- 41 -
Cada día me siento un poco más yo misma. No sé si es la medicación, el apoyo de mis amigos o todo junto, pero creo que estoy avanzando por primera vez en años.
Lo sé porque hoy acabo de ir a recoger la nueva funda para la prótesis y me la he puesto en la misma tienda, permitiendo que el dependiente pudiese enseñarme a colocarla con Ahn delante. Y no me ha importado.
Lo sé porque, aunque llevo mis pantalones de campana, Ahn ha insistido en que una prótesis tan bonita tiene que poder verse, y ha decidido ir de compras. Lo sé porque he aceptado.
Lo sé porque ahora estoy en el probador rodeada de vestidos y faldas cortas que llevo ya casi cinco años sin ponerme. Y aunque tengo miedo, lo estoy haciendo. He decidido quitarme los pantalones y mirarme en el espejo tal cual estoy, con mi pierna de metal —ahora recubierta por una bonita funda morada (del mismo tono que Jungkook empleó para pintar mi pierna falsa) con agujeritos en forma de flores— y en bragas.
Lo sé porque no tengo tantas ganas de taparla como antes, sino de enseñarla. Me gustaría que la gente observase lo que yo ahora estoy viendo: que está bien. Que es bonita y que también es mía. Y aunque todavía da miedo, sé que es un avance muy muy grande.
—¿Hye? ¿Necesitas una talla más grande? Que voy a por las que necesites.
—No, no. Un segundo —digo antes de coger una de las prendas que se agolpan en los percheros. Es una falda negra que, cuando me subo por las piernas, me doy cuenta de que cubre hasta el encaje. Deja al aire la rodilla de la prótesis, la funda y el tobillo y, aunque me siento expuesta, abro tímidamente la cortina del probador para que me amiga me vea. Suelta un silbido cuando lo hago.
—Guau. Queda mucho mejor de lo que me esperaba —admite llevándose una mano a la barbilla mientras analiza el vestuario—. Menos mal que hemos decidido cambiar esa funda horrenda, así puedes sacar a pasear esa pierna tan bonita que tienes.
—¿Cuál? —pregunto y Ahn sonríe un poco.
—La de carne y hueso. ¿Sabías que tenías las piernas bonitas antes del accidente?
—Sí, supongo. Me ponía muchas faldas y eso.
—Pues vamos a recuperar esa confianza, porque te quedan genial con la funda nueva. ¿Te gusta esa?
Me giro para mirarme en el espejo y poder comprobar que, efectivamente, me queda bien. El vuelo hace que mi cuerpo se vea más bonito y, como tapa la parte del encaje, no me parece que mis piernas estén tan desiguales como siempre me lo ha parecido.
—Sí, supongo.
—Venga: pruébate el resto, que tenemos más tiendas que mirar.
Al final Ahn y yo nos tiramos toda la mañana de una tienda a otra hasta que me he comprado un mínimo de diez atuendos que dejan al descubierto mis piernas. De hecho, Ahn insiste en que salga del establecimiento con uno puesto, pero a eso me niego.
—¿Por qué? —me pregunta—. Sé que es complicado, eh, pero pensaba que con la funda nueva...
—No es por la funda —digo negando con la cabeza—. Es porque.... Quiero que Jungkook lo vea primero.
Ella sonríe con toda la cara y entrelaza su brazo izquierdo y mi derecho con fuerza.
—Seguro que eso le anima para metértela de una vez —responde subiendo y bajando las cejas deprisa.
—¡Ahn! —me quejo.
La verdad es que desde el hospital, Ahn y yo hemos estrechado nuestra relación demasiado. Aunque a Sang es a la única a la que le cuento todo sin filtro, a Ahn le estoy contando (quizá) demasiadas cosas. Como que el otro día Jungkook y yo nos besamos, pero no pasó nada más porque él no quería.
En realidad, creo que se lo conté a las dos porque necesitaba entenderlo. Entender su rechazo. Y aunque Ahn no es psicóloga, la respuesta de ambas fue similar. Sang me dijo que Jungkook también necesita tiempo para poder avanzar. Que, igual que yo doy pasos cortitos con mi aceptación propia, él los da con nuestra relación. O lo que sea que tengamos.
