Prologó
[ Prologó ]
[ The Lightning Thielf ]
La oscuridad del ambiente no me permitía ver con claridad. La lluvia helada me caía sobre mi cuerpo como delgadas agujas enterrándose en mi piel. La brisa no ayudaba mucho a intentar mantenerme caliente. La pierna derecha me ardía y podía sentir mi sangre mezclándose con la lluvia y recorriendo mi muslo hasta el tobillo. Mi falda favorita, antes blanca larga y bordada, ahora estaba repleta de sangre, cenizas, tierra y estaba desgarrada desde la mitad del muslo hasta la espinilla, dejando una enorme apertura.
Aparte mi cabello mojado de un manotazo, algunos mechones se me pegaban a la cara y me impedían ver a los lados, mis mejillas debían estar muy rojas por el cansancio y el aire gélido de noviembre. Los pulmones me dolían cada que inhalaba aire, a mis pies descalzos se les pegaban las piedrecitas y se me clavaban ramas, sacándome algunas gotas de sangre, todo parecía querer matarme. Aún así seguí avanzando.
En un momento tropecé con una roca, torciéndome el pie y cayendo al suelo, soportando toda la caída con mis codos y enterrando mi cara en el lodo. No quería ser pesimista, pero las cosas no pintaban muy bien para mí.
Un rugido resonó a lo lejos, tan fuerte que hizo temblar los arboles y las pisadas hicieron saltar a las pequeñas rocas a mi alrededor. Me estremecí y temblé de pies a cabeza, me sentía igual a una roca seca que tiembla con la fuerte brisa. Levante la cabeza débilmente, estaba mareada y con la visión nublada por las lagrimas. Intente levantarme, pero solo conseguí arrastrarme por el lodo hasta un pino cercano, mi pie me ardía como si estuviera en llamas, tanto, que no me sorprendería que de verdad estuviera quemándose. No lo iba a lograr, moriría en ese horrendo lugar y por esa horrenda cosa.
Llore de frustración y apreté la tierra bajo mis dedos, intentando aferrarme a cualquier cosa que estuviera cerca. Con un quejido de dolor, me arrastre y me aferre al pino, guiándome de la corteza para poder ponerme en pie. Por fin mire abajo, mi pierna tenía un enorme zarpazo de una garra, que me recorría desde la mitad del muslo, hasta unos centímetros debajo de la rodilla, todo del lado derecho de la pierna. Oh y, por si fuera poco, ahora tenía el tobillo torcido.
Mis ojos deslumbraron una luz pequeña a lo lejos, un brillo tan pequeño, que cualquiera lo confundiría con una luciérnaga. Mientras más enfocaba los ojos, más distinguible era, muy a lo lejos, había una fogata. Justo como dijo mamá. No pude evitar sonreír aliviada por eso.
El destino me odiaba y me grito en la cara "púdrete" por que el rugido resonó aún más cerca que antes.
Gire mi cabeza en su dirección, mi cabello se azoto con fuerza contra mi cuerpo ¿es que esto no terminaba nunca? La bestia rugió y fue que logre verlo de nuevo, estaba a algunos metros de distancia, pero muy cerca. Pase saliva nerviosa ¿Qué puedo hacer? ¿Qué debo hacer? El hecho de que el monstruo usara calzoncillos blancos no me ayudo para mantener la cama, solo me estreso más. Mi madre me contó sobre esta cosa, me lo mostró en un dibujo. El minotauro.
Antes de poder pensar en un nuevo plan, para que lo sepan, mi antiguo plan era escapar, pero eso no funciono. La bestia se abalanzo contra mí, intente correr, mi pierna estaba muy herida y quería arrancármela de un tirón con tal de que dejara de doler. Termine cayendo al suelo otra vez, temblaba con cada paso que daba la bestia y cerré los ojos sin esperanza. Solo pude empezar a rezar.
"Por favor, quien quiera que seas, ayúdame" rogué internamente, mordiéndome el labio tan fuerte que empezó a sangrar.
