"Un poema para Johnny"
Me giraba de un lado a otro sobre el colchón, tratando de conciliar el sueño. No lo conseguía así contara miles de ovejitas, tal vez tendría que contar algo más pesado a ver si así me cansaba. ¿Debía contar elefantes entonces?
Hestia había salido hacía mucho y aún no llegaba, estaba preocupada, incluso llamé a Johnny y Mark para saber si estaba con ellos, pero no. Nadie sabía sobre mi hermana y comenzaba a inquietarme un poco bastante. ¿Y si le pasó algo? Yo debía cuidarla.
Dí un respingo en la cama al escuchar que llamaban a la puerta de la habitación. Esta niña me va a escuchar.
- Hestia espero que tengas una muy buena explicación para llegar a éstas horas - hablando de carretilla abrí la puerta, pero no era ella.
Mi rostro se desfiguró en confusión al ver a Yoongi frente a mí. El me miraba analíticamente, como si estuviese leyendo mi mente, pero él no podía hacer eso. ¿O sí?
- Yoongi. ¿Qué haces a ésta hora aquí? - pregunté con notable desconcierto.
- Te traje un paquete.
- ¿Qué paquete? - ladeé la cabeza.
- Este paquete.
Min se movió a un lado dejándome ver al idiota de Jungkook detrás suyo. Lo que me faltaba. Miré al pelinegro con desagrado y luego a mi amigo dejándole saber que no me hacía para nada feliz.
- Maldito Yoongi - apreté los dientes descontenta - ¿Por qué trajiste a ese imbécil aquí? No lo quiero, llévatelo - ni aunque fuese regalo, por Dios, ese chico me caía fatal.
- Eso mismo quiero preguntar Yoongi. ¿Cómo se te ocurrió traerme a la guarida de la bruja? - reprochó el pelinegro hacia mí amigo.
¿Me había llamado bruja?
- ¡¿Qué te has creído, estúpido?! - rugí, dispuesta a irle arriba a sacarle esos ojos brillantes.
Ambos nos asesinamos con la mirada. Juro que si no se lo llevaba no iba a responder.
- Solo vine a traerte a tú familia - suspiró el de ojos de gato.
- Jungkook no es familia mía - le recriminé - Ni nada mío - agregué alzando una ceja.
- Yo tampoco quiero compartir nada contigo - se metió otra vez.
- Hazel estoy hablando de tu hermana, no de Jungkook - bufó Yoongi ya perdiendo la paciencia.
- ¿Es su hermana? - se sorprendió el otro - Te voy a matar Yoongi. ¿No se te ocurrió darme ese pequeño detalle antes de que emprendiera ésta travesía?
- ¿Mi hermana? - inquirí mirándolo con raraeza. Yoongi no soportaba a mi hermana, por qué estaría con ella. El chico señaló a su amigo que efectivamente traía a Hestia sobre su hombro - ¿Qué le hicieron a Hestia? - chillé agrandando los ojos.
- Nosotros nada. Solo la trajimos de vuelta a casa. Ella fue la que vino haciéndose la acosadora experta con Yoongi. ¿Puedes dejarme pasar a ponerla en la cama o eso lo harás tú?
Me hice a un lado permitiéndole pasar, traté de leer su mente pero otra vez, nada. Me giré a Yoongi e hice lo mismo, él si era como un libro abierto.
"Me persiguió en el bosque."
Ya sabía que esa chiquilla no planeaba nada bueno. Volví a mirar a Jungkook, la recostaba en la cama tratando de no despertarla.
- ¿Ustedes caminaron por todo el colegio mostrando el trasero de mi hermana cómo jamón, sin queso ni pan? - me crucé de brazos.
- Afirmativo.
El idiota me volvió a pasar por el lado, cuando me dió la espalda le hice una mueca, que al final terminó haciendo reír a su amigo.
- Bueno ya nos retiramos - me dijo el de mirada gatuna.
- Está bien, cuídate - me acerqué a abrazarle, le había tomado mucho cariño en tan poco tiempo.
- ¿Y yo? - Inquirió el otro.
- Ojalá te orine un delfín - espeté.
- No hay delfines en Leumas, duh - musitó.
- Verdad eso que dicen por ahí que no hay opiniones estúpidas, sino estúpidos que opinan - le guiñé y luego cerré la puerta.
Hestia dormitaba como la bella durmiente, pronto le saldría un hilo de baba por la boca. Ah, pero lo peor de todo eran los malditos ronquidos, parecía una locomotora encendida. La noche sería muy larga.
Pasadas unas horas un estruendo fortísimo me hizo despertar.
- ¿Hestia?
"No puedo moverme."
- ¿Qué pasó? - me senté en el colchón - Aguanta un poco mientras prendo la luz.
Me levanté y prendí la luz. Ella estaba desplomado en el suelo junto a su cama. ¿Por Dios que le había sucedido?
- ¿Estás bien? - me apresuré corriendo a escandalizada a socorrerla.
La ayudé a levantar, parecía abatida por algo.
- Sí, solo fue una visión - susurró abriendo los ojos poco a poco. Se veía extenuada y como si tuviese miedo.
- ¿Una visión? - la acomodé sobre su cama y luego tomé asiento junto a ella - ¿Cómo que visión? - volví a preguntar - Un momento, no entiendo. Jungkook y Yoongi te trajeron en brazos diciendo que que estabas acosando a Yoongi. Ahora que lo pienso nunca dijeron por qué parecías muerta. Joder, sigo sin entender y eso que no soy bruta. Explícame todo con lujo de detalles - divagué.
Así comenzó una conversación que duró bastante tiempo para mí gusto. Ella me contó todo, desde el tiempo que llevaba espíando a mí amigo, hasta cómo acabó su sueño.
La habilidad de Yoongi era la del Boogeyman. Había escuchado o leído esa palabra en algún lado.
- ¿Boogeyman? - pregunté confusa.
- Sí - confirmó y yo salí dispara a buscar mi ordenador para buscar en algún sitio de Internet.
Volví a su lado, encendí la laptop y busqué donde primero me pareció, Google. Nada, no había nada en la página web.
Cómo siempre, los simples mortales siendo racistas con nosotros los raritos. No me dí por vencida, continué buscando aquí y allá. Esto no acababa aquí, debía existir esa palabra y yo la iba a encontrar. Busqué entre mis libros, corrí al escritorio de Hestia buscando en los suyos, hasta revisé su mochila.
- ¿Tienes todavía el libro? - giré a verla.
- ¿Qué libro?
- El que papá te dió.
Una luz se prendió en sus ojos haciéndolos brillar, cayendo en cuenta en aquello.
- ¡Verdad! El manual de raritos.
Sí, Samuel había insistido bastante en que lo tomara, era hora de que le sacara provecho.
- ¿Dónde lo dejaste?
- Oh, ese libro lo usamos para el trabajo en la tarde - hizo un mohín con los labios - Mark se lo llevó junto al trabajo.
- Okey, lo llamaré - tomé mi móvil de la mesita de noche buscando el contacto del chico.
- ¿Estás loca? Es plena madrugada. Nadie deja el móvil encendido para dormir.
- Mark y Johnny sí. Les llamé a medianoche para saber si estabas con ellos. Como no estabas, Markie dijo que lo llamara desde que aparecieras para dormir tranquilo - y a mí se me olvidó eso por completo - Pobrecito mi niño, debe seguir preocupado porque olvidé llamarlo.
No pasó mucho tiempo cuando los dos chicos ya habían llegado a nuestra habitación con linterna en mano. En serio estaban impacientes por saber sobre mí hermana.
- ¿Trajeron el libro? - fue lo primero que pregunté.
Mark se encargó de entregarme el libro, pero Johnny fue enseguida a abrazar a Hestia, él no tardó en reprocharle que tenía que haberle llamado, eso me dió ternura.
Yo me enfrasqué en mi búsqueda, tenía nervios por encontrarlo, me sentía impaciente. Pero allí estaba, en el índice, página quinientos catorce.
Levanté la vista cuando escuché un chillido de parte de mi hermana, ambos chicos la abrazaban con euforia.
Volví a la lectura, preparándome para lo que allí se encontraba.
El bogeyman (boogeyman, boogieman, boogyman, bogyman o bogieman) es un aterrador ser legendario.
El bogeyman no tiene ningún aspecto específico, y se compara a veces con las personas de la vida real específicas, tales como Albert Fish, un asesino en serie. El término bogeyman se puede utilizar metafóricamente para denotar a una persona o una cosa de quien alguien tiene un miedo irracional. La leyenda puede haberse originado de Escocia, en donde a tales criaturas las llaman a veces boggart, bogles o bogies.
¡Oh no! Jadeé al leer aquello.
Las leyendas del bogeyman varían según la región. En algunos lugares el bogeyman es masculino, en otros, femenino. El concepto más común de un personaje popular caracterizado como alguien que asusta a niños; suele ser un monstruo que se mantiene al acecho en dormitorios (por ejemplo, detrás de la puerta, dentro del armario, o debajo de la cama), lugares en los que se esconde antes de atacar al durmiente.
En cambio, en algunas zonas de los Estados Unidos, el bogeyman no entra a los dormitorios, sino que por el contrario araña las ventanas desde el exterior.
Igualmente se dice que a veces, el Bogeyman adopta la forma de la cosa que más aterra a la víctima.
Esto no podía ser cierto. ¿Por qué Yoongi? Pero él era bueno. Me negaba a creer lo que estaba en el libro. ¿El le había hecho algo a mi hermana?
- ¿Te gusta Yoongi?
Levanté la cabeza como resorte al escuchar la pregunta, me había quedado tan absorta que olvidé la presencia de los chicos.
Yo seguía un poco ida, nunca imaginé que su don fuera algo tan... malo.
- Me gusta de me encanta - escuché decir a mí hermana.
Incluso a ella seguía gustándole después de haber visto esa visión horrible.
- Iugh - incordié junto a Mark, le lancé una miradita morbosa haciéndola sonrojar.
Aunque volví a sumergirme en mi mente, tratando de hacer memoria de haber visto a Yoongi raro, pero no, él era así siempre. Solo me quedaba hablarlo con él.
- Nunca digas nunca, el mundo da muchas vueltas.
Observé a Mark quien había soltado dicha frase, por qué era tan mono. El chico se puso colorado y cubrió su rostro con las manos.
- ¡Aww! - dijimos al unísono corriendo a abrazarlo.
- Markie pequeñito - chilló Hestia.
- Es tan kawai - fue mi turno de chillar - A partir de ahora serás Markie chuiquito.
- ¿Markie chuiquito? - se burló Johnny del apodo.
- Soy más alto que ustedes dos - se defendió.
- Un bebito - mi hermana pellizcó su mejilla.
- ¡Soy un hombre!
- ¡Hay que cuidarte! - dramaticé.
- ¡Tengo dieciocho años!
- Un pequeñín.
El chico estaba indignado con las mejillas rojas. Para nosotras era como un bebé grande, demasiado tierno para su edad.
Miré a Johnny, era el momento de burlarse de él.
- Por cierto Johnny, tengo un poema para ti - sonreí inocente.
- ¿Un poema?
- Dice así - aclaré mi garganta, decidida a incordiarle - ¡En la punta de aquel cerro, tengo una marrana amarrada! - Hestia fue la primera en soltar una risotada al caer en cuenta a lo que me refería - ¡Y cada vez que la voy a ver, ahí ta'!
Todavía recordaba la anoconda de cincuenta metros que nos había dejado en el baño, sin duda alguna, él era un marrano.
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