Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

- 08 -

Ahn está muy rara. Bueno, y Jungkook. Es como si ambos compartiesen un secreto que solo ellos dos saben y del que no quieren hacerme partícipe. O quizá Ahn sí que quiera contármelo, por eso a veces la pillo mirando a Jungkook como si quisiera desgastarle, alzando las cejas y dándole pataditas debajo de la mesa hasta que se pone a mi lado para que le deje en paz.

Es eso o le está lanzando fichas y él no se entera. Aunque, por lo que tengo entendido, Ahn se lió con Shownu (un atleta que ya está acabando sus estudios), no sería raro: ya está empezando a correr el rumor por el campus de que Ahn se ha acostado con más de media universidad. Una exageración y, en mi opinión, algo machista, porque si las dos partes quieren, Ahn está en su derecho de hacer lo que le apetezca. Aunque eso incluya acostarse con Jungkook.

Hoy he quedado con él para hacer mi parte del trabajo de los retratos. Ya que el día que intenté dibujarle en el parque al final acabé yo siendo la modelo (y como no para de llover), he acabado ofreciéndole venir a mi habitación para poder terminarlo. No me gusta la idea de que alguien entre en mi cuarto, pero se me está echando el tiempo encima y no me quedan muchas más opciones. Así que he escondido las muletas y todo lo que pueda decirle que me falta una pierna, y he dejado todo preparado para empezar a dibujarle y acabar cuanto antes. Cuanto menos tiempo pase ahí, menos posibilidades hay de que lo descubra.

—¿Hoy vas a dejarme dibujarte sin interrupciones? Namjoon me ha dicho que necesita tu ayuda para una cosa, pero no te voy a dejar ir hasta que acabemos —le digo, mientras esperamos al ascensor para subir a mi planta. Hemos venido a mi residencia después de comer con Ahn. Y sí, siguen igual de raros, incluso cuando no están en la compañía del otro.

—¿No te ha dicho qué quiere? —pregunta. Noto cierta curiosidad en su tono, pero en realidad sigue medio ausente desde la comida.

Jungkook es el primero en entrar al ascensor en cuanto llega a nuestra planta. Yo le sigo cuando he tomado una gran bocanada de aire. Son solo cinco plantas. Las subo y las bajo cada día, pero la sensación de angustia no se va, ni aunque haga ese mismo viaje diez veces por día. Siempre tengo la sensación de las paredes cerniéndose sobre mí y el aire volviéndose más denso. Más aún cuando hay alguien conmigo.

—No —digo, sin más, una vez se han cerrado las puertas.

—¿Tienes pánico a los ascensores? —pregunta Jungkook, saliendo de su ensimismamiento. Sé que me está mirando, pero yo solo miro a la puerta roja, rezando porque se abra pronto y pueda respirar con normalidad. Quizá por eso ha notado él mi angustia.

—Claustrofobia.

—Podríamos haber subido las escaleras. Si quieres bajamos en la siguiente y...

—No, está bien. Tengo que acostumbrarme —miento. Porque no puedo decirle que prefiero pasar esta angustia a necesitar ayuda para subir cada escalón.

Salgo escopetada del aparato en cuanto llega a mi planta y Jungkook me sigue en un pasmoso silencio. En cuanto abro la puerta de mi cuarto, él, con las manos en los bolsillos, observa la sala en silencio.

—Es bastante grande, has tenido suerte —susurra—. ¿Puedo...?

—Sí, claro. Yo me sentaré en la silla, ponte cómodo.

Jungkook planta su culo en mi cama y, con mucho cuidado, yo me siento en la silla, frente a un caballete con el bloc de dibujo.

—¿Tengo que posar de algún modo o...?

Me río un poco, porque Jungkook, pese a tener una belleza natural y la capacidad de ser modelo de Vogue si se lo propusiera, siempre muestra esa inseguridad, ese modo de no saber cómo tenerse en pie por si no es correcto.

—Jungkook, me dibujaste como si te fuese a clavar un lápiz en el ojo. ¿Crees que necesito una pose concreta? Simplemente habla y encontraré el modo.

—¿Qué quieres que te diga? —pregunta, expectante. Podría dibujar esa expresión. La de sus ojos más abiertos de lo normal, sus labios ligeramente abultados y la cabeza ladeada, prestándome toda su atención. Es un poco Jungkook, pero no es del todo él.

—No sé, ¿cómo es tu habitación? Decías que la mía es grande.

—Ah, pues... —empieza, mirando al techo. Yo empiezo a trazar el contorno de su cara mientras él busca las palabras—. En realidad, es más o menos de este tamaño, quizá un poquito más grande, pero hay dos camas, ¿sabes? En plan, la mía está en la derecha, como la tuya, y al otro lado está la de Jun Seo. Es mi compañero de cuarto.

—¿Cómo es él?

Jungkook gesticula mucho cuando habla, me doy cuenta cuando intento captar su esencia. Sus manos se mueven para indicarme dónde están las camas y cada detalle de la habitación, y yo me pierdo un poco en lo fluido que parece su movimiento y lo errante que parece al intentar explicarse con palabras. Como si su cerebro fuese mucho más rápido de lo que lo es su cuerpo. O como si quisieran decir cosas diferentes.

—Es muy desordenado. Por eso la habitación parece más pequeña. Tiene todavía la maleta abierta en mitad de la habitación con toda la ropa por ahí tirada y un montón de trastos que casi todos los días tengo que esquivar para llegar a mi cama. Además, a veces se lleva a su novia a la habitación y... Vamos, que preferiría tener una habitación para mí solo.

Jungkook se ha puesto rojo y, aunque lo sabía de antes, sé que es eso exactamente lo que quería captar: su rubor, su sonrisa, el modo en el que sus pómulos se suben. Sus ojos haciéndose pequeñitos.

—¿Por qué no pides traslado de residencia? A lo mejor Namjoon necesita compañero —digo, casualmente—. Os caísteis bien, ¿verdad?

—Sí. Podría preguntárselo, la verdad. En realidad, no es muy práctico estar en una residencia que está tan lejos de la tuya... Por los trabajos, ya sabes.

—Emm sí, claro.

Intento que no se note que casi se me cae el lápiz, pero, por cómo se ríe, sé que lo ve. Pero hasta eso me sirve, porque quizá antes de ponerme con el lápiz sabía que quería dibujar su sonrisa. Intento captar todos los detalles el tiempo que dura, que es efímero, porque se queda mirándome fijamente, y luego intento hacerle reír de nuevo, sin mucho éxito.

—¿Tengo que volver a ser torpe para que te rías?

—¿Qué? —pregunta, confuso, ladeando su cabecita.

—Quiero dibujar tu sonrisa —digo, mirándole fijamente—. Pero solo me has dejado verla unos segundos y sé que no soy lo suficientemente graciosa como para dejarla fijamente.

—Eres graciosa —dice, y sonríe un poquito—. Pero pensaba que querías verme serio y he estado aguantándome la risa todo este tiempo.

—Qué mentiroso....

Jungkook se vuelve a reír ante mi fingida indignación y yo aprovecho para volver a contornear el modo en el que sus dientes se asoman. Como se da cuenta, claro, se deja la sonrisa vestida para ayudarme.

Y cuando intento que sea de verdad, que se ría ocultando sus ojitos, me creo por unos momentos que le parezco graciosa de verdad. Y no sé por qué, pero me gusta lo que siento en ese momento.

—Ya está —digo, soplando el folio para quitar los restos de grafito. Estoy orgullosa, porque creo que he plasmado lo que quería.

—¿Tengo esos dientes? —pregunta. Le noto en mi espalda y cuando levanto la mirada para ver su mandíbula me pongo un poco nerviosa. ¿Qué hace tan cerca?

—Sí, pero son bonitos. Eres el único que puede llevarlos y que le queden bien.

¿Qué cojones estoy diciendo?

—Gracias, supongo —dice, con una sonrisa—. Creo que se ha hecho un poco tarde; debería irme ya.

Miro mi reloj y me incorporo, desentumeciendo un poco los músculos de mi espalda con ello. Ya son más de las nueve de la noche y me sorprende no haberme dado cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo.

—Perdona, no lo he calculado bien —digo—. Yo debería bajar a cenar, ¿quieres quedarte? Seguro que Nam está abajo.

—Es abusar, Hye. Hoy tengo comida y...

—Pero Nam te necesitaba —replico, intentando que se quede, y no sé por qué.

—Vengo mañana y traigo yo algo para comer, ¿te parece bien? —pregunta. Parece ilusionado, así que asiento. Y no sé si lo hago por la ilusión que desprende o porque en el fondo (muy en el fondo) me gusta pasar tiempo con él sin las miraditas de Ahn.

—Te acompaño abajo. Tengo que ir a la cocina de todos modos.

Jungkook me asiente así que salgo con él de mi habitación rumbo al ascensor. No vuelve a insistir en ir por las escaleras cuando voy directa al aparato, aunque veo por el rabillo del ojo que mira a los peldaños preguntándose por qué prefiero pasar el mal rato.

—¿Subes todos los días en ascensor? —pregunta, cuando estamos dentro. Yo asiento—. ¿Y cómo... te distraes?

—Pienso —respondo, deprisa—. En todo menos en que estoy encerrada. Muchas veces pienso en las puertas abriéndose. A veces solo me fuerzo a respirar constantemente.

En lo único en lo que no pienso es en el armario de la casa de Jungkook, contigo dentro y el aire escapándose entre las rejillas, asfixiándome.

—Ehh... esto.... ¿tu ascensor suele quedarse tanto tiempo parado en la misma planta?

Abro los ojos y le miro con pánico. Jungkook tiene la mano en su nuca, rascándose nervioso. Ni si quiera le da tiempo a pulsar los botones para abrir las puertas, porque soy más rápida en ir a desgastar el icono de las puertas abriéndose. Le doy con insistencia, empezando a respirar más agitada cada vez que miro de reojo al metal carmesí que sigue ahí, cerrado a cal y canto.

—Vale, veo que no —dice, intentando quitarle hierro al asunto—. Hye, tranquila, seguro que...

—T-tengo que salir de a-aquí —jadeo, pulsando con cada vez menos fuerza el botón. Por eso cuando siento la mano de Jungkook apartarme de ahí ni si quiera opongo resistencia. Porque pierdo la energía a cada segundo que paso ahí dentro.

Jungkook empieza a imitar mis movimientos con mayor insistencia y, cuando ve que no funciona, pide ayuda a gritos e intenta abrir las puertas. Nada.

—Voy a llamar, ¿vale? Respira.

Y lo intento con todas mis fuerzas. Abro la boca e intento tragar a bocanadas, pero me ahogo. Y mi cerebro no para de volver a hace cuatro años, con un Jungkook probablemente estresado, fuera de un armario que compartía con Min Yoongi y mi dolor.

Pero entonces no sabía lo que era el dolor.

—Hye, ya está, ya está. Vendrán en cinco minutos, ¿vale? —insiste, y se acerca a mí. Le veo la preocupación en el rostro, pero solo puedo boquear—. Venga, respira. Lo has ensayado y no estás sola. Respira.

No puedo. Intento decírselo con gestos, con mi modo de inclinarme hacia delante y con las bocanadas de aire que intento dar. Porque no es lo mismo subir y pensar que son solo dos segundos, a estar ahí encerrada, recordando demasiado.

Hasta que dejo de hacerlo.

Siento suavidad, electricidad y algo bonito y profundo. Siento los labios de Jungkook sobre los míos y, de repente, puedo respirar a través de su boca. Mi mente se queda en blanco y solo me rindo a su dulzura. A la de sus labios intentando mover los míos, la de sus manos en mi cara y su lengua, tímida, acariciar y retroceder, como si no quisiese ir más allá.

Pero abro la boca y dejo que entre en ella, que me recorra y siga sedándome con sus labios, su lengua y sus manos.

Besarse ayuda a reducir el pánico.

Viene a mi mente, pero, quizá, porque Jungkook está recorriéndome entera, no me regocijo en el momento exacto del que procede ese pensamiento, sino que me centro en que hacía mucho que no besaba a alguien. Y Jungkook no solo besa bien; me hace sentir deseada por primera vez en años.

La suavidad empieza a esfumarse para transformarse en lujuria al cabo de un rato. Nos separamos lo justo para tomar una bocanada de aire con la que aguantar otra tanda de besos y nuestros labios empiezan a mordisquearse y aplastarse con fuerza. Ni si quiera cuando acabo pegada a la pared del ascensor salgo del trance. Porque no me suelta. En su lugar se pega más a mí y yo empiezo a jadear, pero por algo muy diferente al pánico.

Estoy tan enajenada que el primero en salir del trance es él. Se separa de mis labios con los ojos cerrados y la respiración agitada. Sus manos siguen en mi cara, pero van bajando conforme su respiración se regula.

¿Dónde estoy?

—Ya vienen.

Ni si quiera me da tiempo a preguntar qué ha pasado porque noto una corriente de aire en mi derecha y, cuando abro los ojos, veo como las puertas se abren.

Para entonces Jungkook está en la otra punta del ascensor y siento más angustia por verle lejos que por pensar en cuánto tiempo he estado encerrada ahí dentro.

¿Qué me está pasando?

----

Jejejeje, llegó la intensidad. Sé que normalmente me tomo mi tiempo (mucho) para presentar a los personajes y que desarrollen sentimientos y tal tal tal, pero BUENO esto parte de un relato previo. Aún así me parecen como milenios hasta que ha pasado ALGO así intenso (????) No sé. ¿Qué opináis?

La historia ya está bastante avanzada y tengo cosas pensadas para ir metiendo salseo, pero me gustaría saber vuestras teorías.

Personalmente, ¿con quién os gustaría que se quedase Hye?

Gracias por hacer que TGoI llegue al 1K 💜

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro