
09
El siguiente miércoles, después de su tutoría habitual, Jennie decidió dar un paso más en su intento de acercarse a Lisa. Ya había comprendido que con palabras no lograría mucho; Lisa era práctica, racional, y sobre todo, desconfiada. Si quería que la pelinegra bajara la guardia, debía demostrarle con acciones que iba en serio.
Al final de la tutoría, cuando Lisa guardaba sus cosas con calma, Jennie habló:
—¿Qué haces los fines de semana?
Lisa levantó la mirada, claramente desconcertada por la pregunta.
—¿Por qué?
Jennie sonrió, intentando sonar casual, aunque su corazón latía con fuerza. —Porque pensé que podríamos salir juntas. Ya sabes, hacer algo divertido.
Lisa frunció el ceño. —¿Salir juntas?
—Sí, como amigas... o algo así. —Jennie se mordió el labio, nerviosa pero decidida.
Lisa suspiró, cerrando su mochila. —Jennie, tú y yo no vivimos en el mismo mundo. Lo que tú consideras "divertido" probablemente sea lo opuesto a lo que yo disfruto.
—¿Qué te hace pensar eso? —preguntó Jennie, apoyándose en la mesa mientras la observaba con curiosidad.
Lisa la miró con incredulidad. —Tú eres... Jennie Kim. La chica popular que va a todas las fiestas, que tiene cientos de amigos y seguidores. Yo soy... bueno, la nerd que pasa los fines de semana jugando videojuegos y viendo anime. No creo que tengamos mucho en común.
Jennie dejó escapar una pequeña risa. —No te subestimes, Lisa. Tal vez me sorprendas.
Lisa parecía a punto de replicar, pero algo en la expresión de Jennie la hizo detenerse. Había algo diferente en ella, algo genuino que no encajaba con la imagen que Lisa tenía de la castaña.
—Está bien —dijo finalmente, con un leve suspiro—. Pero si vamos a salir, será algo que yo elija.
Los ojos de Jennie brillaron con entusiasmo. —¡Trato hecho!
Lisa, todavía incrédula, agregó: —No me culpes si no te gusta.
—No lo haré —prometió Jennie, sonriendo ampliamente.
El sábado por la tarde, Jennie se encontró frente a un pequeño café temático en una zona tranquila de la ciudad. El lugar estaba decorado con posters de anime, figuras de colección, y una máquina de arcade en una esquina. Definitivamente no era el tipo de lugar al que solía ir, pero eso no le molestaba.
Lisa ya estaba allí, sentada en una mesa cerca de la ventana. Vestía su habitual sudadera negra y jeans, con un gorro que cubría parte de su cabello oscuro. Al verla, Jennie sintió una extraña calidez en el pecho.
—Llegaste puntual —comentó Lisa cuando Jennie tomó asiento frente a ella.
—No quería que pensaras que me tomo esto a la ligera —respondió Jennie con una sonrisa.
Lisa asintió, claramente aún un poco escéptica. —¿Seguro que estás cómoda aquí?
Jennie miró a su alrededor y luego volvió a Lisa. —Es diferente, pero me gusta. Además, estoy aquí por ti, no por el lugar.
Lisa desvió la mirada, incómoda con la sinceridad de Jennie. Se sentía como si estuviera perdiendo control sobre la situación, pero al mismo tiempo, una parte de ella estaba intrigada por el esfuerzo de la castaña.
Después de pedir sus bebidas, Lisa comenzó a hablar sobre algunos de los animes que se proyectaban en las pantallas del café. Al principio, Jennie sólo escuchaba, tratando de entender un mundo que le resultaba completamente ajeno. Pero cuanto más hablaba Lisa, más notaba Jennie la pasión en su voz, la forma en que sus ojos brillaban cuando mencionaba sus series favoritas.
—Entonces, ¿te gustan las historias donde el protagonista supera desafíos imposibles? —preguntó Jennie después de que Lisa terminara de describir una trama.
Lisa asintió. —Sí, me inspiran. Me recuerdan que incluso cuando las cosas parecen imposibles, siempre hay una forma de seguir adelante.
Jennie la observó en silencio por un momento, impresionada por la profundidad de su respuesta. —Eres más interesante de lo que pensaba.
Lisa arqueó una ceja, intentando ocultar una sonrisa. —¿Eso es un cumplido?
—Por supuesto que lo es —respondió Jennie, inclinándose un poco hacia ella—. Y creo que me gusta descubrir cosas nuevas sobre ti.
Lisa no respondió de inmediato, pero sus mejillas adquirieron un leve tono rosado.
Al salir del café, Jennie caminaba junto a Lisa bajo el tenue brillo de las luces de la calle. Habían pasado más tiempo del que esperaban, pero ninguna de las dos parecía molesta por ello.
—Gracias por invitarme —dijo Jennie de repente.
Lisa se detuvo y la miró. —¿A este lugar?
—A tu mundo —aclaró Jennie, sonriendo suavemente.
Lisa no supo qué responder. Por primera vez, sintió que Jennie realmente intentaba conocerla, no sólo impresionarla. Tal vez, sólo tal vez, había algo de verdad en sus palabras.
Mientras se despedían, Lisa no pudo evitar quedarse un rato más en el mismo lugar, observando a Jennie alejarse. Había algo en la castaña que estaba empezando a romper sus barreras.
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