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Six

Kiara;

No sé qué mierda hacía aquí. Definitivamente tendría que estar completamente loca para estar en frente de su puerta, con él, mirándome fijamente.

Su cuerpo estaba cubierto por una bata de baño, dejando su pecho descubierto y su cabello mojado, goteaba en las puntas. Tragué saliva fuertemente y desvíe mis ojos de los suyos, tratando de no mostrar que estaba muerta del miedo.

—Kiara —me miró nuevamente de arriba hacia abajo para luego posar sus ojos en los míos— ¿Qué haces aquí?

—¿Puedo pasar?

—Claro —me responde.

Se hace a un lado, dejándome vía libre para adentrarme a la suite. Cerró la puerta de un leve portazo, para seguir mis pasos y yo sentí que el cuerpo me tembló, de verme encerrada con él en su suite.

—Siéntate —me pide— ¿Quieres algo de beber?

—No —respondí neutra.

Me mira.

—¿Estás segura? Si quieres–

—No Namjoon —lo interrumpo algo desesperada— No quiero nada, no he venido a hacerte una visita de cortesía.

—Lo sé —afirma— Sé que eres la última persona que me haría una visita de cortesía, pero lo que no entiendo es el motivo de tu visita cuando me dejaste muy en claro que no me querías cerca.

Me quedé boquiabierta ante tal respuesta.

Estaba más que clara de mis palabras la última vez que estuve aquí, pero jamás me esperé que me respondiera tan fríamente cuando hace unos días, casi que me suplicaba con la mirada por una oportunidad de hablarme.

¿No me digas que ahora te arrepientes de haberlo tratado así?

Claro que no y por favor, si no vas a aportar nada interesante, no vengas a joderme.

Me obligué a terminar el debate interno con mi conciencia para responderle a Kim.

—Es bueno que lo tengas en claro —espeté, tratando de sonar segura— Pero lo que quiero saber es lo que pretendes con todo esto.

—¿Perdón?

—¿A qué viniste aquí? ¿Por qué me persigues?

Se quedó callado, procesando mis preguntas y yo comenzaba a impacientarme. Aunque a quien le miento, he estado de este modo desde que lo vi en el Balneario.

La situación era desesperante y su silencio lo era aún más.

—¿No puedes responderme esas simples preguntas? —pregunté casi que atacándolo.

—¿Y acaso me creerías? Porque mi respuesta sigue siendo la misma que te di aquí ese día. Vengo en son de paz.

Reí irónicamente.

—¿En son de paz? No me jodas Kim —bramé— ¡Vienes en son de paz y te has dado a la tarea de perseguirme! ¡Te atreviste a ir al kinder donde está mi hija cuando claramente te dije que te alejaras! ¡¿A eso le llamas paz?!

Juro que traté por todos los medios de no dar rienda suelta a todos esos sentimientos negativos que tenía en su contra, pero me fue imposible. El solo saber que él estaba a una hora de mi casa y que me tenía en la mira como objetivo me enfermaba a más no poder.

Ni siquiera escondiéndome en el país más intrincado de este mundo, logré librarme de él.

Sus pasos intentaron avanzar a mi, pero retrocedí, indicándole que respetara la distancia.

—Yo solo necesito que me escuches, por favor —pidió.

Pude notar en sus ojos la clara necesidad de hablarme, pero por más que algo en mi interior me dijera que accediera, no podía. El miedo era más fuerte que yo.

—Y yo necesito que me dejes en paz —sentí mis ojos acuosos— Déjame en paz.

—Kiara–

—¡No Kim, ya no más! ¡Desaparece de mi vida de una vez! ¡¿Por qué es tan difícil de entender que no te quiero ver?!

—¡Porque no puedo dejarte así carajo!

Su grito me sobresaltó.

Desde que desperté ese día en su cama, trató de mantenerse impasible ante mis ataques y mis gritos, pero justo en este momento, ese Namjoon había desaparecido.

—¿Quieres saber por qué vine? ¿Eso quieres?

—N-no, aléjate... —solté nerviosa cuando comenzó a caminar hacia mi— ¡Aléjate!

Por más que gritara en su dirección, sus pasos jamás se detuvieron, es más avanzaron aún más haciéndome retroceder hacia atrás.

Tragué con dificultad cuando mi espalda chocó con el vidrio de la puerta corrediza. Su cuerpo sólo estaba a unos pasos del mío. En otras palabras; me tenía acorralada.

—La razón más fuerte por la que estoy aquí, aún sabiendo que me puedes mandar al demonio cuando quieras, es que te amo. Te sigo amando como el primer día, Kiara Bianchi.

Me quedé helada al escucharlo, habían pasado años desde la última vez que escuché esas palabras y por una extraña razón, mi corazón palpitó con fuerza ante esa confesión. Aún así traté de no mostrar vulnerabilidad ante él.

—E-es mentira... —temblé cuando sus manos me tomaron la cintura— S-suéltame...

Nuestras narices rozaban, al igual que nuestros labios y tanta cercanía me afectaba como jamás pensé que lo haría.

—Estás temblando. Aún tiemblas cuando te toco.

Y no de miedo. Por primera vez después de años, mi cuerpo estaba reaccionando ante él y no de mala manera, lo que comenzaba a asustarme.

No sé que mierda me estaba pasando, pero supe que había enloquecido cuando los labios de Namjoon atacaron los míos y no hice nada para impedirlo.

