No era como si los celos hayan manipulado a Nayeon, y por ello haya cogido las llaves del carro, se montara en este y condujera hasta el trabajo de su amada chica. Solo la recogería, era un gesto noble.

¿Cualquiera haría eso por su pareja, no es así?

Eran casi diez minutos en vehículo hasta llegar al edificio de la corporación donde Mina supuestamente ya debió haber salido; Nayeon estacionó el coche frente a este y tomó un largo suspiro antes de dirigir su vista a su izquierda, mirando atentamente la entrada principal.

Sus labios se curvaron en una alegre sonrisa al ver a la japonesa cruzar las puertas de vidrio, como eran casi las siete de la noche los postes de luz y las del edificio ya se habían encendido, pero era el suficiente reflejo para iluminar la simpática sonrisa de dientes y encías que Mina tenía en su rostro.

Pero había un detalle que causaba esa linda característica en Myoui, pues a su lado, una linda rubia de piel ligeramente bronceada reía bien agarrada del brazo de la más alta.

Y pues Mina, estaba tan cómoda con aquello.

Nayeon frunció el ceño y quitó las llaves del vehículo, dispuesta a salir de este y hacer su acto de presencia.

La palida alzó la vista y se sorprendió al ver a la coreana; aunque estaba del otro lado de la calle pudo notar una resplandeciente sonrisa que antes no había visto en la mayor.

──Oh, lo lamento Momo, creo que debes cancelar con las demás el plan que teníamos ahora. ──la mayor la miró extrañada.

──¿Por qué? Ya íbamos a coger el taxi, de repente has cambiado de opinión así no más.

Mina negó de inmediato. ──mi novia ha venido a recogerme. ──hizo un ligero gesto con la cabeza señalando a la pelirroja al frente. Momo se impresionó.

Pensó que la chica era igual de bonita que Mina, y mirándolo bien se acoplaban muy bien como una pareja. Le pareció tierno el gesto de la coreana al venir a recoger a Myoui al término de su jornada laboral.

──Uh, ya veo, entonces será para otro día, supongo. ──Hirai palmeó el hombro de la menor. ──por cierto, linda chica tu novia, cuídala, nunca sabes que gatas puedan intentar quitártela.

Mina rió negando y agitó su mano despidiéndose de su amiga, quien siguió su camino hasta encontrarse con un trío de chicas en una parada de buses.