11
—Cielos, ya se marchitaron todas las flores que te traje.
Cuando recuperaste un poco la compostura, procuraste limpiar todo y dejarlo tan lindo y con un toque me hacía darme cuenta enseguida de que eras tú quien seguía cuidando de mí.
Y ya, ni reuniendo toda la valentía del mundo, sentí que fuera suficiente para estar a tu altura. Ya ni siquiera podrías escuchar mis palabras, por tontas o enredadas que fueran.
¿Qué hacía con todos esos sentimientos que seguía reteniendo? ¿Los dejaba ir para que la brisa se los llevara?
Cerré los ojos. Era imposible dejar de sentir por muy mínimo que fuera.
—Te quiero tanto, Boah.
Vivo o muerto, no importaba, nunca podrías escucharme decirte como me sentía, como me hacías sentir.
Y lo odié.
Me iba a marchitar igual que las flores, y era algo que no podía cambiar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro