Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

- 25 -

—¡Jungkook! —me quejo, cuando se me caen las llaves al suelo.

Acabo de entrar en mi habitación y quizá no estuviese al borde del infarto si Jungkook estuviese de frente o sentado en mi cama, pero cuando he ido a dejar mi bolso en el taburete he visto una sombra negra en la pared de enfrente de mi cama y me he asustado mucho.

—Cierra los ojos, cierra los ojos —dice, viniendo hacia mí con mucha prisa para tapármelos él mismo.

—Me has asustado —me quejo, y él se ríe un poco. Empieza a andar para que yo me mueva con él por la habitación, a ciegas.

—Perdona, no tendrías que haberme visto. Iba a salir corriendo.

—¿Para qué has venido si no te vas a quedar? —vuelvo a quejarme, y él me da un besito en el cuello que me estremece entera antes de detenerse. Por la vuelta que hemos dado, creo que estamos enfrente de mi cama. Donde estaba él antes.

—Iba a esperar a que me llamaras, pero quería darte una sorpresa.

—Ya sé qué has hecho —le respondo, con una sonrisa. Sus brazos parecen tensarse—. Es tu cuadro, ¿verdad? Lo has puesto en la pared.

Las manos de Jungkook se retiran de mis ojos, derrotadas, y así puedo ver que, efectivamente, llevaba razón. Ha arrancado la hoja del bloc y le ha puesto un marco morado muy bonito antes de colgarlo en la pared. Para que me pueda ver completa. Siempre.

—¿Cómo lo sabías? —pregunta, decepcionado. Sé, por cómo suena, que lo está diciendo con los labios muy juntitos, así que me giro de golpe para poder besárselos. Jungkook no se resiste mucho; al contrario, me pega a su cuerpo para que pueda morrearle como es debido. Pero me separo para dedicarle una sonrisa muy grande, solo para él.

—Porque vengo de hacer lo mismo —confieso y él abre mucho los ojos.

—¿Me lo regalas?

—¿No estás haciendo tú lo mismo?

—Sí —me admite, y ahora sonríe un poco—. Jo, me has chafado la sorpresa.

—¿Entonces yo me he hecho autosabotaje diciéndotelo?

—Puede ser —confiesa, sonriendo—. Quiero ir a ver cómo queda.

Lo dicen sus labios, porque sus manos, todavía en mi cintura, acariciando mi espalda, me indican lo contrario. Yo, desde luego, estoy más de acuerdo con sus manos que con sus palabras.

—Puedes verlo luego cuando vuelvas a tu habitación. Quédate conmigo un ratito.

¿Me estoy volviendo una ñoña por Jeon Jungkook? Efectivamente.

No sé si son sus turnos en la cafetería, que cada vez que estamos en clase me entran más ganas de tocarle o que cuando tenemos citas siempre parece muy comedido, pero cada vez me apetece pasar más tiempo con él. A solas.

—¿Me lo pides porque sabes que no puedo negarme?

—Claro —le admito, sonriendo como una boba.

—¿No tienes nada que hacer?

—He estado con Ahn y Taehyung esta mañana, así que si mi novio está libre me gustaría pasar tiempo con él.

—Pues estás de suerte porque tu novio iba a pasarse toda la tarde encerrado en su habitación haciendo trabajos.

Frunzo el ceño y Jungkook da un besito ahí para deshacerlo.

—Entonces no te quedes: ve a hacer los trabajos. No quiero que te retrases por mi culp...

Sus labios cortan mis palabras de golpe y, aunque intento poner resistencia, son tan suaves y tan delicados que al segundo contacto ya estoy enganchando los míos con los suyos, dejando que la paz fluya por mi cuerpo. Me encanta besarle.

—Llevo toda la mañana trabajando, Hye —dice, cuando se separa un poquito, todavía contra mis labios—. Creo que me puedo permitir descansar una tarde.

—Vale. ¿Vemos una peli?

Jungkook hace un ruidito que me tomo como un asentimiento y, con mucha fuerza de voluntad, nos separamos. Le hago tumbarse en la cama mientras yo busco en mi portátil algo decente que ver. Al final, después de un rato debatiendo, coloco el aparato encima de la cómoda que tengo a los pies de la cama y ponemos Diamante de sangre. Sale Leonardo DiCaprio y, según Jungkook, estuvo nominado al Óscar a mejor actor y no lo ganó, así que quiere saber por qué.

