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07

Voten y comenten mucho o me mato.

🫀🫀🫀
—M a v r a—

Había pasado las últimas veinte horas oculta dentro de su cueva, en donde dormía, sólo que esta vez fue muy difícil para ella dormir por el dolor insoportable que los rasguños, cortes y flechazos habían causado en ella, le dolía moverse, incluso le dolía el rostro. había intentado proteger el corte de su mano con un par de algas, pero le hizo falta fuerza como para hacer cualquier cosa, había perdido demasiada sangre en su pelea del día anterior.

Abrió rápidamente los ojos al escuchar algo cerca suyo, se relajó al ver a Viggó, que le regresó una mirada llena de preocupación.

-Mavra...-susurró, nadando lentamente hacia ella.-¿Que es lo que te ocurrió? ¿Intentaron cazarte?

La pelinegra negó, estirando su mano hasta que pudo acariciar a un caballito delicadamente con sus oscuros dedos.

-No ha pasado nada Viggó...-susurró, mirando a su hermana con una pequeña sonrisa.-No te preocupes, por favor.-susurró, sintiendo como el caballito se alejaba de ella, hasta una anémona.

-Pero Mavra...la reina te llama.-respondió con el rostro lleno de preocupación, la pelinegra dejó caer su cabeza contra la roca en la que estaba acostada.-Su mensajero dijo que ella se escuchaba furiosa...no quiero que te haga algo.

A pesar del dolor de su cuerpo entero, se levantó y nadó lentamente hasta Viggó, juntando sus frentes en el único gesto no violento que conocía.

-No me hará daño...no mientras mi nombre siga aterrorizando a los humanos.-respondió en voz baja, acariciando las mejillas de Viggó con sus largas uñas, pero no le ocasionó ni un diminuto rasguño, era un gesto cariñoso que había visto en un par de humanos, aunque ellos usaban los pulgares, no las uñas, pero eso Mavra no lo sabía.-Vayamos con ella.

Viggó la miró con ojos tristes, quería decirle que escaparan juntas adonde Fhalan no pudiera encontrarlas.

El problema era que a cualquier sitio al que fueran, mientras permanecieran en el mar, serían encontradas por la reina y bruja del océano. Ella podía verlo todo.

En un intento por tranquilizar a su hermana, Mavra tomó su mano, entrelazó sus dedos con los de la menor y juntas comenzaron a nadar hacia el castillo del reino oculto, que se encontraba a cientos de kilómetros bajo el agua.

Al llegar al castillo, Mavra no pudo negar que no sintió su corazón acelerarse, pues estaba completamente desolado, no se habían cruzado con ni una sola sirena y eso la estaba poniendo nerviosa.

Mavra tragó una gran cantidad de saliva, dejó un pequeño apretón en la mano de Viggó antes de separarlas. Podrían recibir un castigo por seguir una tradición humana si alguien las veía.

Respiró profundamente, soltando un pequeño quejido de dolor por todas sus heridas abiertas. Compartió una corta mirada con su hermana y le obsequió una diminuta sonrisa al notar lo nerviosa que la castaña se veía.

No era su hermana de sangre, pero la quería tanto como había querido a su madre, sin importar que aquellos sentimientos estuviesen prohibidos.

-Estaré bien.-susurró, comenzando a nadar hacia el salón del trono.

Ambas bajaron sus miradas hacia la arena húmeda y brillante en cuanto vislumbraron a la reina Fhalan sentada en el trono que alguna vez perteneció a un soberano justo y de buen corazón, uno que había sido olvidado hace cientos de años, desde que la reina prohibió pronunciar el nombre de su antecesor.

Los ojos oscuros de Fhalan se posaron sobre Mavra, no pudo evitar soltar un quejido lleno de asco y desprecio, lo suficientemente alto para que resonara por cada rincón del casi vacío salón.

Habían tres tritones, cumpliendo su deber de proteger a la reina, además de Poixhan, hija de Fhalan, era la única otra sirena en el salón, retozando cómodamente sobre una roca, con una sonrisa de satisfacción.

-¿Esos cortes han sido causados por humanos?-preguntó la reina con desprecio.

Mavra asintió, mirando fijamente sus manos y el enorme corte que el humano había ocasionado cuando la apuñaló con una navaja.