Ahn, por el contrario, afirma rotundamente que ya somos "novios" otra vez y que Jungkook solo quiere darme espacio. Quiero creer que, en parte, es verdad; pero también sé que yo no necesito que me lo dé. ¿Por qué, si no, iba a rayarme tanto?
—¿Qué? —pregunta Ahn, haciéndome volver a la realidad—. Es verdad, ¿no dijiste que el otro día...?
—No lo repitas, por favor. Ahora lo veo bastante embarazoso.
—¿Embarazoso que todavía se le ponga dura al verte? Nena, eso es buena señal.
—No. Ya sabes... Que dijese que no... que no iba a cambiar nada.
—A ver, Hye. ¿Necesitas que te lo repita?
—Puede —respondo, y Ahn se para en mitad de la calle para sujetarme de los hombros.
—Jungkook quiere ir sobre seguro, reina —repite como tantas otras veces—. Cuando lo dejasteis estuvo bastante jodido, ¿vale? Y él no le dio a las pastillas ni nada de eso, o sea que se acuerda perfectamente. Pero sabe que tú sí, que lo pasaste mal, y no quiere que volváis a pasar por eso. Que vuelvas a pasarlo tú.
—¿Y si quiero?
—¿Se lo has dicho? ¿Que quieres arriesgarte otra vez? ¿Que le quieres? —pregunta, y yo niego y vuelvo a andar, así que Ahn se vuelve a enganchar a mi brazo para seguirme—. Entonces es imposible que lo sepa, nena.
—Pero le dije...
—Que querías follar, que no es lo mismo que decirle que quieres volver a intentarlo con él porque todavía le quieres.
—Bueno, más o menos lo hice —le digo con la boca pequeña.
—Hye, nena, parece que no conoces a Jungkook. Él no entiende las cosas a medias. Necesita que se lo digas claro y sin titubeos, ¿vale? Igual que me lo dices a mí, deberías hacerlo con él.
—Pero...
—¿Pero qué? ¿No estamos aprendiendo a ser valientes? —pregunta, y me mira directamente a los ojos. Yo miro al suelo—. Esto es más complicado que cambiarte los pantalones por una falda, ¿verdad?
—Mucho más —admito.
Siempre había pensado que toda mi inseguridad partía de mi pierna. Que mostrar el muñón o el metal a quienes no lo sabían me exponía un poco más. Pero ahora, después de toda la terapia y de ser sincera conmigo misma, me doy cuenta de que mi inseguridad viene desde mucho antes y que la pierna solo era un añadido. Que, en realidad, Yoongi ya se encargó de explotar esa parte cuando me engañó con mi mejor amiga y que por eso siempre le culpé a él cuando en realidad el problema era mío, por no quererme lo suficiente.
Creo que por eso mi relación con Jungkook siempre ha ido mal. Aunque yo pensase que iba bien, él siempre me dio mucho más que yo a él, y siempre lo supe. Con cada beso, cada te quiero no correspondido y cada vez que me masturbaba sin que yo pudiese hacer nada por él. Pero si quiero cambiar, también debo cambiar el modo que tengo de amar para empezar a hacerlo de verdad. Y eso implica no solo que me pueda ver el muñón. Significa que me vea por dentro, y eso es más difícil. Sobre todo, si lo que implican las palabras de Ahn es que lo diga en voz alta.
Llevo tanto tiempo escribiéndolo que pronunciarlo me da más miedo que nunca.
—Mira, vas a hacer una cosa. Cuando llegues a la residencia vas a ponerte una falda, enseñarle la nueva funda que tienes, le vas a decir la verdad y le vas a invitar a una cita.
—¿Qué verdad?
—Eso digo yo. ¿Qué te gustaría decirle, Hye?
Vuelve a pararse en mitad de la calle y una persona me da en el hombro, a punto de tirarme al suelo, pero por suerte Ahn reacciona antes y sigue andando, sujetándome con más firmeza para que no nos caigamos.
