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01

(Editado)

Voten y comenten mucho xfa, sino siento que no les gusta 😔💔

🫀🫀🫀
—M a v r a—

Nadó junto a Viggó rápidamente hacia la superficie, chocando ligeramente contra algunos peces e incluso contra un un par de delfines.

Mavra soltó una risa mientras se alejaba del mamífero y continuó con su carrera, siguiendo de cerca a Viggó, que había tomado ventaja al no chocarse contra ningún animal.

Cuando sacó su cabeza del mar, Viggó ya estaba mirándola con una gran sonrisa bajo la luz de la luna.

-Gané.-señaló la menor victoriosa.

Mavra le lanzó agua juguetonamente, mientras le fruncía la nariz en fingida molestia.

-Solo porque aquellos delfines se cruzaron en mi camino.-declaró divertida, alejando unos cuantos mechones húmedos de su rostro.

Viggó rió, lanzándole agua.

-Que mala perdedora eres.-murmuró rodando sus brillantes ojos de color morado.

-Claro que lo soy.-respondió, comenzando a nadar lentamente de espalda.-¿Quieres atrapar peces dorados?-ofreció.

Viggó no respondió, en cambio sólo se sumergió ligeramente en el mar mientras miraba fijamente detrás de Mavra.

-Un barco.-le informó a la pelinegra, que se giró rápidamente, intentado averiguar si se trataba un barco pesquero.

Estaba demasiado lejos como para poder distinguir cualquier mínima cosa.

-Acerquémonos.-murmuró Mavra y sin darle tiempo a Viggó de responder, comenzó a nadar rápidamente hacia el barco.

La castaña no tardó mucho en alcanzar a Mavra, cuando se encontraba a la par de Mavra, simplemente la miró curiosa.

-¿Vamos a matarlos?-preguntó.

-Yo lo haré si están pescando. Tu puedes hacer lo que quieras.-respondió con simpleza, nadando cada vez más cerca de la superficie.

-La verdad es que estoy de humor para ahogar humanos.-dijo alegre, sacándole una risa a Mavra.

-Matémoslos, pues.-murmuró, bajando la velocidad de su cola.

Ambas se quedaron quietas a unos cuantos metros de distancia del barco, simplemente flotando a la espera de que algo ocurriera.

Cuando una red comenzó a descender, se miraron la una a la otra con enormes sonrisas, mostrando sus afilados dientes.

Un par de segundos después, cada una nadó hacía un lado diferente del barco y lentamente salieron a la superficie.

Mavra miró fijamente el barco, a la espera de que alguno de los humanos la mirara a los ojos en medio de la profunda oscuridad.

No pasó mucho tiempo cuando uno de los hombres comenzó a gritar una y otra vez "¡Esta aquí, la muerte nocturna está aquí!" Mavra sonrió.

Se acercó lentamente al barco y comenzó a cantar, mirando fijamente al hombre que parecía ser el capitán.

Había aprendido a diferenciarlos con el paso de los años.

Y en cuando su angelical canto comenzó, el barco entero se quedó en completo silencio y calma, después, escuchó como alguien caía al mar.

Viggó había conseguido a su presa del día, seguro se encontraba ahogándolo mientras besaba sus labios.

En tanto, Mavra se concentró solamente en el capitán, que poco a poco caminaba hacia el borde del barco, sin dejar de mirarla a los ojos, aquellos ojos infinitos.

-Eres bellísima...-susurró el hombre justo antes de saltar hacia la profundidad del océano.

El hombre nadó hasta ella, en completa desesperación por poder tocarla, Mavra simplemente permaneció quieta, cantando, a la espera de que el pescador llegase a su lado.

-Amor mío, por fin estamos juntos.-murmuró el hombre, acariciando las húmedas mejillas de Mavra, juntando sus frentes.

Lentamente, Mavra acarició la garganta del hombre con delicadeza, mientras su otra mano se posaba sobre la nuca del hombre, enredando sus dedos entre su rojizo y húmedo cabello.

Poco a poco bajó el volumen de su voz, mientras se acercaba lentamente a los labios del humano, cuando finalmente los unió en un beso, la tripulación despertó de su ensoñación. Pero ya era muy tarde.

Mientras besaba al hombre, sus largas uñas se enterraban lentamente en su garganta, ocasionando que la sangre comenzase a correr.

A pesar de todo el dolor que sentía, el pescador no pudo separarse de los labios de aquella mortal y hermosa criatura.

Cuando Mavra escuchó el jaleo de los hombres sobre el barco, simplemente se separó ligeramente del humano, suspirando sobre los labios temblorosos del pelirrojo lo miró a los ojos.

El pescador ni siquiera fue capaz de parpadear, no cuando aquellos ojos lo miraban fijamente.

-Te amo...-susurró el hombre, y sólo entonces, Mavra le arrancó la garganta de un rápido movimiento, empujando con desinterés el cuerpo sangrante del hombre lejos del suyo.

Sin mirar de regreso al barco y todos los pescadores que la miraban con horror desde la seguridad del mismo, Mavra se hundió en el agua, perdiéndose en la oscuridad de la noche.

Sonrió ligeramente.

🫀

Discreta y cuidadosamente nadó cerca de la costa de Seikos, con sus manos llenas de pequeñas caracolas hermosas y brillantes.

