Al día siguiente, Jennie caminaba por los pasillos de la escuela con su habitual aire de confianza, como si no hubiera un solo problema en el mundo que pudiera tocarla. Sin embargo, en su interior, la declaración que había hecho en la cafetería seguía resonando en su mente.
¿Qué tan loca estaba realmente?
—Jen, ¿estás segura de lo que hiciste ayer? —preguntó Jisoo, alcanzándola mientras se dirigían a su primera clase del día.
Jennie giró su cabeza hacia ella, levantando una ceja. —¿Por qué? ¿Acaso dudas de mí?
—No es eso —dijo Jisoo rápidamente—. Es sólo que Lisa Manobal no es como las otras chicas. No se va a desmoronar sólo porque dijiste que es tuya. De hecho, me sorprendería si no planea algo en respuesta.
Jennie sonrió con picardía. —Eso es lo que hace esto más interesante, ¿no crees? Además, nadie dice que no cuando Jennie Kim quiere algo.
Jisoo negó con la cabeza, una sonrisa divertida en sus labios. —Sólo no te metas en problemas que no puedas manejar.
—¿Problemas? —Jennie se detuvo frente a la puerta del aula, girando sobre sus talones para enfrentarse a su amiga—. Si esto se convierte en un problema, entonces Lisa Manobal es más interesante de lo que pensaba.
Con esa nota, Jennie entró en la clase, dejando a Jisoo sacudiendo la cabeza con una mezcla de preocupación y admiración. El día apenas comenzaba, pero tanto Lisa como Jennie sabían que estaban en medio de algo mucho más grande de lo que cualquiera de ellas había anticipado.
El día transcurrió de manera casi normal, al menos para los estándares de Jennie Kim. Las clases pasaban en un suspiro, pero su mente estaba ocupada con pensamientos que no tenían nada que ver con los temas que se enseñaban. En su cabeza, cada movimiento, cada mirada y cada gesto de Lisa Manobal eran analizados minuciosamente, como si intentara desentrañar el enigma que la pelinegra representaba para ella.
Mientras tanto, Lisa también tenía mucho en qué pensar. El grupo de amigos había pasado la noche discutiendo estrategias, y aunque la idea principal era no ceder ante el juego de Jennie, en el fondo, algo en ella sentía curiosidad. ¿Qué tan lejos llegaría Jennie Kim por algo que claramente no entendía? ¿O era que ella misma estaba empezando a entender más de lo que quería admitir?
Cuando llegó la hora del almuerzo, el ambiente en la cafetería era palpable. Todos los ojos estaban puestos en Jennie, esperando ver qué haría después de su declaración pública el día anterior. Sin embargo, la castaña no parecía afectada en lo más mínimo. Caminó hacia su mesa habitual, rodeada de su grupo de amigas, y se sentó con una sonrisa tranquila.
—Parece que todos están esperando algo de mí —murmuró Jennie mientras colocaba su bandeja frente a ella.
Nayeon, sentada a su derecha, le lanzó una mirada significativa. —Bueno, después de lo que hiciste ayer, no es de extrañar. La mitad de la escuela probablemente espera una pelea, y la otra mitad... bueno, también espera una pelea.
—O algo más —añadió Joohyun con una sonrisa pícara—. ¿Quién sabe? Tal vez esa nerd no sea tan fácil de conquistar como pensabas.
Jennie levantó una ceja, divertida. —Eso es lo que hace esto más emocionante, ¿no?
—Espero que sepas lo que estás haciendo —intervino Jisoo, que había estado escuchando en silencio. Su tono era más serio, reflejando la preocupación que todos sus amigas sentían pero que ninguno se atrevía a expresar abiertamente.
Jennie se limitó a sonreír mientras tomaba un sorbo de su bebida. —Confíen en mí, chicas. Tengo todo bajo control.
Pero justo cuando esas palabras salieron de su boca, la puerta de la cafetería se abrió y un grupo de estudiantes entró, liderado por nada menos que Lisa Manobal. La pelinegra caminaba con una confianza que casi igualaba la de Jennie, y por un breve momento, sus ojos se encontraron. Fue un segundo, tal vez menos, pero suficiente para que una corriente eléctrica recorriera la espina dorsal de Jennie.
Lisa no rompió el contacto visual. En cambio, esbozó una pequeña sonrisa antes de dirigir su atención a sus amigos y tomar asiento en una mesa al otro lado de la cafetería. Jennie sintió una mezcla de irritación y fascinación ante esa reacción inesperada.
—Bueno, eso fue... interesante —murmuró Sana, observando el intercambio silencioso entre ambas chicas.
—Más bien intrigante —corrigió Nayeon, su mirada también fija en Lisa—. Parece que no te tiene miedo, Jennie.
Jennie soltó una pequeña risa, una que no logró ocultar del todo su frustración. —No me tiene miedo porque no entiende con quién está tratando. Pero pronto lo hará.
Mientras las amigas de Jennie intercambiaban miradas preocupadas, la castaña se levantó de su asiento. No estaba dispuesta a dejar que Lisa ganara esta ronda tan fácilmente. Ignorando los murmullos que llenaban la cafetería, Jennie caminó decidida hacia la mesa de los nerds.
Lisa, que estaba en medio de una conversación con Jungkook, levantó la vista justo cuando Jennie llegó a su lado. Una vez más, el aire entre ellas pareció cargarse de electricidad, como si todo el mundo hubiera dejado de existir por un momento.
—¿Qué haces aquí, Kim? —preguntó Lisa con una calma que no coincidía con la intensidad en sus ojos.
Jennie sonrió, inclinándose ligeramente hacia ella. —Solo vine a asegurarme de que entendieras lo que dije ayer, Lisa. Eres mía, y no pienso darme por vencida.
Lisa levantó una ceja, inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado, como si estuviera evaluando a Jennie. Luego, con una sonrisa que Jennie no pudo interpretar, respondió: —Ni lo sueñes, Kim. No soy tan fácil.
Con esa declaración, Lisa volvió a su conversación, ignorando deliberadamente a Jennie. La castaña sintió un breve estallido de rabia mezclado con admiración, pero se obligó a mantener la compostura. No iba a dejar que Lisa tuviera la última palabra.
—Veremos cuánto dura eso, Manobal —dijo antes de darse la vuelta y regresar a su mesa.
Cuando se sentó nuevamente, sus amigas la miraban con una mezcla de sorpresa y respeto. Jennie simplemente sonrió para sí misma. El juego estaba en marcha, y no tenía la intención de perder. No con Lisa Manobal, no con nadie.
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