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"Eres un monstruo"

Era tarde cuando iba de regreso a mí habitación. Había estado haciendo un trabajo con Kai en la biblioteca y terminábamos recién, el chico me agradaba; tenía ese yo qué sé, que te llamaba la atención. Era gracioso e ingenioso y sus pensamientos no estaban tan podridos como algunos otros.

Paré en seco mi caminata por el patio al ver la silueta de dos personas, estaban muy bien escondidos en la oscuridad, evitando que alguien los pillara; ups, ya los había visto. Para mí desgracia tenía que pasar por un costado de ellos para poder entrar a la parte de las habitaciones.

Uno de ellos se giró apoyando la espalda a una pared, maldije internamente al reconocer perfectamente la persona, Hestia.

¿Qué hacía?

Fruncí el ceño al reconocer también la figura de Jungkook, él se había acercado a mí hermana. Decidí que no vería nada más, dí media vuelta, ya prefería entrar por la puerta trasera.

¿Por qué se estaban escondiendo?

¿Ellos estaban juntos?

Conocía a mí hermana y sabía que el pelinegro no era tonto para darse cuenta que la de ojos verdes era hermosa.

Entré a la recámara dando un portazo, necesitaba borrar la imagen de esos dos en la penumbra tan juntos. ¿Por qué me estaba sintiendo así?

Si me besó a mí pudo haberlo hecho también con mi hermana. Dios, todo ésto era muy retorcido y ya mi mente estaba creando bastantes teorías que me negaba a creer.

¿Lo que sentía eran celos? No, no podía ser, Jeon no me agradaba. Ese aparte de estúpido era un ególatra, narcisista, machista, adulador y besaba condenadamente bien.

¡Ugh, carajo!

El sonido de una notificación en mi teléfono me distrajo un poco al ver un mensaje.

- ¿Leo?

Psicópata‼️:

Hazel, en serio tenemos que hablar. Es muy importante. Juro que ésta vez te dejaré en paz, solo déjame verte por última vez. No te arrepentirás.

Responde, por favor.

Al parecer éste otro tonto tampoco se daría por vencido. Con un mal presentimiento carcomiéndome accedí a verlo. Para mí fortuna el chico estaba esperando en su auto, escondido en el bosque.

Con rapidez me cambié colocándome unos jeans y una cazadora.

Estaba terminando de calzarme unas botas cuando Hestia entró sonriendo. ¿Qué le hacía gracia?

- ¿Hazel? - ahora su voz desconcertada no parecía nada feliz - ¿A dónde vas?

Me mordí el labio con fuerza y suspiré antes de responderle. No podía decirle que iría a hablar con Leo luego de lo que había pasado.

- Quedé con Kai.

Su confusión fue mayor cuando escuchó mi mentira, gracias a todos los dioses ella no podía leer mi mente. Me paró tomando mi brazo con fuerza antes de que saliera del cuarto.

- ¿Ese chico te gusta? - fue su pregunta.

¿De todas las cosas que podía preguntarme, había decidido inquirir eso? ¿Qué, también lo quería a él?

- Puede ser - respondí sin interés.

Xu Kai no me gustaba, solo me sentía a gusto cuando charlábamos.

- ¡Hazel! - me nombró como en forma de reproche.

- ¿Qué?

- ¿Te recuerdo la última vez que te gustó alguien? - su semblante era serio y yo ya estaba cabreada, por qué sacaba ese tema. Alcé una ceja - Le hiciste daño.

Solté una risita irónica.

- ¿En serio me vas a recriminar sobre eso? - bufé - Te recuerdo que fue en defensa propia.

- Y yo te recuerdo que casi lo matas - dijo entre dientes.

Vale, no sé a qué se debía su molestia pero ya me estaba hartando.

- Tal vez hubiese sido mejor que él me hubiera matado. ¿No?

- ¿Pero qué..

- No te estaría estorbando como ahora - sonreí de lado.

- ¿De dónde sacas eso?

- ¿De dónde sacas ese tema tú? Solo dije que iría con Kai, si tú mente perversa quiere hacerte creer que follaré con él o lo mataré, puedes creer lo que quieras. ¡No me interesa lo que pienses Hestia, puedes irte al demonio! - exclamé colérica, a mí alrededor unos objetos estaban levitando, al parecer la telequinesia aparecía cuando estaba enfadada.

- Eres un monstruo - musitó en voz baja, pero yo lo había escuchado perfectamente.

Por segunda vez en la noche dí un portazo y salí en camino al bosque, tratando que los guardias no me pillaran.

La pelea con mi hermana me estaba afectando, quería golpear o romper algo. Nunca pensé que ella tuviera ese concepto sobre mí, estaba decepcionada de ella, también de mí, por mentirle.

Otra vez la espesa neblina se hacía presente entre los árboles y el manto de la noche me cubría por completo, casi no distinguía nada. Solo a mí se me ocurría escapar sola.

A unos metros los intermitentes de un auto se encendieron, era él. Corriendo fuí hasta allí y abrí la puerta del copiloto para adentrarme al automóvil.

- Bien, ya estoy aquí - suspiré observándolo de reojo.

"Te dije que es peligroso"

Otra vez esa voz en mi mente.

"Sal del auto, todavía estás a tiempo"

Me apreté la cabeza sintiendo el mismo dolor insoportable. ¿Por qué me pasaba ésto?

- ¿Estás bien?

- Vayamos a Wardoon Ville, no me gusta éste lugar - pedí jadeando por la opresión en mis sienes.

El chico no dijo nada más y solamente obedeció a mí mandato, conduciendo a la villa. Mientras más nos alejábamos del internado el malestar era menor, eso era extraño. Estuve clara cuando me había negado en el pasado a que viniéramos  aestudiar a ese lugar.

El pueblucho cada día era más deprimente y horroroso. Parecía una ciudad sin vida y daba un poco de pavor vivir en ella. Me preguntaba el por qué no era más moderna y civilizada.

- Entremos allí - apuntó a una cafetería que para nuestra suerte aún estaba abierta.

No me negué, caminamos juntos al lugar. El establecimiento tenía mesas con pequeñas sillas de metal afuera y unas columnas enormes que daban la alusión que podría derrumbarse sobre nosotros en cualquier momento. Tenía que dejar de ser tan paronóica.

- ¿Qué querías decirme? - fui directo al grano, no me apatecía pasar mucho tiempo con él, algo me decía que no estaba bien.

- Hay algo que deberías saber - se acercó a mí cruzando sus brazos encima de la mesa - Cuando viniste con tú hermana al internado, fui a buscarte antes a tu casa pero ya te habías marchado y...

Rodé los ojos.

- Leo, la grano - bufé con hastío.

- Bien, yo...

- ¡Ahí está! - gritó un tipo y me espanté, su voz resonó por todo el lugar alertando al chico.

- ¡Hazel, vamos! - me jaló de un brazo parándome y comenzó a correr.

De un momento a otro nos encontrábamos corriendo por las desoladas calles, huyendo de tres hombres que desconocía. ¿En qué estaba metido Leo? Me arrepentí al instante de haber aceptado su cita. El sonido de un disparo al aire me heló la sangre.

En cualquiera instantes esas personas nos matarían si no nos apresurábamos más. Ya no me sentía las piernas, pero no era momento de quejarme ni mucho menos de detenerme.

Nos adentramos a un callejón más oscuro que la noche, nos escondimos detrás de un contenedor de basura bastante maloliente, aunque eso era lo de menos. Los disparos se seguían escuchando a lo lejos junto a los repudios de ese trío de matones.

- ¡Escúchame, Hazel!

Yo ni siquiera podía concentrarme en él, me encontraba en estado de shock, no podía recuperarme de aquel letargo.

Pasó una cadena por mi cabeza y luego la escondió debajo de mi chamarra.

- ¡No puedes perder ese collar, es una llave...

- ¡No debe andar muy lejos! - nuevamente las voces de esos tipejos se escucharon.

- ¡Mierda! - se quejó él - Hazel, debes alejarte de Kai, está infiltrado, te hará daño.

- ¿Qué? - pregunté anonadada.

¿Por qué decía eso?

- ¡Prométemelo, Hazel! No te pondrás en peligro y debes cuidar a Hestia.

¿Hestia?

- No..

- ¡Pormétemelo! - exigió con voz dura.

- Lo prometo.

- Cuídate, ¿Sí? - acunó mi rostro besando mi frente - Te amo Haz.

Sin más que decir salió del escondite. ¿Qué pretendía hacer? Esas personas estaban cerca, lo iban a matar.

- ¿Qué haces? Ven aquí - chillé en un susurro.

Pero él no me obedeció y salió del callejón. Me escondí nuevamente al percibir el trote de personas corriendo hacia él. Luego, lo único que escuché fue un disparo y todo quedó en calma.

¿Qué acababa de pasar?

No sé cuánto tiempo estuve allí resguardada, pero cuando decidí salir lo primero que enfocaron mis ojos fue el cuerpo de Leo tendido en el suelo y un charco de sangre debajo de su cabeza. Le habían dado un tiro en la frente y sus ojos seguían abiertos cuando me acerqué a verle.

Me tapé la boca amortiguando los sollozos con mis manos. Temblorosa cerré sus párpados, reposé su cabeza sobre mis piernas. Me sentía culpable, yo fuí la que le pidió venir al pueblo y ahora el yacía muerto.

No quería dejarle allí tirado pero debía marcharme, no podían encontrarme, tal vez yo también podía salir lastimada y ahora más que nunca yo necesitaba encontrar respuestas. Estaba más que convencida que dichas respuestas solo las podía hallar en Leumas.

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