Capitulo 8
(Nota: A partir de ahora, las palabras en cursiva y subrayadas, así, será cuando Asen y Gigi Faitth hablen en bulgaro.)
Otros dos mortífagos entraron a la mazmorra y se dirigieron hasta ambos chicos e intentaron arrebatarles las varitas.
Primer error: creer que dos alumnos de Durmstrang, de la casa Olsson y con el puesto de Caballeros, no se defenderían. En especial si uno de ellos era Gigi Faitth.
—¡Sueltame, imbécil!—exclamo Asen forcejeando con el primer mortífago.
—¡No me toques, pendejo!—exclamo Gigi Faitth dandole un fuerte puñetazo en el rostro de uno de ellos, noqueando al mortífago.
—¡Perra!—grito el tercer mortífago.
Un hechizo impacto en el cuerpo de Gigi Faitth quien soltó un quejido. Las varitas de Asen y ella salieron volando en dirección a los mortífagos gracias al hechizo Accio. Uno de ellos cargo a su compañero inconsciente.
—Disfruten la estancia, pronto vendran a verlos.—sonrió sadicamente uno de ellos y salieron de las mazmorras, cerrando la reja con magia.
Ambos amigos contemplaron a su alrededor, analizando la situación. La mazmorra era bastante grande, demasiado a decir verdad. Todo estaba muy oscuro y frio, y solo les alumbraba dos antorchas colocadas afuera de las rejas. Miraron a los otros encarcelados, habían cinco adolescentes que parecían de su edad, el resto eran cuatro adultos. Todos sucios, heridos, con los ojos vacios.
—¿Dónde estamos?—pregunto Asen a los desconocidos.
—No hablamos tu idioma, chico.—dijo uno de los adultos, haciendo señas de que no hablaba.
—Es ingles.—dijo Gigi Faitth.— Disculpen, ¿dónde estamos? ¿Qué les han hecho? ¿Porqué estamos aquí?
—Estamos en la Mansión Malfoy, en Inglaterra.—respondió uno de los jovenes.—fuimos atrapados por los mortífagos antes de poder escapar. Nos usan para torturarnos y se divierten con ello.—respondió un muchacho castaño.
—¿Quienes son ustedes?—pregunto la unica mujer adulta.
—El es Asen Todolov.—dijo señalando a su amigo.— Y yo soy Gigi Faitth Prewett-Grindelwald. Ambos somos alumnos de Durmstrang.
—La chica Grindelwald.—murmuró asombrado el primer adulto que hablo.
—No sabía que Marina había tenido una hija.—comento otro de los adultos.
—¿Ustedes quienes son?—pregunto Asen en perfecto ingles.
Uno a uno se fueron presentando.
—Dean Thomas.—dijo un moreno.
—Ollivander—dijo un señor ya mayor de cabello largo canoso.
—Luna Lovegood.—saludo con una pequeña sonrisa una rubia.
—Amelia Bones.—dijo la mujer adulta.
—Rufus Scrimgeour, ministro de magia.—dijo el primero que había hablado.
—Michael Corner.—dijo un castaño.
—Colin Creevey.—dijo un castaño más chico que ellos.
—Remus Lupin.—dijo un hombre con cicatrices en el rostro, el mismo que comento no saber que Marina tenía una hija.
—¡AH!—exclamo Asen señalandolo.—¡Eres lobito igual que yo! ¡Chocalas!—alzó su mano derecha con emoción.
Todos lo miraron con incredulidad y Gigi Faitth solto una pequeña risa. El ministro se levanto molesto.
—¡Dejen de comportarse como niños!—espeto—¡¿Acaso no ven la situación tan grave en la que estamos?!
Asen y Gigi Faitth se miraron y encogieron de hombros, mirando tranquilamente a los presos.
—Ya sabemos que estamos en problemas.—dijo Asen.
—Pero no vamos a ganar nada amargandonos o teniendo temor.—dijo Gigi Faitth.
—Así que les joderemos la vida a nuestros carceleros y veremos como escapar.—dijeron al mismo tiempo con una sonrisa.
Remus soltó una pequeña risa, esos dos le recordaban a Sirius y James, sus mejores amigos. Durante un rato, de lo unico que hablaron fue del como terminaron capturados. Ellos les explicaron del ataque a Durmstrang y que venían por Gigi Faitth pero que Asen se había sujetado a ella justo cuando los transportaron. Los más jovenes les dijeron que ellos estaban en una salida en Hogsmeade, el pueblo cercano a Hogwarts, cuando el ministerio cayó. Los mortífagos llegaron por montones, mataron a cuantos pudieron y se llevaron a ellos como rehenes. Remus Lupin, quien fungia como profesor en ese momento, defendió a cuantos pudo antes de también ser secuestrado.
Por otra parte, Amelia Bones y Rufus Scrimgeour lucharon en el Ministerio cuando Voldemort junto a sus mortífagos interrumpieron. El mismo Voldemort fue quien los capturo. Por último, Ollivanders había sido recientemente capturado por ser un fabricante de varitas, pues al parecer Harry Potter, el niño que vivio y el elegido, tenía una varita hermana de la de Voldemort, y este quería saber como vencerlo.
Las rejas se abrieron nuevamente y un joven de cabellos platinados y rostro demacrado entro. Paseó su mirada por el lugar hasta chocar con Gigi Faitth.
—Grindelwald, sigueme.—ordenó.
—A mal paso darle prisa.—dijo Gigi Faitth.
Se levanto y con un asentimiento de cabeza a Asen, se fue junto a aquel muchacho que le apuntaba con la varita mientras caminaban escaleras arriba. Gigi Faitth no tenía una buena memoria, ella facilmente podía olvidar algo de lo que estaba hablando en cuestión de segundos sin ninguna razón, sin embargo, era realmente buena orientandose y recordando lugares. Es por eso que mientras caminaban por los pasillos de aquella lugubre mansión, iba prestando especial atención. Quizá en el futuro le serviria.
—¿A donde me llevas?—pregunto.
—Cállate.—ordenó el rubio.
—¿Cómo te llamas?—pregunto ahora.
Durante unos segundos el no dijo nada y continuaron caminando, pero finalmente dijo:
—Draco. Ahora guarda silencio.
—Dragón, eh...me gusta. Mi primo Charlie trabaja con Dragones en Rumania...aunque no se si sigue haciendolo con todo esto.—comentó tranquila.
—Te dije que te calles. ¿Acaso no ves la situación en la que estas?—siseo molesto.
—No eres el primero en decirmelo.—sonrió con burla.
Llegaron hasta unas enormes puertas dobles de color negro, las cuales se abrieron y mostraron ante ellos un gran salón con una larga mesa, llena de mortífagos y en la cabecera un hombre con aspecto de serpiente.
—Cuando dijeron que no tenías nariz, sinceramente pense que era broma.—comentó Gigi Faitth.
—¡Crucio!—lanzó una mujer de cabellos rizados.
Gigi Faitth cayó al suelo de rodillas y soltó un fuerte grito de dolor. La mujer sonrió con satisfacción, pero dicha sonrisa se borro al ver como Gigi Faitth comenzaba a reirse a carcajadas y la miraba secandose una falsa lagrima.
—¿Enserio es lo mejor que tienes?—la miró burlona.—Vengo de Durmstrang, chica. Ahí te lanzan crucios hasta por respirar. —se levanto tranquilamente, sacudiendose la ropa y mirando a los ojos, cruzada de brazos, a Voldemort.
—Interesante...nuestra invitada es fuerte y se cree graciosa.—sonrió Voldemort.—Bienvenida, Grindelwald.
—Voldy.—asintió con la cabeza sonriendo falsamente.
—¡Avada...!
—¡Bella!—ordenó Voldemort.—¡No debes matarla!
Un silencio se hizo en el lugar. Draco continuaba a lado de ella, con la cabeza agachada y temblando ligeramente de terror. Ella notó que un hombre mayor y de largo cabello platinado se parecía a Draco, probablemente fuera su padre. Voldemort se levanto y sonrió con sorna.
—Querida Gigi Faitth.—pronunció su nombre con burla.—Te voy a hacer el mismo ofrecimiento que le di a tu madre en su momento, seria descortes de mi parte no hacerlo.
—Claro, la educación ante todo.—sonrió con sorna.
—Entonces.—dijo ignorandola y acercandose a ella.—Unete a mi, Gigi Faitth. Una Grindelwald y un descendiente de Slytherin, juntos. Seremos los más fuertes, lo tendremos todo.—extendio su mano.—Unete a mi y te lo dare todo.
Gigi Faitth sonrió y se acerco hasta el, quedando a centimetros de su rostro y mirandolon fijamente a los ojos. Extendio su puño derecho y lo coloco sobre la mano que le extendia. Voldemort observo confundido el puño y ella lo giro, mostrando el dedo medio.
—¿Y si mejor vas y chingas a tu madre?
—¡Crucio!
Ese si le había dolido, pero valio la pena.
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