien tu trabajo y condenes a todos estos.
A Pedri se le revolvía el estómago solo de escucharlo. El tono de desprecio que su padre tenía en la voz le provocaba arcadas.
Ambos caminan a paso tranquilo por el pueblo, de pronto ve a Pablo en la panadería, Pedro ve que tiene intenciones de acercarse a lo que niega frenéticamente con la cabeza.
Fernando gira su cabeza para mirar a su hijo.
— ¿Le conoces?
— No padre, solo lo conozco de vista, algunas veces es el encargado de traernos el pan al cuartel.
Pedri agacha la cabeza y sigue caminando, su pierna comienza a doler, hoy no ha tenido tiempo de ir a curarse y ahora está pagando el pato por no hacerlo. Cojea levemente, intenta mantenerse ergido para que su padre no note nada.
— Ya sabes lo que opino de que me mientas.
Pedro no tiene tiempo de reaccionar, en un abrir y cerrar de ojos su padre le ha golpeado con su fusil. Pedri cae al suelo y se lleva una mano al ojo izquierdo, el dolor es bastante fuerte.
— Algunos compañeros me han dicho que te han visto hablando con él, ademas de que vas mucho a esa panadería.
— I-Ibamos juntos al colegio.
— Mientes, yo nunca te habría dejado ir con uno de esos...judios del demonio.
— Fue antes de que nos mudasemos a la capital.
Pedro mira a su padre con completo temor, no es la primera vez que le pega, tampoco la primera vez que lo amenaza, pero sí que es la primera vez que otra persona está en peligro de ser dañada. Consigue levantarse, pero otro golpe, esta vez en su espalda, se lo impide.
— No quiero que te vuelvas a relacionar con él, solo ensucia nuestra sangre. Tu madre no querría esto.
— Madre me hubiese apoyado. - Pedro habla con un tono seco y frío.
Una bofetada.
— ¡No te atrevas a contestarme cuando no te lo pida! - el grito resuena en todo el pueblo. Nadie dice nada, nadie se atreve siquiera a mirar que es lo que está pasando.
Pablo mira a través del cristal del escaparate de su panadería, no puede evitar apartar la vista, pero no puede hacer nada, el que saldría peor parado sería el.
Pedro siente que la boca le sabe a sangre, no tarda en escupirla en el suelo.
— No volverás a verte con él y ya está.
— Pero, es mi amigo.
Silencio. Es la respuesta que obtiene de su padre.
— ¿Por qué no podemos ser amables con ellos? Nos dan comida y nos dejan estar aquí.
Fernando se para en seco. Su mirada está llena de ira, se acerca hasta su hijo y le toma del cuello con ambas manos.
— Maldito niñato, ¿cuantas veces te he dicho que la sangre pura no se mezcla con gente como ellos? ¡Todo este pueblo está lleno de desperdicios que hay que controlar! - Pedri siente que le comienza a faltar el aire, agarra a su padre de los brazos, pero este le dobla en tamaño y fuerza.
En la lejanía puede ver a su mejor amigo tratando de que nadie se acerca a donde están, en su mirada hay preocupación y rabia.
— La ultima vez fui benevolente contigo, pero parece ser que no consigo quitarte esas ideas de la cabeza. - Fernando suelta a su hijo dejándolo caer al suelo.
Pedro se lleva las manos al cuello intentando coger aire.
Fernando en cambio busca con la mirada, hay una mujer y un niño a pocos metros, se han quedado petrificados en el medio de la calle. Fernando coge a la mujer del brazo y la lleva ante su hijo quien solo puede ver la escena a cámara lenta.
Sabe lo que significa y no le gusta para nada. El hijo de la mujer corre hasta su madre llorando y gritando a lo que Eric no duda en atraparlo y llevárselo consigo. Fernando mira a su alrededor dándose cuenta de que hay algunas personas mirando, entre ellas Pablo. Le tira una pistola prácticamente a la cara de su hijo.
— No, por favor, no quiero. - Pedro suplica intentando mantener la compostura.
— Hazlo.
— No me veré más con él y seré un ejemplo, seré el soldado más correcto, pero por favor no m-le hagas esto, padre.
La señora tiene la cabeza gacha y se puede ver que esta temblando de miedo, levanta la mirada para mirar a Pedri, sabe que no dirá nada, pero su mirada refleja súplica y compasión.
— Levántate y hazlo.
Pedro se levanta y coge el arma con su mano izquierda, quizás si falla el tiro le perdone la vida.
— No, desde aquí. - su padre toma su mano y la deja justo apoyándola en la cabeza de la mujer.
Tiene ganas de vomitar, su cabeza da vueltas y parece que está comenzando a llover. El olor a lluvia llena el pueblo que ahora está sumido en un silencio sepulcral.
— ¡Dispara!
"Lo siento" es lo único que puede pronunciar antes de que esa mujer lo mire con...empatía, sonríe una última vez antes de cerrar los ojos. Solo se escucha un disparo y algo que se desploma en el suelo. Pedro siente como la sangre se resbala por su cara y cuerpo, su mirada está fija en el cuerpo inerte de la que ha sido víctima de un monstruo.
De un monstruo al que llama padre.
Pablo se lleva una mano a la boca de la sorpresa, ahoga un grito y se sienta en el suelo apoyando su espalda contra la pared. No puede creer lo que ha visto, ni ha dudado ni dos segundos en apretar el gatillo.
Fernando no dice nada más, se marcha sin despedirse de su hijo el cual solo cae de rodillas ante el cadáver, todo el mundo vuelve a sus casas a toda prisa temiendo que su lugar sea el siguiente.
Una vez asegurado de que no haya nadie, Eric manda a unos subordinados que se lleven el cuerpo, tiene la cara desfigurada por el disparo, se puede ver un cacho de su cráneo, el resto está esparcido por el suelo.
Pedri está quieto, inerte delante del cuerpo, la lluvia moja su ropa, pero no le importa, nunca había matado a una persona real, siempre eran ciervos, conejos e incluso algún lobo, pero jama shabak sido responsable de la muerte de alguien que tuviese un futuro y una familia a la que regresar.
Y lo que más le carcomía es que no había dudado en apretar el gatillo, no había habido ni una sola gota de cuestionamiento al hacerlo, su padre se lo había ordenado y no tenía otra opción.
¿Entonces qué era lo que le alejaba de ser el mismo monstruo que su padre?
Siente que algo lo rodea, su mejor amigo está junto a él cubriéndole la cabeza con un abrigo, poco después siente que sus brazos lo rodean.
Eric en cambio, sabía que su amigo no era un monstruo, sabía que él había intentado evitar arrebatarle la vida a esa mujer, también sabía que Pedro tenía el corazón más puro del planeta, estaba más que seguro de ello.
— ¿Porque solo daño a todo lo que me rodea?
— Sabes que eso no es verdad, ese...ese hijo de puta te hace ser así.
— Pero al final acabo siendo yo el que lo hace, ¿que me hace diferente? - Pedro habla casi en un susurro inaudible.
— Todo, te diferencia todo.
Pedri apoya la cabeza en el pecho de su amigo, se siente lo suficientemente seguro como para permitirse llorar, porque Eric siempre será su lugar seguro, la única persona con la que se sentirá lo suficientemente a gusto como para dejarse ver tal y como es.
— Quizás si el tiro me lo pego a mí mismo estaríamos mejor.
— Callate la boca. Si te suicidas te juro que te busco y te parto el cuello.
Pedri ríe entre lágrimas. Ambos están bajo la lluvia, calados y seguramente con mucho frío, pero siempre les ha bastado con tenerse cerca y segura siendo así.
Alguien les observa desde la distancia bajo un paraguas de color negro, Pablo se pregunta que estará sintiendo su amigo en este momento, ¿se sentirá culpable? ¿tendrá remordimientos?, no lo sabe a ciencia cierta. Lo que si sabe es que a pesar de haberle visto matar a alguien, de verlo disparar un arma, su sentimiento, ese que lleva cargando varios días no se va, no desparece.
Quizás se esté volviendo loco.
Se gira y comienza a caminar hacia casa, dejando allí a dos amigos que son más que hermanos, aún con el cuerpo revuelto y con los sentimientos a flor de piel.
Y tal vez, solo tal vez, es el propio amor lo que te une con la concepción de amar, dejando de lado todo el dolor y las atrocidades, o quizás es porque el humano peca de ser sensible y de perdonar.
Aunque puede ser que solo sea el shock lo que lleva a pensar de esta manera a Pablo, quizás, solo quizás.
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