capitulo O1.
—¡Mira, mami! ¡Mira! —un par de pasitos retumbaron por el suelo de madera.
Lisa secó sus manos en el delantal que colgaba frente a su pecho y sonrió de lado. Pudo oler a su cachorrita antes de verla, el suave chocolate con leche filtrándose en el aire. Habían descubierto que su bebita sería una alfa hace casi un año y su aroma oficial empezaba a mezclarse con el de sus primeros años.
Una mata de rizos castaños se aferró a su pierna con un solo bracito, mientras que con el restante escondía algo detrás de su espalda.
Lisa se acunclilló delante de la niña jadeante, corrió los cabellitos sudados de su frente y besó su naricita.
—¿Qué tienes ahí, Nattt? —inquirió con una de sus tantas sonrisas. Amaba a su bebita.
—Mira. —Natty colocó un huevo entre ambos cuerpos y lo observó con sus ojos brillando febrilmente.
—¡Un huevo! —Lisa exageró su sorpresa, sacándole risitas con dientitos de leche a la vista.
—¡En-Enorme! Papá dice que Elmira puso.
Elmira era una de las tantas gallinas que rondaban por la granja. Ellas solían dejarlas sueltas durante el día para que tuvieran todo el espacio que quisieran y en la noche las guardaban en el gallinero para que ninguna alimaña las pudiera lastimar. Eran sus mascotas, en cierto punto, y desde que empezaron con el proyecto decidieron darle el respeto que se merecían.
—¡Natt! —Rosé ingresó a la cocina con una expresión de preocupación enorme—. Amor, te he dicho que no puedes correr por ahí sola.
—Lo siento, papá, quería mostrarle huevo a mami.
—Bien.
Rosé le sonrió a ambas antes de acercarse a su omega y darle un suave beso en los labios. Estaba sudada y sucia con tierra y césped, pero a su omega nunca parecía molestarle. El roble junto con la menta y la dulce miel se fusionaron cuando ambas lobas interiores se reconocieron, logrando suspiros en todas las presentes.
—¿Quieres que incluya el huevo de Elmira en tu almuerzo, bebé? —Lisa tomó en brazos a su niña y la meció de lado a lado.
—Por favor, mami —Natty gimió mientras se acurrucaba mejor en la glándula aromática de la omega—, sueñito.
—Oh, mi vida... Está bien, en un segundo comeremos y luego podemos tomar todas una siesta en el nido, ¿Qué te parece la idea?
Natty asintió antes de estirar sus brazos hacia la alfa. Rosé la recogió y besó repetidamente entre sus cabellos.
De repente, un estrepitoso llanto retumbó desde el piso de arriba, alertando a todas.
—Yo voy, amor —Rosé avisó—. ¿Vamos a ver que le sucede a Danielle? —hizo saltar a Natty entre sus brazos, logrando que sonoras carcajada se perdieran entre los pasillos de la casa.
Lisa suspiró feliz, orgullosa de que por fin su vida estuviera tomando el rumbo deseado.
Mientras picaba las verduras que incluiría en la comida, su pasado tomó parte de sus pensamientos actuales.
Había conocido a Rosé en una de las tantas empresas que la alfa manejaba, una automotriz en especifico. Ambas fueron flechadas instantáneamente, cediendo a lo que el destino tenía deparado para ellas. Se enamoraron y tiempo después enlazaron. Sin embargo, coincidieron que la vida que llevaban no era la que querían, aunque esta estuviera compuesta de todos los lujos posible y reconocimiento en pleno centro Gangnam. Decidieron de un momento a otro dejar todo atrás, compraron una granja a las afueras de Daegu y se mudaron.
Rosé seguía manejando parte de sus empresas a la distancia, vía online, y Lisa había dejado de lado el ejercicio de su profesión para dedicarse de lleno a la vida rural y la familia. Así funcionaban, como un equipo.
El aroma a cachorra alterada la golpeó de lleno. Su loba se alertó enseguida, haciendo que dejara todo de lado para ver que sucedía.
Rosé volvió a aparecer en su campo de visión pero esta vez con Danielle en su brazo izquierdo y Natty aferrada a su mano contraria. La cachorrita de un año lloraba con su rostro completamente rojo y un pucherito notable mientras se removía de lado a lado entre los brazos de su padre.