—Que... que le quiero —digo—. Y que quiero estar con él... otra vez.
—Muy bien. Vale. Después de eso sabes que Jungkook puede ponerse en plan paranoico, ¿verdad? Ya sabes: decirte un montón de cosas para ocultar que él también está cagado de miedo. ¿Vas a dejar que eso te impida lo que quieres hacer?
—No —admito.
—Esa es mi chica —contesta apretando mis mejillas, haciendo que bufe un poco—. Ahora te voy a dar el consejo de tu vida: ponte la falda negra con un top ajustado. Ahora mismo te dejo uno que tengo en mi armario que va de lujo. Así, al menos, si no funciona del todo podrás darte cuenta de que sigue sintiendo deseo sexual por ti porque no va a poder apartar la mirada de tus tetas.
—Ahn...
—Déjalo en mis manos, nena. Tú tranquila, que todo va a salir bien.
Jeon 007 Jungkook
¿Puedes venir a mi habitación?
16:30
Si tienes algo que hacer no, no pasa nada.
No quiero ser pesada.
Pero es que quiero enseñarte una cosa.
16:32
Bueno, no pasa nada. Mejor olvídalo. Te veo luego
16.35
Quitarme los vaqueros y ponerme el conjunto que Ahn ha escogido ha sido relativamente fácil. Es decir, Ahn ya me ha visto con la pierna y bueno, no me ha costado mucho. De hecho, cuando me miré en el espejo de cuerpo entero que tengo en la pared enfrente de la mesa de estudio, no me vi tan mal. El top plateado que Ahn me ha dejado hace que mis pechos se vean mucho más juntos y más redondos, y la falda me hace una cintura más fina. Parece también que tengo unas caderas más anchas y luego, si bajas la mirada, se ven mis piernas. El morado que Ahn ha escogido pega bastante con el tono lechoso de mi pierna, a la que lleva tanto tiempo sin darle el sol que creo que si pudiera saltaría de alegría porque el mundo pueda volver a verla. Aunque, como todavía hace frío, Ahn me ha dejado una media fina de color negro que se agarra a mi muslo. Aun así, encaja, como si ese fuese el estado natural de mi pierna.
Y pese a verme bien por primera vez en mucho tiempo (con un pintalabios granate que me ha dejado Ahn), es mucho más difícil cambiar lo que siento por cosas positivas.
Ahn ha estado una media de quince minutos adulándome y diciéndome que hoy follaba, pero sigo insegura. Con muchísimo miedo por si soy una plasta, por si en realidad (pese a todas las veces que Jungkook me ha dicho que me quiere) soy una carga. Por si solo lo está diciendo para hacerme sentir mejor. Por si no viene.
Creo que es en uno de esos arrebatos de pánico cuando me encierro en el baño, de nuevo, con el móvil, dispuesta a quitarme el disfraz antes de llamar a Ahn para decirle que no puedo hacerlo. Que es muy difícil y no estoy preparada. Y justo cuando estoy a punto de quitarme la media, lo escucho.
—¿Hye? ¿Estás ahí? Perdona por no haber llamado, pero...
—Sí. ¡Sí! Ya voy —digo muy nerviosa.
Si no es ahora, ¿cuándo?
Vuelvo a subirme la media a toda prisa y me miro en el diminuto espejo del baño. Ahí no se ve mi pierna, pero sigo viéndome bien. O eso creo. ¿Le gustará? A lo mejor no; nunca me ha visto así.
—¿Hye? ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? Me estoy preocupado.
"Venga. Fuerza. Tú puedes. Solo tienes que decirle... demasiadas cosas".
—Estoy bien, estoy bien. Dame un segundo.
Respiro un par de veces antes de abrir con cuidado la puerta del baño, asomando solo mi cabeza para comprobar que Jungkook está en mitad de mi habitación. Y hubiese sido más fácil si estuviese mirando a otra parte, pero tiene la vista fija en la puerta por la que me asomo. Noto que respira tranquilo cuando me ve salir un poquito. Y luego observo como frunce el ceño.
—Te has pintado los labios. ¿Vas a... salir?