Aléjate.

Pidió mi conciencia, pero mi cuerpo hablaba y mandaba más en estos momentos que mi propia mente, e increíblemente no pude resistirme más.

La manera brusca en la que me apretó contra él me hizo jadear en su boca. Me aferré a su cuello y dejé que su boca dominara la mía en todo el sentido de la palabra. Sus besos eran feroces, hambrientos. La manera en la que su lengua ingresó en mi cavidad bucal, me hizo ver cuanto necesitaba esto.

—Quiero–

—Hazlo —respondo de inmediato, interrumpiéndolo— Solo hazlo, fóllame.

Sonrió maliciosamente ante mi positiva respuesta y no dudo en devorar mis labios nuevamente.

Su boca tomó posesión de mi cuello, lamiendo y mordiendo mi piel, mientras mi culo era apretado y manoseado a su antojo, sacándome uno que otro gemido.

En un abrir y cerrar de ojos nuestra ropa desapareció, y no pude evitar morder mi labio inferior al ver su polla dura, venosa y con líquido pre-seminal en su punta. La idea de follar su polla con mi boca, cruzó por mi mente, pero estaba más que clara que con lo necesitados que estábamos, él no me dejaría ni siquiera lamer su glande.

Pero sin duda alguna, lo que menos imaginé fue a Namjoon arrodillado, comiéndome el coño.

—Había olvidado lo jodidamente deliciosa que eras —sonrío, mirándome y tomó mi pierna, colocándola en su hombro.

Ver cómo su lengua lamía mi clítoris así tan sucia y lentamente mientras me miraba a los ojos, me hacían querer restregarme en su rostro frenéticamente hasta perder la cordura. Gemí deliciosamente, cuando comenzó a succionar mi clítoris como si quisiera succionarme el alma y me sentí a desfallecer. Sus lamidas y succiones fueron tan malditamente deliciosas que no fui capaz de aguantar un segundo más y terminé corriéndome en su cara.

Se reincorporó luego de haber limpiado hasta la última gota de mi orgasmo y me besó, haciéndome probar mi propio sabor. Sus manos volvieron a tomar mi culo con posesividad y me impulsaron hacia arriba, haciéndome rodear su cadera con mis piernas.

—¡Ah, mierda! —chillé cuando su polla me penetró de una sola vez.

Y es que había olvidado lo rico que se sentía estar con él de esta forma.

Sus caderas comenzaron a arremeter contra mi coño de manera brutal con ayuda de sus manos en mis glúteos, lo cual hacía las embestidas más certeras y deliciosas. Eché mi cabeza para atrás, sintiendo como su pene tocaba cada punto de placer en mi interior y comencé a gemir su nombre sin pudor alguno.

Amaba el sexo duro, el sonido de las pieles chocando mientras nuestros sexos se fusionaban y ver las facciones de Namjoon endurecidas y su mandíbula tensarse mientras me penetraba de esa forma que me gustaba, me hacía recordar a ese mismo Namjoon, que me follaba de manera salvaje en cada rincón de nuestra casa en Seúl, cuando vivíamos juntos.

—¡Oh, sí!

Su agarre en mis nalgas se afianzó, sus movimientos se volvieron jodidamente rudos, haciéndome gritar y cuando su boca aprisionó mi pezón derecho y sus dientes tiraron de él, sentí que podía ver el maldito universo.

—¡Puta mierda, Kiara! —escucharlo maldecir así me ponía aún más— Se siente tan bien estar en tu interior.

—¡No pares, Namjoon! ¡Ah!

Sus manos soltaron mis nalgas para subir por mi espalda hacia mis hombros. Por instinto mis piernas se cruzaron sobre su culo y cuando se inclinó conmigo hacia adelante, sentí que se me iba el oxígeno. Sus movimientos aceleraron aún más y mis gemidos se volvieron gritos de puro placer, cuando comenzó a follar mi coño violentamente en la nueva posición.

Mi vagina comenzó a soltar fluidos y a contraerse alrededor de su falo, indicándome que mi siguiente orgasmo estaba cada vez más cerca. Sus caderas no pararon de arremeter contra mi centro, hasta que un chillido agudo acompañado de su nombre le hizo saber que el clímax me había atacado. Todo mi cuerpo se retorció, tembló en sus manos mientras el orgasmo me atravesaba con ferocidad.

—Oh... —musité cuando sentí que su polla se hinchó, expulsando su semen en mi interior.

Nuestros cuerpos estaban sudorosos, temblorosos y Namjoon no dudó en apoyar mi cuerpo contra el cristal de la puerta del balcón, para así poder recuperar el aliento, tras un sexo intenso.

Me dejó suavemente en el suelo e inmediatamente me sostuvo cuando se percató de que mis piernas flaquearon ante la falta de fuerza. 

Me besó brevemente, para luego unir nuestras frentes.

—Te amo, Kiara.

Sus palabras sonaban sinceras, pero para mi solo fue el pequeño detonante que me hizo darme cuenta del error que había cometido.

Me había dejado llevar y terminé follando con el hombre que acabó con mi vida hace años y ese había sido el error más grande que había cometido.

Con todo el arrepentimiento en mi rostro y la rabia que comenzaba a sentir contra mi misma por haber sido tan débil, dije mis últimas palabras, las cuales me dolieron como nada en este mundo.

Sentí la primera lágrima caer.

—Te odio, Kim Namjoon.

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