LA LLAVE
Mis dedos aún estaban llenos de acuarela del día anterior y me levanté con la intención de continuar pincelando mi cuadro hecho paisaje. Pero al entrar noté que algo andaba mal. Las herramientas estaban desordenadas, papeles tirados por el suelo, y la llave, esa llave que siempre colgaba en su lugar, había desaparecido. Fruncí el ceño, tratando de recordar si la habíamovido, pero sabía que siempre la dejaba en el mismo sitio.
Sentí un nudo en el estómago y decidí salir a buscar a Brela. La encontré jugando en el jardín.
—Brela, necesito hablar contigo —dije, tratando de mantener la calma.Ella me miró con sus grandes ojos azules, notando la seriedad en mi voz.—No te hablo —dijo, ignorándome.—La llave de tu habitación... no está donde la dejé. ¿Fuiste tú? — pregunté, siendo ignorado otra vez, mientras ella corría a mi alrededor.
Suspiré profundamente y la tomé de su pequeña mano traviesa.
—Oye, no estoy jugando, responde, ¿la tomaste o no? —dije, marcando un límite. —Lo siento. La tomé para ver a Alina. No podía dejarla sola —confesó en un susurro.
—Te dije muy bien que no regresaras allí —dije con paciencia.—Sí, pero no la voy a abandonar. Ella no es peligrosa para mí, entiéndelo... —su mirada se cristalizó—. Ella no es mala.
No quería que ella volviera a entrar en la habitación pero tampoco quería lastimar su pequeño corazón.
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