Asesino Consciente
SETH
Suspiro.
Miro el porro.
Decir que Jade me gusta es más fácil que explicar lo que realmente quiero descubrir sobre ella.
-Conociéndote sé que te diga lo que te diga te lo pasarás por el forro pero, cuanta más distancia guardes de Jade, mejor.
-¿Por qué?- digo mirándole fijamente.
-Sólo haz caso por una vez en tu vida Seth.- dice a la vez que se levanta.
Después de lo que he descubierto tal vez tenga razón pero...
Sinceramente, conociéndome, ni yo mismo creo que vaya a poder mantener las distancias.
-No puedes decirme que te haga caso sin darme razones coherentes.
-No es buena para ti, es todo lo que puedo decirte ahora mismo.
Me levanto.
-¿A dónde vas?- digo al ver que procede a marcharse.
-Tengo cosas que hacer.
-Como siempre.- digo en forma de suspiro.
Se gira y me mira con una sonrisa.
Se acerca a mí.
-Tengo que terminar de leer lo que les ocurre a Nathan y a Dylan tras la aparición de Hirch, aún no sé quién es la segunda persona misteriosa.- me da un beso en la boca y se marcha.
Me quedo helado.
Ella, siempre tan impulsiva.
Espera.
-¿¡TE ESTÁS LEYENDO EL LIBRO!?
Se ríe.
-Nos vemos pringado.
Sonrío.
Esta chica es imposible de descifrar.
Nunca he sido capaz de entender o siquiera llegar a imaginar lo que cruza su mente.
Me intriga.
Tan pronto me besa como me pega.
Me encanta.
Tan pronto me insulta como me ignora.
Me gusta.
Ella es así, rara, irritante, rebelde...
Es única a su manera.
Cojo mis cosas y procedo a meterme en la residencia.
Aún es temprano pero, sinceramente estoy mentalmente agotado.
Procedo a subir a mi habitación.
Leeré un rato y me dormiré.
Necesito procesar todo lo que he descubierto.
Procedo a subir por la escalera cuando algo llama mi atención, o más bien, alguien.
Me detengo y me echo a un lado, ocultándome tras la pared.
-¿Dónde estabas?- oigo a Ethan.
-¿Qué haces aquí?- la voz de Derek le acompaña.
-Tengo que hablar contigo.
-¿Sobre qué?
-Sé que estás cabreado, créeme que si no fuera importante no habría venido.
-Ve al grano.
-Alguien sigue a Jade, bueno, Katherine o como quiera llamarse.
-¿¡Qué narices dices!?
-Es la verdad, he visto a alguien meter algo bajo su puerta antes...
-¿Quién era?
-No logré reconocerlo, le seguí pero consiguió despistarme.
-¿Algo más?
-¿Es que no entiendes la gravedad del asunto? ¿Hace cuanto que la sigue? No sabemos qué quiere de ella. ¿Y si sabe algo sobre...? Bueno... ya sabes...
-Habla con tus queridos hermanos.
¿Hermanos?
-Ellos no ganarían nada con ello, además, no tienen ni idea de nada.
-¿Estás seguro de ello?
-Yo...
-Suerte Ethan...
-Espera.
-...
-Ten cuidado con ese tal Seth.- me congelo de pies a cabeza al oír eso.
-¿Qué narices tiene que ver Seth en todo esto?
-Oculta algo, lo sé, siempre he tenido un sexto sentido para la gente que miente.
-Una pena que no tuviera yo ese sexto sentido desde un principio.
-¿De qué hablas?
-Será mejor que te largues, estoy cansado y quiero dormir.
Acto seguido oigo la puerta cerrarse.
-Descubriré lo que se traen entre manos...- murmura Ethan.
''JODER'', pienso.
¿Qué narices he hecho para que sospeche de mí?
Oigo los pasos de Ethan descender escalera abajo.
Intento hacer el menor ruido posible y moverme a un lado para tratar de actuar con total normalidad.
Camino escalera arriba.
-¡Vaya, Ethan!- digo de la forma menos sospechosa que puedo al cruzarme con él.
-Aparta de mi camino.- me golpea con el hombro y avanza.
Ni me dirige la mirada.
Genial.
Suspiro.
Avanzo hacia la habitación.
Me detengo frente la puerta.
Respiro hondo y procedo a entrar.
Abro.
Derek se encuentra sentado en su silla, frente al escritorio.
-Hola.- procedo a decir.
-Buenas.- dice Derek alzando la mano sin girarse siquiera.
-¿Qué haces?- pregunto al ver que anda absorto en la pantalla de su ordenador.
-Estoy buscando información sobre el trabajo de filosofía.
-¿El de la mente de un asesino?
-Exacto.
-Pero... ¿no era por parejas?
-Así es.
-Entonces...
-Así amenizo el proceso, preferiría hacerlo solo, pero al no ser posible pues buscaré todo lo que pueda para acabar en cuanto antes.
-¿Lo harás con Jade?- me arrepiento al segundo de hacer semejante pregunta, ¿y si sospecha algo?
-No, lo haré con Eric.- para entonces se gira y voltea los ojos en símbolo de exasperación.
-Ahora entiendo por qué quieres amenizar el trabajo.- sonrío.
-¿Tú lo harás con Lee?
-¿Leena?- una carcajada enorme se apodera de mí.- No, supongo que un buen trabajo saldría de ahí, pero la verdad es que no.
-¿Con quién entonces?
-Me ha tocado con Wells.
-¿Emily?
-Sí.
-Es la compañera de habitación de Jade.
He de aclarar que ''tocado'' no es la palabra más acertada.
Lo que ocurre es que bueno...
Rechacé a todo el mundo.
Quería aprovechar de una forma u otra la oportunidad que tenía ante mis narices de acercarme a Jade.
Ver a Emily sentada de forma tímida al fondo de la clase sin alzar la mirada, me pareció la forma perfecta de comenzar mi plan.
-¿Enserio? Que sorpresa.
''Ya lo sabía'', musita mi cerebro una y otra vez.
Me dirijo hacia el baño.
-Voy a ducharme.
-Bien.- dice Derek girándose de nuevo hacia la pantalla.
Cierro la puerta del baño y tras quitarme la ropa procedo a mirarme en el espejo.
''Necesito más tatuajes'', pienso.
Me meto en la ducha.
Siento como cada una de las gotas de agua tibia rozan mi cuerpo.
Solo espera, Katherine.
Caerás rendida a mis pies.
Una vez vulnerable, no habrá absolutamente nada que puedas llegar a ocultarme.
Haré que te entregues a mí, y una vez lo hagas, te delataré.
Mentirosa.
*AL DÍA SIGUIENTE*
ETHAN (ACE)
Errores.
¿Cuándo consideramos que algo ha sido un error?
¿Por qué etiquetamos acciones que en un momento determinado nos parecieron correctas como errores?
Desde mi punto de vista el ser humano es bastante curioso.
Tratamos de solucionar todo lo que nos trae consecuencias que no nos agradan con un mero ''no era mi intención'', ''lo siento''...
La palabra error simboliza aquello de lo que nos arrepentimos.
Pero... ¿por qué nos arrepentimos exactamente?
¿Por mera imposición social?
No consideraríamos que lo que hacemos está mal si alguien no lo hubiera previamente juzgado como tal.
A veces nos disculpamos porque creemos que es más fácil que explicar el motivo por el que en su momento nos pareció correcto llevar a cabo dicha acción.
Desvío la mirada hacia Kath.
Noto que me mira de reojo.
Está en la cama de Arthur, con el portátil.
Suspiro.
-¿Qué?- digo volviendo a mirar a la pantalla del ordenador.
-¿Por qué accediste a hacer el trabajo conmigo?
-Que no nos llevemos bien no quiere decir que no podamos hacer algo tan sencillo juntos.
-No esquives mi pregunta.
-No preguntes algo tan estúpido.
-Eres insufrible.
Sonrío.
Tiene la actitud de una niña de 7 años.
Tal y como su hermana...
No.
No pienses en ella Ace.
Me centro en leer lo que he encontrado en una página de psicología criminal.
Interesante...
-Si tienes algo que decir dilo.- digo al notar que me mira de nuevo.
-Bueno...
-¿Sí?
-¿Qué sientes al leer todo esto tras haber pasado por ello...?- su cara expresa curiosidad extrema.
-¿Estás preguntándole a un asesino lo que siente al leer sobre la mente de otro asesino?
-Dicho así... Sí.
-¿Se supone que debo sentir algo en concreto?
-¿Es verdad que carecéis de empatía?
-No me metas en el mismo saco que toda esa escoria.
-Matar es matar, ¿qué narices te diferencia de ellos?
-Olvidas que los asesinos siguen siendo personas, no hay dos personas idénticas en este mundo Katherine, es imposible que todos los asesinos piensen, actúen o sientan las cosas de igual forma.
-Según los estudios de...
-No hay un asesino estándar, no somos objetos hechos a medida.
Me levanto y procedo a abrir la ventana.
-Pero, ¿eres consciente de que matar no está bien?- dice Kath siguiéndome con la mirada.
-Claro.- digo llevándome un cigarro a la boca.- Pásame el mechero.
Señalo al escritorio.
-Entonces, ¿por qué lo haces?- pregunta ella a la vez que se dirige hacia mí con el mechero en la mano.
Extiende la mano entregándome el mechero.
-¿Por qué folla la gente?- le agarro la mano.
-Eh... ¿¡que!?- se ha puesto nerviosa.
Sonrío.
Acaricio su mano y lentamente desciendo hacia sus dedos, que ahora apenas sostienen el mechero.
Lo cojo de forma lenta, sin apartar la mirada.
-Por placer, Kath.- digo encendiéndome el cigarro.- No sabes lo placentero que es poder jugar a ser dios, yo decido si quiero que esa persona viva o no, es mucho más placentero que un mísero orgasmo y mucho más adictivo que cualquier droga existente.
Ella se mantiene en silencio.
-No te preocupes, si quisiera deshacerme de ti ya lo habría hecho.- digo mientras exhalo el humo.
Se gira y se dispone a ir hacia la cama de nuevo.
Sujeto su brazo.
Ella me mira fijamente.
-¿Por qué no me tienes miedo?- pregunto.
-¿Por qué no me matas?- responde.
Sonrío.
Subo mi mano lentamente por su brazo.
Acaricio su hombro de forma lenta hasta llegar a su cuello.
Rodeo su cuello con mi mano, de forma suave pero firme.
Hago presión sobre él, guío su cuerpo hacia la pared y le presiono contra ella.
-¿Qué intentas?- pregunto al ver que sonríe.
-Hazlo.
-¿Qué?
-Aprieta con fuerza.- dice mordiéndose el labio.
Por un segundo dudo en si podré controlarme.
Aprieto, con fuerza.
Siento cómo le falta el aire.
Ella sigue sonriendo.
No puedo explicar lo que siento, me abalanzo sobre su boca, sin pensármelo dos veces, le beso.
Muerdo sus labios con fuerza y siento cómo ella me devuelve el gesto.
Joder.
Suelto su cuello, deslizo mis manos de forma lenta en dirección a su cadera.
La marca de mi mano izquierda se ha quedado grabada en su cuello.
Por algún motivo eso me excita.
No.
''Joder, ¿qué coño haces Ace?'', se pregunta una parte de mí.
De repente reacciono y me aparto de forma brusca.
-¿Qué ocurre?- dice algo desorientada.
-Será mejor que terminemos el trabajo.
-¿Estás bien?
-Sí, vamos.
Cojo el ordenador y lo apoyo en la ventana.
Enciendo otro cigarro.
Noto como me mira.
Finjo no darme cuenta.
¿En qué narices estaba pensando?
No puedo hacer eso.
Debo alejar a Kath de mí.
De repente el sonido de mi móvil llama mi atención.
Me levanto a cogerlo.
El nombre que aparece en pantalla hace que un gran miedo se apodere de mí.
Me meto en el baño.
-¿Sí?- contesto nervioso.
-Esta noche.
-Ya hablamos de eso...
-Padre quiere verte.
-Ya no quiero tener nada que ver con vosotros.
-Hiciste un juramento.
-Dejadme, por favor.
-A la hora de siempre, ya sabes donde.
Cuelga.
Mierda.
-JODER.-grito a la vez que golpeo la pared con el puño.
-¿Ace? ¿Qué sucede?- oigo a Kath al otro lado de la puerta.
Retomo la compostura y abro la puerta.
-¿Qué te pasa? Si es por lo de antes, yo...
-Tienes que irte.
-¿Qué?
-Vete.
-Pero...
-Que te vayas.
Paso por su lado y procedo a coger mis llaves y mi chaqueta.
-¿A dónde vas?- pregunta preocupada.
-Katherine, necesito que te vayas con Derek y no te separes de él hasta que vuelva.
-¿Por qué?
-Tú sólo hazlo.
-Pero...
-Es por tu bien.
-Me estás asustando.
-Dile a Derek que he recibido la llamada.
-¿Qué llamada?
-Él lo entenderá.
Ella comienza a recoger sus cosas.
Abro la puerta y me marcho.
-No te desvíes del camino, ve directamente a su habitación, por favor.
Ella asiente.
Allá voy.
(...)
Después de haber escapado del internado y de haber andado alrededor de una hora...
Aquí estoy.
Bajo el enorme número cinco.
En el lugar del asesinato.
Donde acabó la vida de otra víctima más.
Donde largo tiempo atrás se engendró la causa principal causa de mis problemas.
Pongo los pies en el lugar indicado.
Me quito el collar.
Lo meto en el hueco del suelo, de forma que queda totalmente encajado y empujo.
Las rocas se separan y el pasadizo se abre.
Bajo lentamente, en dirección a mi perdición.
Al mismísimo infierno.
El hogar de los hermanos de fuego.
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