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20

Lisa no entendía cómo había terminado en aquella fiesta. Bueno, sí entendía: Rosé, Seulgi y Jungkook no le dieron opción. Según ellos, era "la oportunidad perfecta" para seguir provocando a Jennie y, en sus palabras exactas, "hacerla arder en sus propios celos".

—Recuerda el plan, Lisa —le advirtió Seulgi mientras entraban a la casa llena de luces parpadeantes y música atronadora—. Habla con otras chicas, baila, diviértete... Y sobre todo, ignora a Jennie.

—¿Y si Jennie no viene? —preguntó Lisa, con un poco más de esperanza de la que admitiría.

—Por favor, es Jennie Kim. No se perdería la oportunidad de marcar territorio. —Rosé rió, empujándola suavemente hacia el interior—. Ahora, a calentar el ambiente.

Lisa resopló, pero se dejó guiar. ¿Qué tan difícil podía ser?

La respuesta llegó veinte minutos después, cuando Jennie Kim cruzó la puerta.

Lisa la vio en el momento exacto en que entró. Jennie, con una chaqueta de cuero ajustada sobre un mini vestido negro que no dejaba absolutamente nada a la imaginación, irradiaba peligro y deseo. Y, por supuesto, no estaba sola. Seulgi chasqueó la lengua.

—Mala noticia: trajo a Jaehyun —murmuró.

Lisa sintió un golpe inesperado en el estómago al verlo. Claro, Jaehyun, el chico perfecto con sonrisa de anuncio. ¿Por qué no?

—Tranquila —susurró Rosé—. Ese tipo no es competencia.

—No me importa —mintió Lisa, aunque sus ojos no dejaban de seguir a Jennie, quien, para su desgracia, también la había localizado.

Y como si no fuera suficiente, Jennie le sonrió. Una sonrisa lenta, con un toque de desafío. Lisa supo en ese instante que la guerra estaba oficialmente declarada.

—¿Quieres bailar? —Una chica alta y de cabello oscuro se acercó a Lisa con una sonrisa coqueta.

Lisa dudó por un segundo. Sabía que esto era parte del plan, pero la mirada de Jennie desde el otro lado de la habitación la quemaba viva. A la mierda.

—Claro —respondió, tomando la mano de la chica y dejándose arrastrar a la pista.

El ritmo de la música era lento y provocador. La chica deslizó sus brazos alrededor del cuello de Lisa, acercándola más de lo necesario.

—Eres más guapa en persona —susurró, sonriendo de forma insinuante.

Lisa intentó concentrarse en la chica, en el plan, en cualquier cosa que no fueran las piernas interminables de Jennie cruzadas con desdén en un sillón. Pero, como siempre, el universo tenía otros planes.

—¿Te estás divirtiendo? —La voz familiar y peligrosa de Jennie se filtró detrás de ella.

Lisa se giró con lentitud. Jennie estaba demasiado cerca, con un brillo peligroso en los ojos.

—Bastante. —Lisa sonrió, intentando sonar relajada—. ¿Y tú? Veo que trajiste compañía. ¿No deberías estar con él?

Jennie ladeó la cabeza, como si la pregunta le divirtiera.

—Jaehyun no es importante. Pero... parece que tú sí tienes las manos ocupadas. —Su mirada se deslizó con intención al brazo de la chica, aún alrededor del cuello de Lisa.

La chica, sintiendo la tensión, soltó una risa incómoda.

—Voy por una bebida —dijo antes de desaparecer.

—¿La espantaste? —se burló Lisa, cruzándose de brazos.

Jennie dio un paso más, reduciendo la distancia hasta que sus cuerpos casi se rozaban.

—Tal vez. No me gusta compartir.

Lisa sintió que su autocontrol se desmoronaba rápidamente.

—¿Y qué quieres, Jennie? ¿Solo jugar conmigo cuando te da la gana? —susurró, sus palabras saliendo antes de poder detenerse.

