Parte 5
Un despertador suena pero no es el mío.
Me levanto al ver que mi compañera de cuarto apaga la alarma y se levanta.
-Buenos días.- dice la misteriosa chica sonriendo.
-Buenos días.- le sonrío de vuelta.
-Soy Emily, encantada.
-Yo soy Jade, lo mismo digo.
-Siento lo de ayer.
-¿El qué?
-Cuando mi padre te echó de la habitación, no es que suela tener en cuenta a los demás.
-No te preocupes, de todas formas quería salir a dar una vuelta.
-No te vi en la fiesta.
-Ah ya, bueno, yo a ti tampoco.
-Las clases empiezan a las ocho y media, deberíamos empezar a prepararnos.
-Claro.
Nos levantamos, conversamos alegremente, me cuenta que sus hermanos también estudian aquí, y que su hermana mayor se graduó el año anterior, su padre se ocupa de ellos ya que su madre vive en otro país y solo puede ir a verla en vacaciones.
Me pongo el uniforme, que aún sigue doblado y planchado justo en la parte de arriba de la maleta.
Lo bueno de llevar uniforme es el hecho de no tener que pensar en qué me voy a poner por las mañanas, lo malo es que no es que me encuentre muy cómoda llevando camisa, corbata y falda.
Le pedí a mi madre que al menos me dejara llevar pantalón pero se negó en rotundo.
Me pongo de los nervios, no soporto la idea de llevar calcetines hasta la rodilla con zapatos que no me llegan ni al tobillo, estoy acostumbrada a mis calcetines cortos y mis deportivas altas.
-A mí tampoco me gustan.- dice Emily.
-¿El qué?
-Los calcetines y la falda.- debe de haberse dado cuenta de la forma en que me miro en el espejo.
-Me parece una gilipollez eso de tener que llevar falda.
-Bueno, al menos el chándal oficial del centro cuenta con unos pantalones, no me gustaría tener que correr en falda.- se ríe.
-Sería muy gracioso la verdad.- me río yo también.
Salimos de la habitación en dirección al comedor para desayunar, es increíble lo enorme que es y la cantidad de gente que hay.
A lo lejos advierto la presencia de Ethan, me mira y me sonríe, no puedo evitar sonreír de vuelta.
-¿Os conocéis?- pregunta Emily.
-Se podría decir que sí.- afirmo, intentando parecer lo más indiferente posible.
-Que raro.- me sorprende su reacción.
-Raro, ¿por qué?
-Por que es muy reservado, suele ir por su cuenta, le gusta estar solo.
-Ya, bueno, es buen tío.
-Si tú lo dices...
La reacción de Emily me parece un tanto borde así que procedo a coger algo para desayunar y busco con la mirada un par de sitios vacíos. Al ver que Arthur levanta los brazos de forma brusca y me hace señas para que vaya, decido sentarme con ellos.
-¿Te vienes?- pregunto a Emily.
-No, da igual, me esperan las chicas.- dice señalando a una mesa en la que se encuentran cinco chicas.
-Vale.- me dirijo a la mesa de Arthur, la mesa de Ethan.
-¡Buenos días!- dice Arthur muy entusiasmado.
-Buenos días.- digo sonriendo.
Miro a Ethan, pero no me mira, lleva los cascos puestos y parece estar leyendo algo en el móvil.
-¿Has dormido bien?- no puedo creerme la energía que tiene Arthur a estas horas de la mañana.
-Sí, bueno, he dormido bien gracias, ¿y tú?- empiezo a tomarme el zumo de naranja, la verdad es que no suelo desayunar mucho.
-Sí dormí bien, aunque me despertó Ethan, no se dónde narices pasó la noche pero llegó a las tantas.- me sorprende que no le haya dicho nada a Arthur.
-Ya, sí bueno.- digo al ver que Ethan me mira de reojo, la verdad es que es una estupidez, pero me ha decepcionado un poco el hecho de que no le haya dicho nada a Arthur.
-Tu también desapareciste, ¿a dónde fuiste?
Sin darme cuenta desvío mi mirada para encontrarme con la de Ethan, después de ver que no ha dicho nada no quiero ser yo la que lo diga.
-Nada, nada importante, de hecho no sé ni por qué me fui de la fiesta.- Ethan se levanta y se marcha.
Le miro, pero no parece hacer caso a nadie.
-Déjale, lleva un día de bordería increíble.
-¿Por qué?
-No sé, ayer estaba bien, de hecho al volver no paraba de sonreír.- me hace algo de ilusión que me diga eso.
-¿No te dijo dónde fue?
-No, Ethan es muy reservado, no suele contar con nadie desde...- se para en seco, parece haberse dado cuenta de que hay algo que no me puede decir.
-Desde...
-Vaya, mira la hora, vamos a llegar tarde.- coge su bandeja y se levanta, me hace una señal con la cabeza, indicándome que yo haga lo mismo, y lo hago.
Nos marchamos.
Mi primera clase es horrible, tras alrededor de media hora de charla acerca de las normas y prohibiciones del lugar, la profesora de Literatura, la señora Casterfield comienza la clase, con lo que ella ha llamado una pequeña introducción a la materia , mi cerebro quería morir.
En biología el profesor Coleman sigue las mismas pautas, pasa lista, normas, prohibiciones e introducción.
En el resto de clases parecía como si estuviera escuchando una y otra vez el mismo CD rayado, era como si se lo hubieran estudiado todo de memoria, aunque teniendo en cuenta que lo hacían cada año, nadie podía culparles por la falta de entusiasmo.
Me empieza a entrar un hambre increíble cuando de repente la sirena que marca el final de las clases parece oír mis plegarias.
Voy de un lado a otro, esquivando a la gente, con tal de que me de tiempo a ir a mi habitación, quiero coger el carnet de biblioteca que me dieron el día anterior tras recoger las llaves de la habitación.
Tengo especial curiosidad en qué clase de libros puedo encontrar en este lugar.
Cojo el carnet y me dirijo al comedor, es hora de comer.
Esta vez decido pasar de Arthur, quiero sentarme sola, no estoy segura de si a Ethan le ha hecho mucha gracia mi presencia, y lo cierto es que no se por qué, ayer lo pasamos genial, y hoy se va justo cuando llego a la mesa, no me lo esperaba.
Me siento con mi ensalada en una mesa que aunque no está vacía del todo, está lo suficientemente desocupada como para aislarme en mi soledad, pero cuando veo quien se acerca a la mesa siento que no va a ser posible.
-Hola preciosa.- Derek se acerca y se sienta en una silla vacía que hay a mi lado.
-No me llames preciosa.
-Es que aún no sé tu nombre.- una media sonrisa altera la expresión en su rostro.
-Ni falta que hace.
-Venga, mira, yo me llamo Derek.- levanta la mano y espera a que le dé la mía, no lo hago.
-Bien. -" ya lo sabía", pienso.
-¿Y tú eres...?
-¿Por qué no te vas?
-Encantado Jade.- me guiña un ojo y no puedo dejar de pensar en lo arrogante y gilipollas que es.
-Si ya sabes mi nombre para qué narices me dices que no.
-No quería saltarme las presentaciones.
Sigo comiendo y él procede a hacer lo mismo, me decepciona que siga sentado ahí ya que pensaba que si empezaba a comer y lo ignoraba tal vez me dejaría en paz.
-¿No vas a comer con tu novia?
-No, sabe comer sola.
-¿Se puede saber qué quieres de mí?
-No, no lo sé ni yo.- se ríe.
-Enfin...- digo en forma de suspiro y sigo comiendo.
Veo como entra Chanel al comedor, no la he visto en ninguna de las clases, me ve y se dirige hacia mí.
-¡Hey! - sonríe.
-Hola. - sonrío de vuelta.
Derek me mira sonriendo, es increíble que aún siga aquí, volteo los ojos y vuelvo a mirar a Chanel.
-Ayer te fuiste de la fiesta con Ethan y no te volví a ver el pelo.- sonríe de forma pervertida.- Te esperé hasta la una en el pasillo, pero no volviste hasta más tarde.
-¿Me viste marcharme?
-Sí.- asiente.
-Yo... No estaba con Ethan, fui a dar una vuelta.- no sé por qué siento que debo mantenerlo en secreto.
-¿Sola?
-Sí.
-Mientes de pena.- dice y se ríe.
-Vale, no fui sola, fui con....
-Conmigo.- salta Derek de repente, cortándome.
-Derek, como le hagas daño te parto la cara de machito engreído que tienes, y todos sabemos que sin tu cara bonita no eres nada.
-No, nono Derek y yo no....
-No le haré daño, palabra.- dice Derek volviendo a interrumpirme.
-Pero...- intento desmentir lo que Derek ha dicho pero Chanel no parece estar interesada en saber más.
-Bueno, me marcho Jade, puede que luego podamos quedar un rato para hablar, ahora me voy, tengo hambre y me esperan.
Se marcha.
-¿A qué narices ha venido eso?- le digo a Derek.
-Creí que no te importaría que tu amiga supiera lo nuestro.
-¿LO NUESTRO?- esto no puede ser más surrealista.- A ver si te enteras, que no hay nada NUESTRO, que te vayas de una vez.
-Venga, no seas así, dame una oportunidad.
-No.
-Me vas a romper el corazón...
-Que te lo arregle tu novia.
-Ex-novia.
-¿Qué?
-Que es mi ex, no mi novia.
-¿Le has dejado?- sonríe y asiente con la cabeza.
-Ayer, en la fiesta.
-¿Por qué?
-Ya no era lo mismo.
-Típica excusa.- digo volteando los ojos.
-¿Qué vas a hacer ahora después?
-No te importa.
-Podríamos hacer algo juntos.
-No, ya tengo planes.
Veo que Arthur me llama y me hace señales exageradas para que vaya así que decido que es mi oportunidad de salir de esta, me levanto y me dispongo a ir hacia él.
-Te buscaré.- dice Derek sujetándome suavemente, de hecho es como si mi cuerpo hubiese parado, como si mi cuerpo supiera de antemano que me iba a sujetar.
-Suerte.- respondo y me sonríe.
Me dirijo a la mesa en la que están Arthur, Ethan, un chico que no conozco y Chanel, que acaba de llegar y se mantiene de pie al lado de la mesa.
-Hola chicos.- saludo.
-¡Ey Jade!- el entusiasmo de Arthur siempre es bienvenido.
-Vaya, has dejado a tu novio solito ehhh, míralo, parece un cachorrito abandonado.- dice Chanel riendo.
-¿Novio?- dice Arthur con una expresión de curiosidad en su rostro.
Hago un gesto con la cara dándole a entender que no haga caso a Chanel y prosigue.
-Bueno, vamos a reunirnos ahora en algún sitio para estar de buen rollo, nos gustaría que vinieras.- parece muy entusiasmado, pero antes quiero pasarme por la biblioteca, así que supongo que pondré una excusa para llegar más tarde.
-Sí, claro, pero llegaré algo tarde, es que tengo otra cosa que hacer...
-¿HAS QUEDADO CON DEREK?- suelta Chanel de repente, sonriendo de oreja a oreja de forma perversa.
Veo como Ethan levanta la mirada para fijarla en mí, me mira confuso.
-¡¿Qué?! ¡No! -digo, y noto que me empiezo a sonrojar.
-¿Por qué iba a quedar con Derek?- dice Arthur.
-Buenooo.... ayer se fue de la fiesta a dar una vuelta con él, y no volvieron hasta pasada la una y algo.- de repente la expresión de Ethan cambia para convertirse en una cara de completo desconcierto y sorpresa.
-¡CHANEL!- suelto de repente.
-¿Es eso verdad?- pregunta Ethan, para mi sorpresa.
No se si lo hace para molestarme, ya que él sabe perfectamente que no lo es.
-Sí, lo es, es verdad.- contesto sin saber por qué.
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