Frente a mí, igual a una piedra preciosa, resplandeció algo en la tierra. Estire la mano, tocando ese objeto, un precioso brazalete color dorado y brillante. Apenas mis dedos lo tocaron, este se abrió por la mitad, formado un bello arco dorado que brillaba en la oscuridad y a su lado un carcaj con bordes dorados igual de brillantes y flechas de cobre. Sin pensarlo mucho, tome el arco y aunque no tenía ni idea de como hacerlo, me puse el carcaj y tome una flecha.
El arco me pesaba un poco y la luz lastimo mis ojos cansados, no me importo, lo agarre con fuerza y apunte.
"Por favor, se que ya pedí demasiado, pero dame un buen tiro" recé de nuevo, antes de apuntar bien la flecha.
Fue una revelación, todo en mi mente se aclaro y mis ojos se clavaron en un punto específico, fue algo instintivo, parecía que en el pasado lo había hecho muchas veces. En mi mente ya no existía el miedo, la ansiedad y la inquietud, todo se convirtió en calma y precisión. Mis ojos se clavaron en el pecho de la bestia y dispare.
La flecha siendo disparada zumbo en mi oído y agito algunos mechones de mi cabello con la fuerte brisa. La flecha se clavo justo en el centro de la bestia, haciéndolo rugir de manera lastimera. Yo en realidad estaba a puntando a la cabeza y mi flecha no lo mato, no se clavo del todo bien. El minotauro tomo la flecha e intento despegarla, no tenía mucho tiempo. No desaproveche la oportunidad que me estaban dando y corrí. Mi pierna y pie lastimado, de pronto, ya no parecía tan molesto. Cada vez estaba más cerca.
Me detuve un momento para leer el mensaje frente a mí, en el letrero pude distinguir la palabra "campamento" y nada más. La sensación de alivio me lleno tan pronto como entre al terreno y la lluvia se detuvo a mi alrededor, vi el fuego y las personas arrinconadas en un lugar. El cansancio y mi herida no me dejaron continuar, mis piernas tambalearon, la vista se me nublo, solo pude escuchar un grito y como las personas corrían entre gritos tomando antorchas y armas. Mi cuerpo cedió, caí de rodillas y posteriormente sobre mi espalda, el arco, aún en mi mano, se convirtió de nuevo en un brazalete dorado, de esos que son gruesos y pueden ajustarse al aplastarse y abrirse. El brazalete se ajusto a mi muñeca con un pequeño resplandor y una brisa cálida me llegó.
Sentía tanto dolor y paz por igual, que ya me daba lo mismo si me moría o no.
Lo último que mis cansados ojos divisaron, fue el cielo nocturno lleno de estrellas y una luz resplandeciendo encima de su cabeza, casi juré que era la luna o el sol, pero lucía diferente, no distinguí la forma, solo el color dorado sobre mí. Las sombras a mi alrededor se inclinaron sobre mí, entre susurros y jadeos sorprendidos, eran personas, niños.
A partir de ahí, comenzaría mi vida como una mestiza.
....
Mira, yo nunca quise ser una mestiza. Esta es la vida que me toco, pero siento la obligación de advertirte. Si algo de lo que estas por leer te es familiar o te sientes identificado con lo que vivimos, cierra la pagina inmediatamente y olvídate de esto, cree en la mentira que te contó alguno de tus padres sobre tu nacimiento. Por que quizás seas uno de nosotros y ser un mestizo no es algo fácil.
¿Sigues aquí? Bueno. No digas que no te lo advertí.
Por que entre más pronto tu lo sepas, más pronto te encontraran y entonces esto nunca terminara. Tal vez no puedas leer bien, quizás eres disléxico o te han diagnosticado con THDA o creen que eres diferente. Quieren medicarte, quieren encerrarte. Si decides seguir leyendo después de esto y estas listo para saber lo que los dioses quieren decirte, entonces te aconsejo que vengas a buscarnos.
Estamos esperándote.
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