"Internado o club nocturno"
El primer día en aquel instituto y no harían lo típico de otros colegios para comenzar el semestre, no. En éste se celebraba por todo lo alto, con fiesta y toda la cosa.
Llegué a preguntarme sí éste en realidad era el internado correcto, o Samuel se había equivocado de lugar al traernos.
No me quejé, yo nunca lo hacía. Hestia se estaba esforzando demasiado para verse bien, aunque su apariencia ya fuera la de una puta diosa.
Ella vestía con una camisa de botones dejando ver un poco de su escote, unos jeans ajustados y un par de tacones. Ese look lo había complementado con un pañuelo enredado en su cuello y una chaqueta de cuero. Yo me decanté por algo similar, una camisa con chaqueta negra de cuero y unos jeans ajustados del mismo color, aunque había decidido colocarme unas botas de tacón fino. Me acerqué al espejo con la intención de terminar mi maquillaje con un labial rojo carmín que constrastaba con el ahumado en negro que había dibujado en mis ojos celestes.
- Te ves bien - dijo mi hermana observándome por el reflejo del cristal.
- Tú también - le hice saber.
Alboroté un poco mi cabello suelto para que se viera más desenfadado, sí, yo era algo así como un alma rockera, aunque todo el maldito tiempo me la pasaba escuchando música clásica para que los pensamientos de los demás no me atormentaran.
- ¿Crees que encuentre al muchacho de antes? Mi amor a primera vista - sus ojos verdes esmeraldas contenían una chispa inusual en ellos, se veía emocionada.
- Tal vez. Nadie sabe - levanté los hombros - ¿Y qué pasó con Exel? ¿Así de rápido lo olvidaste?
Hizo una mueca, pude leer todos sus pensamientos en unos segundos, ella no lo había olvidado, le tenía cariño, aunque no era su tipo ideal, solo mantenían una relación de ami-novios.
- Ya te dije - entrecerró los ojos - Bueno ya leíste mis pensamientos. Sabes de sobra que somos como unos amigos con derecho.
¡Eso mismo!
- ¡Qué brava eres! - me burlé ladenado una sonrisa - ¿Nos vamos ya?
Ella asintió y apartó su cabello del cuello con dramatismo hacia un lado. Tuve que reírme de eso, nunca dejaría de bromear. Enganché mi brazo al suyo y a paso ligero de forma sexy salimos de nuestra habitación. ¡Ahí íbamos las hermanas Jacobs a destrozar la fiesta!
- ¡Perras no, perrísimas! - canturreamos ambas saliendo al exterior.
Había que dar una vuelta enorme para llegar hasta donde estaba la fiesta, cruzar un patio, era tedioso tener que ensuciarnos los zapatos con el rocío de la noche.
Ingresamos al local lleno de estudiantes esparcidos por todo el lugar, era increíble la cantidad de personas que habían reunidas. Enseguida por los autoparlantes pudimos distinguir el track de la nueva canción de Sam Smith con Kim Petras, Unholy.
¿Qué tipo de internado era éste?
En un vaivén de caderas comenzamos a bailar, sintiendo el ritmo apodarse de nuestros cuerpos. Mamá nos había enseñado a bailar muy bien, eso era obvio, pues todas las miradas estaban en nosotras. El estudiantado nos hacía vítores y nos rodeaba como si fuésemos las estrellas de la noche.
Hestia tomó su rumbo decidiendo hacer una rara danza de apareamiento junto a un chico musculoso que no dudó en acercársele, ahí iba otro de sus amiguitos. Yo fui en dirección contraria a ella. No paré de bailar hasta que la canción fue cambiada por otra. Yo no tenía problema con estar sola, es más, lo disfrutaba bastante, pero al ver al chico que le gustaba a mí hermana recostado a una barra junto a otro pelinegro a su lado, decidí ir a por un trago.
- Un Bloody Mary, por favor - le pedí al de la cantina.
Mi objetivo estaba justo a mí lado y me daba gracia la forma en la que estaba observando en dirección a mí hermana.
- ¿Buena vista? - le pregunté alzando una ceja.
El de ojos de gato bufó una risa terminando de tomar su trago.
- Ni tanto - respondió.
Sonreí con ironía al leer sus pensamientos, no podía negarme a mí que Hestia le llamaba la atención, un poco bastante.
Observé el chico que estaba a su lado inmutable, era ese que se había tropezado conmigo en el pasillo, el gracioso que me había dicho muñeca. Él me observó de pies a cabeza unos segundos que parecieron eternos. ¿Qué tanto me veía?
- No mires tanto lo que no te vas a comer - espeté hacia él.
- No soy un maldito perro para comer de tus huesos - ironizó.
Okey, ya me caía mal.
Luego de unas miraditas petulantes y otras palabritas desbordadas de sarcasmo me fuí a mí habitación. Mi hermana se había perdido desde que llegamos y yo no la iba a esperar, por lo menos sabía que estaba en el mismo lugar que yo y que no se perdería.
A la mañana siguiente, me indicaron dónde serían mis clases, susto me llevé cuando vi la cantidad de ojos pequeños de mis nuevos compañeros. Yo estaba parada frente a todo el salón esperando a ser presentada por mi profesora, otra tonta que solo quería ir a tomarse una siesta y no dar su asignatura.
"¿Por qué todos son chinos?" - pregunté telepáticamente.
- Es el único salón que tiene capacidad para usted, señorita Hazel - respondió sin mirarme siquiera.
"Vaya bruja"
- ¿Qué ha dicho? - ésta vez sí levantó la cabeza con una mirada furiosa.
- Yo no he dicho nada - me hice la inocente, que me compre quien no me conozca.
- Me dijo bruja.
"Loca"
- ¿Me ha llamado loca? - aseveró su tono de voz.
- Yo no he abierto la boca - sonreí maliciosamente.
- Como sea, tome asiento en un lugar vacío - se dió por vencida, qué fácil.
Sonreí con falsa ternura y observé todo el salón, algunos me miraban, otros solo dormían, como el chico de ojos de gato y su amiguito, ese al que no le podía leer la mente.
- ¿Por qué yo? - bufó levantando la cabeza y girándola en mi dirección como si fuese un búho, al sentir mi presencia a su lado.
"Porque sí"
- Wow, wow, no te metas en mi cabeza - me señaló con su dedo frunciendo el ceño.
Este chico comenzaba a caerme bien, era un poco antipático como yo.
- Mi hermana no se la va a creer - reí con diversión en su dirección.
- De ustedes dos, prefiero que seas tú la que estés aquí y no ella - resopló volviendo a apoyar su cabeza al escritorio.
- Seremos grandes amigos - canturreé.
- No te ilusiones, cielito.
- ¿Cielito?
- Tus ojos - fue lo último que dijo para seguir con su siesta.
Oh, claro, como decía Leo, ojos color cielo.
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