No sé de dónde saco la fuerza para abrir la puerta por completo y mostrarme frente a él, lo que sí sé es que me siento un poco más fuerte cuando su voz se corta y la última palabra sale en un suspiro. Pero, sobre todo, me siento mejor cuando veo como su mirada me recorre de arriba abajo antes de quedarse parada en la prótesis.
—Eh... bueno yo...
—¿Eso... eso...?
—Ah, es la... sorpresa. Ahn me regaló una funda nueva y... Hemos ido de compras y...
—Estás preciosa —dice finalmente sin dejar de observar la funda. No puede despegar la vista de ahí, y yo no puedo hacerlo de su cara. De su nuez cuando traga saliva sonoramente. De sus ojos cuando vuelven a los míos para mirarme con intensidad—. Siempre supe... que te quedarían bien las faldas.
Lo dice un una diminutísima sonrisa nerviosa que no puedo evitar que se me contagie, aunque sigo de los nervios.
—¿T-te gusta? —Jungkook asiente y se acerca un pasito. Noto como, tal y como me ha dicho Ahn, su mirada viaja a mis pechos un segundo. Solo uno, porque enseguida vuelve a mis ojos, pero me doy cuenta de que lo ha hecho porque se pone un poco rojo.
—Sí, pero... ¿no vas a salir? Te has puesto muy guapa para... quedarte aquí encerrada.
—Iba a proponerte una cosa.
—¿Una cosa? —pregunta ladeando la cabeza.
—Una cita —digo muy deprisa, para que no me dé tiempo de arrepentirme y guardarme las palabras para mí. A Jungkook se le abren los ojos muchísimo—. Quiero... quiero volver a intentarlo.
Siempre es mejor soltarlo. Porque a veces no sabemos que la incertidumbre de tener algo enquistado dentro duele más de lo que parece. Aprendemos a convivir con el dolor tanto que cuando está fuera, nos sentimos tremendamente ligeros.
Pero los segundos siguientes a soltar lo que nos come por dentro son igual de demoledores. Tu cuerpo se encoje de pies a cabeza, agazapado por si tiene que salir corriendo en dirección contraria o ir hacia delante.
Y he aprendido que hay que luchar por avanzar.
—Eh... ¿conmigo? ¿Intentar....?
Si yo pienso que estoy nerviosa es porque no estoy dentro de su cabeza, pero puedo imaginármelo por el modo en el que lleva la mano a su nuca. Por como su pie se mueve en el suelo con insistencia.
—Novios. Otra vez. O no sé. O sea, quiero... Te necesito.
—Pero es que, Hye... —responde mirando al suelo. Y por un momento pienso que esto ha sido mala, muy mala idea—. No deberías necesitarme. Tienes que aferrarte a ti misma y poder seguir adelante por ti, no por mí. Porque si esto no funciona...
—¿Eso es lo que te da miedo? —le interrumpo. Porque, ahora que ha empezado a soltar su discurso, creo que me está volviendo la valentía. O un reflejo de ella, al menos. Por eso me acerco un pasito más a él, hasta que estoy tan cerca que, si alzo la cabeza, puedo volver a encontrarme con sus ojos.
—Me da miedo que se repita. Que salga mal y que tú acabes en el hospital y sea por mi culpa.
—No va a pasar.
—Eso no lo sabes —replica. Aunque yo le miro, él tiene cerrados los ojos y me duele. Quizá es por eso, porque veo su gesto, que me vienen las palabras de Sang a la cabeza.
Después del beso, Jungkook solo me dijo que todo seguiría igual. Aunque yo sabía que no quería eso. Quería que siguiese durmiendo conmigo y poder verle todos los días, pero quería también todo lo que había perdido. Y Sang me dijo que quizá él tenía tanto miedo como yo. Claro que una cosa es que te lo digan y otra es vérselo con total claridad en esos ojos que se abren para mí cuando hablo.
—Ya, y tú tampoco lo sabes.
—Es prevención.
—Quiero intentarlo —repito más firme, y noto como la postura de Jungkook se va desintegrando cuando pongo las manos en su pecho—. Porque sé que va a salir bien. Voy a hacer que salga bien.
