La semana se sintió interminable para Mina. Desde el beso y la discusión con Chaeyoung, había hecho todo lo posible por evitarla. Aunque se cruzaban en los pasillos, Mina mantenía la cabeza baja, pretendiendo no notar cómo la mirada de Chaeyoung la seguía, cargada de tristeza. Era evidente que algo estaba mal, pero el miedo de enfrentar sus propios sentimientos la mantenía alejada.

El viernes, mientras organizaba unos papeles en la sala de profesores, Momo entró con su característico aire despreocupado, pero su tono cambió al instante al ver la expresión tensa de Mina.

— ¿Qué pasa contigo? — preguntó, cruzándose de brazos. — Y más importante, ¿qué pasa con Chaeyoung? La he visto toda la semana decaída, casi ni habla.

Mina suspiró, sabiendo que no podría esquivar el tema por más tiempo. Momo era perceptiva, y mentirle no tenía sentido.

— Tuvimos una discusión... después de algo que pasó.

— ¿Algo? — Momo levantó una ceja, claramente esperando más detalles.

— Nos besamos... — confesó Mina con voz temblorosa. — Y después... bueno, las cosas se complicaron.

Momo parpadeó, sorprendida, pero pronto frunció el ceño con desaprobación.

— ¿Complicaron cómo?

— Le dije cosas que no debería y luego me alejé de ella. No he tenido el valor de hablarle en toda la semana.

— ¿Alejarte? — Momo dejó escapar un suspiro frustrado. — Mina, ¿qué demonios estás haciendo?

— No sé cómo lidiar con esto — Mina se dejó caer en la silla, sintiendo que el peso de sus emociones finalmente la aplastaba. — Es complicado, Momo.

— No, no lo es — Momo se inclinó hacia ella, su tono firme. — El problema aquí es que tú lo haces complicado. ¿Por qué no puedes aceptar que te importa? ¿Es tan difícil?

— Claro que es difícil — replicó Mina, su voz apenas un susurro. — No quiero arruinar lo que tenemos.

— Mina, ya lo arruinaste — Momo la miró directamente, sus palabras cortantes pero necesarias. — Si sigues pretendiendo que son solo amigas, nunca vas a ser feliz. Ustedes no son solo mejores amigas; quieren algo más, pero tienen tanto miedo que ni siquiera son capaces de admitirlo.

Mina se quedó en silencio, sintiendo el golpe de la verdad en las palabras de Momo.

— Mira, esta noche hay una fiesta — continuó Momo, suavizando su tono. — Chaeyoung va a estar ahí. Es tu oportunidad para arreglar las cosas. Hablen, sé sincera con ella.

— ¿Y qué se supone que le diga? — preguntó Mina, insegura.

— ¿Mina, a ti te falla? Dile lo que sientes, Mina. No más excusas. Y ojalá, por una vez en tu vida, tengas el valor de invitarla a una cita. Si realmente quieres arreglar las cosas, empieza por ahí.

Mina levantó la mirada hacia Momo, sorprendida por la intensidad de sus palabras.

— ¿Una cita?

— Sí, una cita. No creas pedirle ser tu novia esta misma noche — Momo sonrió, dándole un ligero golpe en el hombro. — ¿Qué es lo peor que podría pasar en la cita?

Mina no respondió, pero por primera vez en días, sintió una chispa de esperanza. Tal vez Momo tenía razón. No podía seguir huyendo. Era hora de enfrentar lo que sentía.