☆ | Capítulo 9
La música resonaba en la casa de Momo, donde luces de colores y risas llenaban cada rincón. Mina llegó con el corazón acelerado, sintiendo que todo se jugaba esa noche. Su mirada recorrió la sala, buscando a Chaeyoung entre la multitud. La encontró en la barra de tragos, con una copa en la mano y una expresión que le dolió más de lo que esperaba.
Chaeyoung estaba apoyada contra la barra, mirando distraída hacia la pista de baile. Había algo en su postura que la hacía parecer más pequeña, como si el peso de la semana la hubiera aplastado. Mina tragó saliva y avanzó, sabiendo que no podía retroceder.
— Chaeyoung — llamó, apenas audible sobre el ruido.
Chaeyoung la miró de reojo, pero no respondió. Dio un sorbo largo a su copa, como si Mina no estuviera allí.
— Necesitamos hablar — insistió Mina, acercándose más.
— ¿Hablar? — Chaeyoung soltó una risa seca, sin apartar la vista de su copa. — ¿No pasaste toda la semana evitando eso? ¿Por qué ahora sí?
Mina sintió un nudo en la garganta.
— Lo sé, y lo siento. Pero por favor, no hagamos esto aquí.
— ¿Hacer qué? — Chaeyoung la miró finalmente, sus ojos ligeramente vidriosos por el alcohol.
— ¿Dejar que me digas lo que quieres y luego desaparecer otra vez?
— Chaeyoung, no vine a discutir. Por favor, solo... ven conmigo. Necesitamos hablar con calma.
Chaeyoung la observó por un momento, su mirada indecisa. Finalmente suspiró, dejando su copa en la barra.
— Está bien, pero esto no va a cambiar nada, Mina.
Mina asintió, tratando de mantener la calma. La guió hacia el segundo piso, donde el bullicio de la fiesta se desvanecía con cada escalón. Entraron en la habitación de Momo, y Mina giró el pestillo tras ellas, asegurándose de que no las interrumpieran.
Chaeyoung se cruzó de brazos, apoyándose contra el escritorio.
— Habla.
Mina tomó aire, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
— Primero, quiero decir que lamento mucho cómo te traté. No debí haberte dicho esas cosas ni alejarme de ti. Fue egoísta y cobarde de mi parte.
Chaeyoung la miró con escepticismo.
— ¿Entonces por qué lo hiciste?
— Porque tenía miedo — Mina dio un paso hacia ella, su voz temblorosa. — No sabía cómo manejar lo que pasó entre nosotras, lo que significó ese beso... y lo que significas tú para mí.
Chaeyoung bajó la mirada, mordiéndose el labio.
— ¿Y qué significa para ti?
Mina se acercó más, tomando suavemente las manos de Chaeyoung entre las suyas.
— Significa que me importas más de lo que estaba dispuesta a admitir. Significa que lo que tenemos no es una simple amistad, y que por mucho que lo intenté, no puedo ignorarlo.
Chaeyoung alzó la mirada, sus ojos buscando alguna señal de duda en los de Mina.
— ¿Entonces por qué me apartaste? — preguntó en un susurro. — ¿Por qué me lastimaste de esa manera?
Mina apretó más sus manos, con los ojos llenos de culpa.
— No quería lastimarte, Chaeyoung — su voz era un hilo. — Pero lo hice, lo sé. Y no porque no me importaras, sino porque me importabas demasiado.
Chaeyoung soltó un suspiro tembloroso, apartando sus manos para frotarse la cara.
— No es justo, Mina. Pasé toda la semana pensando que no te importaba, que ese beso no significó nada para ti.
— Significó todo — interrumpió Mina, con urgencia. — Ese beso me hizo darme cuenta de lo que siento por ti. Por eso me asusté tanto.
Chaeyoung la miró con los ojos ligeramente húmedos.
— Entonces, ¿qué hacemos ahora?
— Hacer esto bien — respondió Mina. Con cuidado, posó sus manos en los muslos de Chaeyoung y la alzó, sentándola en el escritorio mientras mantenía sus manos en sus piernas.
Chaeyoung se tensó al principio, pero no se apartó. Mina aprovechó para acercarse, juntando suavemente su frente con la de Chaeyoung.
— Estoy aquí, Chaeyoung. Estoy contigo.
Chaeyoung cerró los ojos, dejando escapar un suspiro largo.
— Esto no va a ser fácil, Mina.
— No tiene que serlo — Mina acarició suavemente su mejilla. — Solo quiero intentarlo. Y quiero empezar por algo sencillo.
Chaeyoung abrió los ojos, su mirada confusa pero esperanzada.
— ¿Sencillo?
— Quiero invitarte a una cita — dijo Mina, sonriendo con ternura. — Quiero que este sea nuestro comienzo, sin miedo, sin remordimientos.
Chaeyoung parpadeó sorprendida, pero una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
— ¿En serio? ¿Quieres invitarme a salir?
— Sí — Mina rió suavemente, sus manos deslizándose para sostener las de Chaeyoung.
— Porque quiero demostrarte que estoy dispuesta a hacerlo bien esta vez.
Sin decir más, Mina acercó lentamente sus labios a los de Chaeyoung. El beso fue suave, pausado, lleno de amor. Chaeyoung sonrió contra sus labios, y Mina sintió cómo la tensión entre ellas se desvanecía por completo.
Cuando el beso terminó, ambas se miraron con un brillo en los ojos que no habían compartido antes.
— Te amo, Mina — murmuró Chaeyoung, su voz cargada de emoción.
— Yo también te amo, Chaeyoung — Mina le acarició la mejilla con ternura. — Este beso... este sí es real. Sin miedo, sin remordimientos.
Y con esas palabras, ambas supieron que ese era el inicio de algo verdadero, algo por lo que valía la pena luchar.
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