El revuelo por el Mundial de Quidditch, final: Irlanda vs Bulgaria causaba revuelo en todo el mundo conforme iban pasando los días y principalmente en Hogwarts el furor estaba en su máxima expresión. Alumnos que se encontraban guardando todos sus ahorros para comprar en el mundial y alumnos que presumían las palcas en las que estarían.

Los Weasley (que habían invitado también a Hermione), los Diggory y los Potter (incluyendo a Sirius y Remus) estarían en la tribuna principal al igual que los Prewett. Gigi Faitth estaba muy emocionada pues sabía que al Mundial asistirían todos sus amigos de Durmstrang, incluyendo al director y también porque vería de nuevo a Asen, quien jugaría como Bateador.

—¿Me acompañas a la biblioteca? Quiero dejar estos libros que pedí prestados.—dijo Gigi Faitth terminando su desayuno.

—Lo siento, amor. Quede con uno de mis amigos de ayudarlo con una tarea en la Sala Común.—explicó Cedric con una mueca.—pero en cuanto me desocupe voy contigo.

—No te preocupes, yo entiendo.—dijo Gigi Faitth con una sonrisa.

—Y por eso te amo.—Cedric la besó a modo de despedida y se fue.

A pesar de llevar junto apenas un mes y medio, Cedric ya se atrevía a decirle que la amaba, cosa que a Gigi Faitth la ponía algo incomoda, no solo por el hecho de que llevaban poco tiempo juntos como pareja (y de conocerse), sino también porque ella no lo amaba.

Si, admitía que estaba enamorada de el, pero estar enamorado y amar a alguien es completamente distinto.

También sabía que no era necesario llevar toda una vida con alguien para decirle "Te amo"...pero dudaba mucho que Cedric sintiera un sentimiento tan fuerte hacía ella, pero tampoco iba a reprochárselo.

Los padres de ambos estaban felices por su noviazgo. Amos y Sara Diggory brindaron alegremente en su honor, Molly y Arthur Weasley también, incluso James Potter se había alegrado...

Pero Fabian y Gideon Prewett, no. Ellos no estaban felices con su relación pero tampoco se lo habían exteriorizado, solo le habían envidado una carta que decía que si el chico le hacía daño, ellos lo golpearían.

Su abuelo Moody, por otra parte, le envió una carta diciendo que pensó que tenía mejores gustos (Viktor) y que no podía creer que acabare con Cedric, pero que de los errores se aprendía.

Una vez hubo dejado los libros en la biblioteca y bromeado con la señora Pince sobre coquetearle al profesor Snape, Gigi Faitth pasó el resto de la tarde con Seamus y Dean, jugando a comer distintas grageas de todos los sabores y a ver quien le tocaba el peor.

—¡Hola chicos!—saludó Harry.— Siento molestarlos pero, Gigi Faitth, ¿Me podrías ayudar con unos hechizos?—pidió amablemente.

—Claro.—sonrió.—Vamos a la sala de menesteres para poder practicar a gusto y que Minnie no nos mate. ¿Quieren venir?—pregunto a Dean y Seamus.

—Nah, aquí nos quedamos.—dijo Seamus.

—De acuerdo, pero nos vemos en la sala común para bajar a cenar.—dijo ella.

—Hecho.—sonrió Dean.

Ambos hermanos emprendieron camino rumbo a la sala de menesteres, mejor conocida como la sala que viene y va. Harry y Gigi Faitth al fin tenían una relación de hermanos y Ron se les había unido, quedando Hermione como la mejor amiga de esos tres.

De repente, en cuanto cruzaron por un pasillo, Harry se detuvo abruptamente y Gigi Faitth miro asombrada como su hermano endurecía su mirada. Siguiendo su vista, giro el rostro, encontrándose con la imagen de Cho y Cedric besándose apasionadamente junto al grupo de amigos de ambos. Uno de los amigos de Cedric los vio y rapidamente aviso a Cedric, quien casi empuja a Cho de su lado y miro a Gigi Faitth con temor.

Gigi Faitth lo miro molesta, bajo la mirada y suspiro. Tomo a Harry del brazo e intento llevárselo, pero este grito furioso:

—¡¿Es que acaso no vamos a decir nada?! ¡Nos han estado viendo la cara, Gigi Faitth!

—¡Gigi! ¡Hablemos! ¡No es lo que parece!—exclamo Cedric acercándose.

—¡Ced!—exclamo Cho, siguiéndolo.

—Gigi, por favor...—rogó Cedric parándose frente a ella.

—No se tu, Harry—hablo Gigi Faitth en voz alta, siendo escuchada por los presentes y algunos curiosos extras— pero a mi mis padres me enseñaron a dejar mis juguetes a los mas necesitados.

Los murmullos aumentaron en los pasillos y dirigiéndoles una sonrisa falsa a Cedric y Cho, Gigi Faitth tomó a Harry del brazo, llevándoselo lejos. Ninguno de los dos dijo nada hasta que entraron a la sala común de Gryffindor y se sentaron en uno de los muebles. Poco más de cinco minutos despues, Hermione, Ron, Seamus y Dean corrían hacía ellos, preocupados.

—Nos acabamos de enterar.—dijo Hermione sentándose entre ambos hermanos y abrazándolos.—No los merecen, chicos.

—Le vamos a hacer una broma.—dijo Fred con seriedad.

—Si, nadie se mete con nuestra familia.—dijo George.

—Siempre me cayo mal ese imbécil.—dijo Ron sentándose a lado de Harry.

—¿Le lanzamos una quaffle?—sugirió Seamus a Gigi Faitth.

—¿Una quaffle? ¡¿Lancémosle una bludger!—exclamo Dean con enfado.

Y mientras todos intentaban consolar principalmente a Harry que era el más afectado, Gigi Faitth tomó una hoja y un sobre, escribió algo durante unos diez minutos y despues la envió con Hedwig, la lechuza de Harry.

—No le harán nada a Cedric y tampoco a Cho.—dijo Gigi Faitth volviendo a tomar asiento.

—¡¿Qué?!—empezaron todos a quejarse—¡Pero...!

—Pero nada.—les interrumpió.—Cho ya tiene su karma, acaba de quedar como una baja novios y Cedric ha perdido su reputación de chico perfecto. Más aparte, ya me encargue de ellos.

—¿A qué te refieres con que te encargaste de ellos?—pregunto Harry con cierto temor.

—No les hice daño, si es a lo que te refieres.—dijo Gigi Faitth con una sonrisa.

—¿Entonces?—preguntaron los demás, confundidos y curiosos.

—Oh.—sonrió con inocencia.—simplemente le acabo de mandar una carta a papi Fab, papi Deon y Abu Moo, contándoles lo sucedido. Supongo que les interesará ya que conviven mucho con Amos y el padre de Cho Chang es uno de los aurores a cargo de Abu Moo.

—¡Uuuuhhh! ¡Eres cruel!—exclamo Ginny con diversión.—Por eso eres mi prima favorita.

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En mi ultimo post de mi tablero hice la pregunta sobre con quien creen que será mi próxima novela, el primero en adivinar tiene derecho a un deseo (aplican ciertas restricciones). No se vale comentar más de una vez, los amo!