—¿Cómo? —pregunta.
—Queriéndote mejor. A ti. A mí.
—Me basta con que te quieras a ti, Hye.
—No, no basta —espeto—. No sirve de nada que me quiera o que me desnude para ti si no puedo hacerlo por dentro. Y quiero hacerlo. No es que te necesite para seguir bien... Es que te necesito para poder avanzar por mi cuenta. ¿Entiendes?
Jungkook niega y, entonces, decido que quizá es mejor pasar a los actos, así que sujeto su cuello con mi mano antes de comerle la boca despacio. Y como siempre, como si fuésemos dos piezas del mismo engranaje, sus manos van a mi cintura, apretándome más contra su cuerpo. Creo que ni siquiera se da cuenta de que lo está haciendo por como se entrega a mi beso al principio. A mi lengua entrando en su cavidad para unirse a la suya. A mis labios fusionándose con los de él. Y sé que no se da cuenta hasta que empieza a moverse, arrastrándome con él, y mi culo choca con el borde de la mesa.
—Dios, Hye... —dice separándose de mi boca unos centímetros. Es lo suficiente para hablar, pero no para que podamos abrir los ojos—. No entiendo... no entiendo cómo te puede ayudar esto...
Yo suspiro contra sus labios y me alejo un poquito más, porque teniéndole tan cerca no voy a ser capaz de hablar.
—Vale, a ver, tus besos lo mismo no me ayudan nada más que para calmarme... Pero tú me ayudas. Estar contigo me ayudaba incluso cuando estaba mal. Fuiste la primera persona a la que le enseñé el muñón... La primera con la que tuve sexo después del accidente. La primera a la que quise de verdad.
—Pero ahora tienes que...
—Hacerlo por mi cuenta, sí —respondo cansada, y me alejo un poco más parar mirar sus mejillas coloradas y sus ojos—. Pero es más fácil contigo. Por favor, por favor... No tengas miedo. Yo no quiero tenerlo.
Sujeto su carita con mis manos y noto como se muerde el interior de su mejilla cuando lo hago.
—Es que lo tengo —admite finalmente.
—¿De qué?
—De no ser suficiente. Antes no lo fui.
—Vas a serlo —confirmo sin dejar de mirarle—. Si te confieso una cosa... ¿me dirás que sí?
—No lo sé —responde torturado—. Puedes probar.
—Te quiero, Jeon Jungkook —digo solemne, sin soltarle ni un segundo—. Y te voy a querer mejor para que esto funcione. Pero déjanos intentarlo, ¿vale?
Sus ojos se abren como platos y entonces me doy cuenta de que Ahn lleva razón: necesita que le digan las cosas claras, tal y como él piensa que se deben decir. Y creo que él también se da cuenta de algo: de lo mucho que me ha costado decir esas simples palabras. Porque, aunque parece tan aterrado como yo, une sus labios con los míos un segundito. Al siguiente me sigue mirando con esa cara de pánico
—¿Qué quieres... intentar?
—Volver a estar juntos —contesto deprisa—. Como antes. Bueno, mejor. Por eso quiero... una cita.
—¿Una cita? —pregunta ahora con una sonrisa. Y yo asiento acelerada—. ¿Y vas a salir con la falda?
—Sí, supongo.
—Entonces vale —me concede, y yo sonrío muy grande—. Pero sigo estando cagado.
—Ya, y yo —admito—. Pero si me besas me asusto menos.
—¿Sí?
—Sí.
—Vale.
La siguiente vez que sus labios y los míos se unen, noto que es cierto. Que el miedo se disipa cada vez que estamos en contacto, como si eso fuese lo único que está bien en el mundo. Quizá por eso dejo de contenerme y llevo mis brazos a su nuca para apretarle más a mí. Quizá por eso él también deja de hacerlo y me sujeta de las caderas para, ayudado por un salto mío, subirme a la mesa. Y así estoy a su altura y mucho más cerca cuando coloca su cuerpo entre mis piernas y se dedica en cuerpo y alma a lamer mi boca. Su lengua intenta abrazar la mía cuando se encuentran, y se me escapa un gemido que hace que no quiera hacer otra cosa que no sea apretarle contra mí. Por eso mis manos descienden a su espalda baja, arrancándole un gemido a él también que ahogo con mi lengua lamiendo la suya.
Me pasaría horas besándole.
—¿Esto... está... bien? —pregunta alejándose un poco de mi boca para respirar. Yo resoplo y, como me pican los labios, los llevo a su mandíbula. Es afilada y descubro, mientras la recorro, que la había echado de menos. Y también que a él le gusta (quizá demasiado) lo que estoy haciendo.
—¿Qué te he... dicho?
—No me has dicho... si está bien. Hye... N-no...
Me separo de su cuello justo después de morderlo ligeramente para mirarle a los ojos.
—¿Tú qué sientes?
—¿Ahora? —pregunta. Yo asiento y noto cómo se pone más rojo todavía—. Que estamos demasiado juntos y...
—¿Y...?
—Que necesito hacerte el amor.
—Hazlo —le digo con una sonrisa, antes de dar un piquito pequeño a sus labios. Él se estremece.
—Es que no sé si... si deberíamos ir más despacio o algo. No sé.
—¿Sabes lo que me dijo Sang que tenía que hacer para avanzar? —pregunto, acariciando su espalda con calma. Él niega—. Empezar a pensar en qué quiero yo y un poco menos en qué es moralmente correcto.
—¿Y qué quieres hacer tú?
—El amor contigo —respondo sin que la sonrisa abandone mis labios—. ¿Y tú?
—También.
—Pues ya está, Gukie. No le des más vueltas, por favor. No quiero pensar todo el rato en si lo estamos haciendo bien o mal. Quiero que fluya —digo, y noto que su rubor se hace más intenso.
—¿Gukie?
—Es mono —respondo—. Como tú.
—¿Quieres que hagamos el amor o que te empotre para que dejes de decir que soy mono?
—Es que lo eres —me quejo, y gimo un poco cuando presiona el bulto de su entrepierna contra la mía. Joder, está muy duro—. Jungkook...
—¿Ahora soy Jungkook? —pregunta, restregándose sin pudor alguno, así que tengo que agarrarme a su espalda como puedo porque me está desestabilizando.
—S-sí...
—Me gustaba Gukie.
Sonrío como puedo y beso su cuello con cuidado mientras él sigue frotando directamente sobre la tela de mis bragas. A estas alturas tienen que estar empapadas, pero si se da cuenta no dice nada.
—Vale, Gukie —digo intentando mantener mi voz estable—. ¿Puedes metérmela ya?
—¿No íbamos a tener una cita? —pregunta, sin dejar de frotarse. Por su cara, aunque no deja de mirarme, sé que lo está disfrutando más de lo que intenta aparentar.
—Luego.
—Lo estamos haciendo todo al revés... —se queja.
—Me la suda. Por favor...
—¿Los condones?
—En el cajón...
—Vale, voy. Lo mismo estoy un poco desentrenado porque llevo desde mi última vez contigo sin hacerlo, pero... bueno, voy a intentar que esté bien.
Dice todo eso mientras se aparta un poquito, abre el cajón y coge uno de los condones. Los de efecto calor. Sonrío cuando me doy cuenta y, una vez está de vuelta, llevo mis manos a la hebilla de su cinturón para poder sacar su pene.
—Va a estar bien si es contigo.
—Pero con Jimin...
Paro mi movimiento cuando le menciona, porque intento recordar, pero no soy capaz. No sé si mi mente lo ha borrado por alguna razón en concreto, pero tengo recuerdos vagos. Recuerdo sus labios en mi piel, la luz apagada y mis ojos cerrados. Poco más.
—No... No me menciones eso, ¿vale?
—Vale, perdón. ¿He cortado el rollo? —pregunta, y yo vuelvo a mi tarea de sacar su pene para al menos dejar de pensar en ello.
—Un poco.