Por un momento, la arrogancia de Jennie se quebró. Sus ojos brillaron con algo más profundo. Algo real.

—No estoy jugando, Lisa. —La confesión fue baja, apenas audible por encima de la música, pero Lisa la sintió en cada fibra de su cuerpo.

Jennie levantó una mano y, con una lentitud devastadora, deslizó los dedos por el cuello de Lisa, bajando por su clavícula.

—¿Entonces qué estamos haciendo? —preguntó Lisa, casi sin aliento.

—Estoy... —Jennie se inclinó hasta que sus labios rozaron el lóbulo de su oreja—... reclamando lo que es mío.

Lisa estaba a punto de perder el control, de tirar la toalla y besarla ahí mismo, cuando—

—¡Lisa! —Jungkook llegó como un tornado, interrumpiendo el momento. Jennie soltó una maldición baja.

—¿Qué? —respondió Lisa, girándose con fastidio.

—Necesito tu ayuda. En serio, es urgente. —Su expresión fue lo bastante convincente para que Lisa lo siguiera, aunque cada parte de ella quería quedarse con Jennie.

—¿Qué pasa? —exigió Lisa cuando llegaron a la cocina.

—Nada. Te estoy salvando de cometer una estupidez. —Jungkook sonrió, apoyándose en la mesa—. ¿Vas a agradecerme o qué?

Lisa lo fulminó con la mirada, cruzándose de brazos.

—¿Salvarme? Estaba perfectamente bien.

—Claro, porque casi te comes a Jennie Kim frente a todo el mundo. —Seulgi apareció con una rebanada de pizza en la mano—. Admito que fue entretenido, pero ¿quieres un consejo, Lice? Deja de huir. No engañas a nadie.

—¿Huir? —Lisa soltó una risa incrédula—. No estoy huyendo, solo... —Se detuvo, buscando una excusa decente—. Estoy siendo racional.

—Lisa, cariño —Rosé entró con una copa en la mano y una sonrisa divertida—. Te conozco desde hace años, y si algo no eres cuando se trata de Jennie, es racional.

Lisa suspiró, pasándose una mano por el cabello.

—Es complicado, ¿vale? Jennie me vuelve loca. Un día me ignora, al siguiente aparece en mi casa, me besa en la biblioteca, me dice que soy suya, y ahora... esto. ¿Qué se supone que haga con todo eso?

Jungkook se rió bajo.

—Tal vez, no lo pienses tanto. Porque, créeme, Kim no es de las que persigue a cualquiera. Si te quiere, te quiere.

—¿Y si solo está jugando? —preguntó Lisa, su voz más vulnerable de lo que le gustaba.

—¿Te parece que está jugando? —Seulgi levantó una ceja—. Porque a mí me parece que te está marcando como un maldito trofeo.

Lisa dejó caer la cabeza contra la mesa con un suspiro frustrado.

—Estoy perdida, ¿verdad?

—Totalmente. —Rosé sonrió, dándole unas palmaditas en la cabeza.

Mientras Lisa intentaba aclarar su mente, Jennie estaba perdiendo la paciencia en la pista de baile. Desde que Lisa desapareció con Jungkook, no había dejado de buscarla con la mirada.

Jaehyun, por otro lado, hablaba sin parar, pero Jennie no escuchaba nada. Su atención estaba clavada en la cocina, donde sabía que Lisa se había refugiado con sus amigos.

—Jennie, ¿estás escuchando? —Jaehyun tocó su brazo suavemente, trayéndola de vuelta a la realidad.

—¿Eh? Ah... sí. Claro. —Forzó una sonrisa, pero ya no tenía la energía para seguir fingiendo.

—¿Por qué no salimos a tomar aire? —sugirió él, inclinándose un poco más cerca.

Y eso fue todo. Jennie no lo pensó dos veces.

—No puedo. —Su voz fue firme, directa. Jaehyun frunció el ceño.

—¿Por qué no?

Jennie esbozó una sonrisa ladeada.

—Porque no eres Lisa.

Y sin más, se alejó de él, decidida a encontrar a la única persona que realmente quería.

Lisa estaba terminando su tercer pedazo de pizza cuando Jennie irrumpió en la cocina como un huracán.

—Tú, ven aquí. —Jennie la señaló con un dedo, sin molestarse en saludar a los demás.

—¿Perdón? —Lisa parpadeó, todavía con un pedazo de pizza a medio morder.

—Dije. Ven. Aquí. —Jennie no esperó respuesta, solo giró y salió de la cocina como si supiera que Lisa la seguiría.

Rosé soltó un silbido bajo.

—Vas a morir, pero de una manera muy divertida.

—Cállate. —Lisa dejó la pizza y se levantó, siguiendo a Jennie.

Jennie la llevó a una habitación vacía en el segundo piso, cerrando la puerta con un clic silencioso antes de volverse a enfrentarla.

—¿Qué demonios te pasa? —disparó Lisa, cruzándose de brazos—. ¿Por qué me arrastras aquí como si—?

—Cállate. —Jennie la interrumpió, caminando hacia ella con una intensidad peligrosa—. Deja de hablar, Lisa.

Lisa retrocedió hasta que su espalda chocó con la pared.

—¿Por qué? ¿Vas a matarme? Porque siento que—

—Voy a besarte. —Jennie la miró como si no hubiera otra opción—. Y no voy a dejar que me detengas esta vez.

—¿Quién dijo que quiero detenerte? —susurró Lisa, su corazón martillando contra su pecho.

Eso fue todo lo que Jennie necesitó.

En un segundo, cerró la distancia entre ellas, atrapando los labios de Lisa con los suyos en un beso profundo, desesperado. No hubo gentileza esta vez, no hubo vacilaciones. Solo el choque de dos fuerzas que llevaban demasiado tiempo retenidas.

Lisa gimió suavemente contra su boca cuando Jennie deslizó una mano por su cintura, atrayéndola más cerca. Todo en ella ardía: la forma en que Jennie la sostenía, la manera en que sus labios exigían más, como si no fuera suficiente.

—No quiero que bailes con nadie más. —Jennie habló contra sus labios, su respiración acelerada—. No quiero que expliques matemáticas a nadie más. No quiero... —Se interrumpió, dejando un beso húmedo en el cuello de Lisa—... que me ignores.

Lisa rió suavemente, deslizando sus manos por la cintura de Jennie hasta enredarlas en su cabello.

—¿Eso es una confesión, Kim?

—Es una amenaza. —Jennie la mordió suavemente, arrancándole un jadeo.

Lisa estaba perdida. Perdida en el olor a vainilla de Jennie, en la calidez de su piel, en la forma en que sus cuerpos encajaban como si estuvieran hechos el uno para el otro.

—¿Sabes qué? —susurró Lisa, dejando un beso en la línea de la mandíbula de Jennie—. Me gusta cuando te pones celosa.

—No me hagas rogarte, Manobal. —Jennie la empujó suavemente contra la pared, clavando sus ojos oscuros en los de Lisa—. Porque ya no pienso alejarme.

Y por primera vez, Lisa tampoco quería que lo hiciera.

Al bajar de la habitación, ambas se veían un poco desordenadas, con los labios rojos e hinchados. Jungkook, Rosé y Seulgi estaban esperándolas en las escaleras, y al verlas, Jisoo no pudo evitar soltar una carcajada.

—Bueno, bueno... —Jungkook sonrió con picardía—. ¿Divertido el "paseo", chicas?

Lisa solo les dedicó una mirada de advertencia mientras Jennie, con su típica arrogancia, entrelazaba sus dedos con los de ella.

—No tienen idea. —Jennie sonrió, tirando suavemente de Lisa para regresar a la fiesta.

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