Desde la profundidad del agua, estudió el exterior, intentando escuchar algo.

Pero lo único que podía oír eran las gaviotas, volando por el cielo.

Conforme pasaron los segundos, se acercaba más y más a la superficie, hasta sacar lentamente su cabeza, sintiendo el cálido aire veraniego contra su piel.

Sonrió ligeramente al notar al pequeño humano de cabello dorado rodando por el pasto, acompañado de algún animal extraño que ella jamás había visto.

-Humanito...-llamó en voz baja.

El pequeño se giró rápidamente hacia ella, cuando sus ojos chocaron, él sonrió abiertamente y soltó una risita, cargando al animal con sus pequeñas manos y entonces corrió hasta ella. Sentándose a la orilla del pequeño risco de su patio trasero.

-Mira sirenita, mi papá vino a visitarme hace dos días, ayer fuimos al pueblo y me compró este perrito.-Le dijo emocionado, mostrándole al cachorro negro, que aún cargaba con sus manitas.

Mavra lo miró curiosa, con la boca ligeramente abierta, se acercó más.

El perro la olfateó y finalmente, lamió su nariz. Mavra se espantó de una forma tierna que hizo al pequeño soltar una risita.

-Le gustas.-le dijo el pequeño, colocando al perro en el espacio entre sus piernas.-¿Te gusta?

Mavra asintió rápidamente.

-Es bonito...-susurró sin dejar de mirar al cachorro que no paraba de mover su cola. Después de unos segundos, regresó su mirada sonriente al niño.-Mira lo que te traje.-susurró, dejando cuidadosamente caracolas y piedras brillantes sobre la roca en la que él estaba sentado.

-¡Wow!-dijo con una enorme sonrisa, tomando una geoda del tamaño de su mano.-¡Brilla mucho!

-¡Si!-respondió igual de sonriente, tomando un pequeño diamante marino con la punta de sus dedos, mostrándosela al rubio.

-¡Siempre encuentras cosas increíbles!-dijo el pequeño de mejillas sonrojadas, tomando con cuidado una caracola que parecía tener todos los colores existentes.-¿Las sirenas tienen juguetes?

Mavra inclinó la cabeza confundida.

-¿Que son juguetes?-preguntó, desviando la mirada al perro, que olfateaba una de los caparazones de cangrejo vacíos.

-Cosas con las que te diviertes.-explicó, tomando delicadamente una flor amarilla que irradiaba luz.

-Con los peces, mi hermana y yo atrapamos peces, quien tenga más gana.-dijo la pelinegra, apoyando sus brazos cruzados sobre la piedra.

-Quisiera ser una sirena...eso suena divertido.-dijo el menor, tomando un cristal transparente con forma de corazón.

-Tritón...-el rubio la miró confundido.-Serías un tritón.-aclaró, con una pequeña sonrisa.

-Ah, bueno, eso.-le restó importancia.-Sería divertido hablar con animales y jugar con los delfines ¿los tiburones son graciosos o también son malos cuando son tus amigos?

Mavra sonrió con ternura, apoyando su barbilla sobre sus brazos, no tenía el corazón para decirle que no podía hablar con los demás animales marinos, sin embargo, podía entenderlos de alguna forma.

-Solo son malos cuando tienen hambre.-dijo en voz baja.-Como todos.

-Si...cuando tengo hambre estoy enojado.-admitió pensativo, Mavra rió.-¿Viniste a visitarme ayer? Encontré una caracola.

Mavra asintió.

-No estuviste, solo ese hombre con marcas en los brazos y la mujer de cabello raro.
(Tatuajes y cabello rizado)

-Salí con mi papá, me compro un perrito, ¿recuerdas?-la sirena asintió.-No viene mucho.

-¿Por qué?-preguntó curiosa.

Siempre le pareció extraño que el pequeño humano estuviese solo en el exterior la mayoría del tiempo, los humanos cuidaban de una forma extraña a sus crías.

-Es un pirata ¿sabías? Tiene un barco enorme, una espada y todo.-dijo sonriente.-También el sombrero.

Mavra lo miró sorprendida, desvió su mirada rápidamente hacia la gran casa del pequeño, ¿que pasaba si su padre la veía? Probablemente la mataría.

Los piratas eran de lo peor, lo único que hacían era asesinar sirenas, peces, delfines y leones marinos, incluso asesinaban a otros humanos y siempre llenaban el mar de ceniza y basura.

-Yo también seré un pirata, así podremos vivir en el mar juntos.-dijo el rubio, mirando a Mavra con anhelo.

Ella sonrió con tristeza.

El pequeño humano era su amigo ahora, pero cuando creciera rodeado de piratas, sería igual que todos ellos.

-Ser—

-¡Melian, aléjate de ahí!-gritó la gruesa voz de un hombre, haciendo a los dos saltar en su lugar.

Mavra nadó rápidamente al fondo del agua, perdiéndose entre las sombras, pero pudo escuchar como el hombre desconocido regañaba al niño.

Melian solo suspiró, apoyando su mejilla contra el hombro de su padre, mientras él lo llevaba dentro de la casa/taberna y  el cachorro los seguía con saltitos.

Nunca iba a entender porque su padre le prohibía acercarse al mar, le contaba historias de sirenas malas que mataban personas, pero Mavra nunca haría eso.

Ella era buena.

🫀🫀🫀

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