—Perdón —se disculpa, ayudándome con sus manos—. No volveré a mencionarle, ¿vale? Si no quieres seguir lo entiendo, porque soy un bocazas...
—Claro que quiero seguir —le interrumpo, volviendo a mirar a sus ojos cuando su pene está, al fin, al aire—. Pero apaga la luz, por favor.
—Eh, eh, eh. De eso nada —dice sujetando mi barbilla—. Quiero verte bien. ¿Te acuerdas... de lo que hablamos la otra noche?
—¿Que querías que fuera especial?
—Claro —responde—. Y no lo va a ser si no te puedo ver, así que con la luz encendida. Pero... ¿te importa que sea con ropa? Me he...excitado un poco cuando te he visto así.
—¿De verdad? —pregunto frunciendo el ceño.
—De verdad. Bueno, es que siempre había querido que llevases falda y poder levantártela y...
—Vale —le corto con una sonrisa pequeñita—. Cumple tu fantasía, Gukie.
—Bueno, no sé si... ¿Estás preparada? —pregunta, llevando sus manos debajo de la falda para quitarme las bragas. Yo le ayudo como puedo y, cuando lleva su mano a mi centro para ver cuánto he lubricado y poder acariciar mi clítoris con mi humedad en sus dedos, sonríe más grande—. Vale, creo que sí, ¿no?
—Sí; métemela ya —suplico.
—Vale, vale... Espera que me pongo el condón... —masculla, rasgando el envoltorio con tanta calma que me empiezo a poner nerviosa. Necesito sentirle—. Hye... un segundo.
—No aguanto más —digo apretando sus nalgas con mis manos, lo que hace que acabe de ponerse el condón más deprisa. Comprueba que está bien colocado y, acto seguido, empuja mi espalda baja para que quede un poco por fuera de la mesa y sujeta mi barbilla con su mano.
—Voy, Hye. Voy —anuncia sin despegar sus pupilas de las mías—. No dejes de mirarme. Por favor.
—V-vale —susurro. Me sale entrecortado porque siento su punta abrirse paso muy despacio, así que aprieto con más fuerza los músculos de su espalda mientras abro la boca.
—¿B-bien?
—S-sí, sigue.
—Estás muy apretada.
—Ya, pero sigue —suplico, y Jungkook me hace caso, arrancándome un gemido que hace que vuelva a parar.
—Gukie...
—Shh... No me llames así ahora, por favor.
—¿Te p-pone? —pregunto.
—Mucho.
—¿Mucho?
—Ajá.
—Gukie...
En cuanto lo vuelvo a decir no puede más y mete el último tramo de su pene en mi interior de golpe. Pongo los ojos en blanco cuando me sale un gemido desde lo más hondo e intento apretarle más contra mí enroscando mi pierna buena en sus caderas.
—Juegas... sucio. Quiero estar a la altura... Si lo dices más... me corro.
—Vale, no hablo.
—Sí...
Me río y Jungkook aprovecha mi risa para salir un poco de mí y volver a entrar. Le aprieto más la espalda y él aprieta su agarre en mi barbilla. Joder...
—T-te quiero... un montón —susurro entre embestida y embestida. Y él sonríe.
—Y y-yo... —me imita, metiéndose más hondo en mí—. Te había echado... de menos.
—Y yo...
Jungkook se ríe y a mí se me contagia. Apenas puedo mirarle a los ojos porque los de los dos se han hecho pequeñitos, así que me lanzo a su boca para recorrerla entera como más me gusta, y él aprovecha para agarrarme con fuerza de las caderas y penetrarme con un ritmo más rápido y constante.
Estando así se me olvida todo lo malo que pasaba por mi cabeza. Solo sé que esto está bien, mejor que bien. Que con Jungkook abrazándome así mientras se mueve con certeza y delicadeza, me siento más completa que nunca. Llena de amor, de cosas positivas. Y llena del placer más puro y bonito que he sentido nunca.
—Guk-gu...
—N-no —suplica cuando nota no solo que me estoy apretando demasiado por todas partes (mis manos en su espalda, mi pierna en su culo y mis paredes en su pene), sino que voy a llamarme con mi nuevo diminutivo favorito.
