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En llamas

ETHAN

Trago saliva.

El suelo se cierra de nuevo sobre mi cabeza.

Enciendo la linterna del móvil.

Desciendo la enorme escalera de piedra, la leve sensación de que tal vez no salga de aquí esta vez se apodera de mí.

Ojalá no hubiera venido.

Y juro que no lo habría hecho de no ser porque ya he comprobado de primera mano la capacidad de destrucción a la que pueden llegar.

Llego al final de la escalera.

Vuelvo a poner la mano en mi colgante.

Me lo quito y procedo a meterlo en la rendija de la puerta que preside el alargado pasadizo.

Justo cuando meto el collar...

Alguien abre la puerta.

-Vaya, cuánto tiempo, hermano.- su sonrisa es escalofriante.

-¿Dónde está?

-Acompáñame, y alegra esa cara, es todo un privilegio estar aquí.

-Claro...

Suspiro.

Recorremos la estancia, ya iluminada, nadie diría que estamos bajo un cementerio.

Nos detenemos ante la enorme e intimidante puerta que yo ya había atravesado en innumerables ocasiones.

Esta vez no estaba para nada preparado.

Llamo a la puerta.

-Entra.- se oye al otro lado.

Suspiro.

Miro al hermano que me ha acompañado.

-Suerte.- murmura y se marcha.

Giro el pomo y entro.

Entro al despacho.

El único hombre al que he temido en mi vida se halla sentado frente al escritorio, desafiándome con la mirada.

-Toma asiento.- me mira de forma seria.

-Padre.- bajo la mirada.

-Eres mi hijo, lo sabes, ¿no?

Asiento sin levantar la vista.

-Te he protegido desde que sucedió lo innombrable, sólo te he pedido una cosa a cambio, UNA SOLA COSA.

Trago saliva.

-Que no traiciones mi confianza.

-Padre, yo...

-CIERRA LA PUTA BOCA.- grita a la vez que golpea la mesa con ambas manos.

-...

-¿Qué cojones pensabas? ¿Que no me enteraría?

-Yo...

Mierda.

-Te dije que te alejaras de Brooke, no lo hiciste, acabó mal. ¿A que juegas esta vez?

-No sé de qué me hablas.- trato de sonar lo más convincente e imponente posible.

-Te avisé de que te mantendría vigilado.

-Sé que no confías en mí pero...

-Confiaba en ti plenamente, creía que carecías de ese aura de estupidez y vulnerabilidad que tanto me repugna en el ser humano.

-Padre...

-Lo que quiero saber es, ¿por qué me has ocultado su llegada?

-No creí que fuera importante...

-ME IMPORTA UNA MIERDA LO QUE CREYERAS.

-No volverá a suceder, lo siento.

-Te doy la oportunidad de enmendar tu error.

-Haré lo que sea necesario.

-Me alegra oír eso.

No sé qué me va a ordenar pero, cualquier cosa es mejor que lo que debía hacer previamente.

-¿Qué he de hacer para recuperar tu confianza?

-Tráeme a Karherine Baker.

-¿¡QUÉ!?

-¿Qué sucede? A caso hay algo que te impida hacerlo.- conozco esa mirada.

-No, yo solo... Pensé que solo debía vigilarle.

-Tráela aquí.

-¿Para qué?

-Eso a ti no te importa.

-Es innecesario.

-ME DA IGUAL SI ES NECESARIO O NO, ES LO QUE QUIERO Y ES LO QUE HARÁS, TE GUSTE O NO.

-No puedo.

-¿Qué has dicho?

-No puedo hacerlo.

-Eso mismo dijiste con Brooke.

-No es lo mismo.

-¿Cuál es la diferencia entre su hermana y ella? Son gemelas, idénticas. ¿Por qué te deshiciste de una y no de la otra?

-No hay diferencia alguna.

-Si que hay una diferencia hijo, y es que aunque ambas sean idénticas por fuera, lo que te hace sentir una de ellas, jamás te lo hizo sentir la primera, ¿me equivoco?

-No sé de qué me estás hablando.

-Estás enamorado de ella.

-El amor es para débiles.

-Te está haciendo vulnerable.

-No.

-Demuéstralo, tráeme su cadáver.

-Lo haré.

-Entonces no hay nada más que hablar.

Extiende su mano y con cuidado la sostengo besando el anillo que preside su dedo corazón.

Me dirijo hacia la puerta.

-Recuerda que sé lo que haces en todo momento.

No me giro, abro la puerta y simplemente me marcho, sin más.

Matar es matar, he matado varias veces, para mí no tiene dificultad alguna.

Será fácil.

No estoy enamorado.

¿Verdad?

Si tan solo hubiera nacido un par de horas antes, o un par de horas después...

No le esperaría este destino.

Y todo por una fecha.

Una fecha que lo cambió todo, una fecha maldita.


NARRADOR EXTERNO

Permitidme que os cuente una historia.

Una historia de traición.

Una historia que perjudicó no solo a sus protagonistas, sino a innumerables generaciones siguientes.

La historia de tres hermanos, y una chica.

Tres hermanos que lejos de compartir sangre, más bien, compartían llamas.

Todo se remonta a un par de décadas atrás en el tiempo.

(.....)

Dos chicos yacen en el pasillo de un internado.

El mas alto de los dos, Dan, lleva una camiseta blanca algo ancha y unos pantalones algo desgastados.

Muerde su labio con nerviosismo y podemos apreciar una pequeña cicatriz en la ceja, que hace que su rostro, bonito e inocente, carezca de impecabilidad.

Pasa la mano por su negro y desordenado pelo rizado.

El más bajito, Andrew, luce despeinado y tanto la camiseta como los pantalones parecen ser varias tallas más grandes de lo que deberían.

-Oye, que yo también quiero mirar.- dice a la vez que trata de asomarse a la puerta.

-Cállate, a este paso nos van a pillar por tu culpa.- dice Dan frustrado.

-No es justo.

-Vamos, corre.

Dan lleva una mochila a su espalda.

Ambos corren con nerviosismo.

Un ruido se oye en el pasillo y ambos se detienen.

-Mierda, ¿qué hacemos?- susurra Andrew.

-Cállate.- Dan coge al pequeño Andrew del brazo y tira de él haciendo que corra.

Llegan al fondo de un alargado pasillo.

''Residencia masculina'', dice el cartel al final del pasillo.

Salen corriendo por la puerta.

-Eso ha estado cerca.- suspira el pequeño.

-No bajes la guardia, aún estamos dentro, hay que salir de aquí, ya.

El pequeño Andrew asiente.

Caminan de forma lenta hacia el bosque.

-¿Qué has conseguido?- pregunta Dan.

-Un par de relojes, un colgante y dos móviles.- dice Andrew satisfecho.- Ah, y esto.

Saca un par de billetes de su bolsillo y un cartón de tabaco junto a un mechero.

-Eres el mejor.- diría Dan cogiendo el cartón de tabaco y el mechero.

-¿Puedo probar?

-No, aún eres un niño.

-Tú también lo eres.

-Deja de quejarte y pásame la linterna.- dice Dan algo nervioso.

-¿Qué sucede?- pregunta Andrew al notar el nerviosismo de Dan.

-Nos están siguiendo.

-¿Q-qué? ¿Q-quién?

-Solo avanza y haz el menor ruido posible, ya hablaremos después.- dice Dan comenzando a correr.

El pequeño Andrew le sigue, de forma algo torpe, todo lo rápido que le es posible.

-¿Estás seguro de que...?- comienza Andrew a decir hasta que se ve interrumpido por Dan, que rápidamente procede a cubrir la boca de este con su mano, haciéndole callar.

Presiona su hombro contra el suyo haciéndole retroceder para detenerse de forma brusca.

La respiración de ambos se torna algo agitada.

Dan pasa la mano por su frente que ahora se halla algo sudorosa y mira a todos lados de forma algo nerviosa.

-Está aquí...

Andrew se gira y busca con la mirada.

Una silueta aparece a paso lento y relajado, sostiene un cigarro y su rostro apenas se distingue entre el humo que expulsa su boca.

-Hola chicos, una noche preciosa, ¿no creéis?

-¿Qué quieres?- pregunta Dan de forma seca e indiferente.

-Que desconsiderado por tu parte, aunque admiro tu valor.- el misterioso chico sonríe de forma burlona ante las cortantes palabras del huérfano.

Dan y Andrew observan a su adversario de forma detenida, por su ropa cabe decir que es más que obvio el hecho de que es alumno del internado, su rostro destila grandeza y su conjunto es la viva imagen de un rey.

Las facciones de este, están marcadas y perfiladas a la perfección, su pelo rubio, perfectamente peinado, brilla bajo la tenue luz de la luna.

-Ya que ansías tanto saber, te diré que necesito que hagáis algo por mí.

-¿Por qué haríamos eso? No te conocemos de nada.

-Mi nombre es Marc, hijo y heredero del imperio más grande del estado de Nebraska. Un placer.

Dan y Andrew se miran entre sí para después soltar una gran carcajada.

-Que grosero por vuestra parte.- Marc les mira con una sonrisa algo pícara.

-Lo siento, mi nombre es Daniel, hijo de nadie y heredero de la nada...- Dan le sonríe de la misma forma, a la vez que le extiende la mano.

-Un placer...- Marc exhala el humo del cigarro y tira este al suelo para posteriormente aceptar el saludo de Dan y entregarle su mano.- ¿Hijo de nadie? ¿Heredero de la nada?

-Sí, soy el heredero de nada, por lo tanto heredo lo que quiero.

-A eso lo llamo robar.

-No es como si lo fueran a echar en falta, principito.

-Pero no es tuyo.

-¿A quién le importa? Si hemos cogido algo tuyo simplemente dilo, te lo damos y nos largamos, así de simple.

-No es lo que quiero, ni me importa lo que hayáis robado, llevo tiempo observándoos.

-Estás loco.

-¿P-por qué no has dicho nada a nadie?- dice Andrew para sorpresa de ambos.

-¿Tu nombre es..?- Marc observa a Andrew con ternura.

-Andrew, me llamo Andrew.

-No es mi intención delataros ni mucho menos, pero si no me ayudáis, me veré obligado a hacerlo...- el rostro de Marc se inunda de una falsa tristeza y mira a ambos para retroceder y apoyarse en un árbol.- Además, no soy tan malo, incluso os recompensaré si lo hacéis.

-¿Qué necesitas?- dice Andrew.

-¡Eh! Enano, ¿qué crees que haces?- Dan mira a Andrew de forma amenazante.

Marc observa la situación de forma divertida.

-No quiero volver ahí Dan, no puedo...- los ojos de Andrew se tornan llorosos y su voz comienza a quebrarse.

-Joder...- Dan maldice en un susurro y mira a Marc.- ¿Qué tenemos que hacer?

-Mañana aquí, a media noche.

-No he dicho que vayamos a aceptar.

-Créeme, lo haréis.- Marc sonríe y se gira para marcharse con aire triunfante.

Dan mira al pequeño Andrew, cuyas lágrimas no cesan y se gira de inmediato.

-Deja de llorar, nenaza.

Suspira y comienza a caminar.

-¿Vendremos mañana?

-Déjame pensar...

-P-pero...

-¿¡Puedes callarte de una vez!? No me dejas pensar con claridad.

Andrew continúa con su llanto de nuevo pero, esta vez en silencio.

El negocio se les ha acabado, y la vida que llevan pronto va a cambiar.


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