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Capitulo 13

—¿Estas segura de esto Gigi Faitt?—cuestiono Rufus con seriedad.

—Sip.—asintió Gigi Faitth con una sonrisa.—No se preocupen por mi, estare bien.—aseguró con una sonrisa.

Desde que habían logrado escapar, Gigi Faitth y Asen se habían encargado de buscar una manera de llegar a Hogwarts evitando a los dementores, hombres lobo, ogros o vampiros. La respuesta más sencilla era aparecerse, pero eran conscientes de que era imposible, nadie podía aparecerse en Hogwarts y menos con aquel campo de protección.

Pero usualmente la palabra imposible para Honey - Bonnie era completamente posible.

Despues de muchos intentos fallidos, anoche Asen y Gigi Faitth habían creado un trasladador lo suficientemente poderoso como para llevarlos a Hogwarts. El unico detalle era que Gigi Faitth no iría con ellos.

Gigi Faitth tenía que hacer dos cosas: conseguir la maldita copa de Hufflepuff en Gringotts y buscar la varita de Sauco que se encontraba en casa de su madre. Por esa razón es que habían decidido que todos se irían a Hogwarts junto a Asen, mientras que ella se encargaría de lo demas.

Quizá sería mejor que todos fueran a Hogwarts y una vez ahí ella hablara con sus padres, su abuelo, y con Dumbledore, para decidir como conseguir la copa y buscar la varita, sin embargo, esa misma noche Gigi Faitth había tenido una visión sobre Hogwarts.

La batalla final se acercaba y debía estar por comenzar la noche del día de hoy, por lo que no tenían tiempo que perder.

—Bien, repasemos el plan.—dijo Gigi Faitth— Caminarán durante unas cuatro horas hasta llegar al Callejón Diagon, donde entrarán a la tienda de Ollivanders como el nos ha dicho y ahí Rufus, Lunático y Amelia los aparecerán en un bosque de Escocia. Una vez ahí y que estén seguros de que no tiene enemigos alrededor, activarán el trasladador. Recuerden tenerlo sujetado todos porque no tardará más de cinco segundos en cumplir su función y donde alguien no lo tenga agarrado...se quedará atrás. Llegarán a Hogwarts y notificarán de mi visión a Dumbledore, mis padres y a mi abuelo. Deberán prepararse para la batalla.

—¿Lunático?—pregunto Remus sorprendido.

—Oh, si.—sonrió.—Es tu nuevo apodo, lo invente. Se me hizo gracioso considerando tu pequeño problema peludo.—se burló.

Remus no dijo nada y solo sonrió. Esa niña le recordaba demasiado a James, incluso en el tema del cabello, y Asen le recordaba a Sirius por su forma de ser.

—¿Estas segura de que no vendrás con nosotros?—pregunto Dean con preocupación.

—No se preocupen.—sonrió ella.—Estaré bien. Ya es momento de que se vayan.

Uno a uno fueron despidiéndose de Gigi Faitth, con la promesa palpable de verse durante la batalla y también una vez hubieran ganado.

Asen camino hasta Gigi Faitth con una sonrisa triste que ella imitó y se abrazaron con fuerza.

—¿Listo, Honey? —sonrió Gigi Faitth al soltarlo.

—Listo, Bonnie.—sonrió Asen.

Esa era su manera de decirse mutuamente que todo estaría bien y que volverían a verse sanos y salvos.

—Draco, Blaise. —ambos la miraron.—mucha suerte, sean valientes.

—Claro que si. —dijo Blaise.

—Lo prometemos.—dijo Draco.

Gigi Faitth les sonrió a todos por última vez y tomando su varita junto a su mochila, se desapareció. Apareció en un callejón oscuro y repleto de magos con aspecto andrajoso, túnicas oscuras y vendiendo artefactos extraños.

Se colocó bien la capa y cubriéndose de pies a cabeza, salió de su escondite infiltrándose entre el tumulto de gente, notando que más de la mitad eran mortifagos.

Esa era la razón por la que los demás no debían aparecerse, porque casi todos los lados estaban infestados de mortifagos dispuestos a matar para recibir una recompensa de Lord Voldemort.

Salió de aquel callejón oscuro y diviso la enorme estructura del banco de Gringotts. Anduvo a paso rápido pero sereno por la calle, sin levantar sospechas y en cuanto estuvo dentro del banco, hizo uso de una habilidad que casi nunca usaba.