-¿Cuantos de ellos mataste?—preguntó la sirena blanca entredientes.

Mavra prefirió no responder, suponía que la reina ya sabía la respuesta.

-¡Respóndeme!-exigió, cerrando su puño con fuerza, ocasionando un terrible dolor en el corazón de Mavra que la obligó a caer durante unos cortos segundos.

Se levantó antes de que la reina se enfadase más debido a su debilidad.

-Ninguno...-susurró.

Un silencio mortal se formó en el salón, mientras la reina miraba furiosa a Mavra, queriendo hacerle mucho más daño que esos pequeños cortes y rasguños por todo su cuerpo. ¡Lo que había hecho no tenía perdón!

Movió su mano rápidamente y obligó a Mavra a mirarla a los ojos.

Esos ojos tan negros que parecían la muerte misma, incluso la esclerótica1 era de color negro.

-Fuiste herida por un humano...-escupió las palabras con asco, mirando fijamente los blancos y brillantes ojos de Mavra.-Por salvar la vida de uno de esos asquerosos seres.

Viggó, Poixhan y los tritones que hacían guardia soltaron un suspiro de sorpresa y la miraron con los ojos y boca abiertos, sin poder evitarlo.

Mavra cerró los ojos con fuerza, apretando los labios. Ahora comenzarían los rumores de que había salvado a un humano y el resto de sirenas dejarían de temerle. Y eso no era lo peor.

Lo peor era que ahora que sabía que la reina si lo sabía, le aterraba pensar que le haría.

-¡Asesinaste a un miembro de tu especie, defendiendo la insignificante y asquerosa vida de un humano!-gritó, cerrando con fuerza su puño, ahora haciendo que las heridas de Mavra ardiesen.

Y los gestos de sorpresa no se detenían, solo que ahora cuatro de los cinco espectadores la miraban con furia. Todos excepto Viggó, su hermosa, cariñosa y débil hermana menor.

Oh, Viggó, ahora Mavra temía que la reina le hiciese algo a ella para intentar castigarla.

-Era un niño...-susurró Mavra, en un intento por excusar sus acciones y bajar un poco el enojo de la reina.

Pero solo la hizo enojar más.

-¡Es un humano! ¡Ellos asesinan niños y bebés, no les interesa la edad, siempre y cuando pertenezcan a nuestra especie no dudarán en asesinarlos!-gritó, nadando hasta estar frente a Mavra.

Si que debía estar furiosa.

Mavra desvió su mirada a la arena.

Si, eso era verdad, incluso el bebé de Viggó había sido asesinado hace dos inviernos y jamás presenció a un humano sentirse mal por asesinar niños.

De hecho, el tipo de sirena que los humanos cazaban a mayor escala eran las crías, habían 54 crías asesinadas por cada 30 humanos muertos por causa de las sirenas.

Si los niños no eran humanos, no merecían vivir. Porque era fácil matarlos cuando eran seres indefensos, y así jamás se convertirían en sirenas fuertes.

Los humanos eran la especie más cruel que existía en el mundo entero.

Le avergonzaba pensar qué tal vez si el niño que cayó bajo el canto de Thaloosa no hubiera sido Melian, a ella no le hubiera importado.

Pero había sido él y no iba a permitir que el único humano digno de vivir, muriese.

-Yo...-susurró Mavra, mirando fijamente sus manos nuevamente.

-¿Crees que soy estupida?-gruñó Fhalan, mostrándole sus afilados dientes, tomándola con fuerza por la garganta, Mavra la miró con el ceño fruncido al sentir la forma en que sus largas uñas rojas se enterraban lentamente en su piel.-¿Crees que no he notado la regularidad con la que espías a las crías humanas?

Mavra la miró fijamente, asustada, aunque no lo reflejó en su mirada.

-Lo siento...-susurró, sintiendo como las uñas continuaban cortando su cuello.-No se repetirá.

La reina separó su mano del pálido y sangrante cuello de Mavra, acarició su mejilla con la punta de sus uñas.

-Si...lo sentirás...-susurró, rasgando con fuerza la piel de la mejilla de Mavra.