—P-pero...
—Un poco más —me pide, separándose un poco para poder mirarme a los ojos otra vez—. Mírame... así...
—M-me... m-me...
—Un p-poquito —suplica, pero en la siguiente estocada le siento tan hondo (su pene, su mirada), que no puedo soportarlo más y le aprieto con todavía más fuerza—. Hye...
—Gukie —digo yo, en un hilo de voz, cuando mi orgasmo estalla. Él, que no puede más, me imita. Y como quiero escuchar el gruñido, el suspiro y como repite mi nombre como si fuese la canción más bonita jamás cantada, beso su cuello en vez de sus labios.
Por unos minutos, lo único que se escucha en la habitación son sus jadeos desacompasados y el chasquido casi imperceptible de mis labios cada vez que los poso en su cuerpo.
—Ha sido... muy especial —digo cuando me recupero un poco. Lo hago contra su pecho y él, también un poco más tranquilo (su corazón más pausado), me sujeta de la barbilla para que le mire a los ojos. Está sonriendo.
—Gracias por ser valiente por los dos —susurra.
—A ti por estar conmigo aunque sea una carga.
—No lo eres —murmura—. Ahora... ¿quieres seguir con la idea de la cita?
—Claro. Aunque creo que me tengo que maquillar un poco más
Mi mano viaja a sus labios, llenos de pintalabios rojo difuminado por todas partes.
—¿Yo llevo suficiente?
—Nope —mascullo, y vuelvo a presionar mis labios con los suyos para dejarle más pintura.
—Si sigues así no salimos...
—Vaaaale —digo—. Pero saca tu pene primero.
—¿Y si no quiero?
—Pues no salimos.
—Me parece buen plan.
—¡Jungkook! —me quejo cuando me coge a peso, todavía con su pene en mi interior, y me tumba en la cama—. Que quiero salir...
—Y yo seguir haciendo el amor. Quiero verte desnuda y mimarte mucho.
—¿No decías que iba muy guapa como para quedarme en casa?
—Culpa tuya —dice quitándose la camiseta con rapidez. Y cuando lo hace ya no me parece tan mala idea quedarme aquí toda la noche—. Pero que si quieres podemos ir a algún sitio.
Me encanta cuando tiene determinación, pero me gusta todavía más cuando se arrepiente de golpe y me muestra al Jungkook del que me enamoré.
—Ya no —replico, antes de volver a su boca para devorarle—. Ahora quiero follar toda la noche.
—¿Toda la noche?
—Ajá.
—No sé si voy a durar tanto...
—¿Y si te llamo Gukie?
—A lo mejor —responde, antes de morder mi labio inferior—. ¿Nos quedamos?
—Nos quedamos —afirmo. Y nuestros labios unidos vuelven a sellar la promesa que, silenciosamente, nos hemos hecho.
Nos querremos más y seremos más valientes juntos.
----
¡Hola!
Capítulo largo (unas 5.000 palabras) para compensar que el otro día solo subiese uno de 500. Además ya es más feliz esto, o sea que espero que os guste.
Oficialmente, después de que hayáis leído este os quedan solo 9 capítulos para terminar la historia. Ayer puse la palabra fin así que... No hay más. Sacabó. En verdad estoy un poco triste, pero las historias también tienen que tener un final. Aunque para que os llegue eso, a vosotras os quedan 9 semanas en las que intentaré avanzar con el resto de los proyectos que tengo abiertos y con una historia nueva para los lunes.
Hoy, además, es el día del libro, así que dejo aquí mi pequeño regalo (?). Ahora la situación está un poco difícil, pero espero que no os falte la lectura <3
Y no tengo nada más que añadir. Bueno, sí, ¡mañana subo Into The Fray! O sea que esta semana me paso con las actualizaciones. Pero, para las que no la lean... ¡Hasta el lunes!
¡Os leo! <3
PD: Jungkook apareciendo en el vlive de Nam y Hobi y luego subiendo el vídeo boxeando me tiene mal no, fatal.
Lo más bonito que he visto en todo el día.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro