Después de mi encuentro con André en la biblioteca, la dinámica de mi vida dio un giro inesperado. Pasaba cada momento que podía junto a Brela y nuestras noches se transformaron en rituales compartidos, donde las historias antiguas se mezclaba con la emoción de lo desconocido. A medida que las horas se deslizaban, mis cenas se convertían en meriendasde descubrimiento, y yo solía encontrarme con André en la biblioteca la mayoría de las noches, sumergidos en relatos de crímenes y misterios que nos mantenían al borde de nuestras emociones.

Pero esos encuentros no solo eran para leer historias intrigantes; también buscábamos desesperadamente respuestas sobre mi existencia en los libros. Explorar la vasta colección de textos antiguos y modernos se convirtió en una obsesión compartida. Queríamos desentrañar el misterio que me rodeaba, esperando encontrar algún indicio, algún pasaje oculto que nosrevelara la verdad.

El brillo de las estrellas a través del telescopio se volvió un espejo de nuestras charlas, donde las constelaciones parecían responder a los secretos que nos confiábamos en voz baja. Mis noches silenciosas, antes llenas de reflexiones y ecos de un pasado sombrío, desaparecieron al involucrarme con este par tan peculiar, que con su compañía, hicieron que los recuerdosde las malas situaciones se desvanecieran momento a momento, como sombras atrapadas por la luz de una lámpara en la oscuridad.

Fue en medio de ese ambiente de complicidad que, sin pensarlo, solté: "Me gustas..." La confesión brotó de mis labios sin ningún filtro, como un torrente que se escapa de un dique.

La reacción de André fue instantánea, su mirada se tensó ante mi inesperada declaración, como si una tormenta eléctrica hubiera cruzado entre nosotros. Comprendía que la distancia entre nosotros era insalvable; sabía que no podía tocarlo, pero eso no era un impedimento para sentir las mariposas revoloteando en mi estómago y el corazón latiendo a mil por hora, desafiando toda lógica.

— No sé qué decirte... sería difícil encontrar las palabras adecuadas para responderte. No lo digo de manera negativa, sino que... eres un espectro, no una persona.

Sus palabras, aunque pronunciadas con suavidad, fueron un golpe directo al corazón. Me dejé llevar por el momento, pero ese comentario resonó en mis pensamientos como un eco distante.Era evidente que entre él y yo no podía existir nada más que una conexión platónica, aun así, me consolaría con la fragilidad de su presencia. Tal vez podía conformarme con escuchar sus palabras amables, imaginando que, en su mundo etéreo, yo era la única que existía en sucorazón. Sin embargo, había sido desvergonzada, y sin duda, me había excedido.

—Sin embargo —continuó, —si te aprecio. Es que... me es extraño hablar de mis sentimientos y mucho más en esta situación paranormal en la que estamos. —Terminó con una sonrisa incómoda, una mezcla de gratitud y confusión cruzaba su rostro.

—Lo sé. Fue algo precipitado de mi parte —respondí, tratando de disculparme y al mismo tiempo aferrándome a la chispa que aún existía en el aire.

Aunque sabíamos que había barreras imposibles de cruzar, algo dentro de mí se reconfortó al saber que podríamos navegar juntos en este mundo extraño, una amistad más allá de las limitaciones que nos imponía la realidad.