Cuando lo dejo todo colocado, me pongo a su lado en la cama. Mi pierna izquierda rozando su derecha y su brazo rodeando mis hombros. Nuestras espaldas descansan en la almohada, contra el cabezal de la cama, y nuestras manos no dejan de tocarse en ningún momento mientras miramos atentamente el filme.

El problema viene cuando a los veinte minutos me doy cuenta de que no es mi tipo de película. O que no es el día para ver eso. O que, simplemente, me aburre. No quiero desconcentrar a Jungkook, que parece inmerso en la película, intentando descifrar cada expresión de DiCaprio, así que me apoyo en su hombro y miro su mano, larga, suave y muy bonita. El hilo rojo en su muñeca. Sus uñas perfectamente cortadas.

Detengo el análisis de su mano en cuanto siento sus labios rozando mi mejilla, moviéndose más y más adelante hasta que yo pueda girar la cabeza para besarle. Y, como me aburro mucho y me apetece, acabo dándole el gusto, uniendo nuestros labios de nuevo, con calma. Jungkook sonríe y yo hago lo mismo, así que me separo un poquito porque así no hay quien se bese.

—¿Te aburres? —pregunto y Jungkook no responde, solo besa mi comisura, sacando su lengua para lamerla. Me giro más para que pueda meter su lengua en mi cavidad, pero él se limita a lamer todo el contorno de mis labios, jugando conmigo, antes de meterla en mi boca para rozar la mía. Me estremezco entera.

—No me está gustando —admite, cuando se separa otro segundo de mis labios. Ni si quiera le veo: no quiero abrir los ojos y perder la magia.

—¿La cambio? —pregunto.

—No.

Sus labios, entonces, atacan los míos con más insistencia. Los une una, dos y tres veces, separándose con un chasquido en cada ocasión y dejándome saliva y mucha electricidad con el contacto. Y, como si no quisiera que me alejase ni un poquito, lleva su mano izquierda a mi mejilla para acercarme más a él cuando vuelve a besarme. Esta vez abre mis labios con los suyos para poder introducir su lengua lentamente y yo me dejo hacer, llevando mis manos a su nuca para acercarle más también.

Puede que nos estemos dejando el cuello en esa posición, pero eso no nos impide rozar nuestras lenguas con insistencia, enredándolas y presionándolas todo el tiempo que nuestros pulmones pueden aguantar la respiración. Cuando no somos capaces, medio ahogados, nos separamos un poco. Y entonces Jungkook traga una bocanada de aire y succiona mis labios antes de repartir besitos más pequeños por mis comisuras, mi mandíbula, mi cuello. Cuando yo me recupero intento decirle con mis manos que suba para poder besarle de nuevo hasta quedarme sin oxígeno. Jungkook, comprendiéndome al instante, hace caso de mis demandas y sube a mis labios de nuevo para que podamos comernos los morros, invadirnos y pelearnos tranquilamente. Aunque quizá, cuando Jungkook pasa su pierna derecha por encima de las mías, sentándose entre mi muslo y el metal de mi prótesis, todo se nos vaya un poco de las manos. Porque es más cómodo, sí, pero eso hace que nuestras lenguas sean más intensas, nuestros besos más obscenos y nuestras respiraciones más irregulares.

Entre chasquidos nos separamos, cada vez más seguido, para volver a chupar, morder y lamer todo a nuestro paso. Y no podemos parar, porque es la mejor sensación del mundo: mi cerebro embotado y mis labios ardiendo de pasión.

Y cuando se mueve y su erección da contra mi abdomen hay algo más en mí que arde.

Jungkook parece no darse cuenta, porque sigue entregado completamente al beso. Tanto que vuelve a hacerlo, moviendo sus caderas involuntariamente hasta que gimo contra sus labios al notar su miembro cada vez más duro chocar contra mí.

—J-joder p-erdo...

No le dejo terminar. Mis uñas se clavan en su nuca con más fuerza cuando adelanto mi cabeza para comerle la boca. Me meto en ella acariciando con ganas todo su interior y su lengua, desesperada, sale a mi encuentro porque quiere hacer lo mismo. Y a mí tanta insistencia me está empezando a encender a un nivel diferente. No es como cuando nos besamos tanto rato que al final me acabo excitando. Es algo más. Es un fuego que nace en mi boca y se propaga a todas las partes de mi cuerpo y que parece a punto de descontrolarse en las partes que están en contacto con su cuerpo. Por eso, quizá, pienso que dispersando ese fuego por su cuerpo acabe estando más tranquila.

Abandono su boca con esta intención y tiro de su labio inferior antes de bajar mis labios y mi lengua por su barbilla, su mandíbula y su yugular. La respiración de Jungkook se acelera y empieza a jadear, acariciando mi pelo porque, llegados a este punto, no sabe qué hacer con sus manos.

Quiero volver a ver sus clavículas, que son muy bonitas y están muy marcadas, para poder llevar también ahí el fuego. Así que, aunque quiero quitarle la camiseta, acabo echando a un lado el cuello de la prenda para poder hacerlo sin perder tiempo. Mi lengua arranca un gemido a Jungkook.

—H-hye... —susurra, todavía con sus manos en mi pelo. Y yo sigo ahí, marcando una de mis partes favoritas de su cuerpo, hasta que me aparta de ella a la fuerza para mirarme a los ojos—. Me encantaría seguir, pero me duele —admite, pasando su pulgar por mis labios hinchados, así que yo se lo chupo. Él vuelve a gemir—. ¿Me dejas ir al baño a masturbarme?

—No —me quejo y Jungkook pone cara de sufrimiento cuando succiono su pulgar. No tarda en apartar su mano de ahí, así que le miro contrariada—. Hazlo aquí

Jungkook abre los ojos como platos cuando le quito la camiseta para poder besarle por todas partes y noto, por cómo deja sus manos a sus costados, que se ha puesto nervioso.

Siempre que se le levanta le pasa. Piensa que me está incomodando por tener la necesidad de que le toque y yo, al final, acabo tranquilizándolo antes de hacerle gemir mientras se la chupo. Aunque normalmente siempre es eso, yo provocándole a él el orgasmo. No él enseñándome qué hace cuando no soy yo la que le ayuda a aliviarse.

—¿S-seguro? —pregunta, y yo asiento—. T-te voy a manchar.

—No pasa nada —admito y le beso en los labios un segundo antes de llevar mis labios a su oreja. Se la chupo, succionando sus pendientes para provocarle más placer, y él gime desesperado. Por eso acaba alzando sus caderas para poder quitarse los pantalones y el bóxer de golpe, primero una pierna, luego la otra y al suelo.

Puedo sentir su erección libre contra mi estómago y escucho, mientras le beso el cuello con mucha pausa, sus resuellos cuando empieza a tocarse. Me enciendo todavía más.

No sé en qué momento se me ocurrió que esto podía ser buena idea.

Lo que está claro es que no quiero dejar de tocarle por todas partes, aunque eso implique no satisfacerme a mí misma. Por eso vuelvo a su boca, desesperada por sentirle y él sujeta mi nuca porque también está desenfrenado.

—¿Puedes... escupir? —pregunta, cuando me separo un poco de sus labios, hinchados, para poder respirar. Al abrir los ojos veo que tiene una expresión contrariada. No debe de estar lo suficientemente lubricado.

—Espera... un segundo —le pido, dando un besito más a su labio inferior antes de inclinar mi tronco a un lado para rebuscar en el cajón. Sí, el de los condones.

Tanteo entre las cajas, nerviosa, hasta que doy con el bote de lubricante. Cierro de golpe el compartimento y vuelvo a mi posición. Me alivia ver que Jungkook sigue con los ojos cerrados, moviendo arriba y abajo su mano con cierta dificultad.

Actúo rápido y me hecho una cantidad considerable en mi mano derecha antes de apartar la suya con mi izquierda. Cuando empiezo a masturbarle, Jungkook suspira aliviado, así que llevo mis labios a su pecho para seguir besándole.

—Mmmm —ronronea, desde lo más hondo de su garganta, y el palpitar de mi entrepierna se intensifica—. Es mucho mejor así...

Me río sobre su pezón antes de empezar a chupárselo y él empieza a soltar pequeños gemiditos intermitentes.

Estoy tan concentrada haciéndole soltar esos sonidos que me vuelven loca que ni si quiera soy del todo consciente de su mano reptando por mi muslo izquierdo hasta el botón de mis pantalones. Al menos hasta que noto sus dedos intentando aliviar mi palpitar.

Dejo de lamerle el cuello para protestar, pero como me conoce bien me lo impide sujetándome por la mandíbula con su otra mano y comiéndome la boca.

Sus dedos, expertos, empiezan a mover mi clítoris de un lado a otro y yo no puedo evitar moverme para que frote más fuerte, haciendo que su glande roce con mi camiseta en repetidas ocasiones. Y le está volviendo loco, claro. Por eso tiene que separarse de mi boca para empezar a decir las vocales. Aunque claro, no es capaz de pasar de la primera.

—Ah, ah, ah, ah —gime, bajito. Apenas un susurro en mi oído que va ganando intensidad.

—¡Ahh, ahhh, ahh! —dice, más alto, cuando le muerdo en el hombro porque ha pellizcado mi clítoris.

—Ah...

Su último grito pierde intensidad a medida que el semen sale de su punta y empapa mi camiseta. Sus dedos también bajan el ritmo, parándose sobre mi botón y haciendo que tranquilice un poco mi sistema, demasiado estimulado.

Yo muevo mi mano hasta que noto que se ha descargado completamente y, solo entonces, le abrazo con fuerza mientras doy besitos en su cuello. Aunque, como estoy llena de semen, me aparato un segundo para quitarme la prenda. Jungkook se apoya como puede, mientras lo hago, con su palma en la pared que tengo a las espaldas.

Doblo la camiseta y, con el lado que no está empapado, intento quitarme los restos que se me han quedado pegados a la piel, al menos hasta que Jungkook, que ha sacado su mano de mi interior, sujeta las mías para ayudarme con eso.

—Lo siento —susurra, ronco. Yo le miro al pelo sudado, su boca entreabierta y sus ojos, cálidos. Y me duele el pecho, muchísimo. Por eso le beso, de golpe. Y Jungkook, perdido, me sigue con la calma posterior al orgasmo, que es muchísima.

Me gustaría poder decirle ya que le quiero. Ahora. Mañana. En cinco años. Poder decírselo todos los días.

Pero todavía hay algo que me lo impide. Un recuerdo, un nudo en la garganta.

Pero si no puedo decírselo, al menos quiero demostrárselo. Que lo sienta.

Él acaba tirando la camiseta al suelo para poder apretarme muy fuerte contra su pecho. Sus manos en mi espalda, las mías en su nuca y nuestros labios muy juntos, muy apretados. Y, como todavía llevo puesto el sujetador, no tarda mucho en quitármelo con un movimiento ágil. La prenda se queda colgando de mis brazos, así que me la quito de golpe para que pueda sentir mis pezones en su pecho. Su piel y la mía y nuestros cuerpos lo más cerca posible.

Nos separamos un segundo para respirar, con los ojos cerrados y los labios rozándose, respirando el aire que deja el otro.

—Quítame los pantalones —le pido, tan bajito que temo que no me escuche. Pero él, tembloroso, lo hace. Baja sus manos hasta la cinturilla de mi pantalón y, con cuidado, va bajando la tela dura por mi culo. Mis bragas bajan en el proceso y yo alzo un poco la pelvis para que lo haga con más facilidad, todavía colgada de su cuello y de sus ojos, que no abandonan mi mirada en ningún momento.

—¿Ahí? —pregunta, con un hilo de voz, cuando tengo el pantalón arremolinado en mi rodilla. Sé que el encaje de la prótesis está al aire, pero está siendo lo suficientemente considerado como para mantenerse de rodillas y no sentarse ahí ahora que no hay tela.

—Entero —le pido y sus ojos me dicen que me quieren sin formular ni una sola palabra. Que está bien si no quiero hacerlo.

—Me voy a tener que separar de ti un poco —dice, en su lugar. Y yo asiento, sonriendo.

—Puedo aguantar unos minutos si te siento.

Su sonrisa se vuelve brillante, amplia y bonita. Preciosa. Y echa el culo hacia atrás, su pene con cierta estabilidad de nuevo y sus manos siguiendo mis instrucciones al pie de la letra: rozando todo a su paso. Ni si quiera para cuando mi muslo derecho acaba dando paso al encaje. Sus manos siguen el mismo recorrido simétrico en mis dos piernas, y casi siento ese metal como mío de verdad. Ese cosquilleo en mi rodilla y más abajo.

Pero cuando Jungkook, a los pies de la cama, me quita todo lo que cubría mis piernas, no se detiene ahí. Con mucho cuidado me quita mi zapatilla izquierda, dando besos a mi pie desnudo que hacen que me estremezca entera. Cuando va al derecho se lo impido y él me mira, asustado.

—Quítame... la pierna —sus ojos se abren como platos, pero sube enseguida hasta mis rodillas, todavía apoyado sobre las suyas, para tenerme más cerca. Me sujeta de la barbilla cuando ve que miro a mis manos.

—¿Segura? —pregunta. Y no lo hace por quedar bien, sino porque le preocupa de verdad que esté preparada para mostrarme tal y como soy. Porque sabe que es un paso gigantesco para mí.

—Segura —afirmo—. Yo te ayudo.

Coloco mis manos sobre las suyas para enseñarle cómo desencajar mi pierna falsa y, cuando la tiene en sus manos, lejos de mí, parece que aguanta el aire unos segundos.

—¿P-puedo?

Asiento y Jungkook deja la prótesis con mucho cuidado al lado de la cama antes de quitarme la funda que me pongo cada día para proteger el muñón. Y, aunque el resto de mi ropa está tirada por el suelo, ese trocito de tela lo deja encima de la mesilla con sumo cuidado antes de bajar sus labios y sus manos al muñón. Se me pone la piel de gallina.

No sé si sentirme excitada, enternecida, o las dos cosas.

—Sé que no te gusta —admite, cuando considera que no hay ni un solo hueco de mi herida que esté vacío de sus besos. Me mira a los ojos y, con su mano izquierda, sigue masajeándolo sin parar, como si quisiera que esa parte de mi cuerpo, la que más odio, sintiese todas y cada una de sus palabras—. Y puede que no sea bonita, ni fina, pero es mi parte favorita de tu cuerpo. Porque gracias a ella tú estás aquí hoy. Conmigo.

Joder. Ayuda.

Sus labios ni si quiera me dejan replicar. Me besan con cariño, pasión y tanto amor que siento que me muero en sus brazos.

En ese momento soy mantequilla y sus brazos son metal hirviendo, derritiéndome por todas partes. Jungkook me sienta con cuidado sobre sus muslos para seguir besándome con ganas, sin dejar de tocarme por todas partes. Y sé que su intención no va más allá de eso, pero noto su pene duro contra mi abdomen, que se pega contra el suyo, y el gemido de su garganta cuando lo siente. Y mi vagina, esperando una liberación que quería haber alcanzado antes.

—Tengo condones en el cajón —susurro, acariciando su oreja (sus pendientes), cuando nuestros labios se separan—. Si quieres, podemos...

—¿Te apetece? —pregunta, nervioso, sin dejar de acariciar mis mejillas con sus pulgares. Mi pelo con el resto de sus dedos. Yo asiento, sonriente—. Que a lo mejor lo estás diciendo porque se me ha vuelto a poner dura y lo estás notando pero en serio que no hace falta que puedo hacerte dedos que no se me ha olvidado que...

—Jungkook, para —le pido, riéndome. Él sonríe un poco, nervioso—. Quiero hacerlo. Necesito hacerlo.

—¿Por qué?

—Porque estoy cansada de poner trabas a cómo deberíamos sentirnos, Jungkook. Solo quiero...conectarme contigo todo lo que pueda, ¿vale?

—Vale —responde, con una sonrisa—. Pero llevo mucho tiempo sin...

—Sin follar.

—No vamos a follar, Hye —dice, muy serio—. Vamos a hacer el amor.

—¿Y si nunca lo he hecho?

Porque sí, sabía follarme a Yoongi de maravilla, pero esto implica... Sentimientos. Demasiados.

—No pasa nada. Yo te enseño.

—¿Me enseñas? —pregunto. Intento ser seductora, pero la verdad es que sueno bastante aterrorizada.

—Ajá —dice y me da un besito muy pequeño en los labios. Otro en mi barbilla. Y en mi nariz. Yo me río—. Eso es lo primero que tienes que hacer, relajarte.

—Mmm —ronroneo, cuando pasa sus besos a mis labios. Tengo la pierna y el muñón estirados a ambos lados del cuerpo de Jungkook y, por primera vez en mucho tiempo, no siento incomodidad porque mis piernas no estén igualadas—. ¿Cojo los condones? Están en el cajón

—Vale —dice, en un hilo de voz, y se separa de mi cuello antes de doblar sus piernas para acercarnos un poco más al cajón: no quiere alejarse ni un poco de mí y, a decir verdad, yo tampoco. Por eso, como puedo, estiro la mano y cojo una caja al azar. Jungkook la mira alzando una ceja—. ¿De fresa?

—Tengo más —digo, muy deprisa—. Es que no quería pensarlo mucho, pero si quieres podemos elegir uno y...

Sus labios me interrumpen y se me cae la caja, o la tiro, ya ni lo sé. Lo único que tengo claro es que vuelvo a llevar mis manos a sus mofletes para intensificarlo y él lo sigue un ratito, pero cuando vuelvo a apretarme contra su pecho (y contra su pene), se separa.

