─S-Sakura, basta por favor ─pidió la pelinegra débilmente, sus manos sostenían la larga cabellera chocolate de la japonesa y su boca soltaba leves suspiros.

La mayor estaba dejando un largo recorrido de besos en cuello, humedeciendo cada punto y tocando ese punto sensible en la piel de la pálida. ─mmh... Ni un por favor, cariño. ─respondió por fin, alzando la vista hacia su pareja, quien entrecerraba la suya y con esfuerzo hizo contacto visual con ella.

─Kkura, debo ir a trabajar y-

─¿"Y"? ─replicó la mayor desafiante, mordiendo su labio y acomodándose más provocativa sobre el regazo de la japonesa menor. ─¿qué problema hay entre mis besos y tu trabajo, amorcito? ─dibujó un puchero en sus labios.

Kazuha tragó fuerte al sentir como el trasero de la castaña se meneaba ligero y amenazante sobre su regazo.

Aquella mujer sabía perfectamente lo que hacía. Realmente lo hacía.

─Oh, cariño ─Nakamura la tomó por la cintura y acercó su rostro tan cerca de ella, sus alimentos podían sentirse a milímetros del otro; tener las manos de la pelinegra sobre ella solo provocaban en Sakura esa sensación sumisa. ─, hoy no será el día. ─fue así como la menor le dedicó una última sonrisa y sin previo aviso la apartó de su regazo mandándola a un lado del sofá.

Miyawaki la miró decepcionada y algo confundida a la vez. ─p-pero...

─Perdóname, preciosa. Te lo recompensaré luego. ─buscó su abrigo para antes de salir, y echo un beso volador hasta su amada chica.

Nakamura salió por la puerta, dejando a una Sakura caliente y entristecida en el mueble de su hogar.

Ella realmente esperaba que las cosas subieran de nivel.

*

Créditos a kiuthlyz por permitirme adaptar su historia.