—Madame Lestrange.—saludó el duende con su típica mirada de desconfianza.

—Quiero ver mi bóveda. —ordenó Gigi Faitth con el cuerpo de Bellatrix e imitando su voz. —¡ahora!

—Necesito su llave, Madame Lestrange.—solicitó el duende.

Ella se acercó con furia y el duende retrocedió ligeramente.

—¿Acaso no sabes quién soy yo, imbécil?—siseo con desprecio.— voy a matarlos a todos aquí si no me dejas pasar. Son órdenes del señor Tenebroso.

—P-Perdone usted, Madame Lestrange. De inmediato la llevaré a su bóveda. —dijo el duende con nerviosismo, bajando de su asiento.

Sonrió para sus adentros. Los metamorfomagos eran escasos y se supone que era una habilidad de nacimiento que no podía aprenderse o crearse. Pero para Gigi Faitth nada era imposible y aunque no podía hacer durar sus transformaciones más allá de una hora, después de su segundo año pudo crear una manera para transformarse en quien fuera o en lo que fuera.

Nunca antes había estado en Gringotts, lo que hizo algo difícil el actuar como si ya lo hubiera hecho muchas veces antes.

El duende la llevo hasta un extraño carrito metálico donde ambos ingresaron y este partió con rapidez.

Muy internamente, Gigi Faitth considero que los magos no tenían, ni necesitaban, lo que los muggles llamaban "Parques de diversiones" en donde existían las Montañas rusas, aquellas donde junto a sus padres se subía muchas veces.

El carrito en que se encontraba ahora era mucho peor que la montaña rusa más grande a la que ella hubiera probado antes.

Llegaron hasta la bóveda de los Lestrange, donde rápidamente ingresó y con un Accio, trajo hacia su misma la copa de Hufflepuff.

Fácil.

—¡Usted no es Madame Lestrange!—exclamo furiosamente el duende, señalándola al ver que su cuerpo volvía a la normalidad.

—¿Uh?—lo miró con tranquilidad. —No, no lo soy. Pero ya me iba, adiosito.—sonrió y le lanzo un hechizo aturdidor.

Una alarma resonó en el banco y Gigi Faitth rodó los ojos con fastidio. Corrió hacia abajo pasando por otras bóvedas y se detuvo abruptamente al ver un enorme dragón encadenado.

—¡Compa! ¿Me llevas?—propuso con una sonrisa al Dragón—prometo que podrás comer mucho.

El dragón le dirigió una mirada y luego miró sus cadenas. Gigi Faitth corrió y se subió en el lomo y con un movimiento de varita rompió las cadenas del dragón justo en el momento en que muchos mortifagos entraban al lugar.

—¡Me la pelan todos!—se burló de los mortifagos.

El dragón ascendió velozmente, rompiendo el techo de cristal y emprendiendo el vuelo con Gigi Faitth en el lomo.

Mientras tanto, muchas horas después, cuando el sol empezaba a ocultarse, Asen y los demás se aparecieron en el Gran Comedor de Hogwarts, donde fueron rápidamente amenazados por las varitas de todos los presentes.

—¡Asen!— exclamaron Gideon y Fabián.

—¡Dean!—exclamo Seamus.

—¡Lunático!—gritaron Sirius y James con una sonrisa.

—¡Alto!—dijo Alastor y los Aurores apuntaron a los recién llegados

— ¡Debemos confirmar que son ustedes realmente!—dijo Kingsley a Rufus y Amelia.

— ¡dime algo que sólo tú podrías saber!—ordeno Alastor a Asen.

—Eh...¡oh! ¡Cuando teníamos 12 Bonnie y yo te robamos tu ojo y para para fingir ser piratas! —relató con una sonrisa.

—¡Si es el!—los gemelos Prewett corrieron a abrazar a Asen.

—¿En donde está Gigi Faitth?—pregunto Fabián buscando a la chica con la mirada.

—Ella vendrá después, no tenemos tiempo para los saludos. Necesito a Dumbledore y que todos se preparen.—dijo Asen con seriedad.

—¿Prepararse para que?—cuestiono Kingsley.

—Gigi Faitth tuvo una visión.—dijo Rufus.— La batalla final será esta misma noche.

Y con esas palabras, el caos se desató.

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