—A mí me vale con los de fresa, ¿y a ti? —yo asiento, frenética, y él sonríe un poquito. Acaricio sus orejas, rojísimas, con mis manos, mientras él separa sus manos de mi cuerpo para coger uno de los condones del paquete, que rasga con infinito cuidado.

—¿Necesitas que te ayude, que te masturbe un poco o... algo?

—Solo que me dejes un poco de... espacio —dice, y yo echo mi culo para atrás un poquito para que Jungkook pueda ponerse el preservativo. Lo desliza con tanta facilidad que no puedo evitar sorprenderme un poco. Hace apenas unos minutos se estaba corriendo y ahora... Bueno, está duro de nuevo—. ¿Tú necesitas algo?

Me pongo roja mientras lo pienso y Jungkook, con una sonrisa preciosa, lleva una de sus manos a mi intimidad para comprobar si estoy lo suficientemente empapada. Gimo cuando se moja los dedos antes de toquetear mi clítoris. Creo que tiene un problema con esa parte, porque nunca deja de tocarla. Y demasiado bien.

—Quiero que sea bonito y que disfrutes —dice, sin dejar de tocarme. Yo escondo mi cara en su cuello, jadeando. No sé si cada vez mueve sus dedos más rápido o es más fácil. Y cuando prueba a meter uno de sus dedos en mi interior trago una bocanada de aire—. ¿Crees que ya...?

—Sísísí.

Jungkook se ríe y saca su dedo de mi interior antes de tomarme por las caderas para levantarme. Yo le intento ayudar apoyándome en mi pierna buena, pero, en realidad, todo el trabajo lo hace él. Y como está tan ocupado encargándose de mi cuerpo, mientras mantengo una mano en su nuca, con la otra sujeto su pene. Él sonríe cuando, con mucho cuidado, me va bajando hasta posicionarme en su punta, que empieza a abrirse paso en mi lubricada, pero cerrada, vagina.

Suelto su pene y llevo la mano también detrás de su cuello para poder agarrarme bien mientras él se encarga de bajar con cuidado. Yo retengo el aire mientras siento como me aprieto más y Jungkook me baja muy, muy despacio.

—Tranquila, noona —dice, dando un besito en mi mejilla de lo más tierno—. Voy a ir muy despacito, pero relájate.

Y sé que tengo que hacerlo para no apretarle tanto, para que no sea tan difícil para él avanzar, pero me es muy complicado. No porque no me haya preparado, sino porque mi sistema se está cerrando en banda.

—Hazlo de golpe —le pido, porque noto sus dedos clavarse en mis caderas para no hacer lo que su pene le pide, pero él niega y da otro beso en mi cuello porque sabe perfectamente que es mi debilidad.

—Despacio, tenemos tiempo —susurra, y sigue con sus besos.

Y, aunque le cuesta muchos lametones y besos con lengua, al final, después de un tiempo que me parece excesivo para simplemente meterse en mí, caigo completamente en la erección de Jungkook. No duele, ni es incómodo, pero sí que lo noto todo demasiado apretado. Como si cuando Jungkook se mueva no pudiese volver a entrar.

—Ya está, ¿ves? —pregunta, sonriendo. Se le entrecorta la respiración, pero no dice nada sobre qué siente él—. Puedo ayudarte a moverte cuando estés más cómoda.

Yo le miro a los ojos, brillantes, y a su sonrisa, preciosa, y recuerdo que me dijo que le gustaba que fuese dominante. Pero quizá porque es mi primera vez teniendo sexo sin pierna no creo que sea capaz de montarle. De hecho, no me veo capaz de hacerlo en ninguna postura en la que yo tome el control.

—Yo... ¿Puedes ponerte encima? No sé... moverme sin la pierna.

—Claro —dice y, con mucho cuidado y sin separar nuestra unión, me tumba en la cama. Dejando la almohada tras mi cabeza para que esté cómoda. Como le tengo a mi entera disposición, cuando pienso que me lo comería a besos directamente lo hago: uno en la frente, en su mejilla, en su nariz... Muchos, en todas partes. Jungkook se ríe y a mí me llega la vibración así que gimo un poco—. ¿Me muevo?

—Por favor —le pido y él, con el mismo cuidado que lleva empleando todo este tiempo, sale de mí para volver a entrar. Despacio, muy despacio. Siento el látex friccionando en mis paredes y por un momento pienso que quizá hubiese sido mejor idea usar los condones de efecto calor. Hasta que miro sus brazos, sujetos a mis piernas, abriéndomelas todo lo posible. Sus labios, apretados por el esfuerzo. Y la constelación que esconden sus ojos. Me quedo clavada ahí en la primera embestida y en la segunda, que me remueve hasta las entrañas. A la tercera llevo mis manos a los músculos de su espalda para poder apretarlos cada vez que llegue hasta el fondo de mi ser.

Cuando Jungkook, aprovechando que tengo las piernas abiertas de par en par, sube sus manos para engancharlas con las mías, entrelazando todos nuestros dedos, descubro cuál es la diferencia. Por qué decía que no quería follar.

Porque con Yoongi el sexo era placer desmedido. Era palpitar, mojarme y sentir el calor hasta liberarme y estar tranquila. Disfrutar desde el inicio o nada.

Pero con Jungkook es muy distinto. Es sentir la excitación crecer con cada movimiento, el orgasmo aumentando lentamente con cada caricia, cada mirada, cada besito en mi cara.

Es besarle y multiplicar las sensaciones al sentir su lengua junto a la mía.

Es no tener suficiente de él. De todo lo que está en contacto con mi cuerpo física y psicológicamente.

—A-así... —jadeo, contra sus labios, cuando sus caderas chocan con más precisión contra las mías. Un poco más fuerte y sensual. Su cuerpo se desliza sobre el mío al salir y cuando vuelve a entrar con el mismo movimiento muerdo su labio inferior, arrancándole un gemido tan agudo que me mojo todavía más.

Aprieto mi agarre en su espalda para poder besarle el cuello a mis anchas y Jungkook se estremece antes de penetrarme con un poquito más de velocidad. Y puede que lleve mucho tiempo sin follar, o que nunca haya hecho el amor de una forma tan especial, pero sé lo que significa: que está cerca.

El colchón se mueve con insistencia bajo nosotros y empiezo a jadear más deprisa. Jungkook me mira a los ojos y sonríe como puede. El sudor le corre por la frente y sus resuellos son cada vez más seguidos. Pero eso no le impide seguir con un ritmo bastante constante.

—¿E-estás... cansado? —pregunto, acariciando su cara, quitando las gotas que le resbalan por las sienes. Él me da un besito en la muñeca.

—Q-quiero que te corras —dice, en su lugar, y suelta un gemido cuando mi vagina se contrae en un espasmo.

—N-no te he preguntado... uff...

Su lengua recorre mi yugular y le clavo las uñas en la espalda porque no puedo más: yo también estoy cerca. Y lo nota, claro que lo hace.

—Jungkook... —gimo, porque quiero que me responda de verdad, pero él lo entiende como una petición para que vaya un poco más deprisa. Que bueno, tampoco me viene mal—. Jungkookjungkookjungkook —repito, cada vez más alto.

—V-vamos noona... —suplica—. A la vez.

—Ah, ah, ahhh.

Tiene el ceño fruncido y los labios apretados, pero sus ojos me dicen que lo necesita. Ya.

Y esta vez lo único que necesito para correrme es su nariz rozando la mía.

—Jungkook —jadeo, antes de que el orgasmo me llegue a todas las partes de mi cuerpo. Él se tensa y se estremece justo en ese momento y presiona nuestros labios para acallar el grito que se nos precipita por la garganta.

Más errático, Jungkook sigue moviéndose hasta que siente que se ha descargado del todo y yo dejo caer mi cabeza sobre la almohada mientras trago el aire a bocanadas.

Joder.

—JK... —me quejo cuando sale de mí y, después de quitarse el condón (que deja atado encima del envoltorio), nos gira rápidamente para que quede encima de su pecho. Pero cuando miro su cara, completamente devastada y feliz, muy feliz, no puedo evitar acariciarle por todas partes—. Estás agotado.

Él niega mientras acaricia mi espalda con sus manos, arriba y abajo.

—¿Te ha gustado? —pregunta, con sus ojos centelleando. Yo me incorporo sobre mis codos para poder colocarle el pelo. Asiento antes de darle un besito en los labios.

—Me gusta hacer el amor —le admito—. Pero deberías haberme dicho que estabas cansado, podía haber intentado montarte.

—Si no me hubiese corrido dos veces... Lo haríamos ahora mismo.

Yo me río y le doy otro beso. Es como si mis labios picasen y el único modo de calmarlos fuese en su cuerpo.

—Duérmete un rato, anda —digo, tocando su pelo de nuevo. Él niega, descolocando todo mi trabajo—. ¿Cómo que no?

—No quiero cerrar los ojos y dejar de verte —otro beso. No puedo, es que no puedo.

—Puedes verme cuando despiertes, tonto.

—Ya —admite—. Pero no te podré ver así.

—¿Así cómo?

—Sudada —empieza, pasando sus manos por las gotas de sudor que se me acumulan—, con esa sonrisa preciosa de después del orgasmo. Y tú de verdad. Completamente desnuda.

—¿Te gusto así?

—Eres mi Hye favorita —admite, y ahora es él quien me da un beso, un poco más largo.

—¿Aunque no pueda ser tan dominante en el sexo como quieres?

—¿Por qué dices eso? Claro que puedes.

—El muñón.

Jungkook pone los ojos en blanco y sujeta mi cara con ambas manos, espachurrándome los mofletes.

—¿Qué postura te mueres por probar? Ya sabes, después del accidente.

Casi le digo que no lo había pensado, pero lo cierto es que sí que lo hice. Cuando empecé a enumerar todos los inconvenientes de tener una pierna menos salieron a la luz algunas de mis posturas sexuales favoritas. Bueno, el sexo en general. Y, en realidad, sé que algunas son perfectamente posibles, pero yo las rechacé porque lo que más miedo me daba en el mundo es que alguien pudiese verme así. Tal y como estoy ahora con Jungkook. Que le pareciese lo suficientemente sexy como para correrse.

—A cuatro, contra la pared, contra el escritorio... Montar...

Jungkook se ríe y vuelve a besarme. Creo que él siente el mismo cosquilleo que yo en los labios.

—Puedes hacerlas todas. Y vamos a hacerlas todas, ¿vale? Bueno, si quieres.

—¿En serio? —pregunto, ilusionada. Su sonrisa es tan enorme que me dan ganas de besarle otra vez. No lo hago porque quiero seguir viéndola y porque no quiero ser una pesada.

—¿Para qué tienes entonces tantas cajas de condones en el cajón si no? —pregunta y yo abro y cierro la boca intermitentemente antes de escuchar su risa.

—¡Oye! No te rías.

—Tengo curiosidad.

—No sabía cuál te gustaría más y Ahn me dijo que cogiese uno de cada por si acaso...

—¿Fuiste a comprarlos con Ahn?

Ahora el avergonzado parece él.

—Sí, es que no sabía qué hacer y estuvimos hablando y... Fue un poquito menos malo que ir yo sola.

—Me va a acribillar a preguntas, ¿verdad?

—No, en realidad me las va a hacer a mí. 

—¿Tienes que responderle? ¿No podemos guardárnoslo para nosotros? —parece aterrorizado, aunque sé que es un poco fingido.

—Solo le diré que lo he superado y que lo he usado, ¿vale? Y luego puedes salir a mi rescate para que no pregunte más.

—¿Cómo hago eso?

—Preguntando por Taehyung —me río. Y él asiente antes de bostezar—. Cierra los ojos.

—No. Quiero verte.

—Jungkook... Cierro yo los ojos también, ¿vale? Solo vamos a descansar la vista.

—Me voy a dormir si cierro los ojos.

—Pues duerme —doy un besito a su frente y me hace caso, al fin—. Ahí, ahí, quédate así —doy dos besitos más en sus párpados y él se ríe—. Voy a seguir aquí cuando los abras, ¿vale?

—Mmm... Vale, pero sigue besándome.

—Estás muy mimado, pero vale.

Su sonrisa en ese momento me lleva a hacerle caso y decirle con mis labios en su cara todo lo que mi garganta no es capaz de emitir todavía.

Te quiero, Jeon Jungkook. Te quiero, te quiero, te quiero.

-----

¡Felices Reyes!

Bueno, sé que los Reyes Magos no van a todo el mundo, pero como a Españita sí y hoy tocaba capítulo, aquí lo tenéis como regalito. He intentado que quede soft, así que espero que os guste (no tendréis queja, llevan más de dos capítulos siendo felices).

No sé vosotras, pero yo estoy muy confusa con todo el tema de la no fecha para el comeback y las pistas que dejan en las actuaciones. Pero, por otro lado, estoy LIVING máximo con las fotos de Jikook es que:

Mirad las manitas minúsculas de Jimin, sus sonrisas,sus ojitos inexistentes, los tatuajes de JK... Los adoro demasiado.

Y dicho esto no me enrollo mucho más, espero que hayáis pasado buenas vacaciones y que la vuelta a la rutina no se os haga muy dura. Hasta el lunes que viene <3

PD: Acabo de ver que la historia ha llegado ya a los 10K así que MIL MILLONES DE GRACIAS <3 Espero que os guste lo que se viene.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro