"Quítate los guantes."
Arrastraba los pies con desgano tratando de llegar a mí salón, estaba demás decir que no había pegado ojo. Me preocupaba el hecho de que Yoongi, el único amigo que tenía en el colegio, tuviera aquel don.
Aún me rehusaba a creerlo, era como si todo el tiempo hubiera estado mintiéndome sobre aquello. ¿Por qué nunca me lo contó cuando le pregunté?
¿No confiaba en mí?
- ¡Hafel llegafte! - me gritó Lucas haciendo una mala imitación del frofe de hiftoria y aunque quería reírme de su buen humor, seguí de largo hasta mi pupitre. No me pasaron desapercibida las miradas extrañadas de él, Taeyong y Sunha.
El de ojos de gato – como decía Hestia – ya estaba allí. Parecía estar de buen humor al igual que los demás, él charlaba y reía con Jungkook. Cuando estuve a su lado, tomé asiento evitando hablarle, no quería, yo necesitaba estar alejada de él, al igual que mi hermana. No dejaría que nos hiciera daño, ya bastante habíamos tenido en el pasado para que otra catástrofe sucediera.
- Hey - me saludó el susodicho, con prisa busqué mis auriculares para no escucharle, las manos me temblaban y sudaban - No sabía que... - me coloqué los audífonos dejando de oír su voz varonil al instante.
Suspiré permitiéndome sumergirme en la música clásica que se reproducía en mi móvil, Oda a la alegría.
Tenían que estarme jodiendo, cuando escuché la melodía alegre maldije por lo bajo. ¿Qué era ésto, un sabotaje a mí sistema nervioso central?
Siseé adolorida al percibir que me habían arrebatado uno de los auriculares toscamente. ¿Qué carajos? Observé enfurecida a aquella persona, joder, era la profesora de literatura y no se veía para nada contenta.
- No puede estar escuchando música en el salón - regañó.
- Las voces me estaban atormentando - miré de reojo a mí compañero, tenía una expresión seria pero a la vez confusa, como si estuviera tratando de descifrarme.
- Atienda a la clase, le confiscaré el móvil si lo vuelvo a ver.
¿Por qué era tan odiosa?
De mala gana abrí mi cuaderno de notas anotando lo del pizarrón, que ni siquiera sabía que estaba allí. Es que tampoco me había dado cuenta que ella ya se encontraba en el salón.
- Eh - me llamó Yoongi tocando mi brazo, lo alejé de mí tanto como pude, pero creo que fuí demasiado brusca porque terminé cayendo al suelo.
Todo el salón me observó, las burlas no se hicieron esperar y Lucas había sido el primero en comenzar. En algún momento me encargaría de darle un zape.
- ¿Estás bien? - preguntó Min preocupado extendiendo uno de sus brazos para ayudarme.
Me levanté rápidamente sin prestarle atención y arreglé mi uniforme, la profe estaba una vez más a mí lado reprochándome.
- ¿Qué sucede con usted hoy? - preguntó la mujer.
- No.. no me siento bien - murmuré.
- Entonces salga del salón.
Sin deseos ni motivos por los cual discutir, acaté su orden.
Estuve todo el maldito día escondiéndome para evitar ser vista por algún profesor, y por qué no, hasta de Yoongi. No había ido al comedor a la hora del almuerzo y mi estómago comenzaba a rugir por el hambre.
Serían las cinco de la tarde cuando decidí salir de mi perfecto escondite – el cuarto del conserje – lo primero que captaron mis ojos fue al pelirrojo de Taeyong pasar corriendo por mí lado, dió reversa y me sonrió.
- Hola Hazel. ¿Quieres ir a una fiesta ésta noche?
¿Así como así?
- Será en Wardoon Ville, puedes invitar a alguien si deseas. ¿Qué dices? - el chico de cabellos de fuego parecía emocionado por dicha razón.
- Está bien.
Creo que ya era hora de que me divirtiera un poco, tenía que despejar todo eso que me atormentaba. Hestia de seguro quería acompañarme.
El chico chasqueó sus dedos haciendo aparecer unas chispas de fuego que se esfumaron al instante.
- Nos vemos en la noche - y se marchó corriendo, parecía un loquito eufórico.
No tardé en mandarle un mensaje a mi hermana invitándola. Estaba segura que diría que sí, a lo mejor arrastraba a Johnny y a Mark junto a ella.
Un jalón a mi brazo me hizo casi perder el equilibrio, cuando me dí cuenta quién era el que me arrastraba, traté de safarme del agarre. Fue imposible, el chico era mucho más fuerte que yo. Me entró a un salón y cerró con seguro la puerta para luego soltarme y mirarme.
Su mirada intensa me puso los vellos de punta y no precisamente de excitación.
- ¿Por qué me estás evitando? - bramó Yoongi acercándose a mí.
- Yo...
No sabía ni qué decirle si era cierto aquello. Pero cómo se lo explicaba.
- ¿Qué te dijo Hestia? - suspiró.
Esta vez sí le observé, aparentaba estar más tranquilo y esperaba una respuesta de mi parte.
- Todo - murmuré.
- ¿Qué es todo?
- Sobre tú don.
El no tenía por qué enterarse todo lo que me había contado mi hermana, podía cortar el asunto por lo sano, sin que ninguno saliera perjudicado.
- ¡Mierda! - ví su puño estrellarse contra una mesa haciéndome saltar del susto, en solo segundos ya lo tenía frente a mí otra vez, sus ojos estaban cristalizados, no pude mirarle más porque la que lloraría sería yo - Hazel tienes que escucharme - dió un paso a mí pero lo detuve.
- No.. no te quiero cerca.
- Hazel...
- Yo confié en ti, te conté sobre mí y tú.. - respiré profundo tragando el nudo en mi garganta - Nunca quisiste decirme cuál es tu don, podías haberme hecho daño.
- ¡Yo nunca te haría daño, joder! - se exasperó - Eres como mi...
Apretó los labios desviando su mirada al suelo. ¿Qué iba a decir?
- ¿Tú qué?
No quería leer su mente, quería escucharlo de él, que no me siguiera mintiendo.
- Mi familia - abrí la boca para decir algo pero no sabía qué y el tampoco me dió tiempo pues siguió hablando - Yo nunca te haría daño, tienes que creerme Haz - sus manos enfundadas en guantes acariciaron mis mejillas, yo estaba llorando y no me había dado cuenta - Nunca lastimaría a los que quiero.
- ¿Me.. quieres? - Sollocé.
- Sí, boba, eres mi hermana al igual que Jungkook.
- A ese no me lo menciones - gruñí.
- Ay, tonta - me abrazó acariciando mi cabello con delicadeza, su compañía se sentía cálida.
¿Por qué fui tan tonta de dudar de él? Yoongi era una de las personas más transparente que había conocido, él solo tenía miedo que lo rechazara como había sucedido hoy.
- Quítate los guantes - pedí.
El chico solo asintió y se los retiró dejándolos en el bolsillo trasero de su pantalón de uniforme. Sus manos pálidas portaban dedos finos y huesudos, pero raramente bonitos.
Extendí una mano hacia él dejándole en desconcierto.
- Anda, toma mi mano - invité.
- Pero yo..
- ¿Conocerás mi mayor miedo? - volvió a asentir - Tal vez puedas ayudarme con eso en el futuro - sonreí tímidamente.
El aunque dudó un momento en aquello, lo hizo, su mano sostuvo la mía. Unas lágrimas resbalaron por sus mejillas y tiró de mi extremidad volviendo a abrazarme, ésta vez más fuerte. Ahora conocía lo que me aterraba y supe de inmediato que podía confiar en él.
- Siempre te protegeré, cielito - sus labios finos depositaron un beso en mi frente y luego fuí yo quién le abrazó no queriendo dejarle ir nunca más.
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