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IV

Val, quien está vestida con una camisa de laboratorio analiza al menos treinta muestras de sangre diferentes en el que aparentemente

—¡Ninguna prueba contundente y no hay modo de obtenerlo a el! —se frustra val mientras mira una imagen de illusionistic en baja calidad durante la batalla de buenos aires—. ¿de dónde se supone que obtuvo sus poderes? —mira su uniforme de la D.I.S.H colgado de un clavo clavado (valga la redundancia) a una pared—. Ya no tengo opción.

Dicho eso, Val toma su teléfono y llama a un número que tiene agregado cómo "benefactora".

—¿Cambiaste de parecer? —comienza una voz femenina.

—Me estoy quedando sin opciones, de seguro la D.I.S.H ya tiene las investigaciones muy avanzadas, pero no las han hecho públicas, yo lo haría si es que tuviera la suficiente evidencia, de hecho fui yo quien lo descubrió en primer lugar, incluso antes que ellos —explica Val.

—Bien, pero una cosa antes de seguir, mi situación pública actual me impide hacer acto de presencia, así que lo que te daré será entregado a ti por mis hombres —explica la benefactora.

—Bien —acepta Val y se corta la escena.

De vuelta con nuestro protagonista, este junto a Emma entran al departamento de esta última.

—No me dijiste que tenías un departamento aquí —dice Diego y cierra la puerta.

—Estoy segura que te lo mencioné un par de veces —contradice Emma mientras deja su bolso pequeño de un rosa cálido en un sofá gris de la sala de estar con paredes de un amarillo cálido.

—Ahora que lo recuerdo... Solo ha sido una vez —dice Diego tratando de disimular que se olvidó.

—Fueron tres —corrige Emma.

—Bueno... Ya sabes, tengo la cabeza en todas partes —se defiende Diego.

—Supongo que sí —confirma Emma y besa a nuestro protagonista, pero en eso, este recibe una llamada, por lo que se separa, mira su celular notando que es Darya, y le sonríe nervioso a su novia para luego contestar.

—¿Será rápido? —comienza Diego.

—Muy rápido porque no hay misión y es de lo que te quería avisar —responde Darya.

—Pudiste mandar mensaje entonces —reclama Diego.

—¿Y si te digo qué no se me ocurrió? —pregunta Darya.

—Me sorprendería viniendo de ti —confiesa Diego y corta la llamada—. ¿En qué estaba...?

—¿Cuándo iba a venir tu familia? —interrumpe Emma.

—En teoría llegan mañana —responde Diego y lanza a un sillón.

—Pues tenemos lo que queda del día de hoy para nosotros —dice Emma y se sienta en lo que queda del sillón al que se lanzó nuestro protagonista, quien pone su cabeza en las piernas de su novia.

—Me gusta la idea —acepta Diego y sonríe.

Cris por su parte observa en su habitación una foto de el en su infancia junto a su madre y un hombre.

—Preparó bastante bien la habitación... —susurra Cris y deja la foto en su lugar para luego acostarse en su cama, pero un golpe en la puerta llega a interrumpir su paz—. ¿Si?.

—¿Una madre no puede saludar a su hijo? —pregunta Valezca desde el otro lado de la puerta, por lo que su hijo se para de su cama y le abre—. Hola mamá.

—¡Hola mi amor! —saluda Valezca y le da un fuerte abrazo a su hijo—. ¿Cómo estás? ¿Cómo está tu padre?.

—Estoy bien, algo cansado —responde Cris—. Mi padre dijo que te mandara saludos por el.

—Pues cuando vuelvas para allá, le darás saludos por mi —pide Valezca.

—¿Ya me estás echando? —duda Cris indignado.

—¡Claro que no! —niega Valezca—, sabes a lo que me refiero.

—Estoy bromeando Ma... —revela Cris y baja la mirada para luego voltear a ver la foto que estaba mirando hace unos instantes.

—Hijo, ¿podemos evitar el tema al menos hasta mañana? —solicita Valezca.

—¿Cuál tema? —duda Cris sarcásticamente.

—Se que ha sido difícil para ti, mi amor —intenta razonar Valezca desistiendo de su idea de evitar el tema, pero es interrumpida por su hijo.

—No, no lo sabes —lo niega Cris.

—Claro que lo sé, yo también tuve que vivir con padres separados, bueno... Desde los nueve hasta los dieciocho años no pude ver a mí madre —revela Valezca y Cris la ignora—, pero no estoy diciendo que el dolor que pasé sea más grande que el que estás pasando. Piénsalo así, con nosotros separados puedes tener dos cumpleaños, dos navidades, en cada uno, un regalo grande de parte de tu padre, y otro de parte mía.

—No lo había pensado de ese modo —asume Cris.

—¿Ves que tampoco es taaaan malo? —pregunta Valezca sin esperar respuesta y besa en la mejilla a su hijo—. Debes tener mucho en que pensar así que nos vemos mañana por la tarde, ¿te parece?.

—¿No puede ser en la mañana? —duda Cris.

—En la mañana tengo un compromiso, no estaré hasta mediodía —contesta Val.

—Está bien —acepta Cris y le sonríe a su madre.

—Adoro esa sonrisa —confiesa Valezca y besa en la mejilla a su hijo para luego dirigirse hacia la puerta y abrirla—. Duerme bien.

—Te amo, mamá —termina Cris.

—Yo también, corazón —finaliza Valezca y cierra la puerta.

Luego de un rato, Diego y Emma se encuentran viendo la televisión con esta última durmiendo con la cabeza en el pecho de nuestro protagonista, quien está acostado en el sillón medio dormido.

—¿Oye? Debería irme en caso de que me necesiten para una misión de medianoche o algo así —dice Diego, pero Emma no despierta, por lo que sonríe tiernamente y cierra los ojos—. Creo que ya no me fui.

A la mañana siguiente, Diego despierta y ve que su novia no se encuentra durmiendo en su pecho, por lo que mira la hora y... Diez de la mañana.

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