La pelinegra ni siquiera se movió, a pesar de lo mucho que le había dolido, eso solo haría enfurecer más a la reina.

Fhalan nadó de regreso a su trono, dejándose caer lentamente sobre el, sin despegar su mirada de Mavra.

-Has desprestigiado tu propia historia al permitir que los otros dos salieran con vida e ilesos de ti...¿que pensaran los demás humanos cuando se corra el rumor de que un simple e inútil pirata pudo sobrevivir a la muerte nocturna?-dijo burlona.-Todos dejarán de temerte.

Mavra apretó los puños molesta.

-El día de ayer elegiste tu camino, cuando sacrificaste a Thaloosa, una sirena de tu especie, por un estupido e inútil humano.

-Un niño...-susurró nuevamente.

-¡Un niño humano! ¡No solo humano, un niño pirata! ¡Un asesino de sirenas! ¿Ese barco pirata? ¡El que caza más sirenas que ninguno otro!

Bueno, eso no lo sabía . Pensó Mavra

La reina la miró durante unos largos dos minutos en completo silencio, después de su sobresalto.

Poixhan se acercó lentamente a su madre, se inclinó hacia su oído durante unos cortos tres segundos, los segundos que le tomó susurrar cuatro palabras.

Debería ser castigada, madre.

La reina la alejó de un movimiento de mano, lanzándola de vuelta a su roca. Y continuó mirando en completo silencio a Mavra durante dos minutos más.

-Recibirás un castigo por tu traición.-dijo en voz baja pero tan seria y fría que asustaba incluso más que cuando gritaba.-Y serás perdonada únicamente cuando presentes ante mi el corazón de un humano.

Mavra asintió, pensando en lo sencillo que sería, le entregaría el corazón esa misma noche, sería perdonada y nuevamente sería del agrado de la reina.

Abrió la boca, dispuesta a responder positivamente, pero Fhalan la interrumpió.

-El corazón de un niño.-murmuró con una sonrisa ladina.

Mavra sintió su piel enfriarse y su corazón detenerse mientras miraba fijamente a su reina.

-¿Te quedó claro?-preguntó molesta Fhalan.

Mavra sintió su labio temblar, la reina sonrió más al notar ese pequeño gesto de debilidad que Mavra nunca antes había mostrado.

La pelinegra asintió lentamente, mordiendo con fuerza su oscuro labio inferior.

¿Que otra opción tenía? La reina podría hacer con ella lo que quisiera, nadie era tan poderoso como Fhalan.

Pero...¿el corazón de un niño?
No se creía capaz de terminar con la vida de un niño. Mucho menos de esa forma tan horrible. Era incluso peor que arrancar las gargantas, Mavra odiaba arrancar corazones, por eso jamás lo hacía, a pesar de odiar a los humanos.

-Bien.-sonrió malévolamente la reina.-Hasta que no me entregues el corazón, estarás obligada a vivir en el exilio.

Mavra asintió rápidamente. Eso no sonaba tan mal.

-En el exilio...del mar.-susurró, apretando con fuerza su puño.

Y entonces un grito lleno de dolor salió desde lo más profundo de Mavra, sintiendo como su cuerpo dolía, su garganta parecía arañarla, tenía la sensación de que enterraban una navaja filosa en la punta de sus dedos y su cola parecía ser rasguñada.

Viggó intentó acercarse a Mavra llena de preocupación, pero Poixhan la detuvo rápidamente con fuerza, enterrando ligeramente sus uñas en el brazo de la castaña.

Los gritos de Mavra cada vez eran más fuertes, como el dolor insoportable que iba en aumento con cada segundo.

Juraría haber sentido como si su garganta se hubiese abierto desde dentro, en un tipo de dolor que jamás había sentido antes y que parecía imposible de existir.

Entre las lágrimas que llenaban sus ojos, notó cómo la reina llenaba de arena una pequeña caracola tan oscura como la noche.

Y entonces se permitió llorar.

Mavra sabía...todos sabían que la colección de caracolas de la reina eran las canciones confiscadas que le había quitado a las sirenas rebeldes. Solo habían dos caracolas desde hacía doscientos años, y ahora una tercera se había unido a la colección.

Le habían quitado su canción.

Mientras lloraba y gritaba de dolor, su mirada se cruzó nuevamente con la de la reina, que la miraba sonriente.

-Tu canción será devuelta cuando me entregues el corazón...hasta entonces...vivirás rodeada de esos asquerosos seres, esperemos que así aprecies a tu especie y no nos des la espalda de nuevo.

Esas fueron las últimas palabras de la reina, antes de causarle el dolor más desgarrador e insoportable a Mavra, cuando su cola se partió en dos y el grito más espantoso y alto salió de Mavra, los cinco espectadores la miraron con genuino horror.

Todo empeoró cuando sus escamas desaparecieron, siendo sustituidas por marcas negras que abarcaban sus brazos y parecían quemar. Mavra gritó nuevamente cuando su cola partida en dos, fue sustituida por piernas humanas.

Nadie podía creer lo que estaban viendo, todos estaban estáticos mirando aquella horrible transformación, hasta que las branquias de sus costillas se cerraron poco a poco y un dolor nuevo se formó en las entrañas de Mavra, mientras se rasguñaba a si misma entre gritos y llanto.

No pudo seguir gritando cuando las branquias finalmente se cerraron y habían sido remplazadas por un par de pulmones.

Fue entonces cuando Viggó comprendió que necesitaba oxígeno, gritó y nadó hasta su hermana rápidamente.

-Te quiero de vuelta en un minuto.-ordenó la reina.-O te mato.

Viggó asintió, y sin perder el tiempo llevó a Mavra hasta la superficie antes de que se ahogara.

Eso parecía un chiste terrible.

No tardaron en llegar a la superficie, en cuando sus cabezas salieron del agua, Mavra tomó una gran bocanada de aire mientras Viggó la dirigía hasta unas cuantas rocas de las que Mavra podría sostenerse.

La pelinegra se abrazó a la pierda más grande por puro instinto, apoyando su cabeza contra la pequeña roca resbalosa a mitad del océano.

-No me mires.-rogó Mavra en voz baja, ocultando avergonzada su rostro.

Viggó acarició su oscuro cabello.-Debo volver.

Mavra asintió, con los labios apretados.

La castaña miró a su hermana con tristeza y se sumergió de vuelta en el mar.

Mavra soltó un sollozo.

No podré hacer eso nunca más. Pensó con dolor.

Alejó el rostro de la roca y miró sus brazos, aún con cortes, sus bonitas escamas negras habían sido sustituidas por pequeñas líneas y letras negras que ella desconocía. Cuando notó que sus manos ya no eran negras y sus largas uñas habían desaparecido, alejó rápidamente la mirada, no pudiendo ver más.

Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente cuando notó la calma del cristalino y hermoso océano azul brillando contra los rayos del sol . Su hogar.

Se encontraba atrapada en medio del lugar que amaba, pero sin la oportunidad de poder regresar a casa.

Entonces todo lo que pudo hacer fue gritar con todas sus fuerzas mientras las lágrimas escapaban de sus ojos, gritaba por el enojo, la tristeza y el dolor que sentía en su corazón.

Ella esperaba que nadie la escuchara, es más, quería que nadie lo hiciera, prefería morir ahí mismo, en ese momento, a que un barco lleno de humanos la llevara con ellos.

Para su desgracia, sus gritos de lamento y furia si fueron escuchados por un tripulante de barco pirata de Llyr Emrys, los gritos eran tan débiles por la distancia que el sonido de las olas podía cubrirlo levemente.

Pero, el pequeño cachorro pudo escucharlos a la perfección, él reconoció la voz y ladró, ladró como loco corriendo por la cubierta, intentando llamar la atención de alguien, pero fue ignorado.

Entonces miró a la distancia de donde los gritos provenían, aulló, ladró y también chilló, hasta que finalmente uno de los piratas se dio cuenta de que el perro había escuchado algo.

🫀🫀🫀

Esclerotica:
la parte blanca del ojo

🫀
K opinan?

Bro... Ni se q poner en la nota jskajaja

Anyway ayer estaba aburrida y me puse a dibujar a los personajes xd, me tardé mucho xq soy pobre y lo hice en PicsArt después de hacerlo a mano. No se rían xfis.

Well, Asi me imagino yo a Eykhe (la del cap anterior)

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