—¿Qué sucede, Dani? —murmuró, sintiendo su loba interior rasgar y aullar por consolar a su cachorra.
—Creo que esta pequeñita de aquí tiene hambre. —Rosé arrulló.
La alfa la dejó entre sus brazos, besó sus rizos y se dirigió a intentar ayudar un poco con la comida.
Danielle había dejado de amamantar cómo único medio de alimento un par de meses atrás, cuando decidieron introducir alimentación complementaria, pero de vez en cuando la cachorrita tenía ciertas crisis de mamá, cómo la pareja solía denominarla, y exigía un poco de pecho.
Lisa no dudó en bajarse un tirante del vestido playero que llevaba puesto y permitirle a su bebé pegarse a su pecho. Para ese punto dolía un poco, más que nada porque los dientes de Danielle empezaban a crecer y la niña ganaba fuerza en sus succiones, pero nunca podría negarle esa conexión. Además de que su lobita interior terminaría por matarla si el lazo madre-cachorra se cortaba de golpe.
Palmeó sobre su pañal un par de veces y acarició el puente de su nariz con paciencia, concentrándose en los ojitos grandes y no en la molestia generada. Lo peor de todo era que su cuerpo seguía produciendo leche a montones y si no se la proporcionaba a la niña o la sacaba de su cuerpo, el dolor era incluso mayor.
Natty apareció en escena otra vez, solo que en esta ocasión sus pantalones ya no formaban parte del atuendo. También había intentado quitarse la playera, Lisa podía deducirlo por una de las mangas fuera de lugar, pero se ve que no había sido una tarea exitosa.
—Cachorra, ¿Dónde dejaste tu pantalón? —Rosé le preguntó en medio de una risita contenida.
—Se fue, papi.
—¿Y podríamos saber hacia dónde? —esta vez intervino Lisa.
Natty negó de lado a lado suavemente antes de arrastrar una silla a un lado de su madre y hermana. Acarició la manito de Danielle y terminó apoyando su rostro sobre el hombro desnudo de Lisa. Fregó su carita de lado a lado y se mantuvo allí, llenándose del aroma a mamá.
Danielle terminó su comida con una suave succión y un sonido de plop.
—¿Estás satisfecha, cachorrita glotona? —la omega sintió su lobita ronronear cuando Danielle emitió un chillido alegre.
—Mami. —fue todo lo que obtuvo a cambio, dado que era una de las únicas palabras que la niña había aprendido a decir. Las otras tres eran pá, Nat y no.
—¡Ayudo a papá con la mesa! —chilló Natty mientras se bajaba de la silla de un salto y corría a la cocina.
Rosé estiró una de sus piernas para evitar que la cachorra se acercara a la cocina caliente, recibiendo a cambio un ceño fruncido y un golpecito sin fuerza en el bloqueo.
—No golpees, alfita, en esta casa no golpeamos a nada ni nadie. —Rosé la miró fijo con una ceja alzada, pero con voz igual de tranquila que siempre. Natty bajó la cabeza levemente a la vez que cruzaba sus manos detrás de su espalda.
—Siento, papá.
—Disculpas aceptadas, amor. Ten, puedes llevar las servilletas a la mesa. —Rosé le entregó el rollo entero, que lucía demasiado grande entre sus pequeños bracitos y le sonrió suavemente.
—¡Ayudo!
—Muy bien, Natt, estás haciendo un trabajo estupendo.
A Lisa le gustaba premiar pequeños actos, sabía que a sus bebés les funcionaba.
—¡Gracias, mami! —las mejillas de Natty se colorearon, pero continuó llevando cosas mientras su hermanita la observaba desde su sillita especial.
Cuando la comida estuvo lista y la mesa puesta, la pequeña familia de cuatro se dispuso a degustar.
Esta se encontraba compuesta por varios vegetales originarios de su huerta orgánica, legumbres y un poco de pescado para las niñas y la alfa, ya que Lisa era vegetariano desde hace tiempo. También, el huevo de Elmira reposaba en una de las esquinas del plato de Natty.
—¡Yumi, mami! —chilló Natty gustosa mientras engullía otra cucharada.
—Me alegro que te guste, amor.
Rosé entrelazó una de sus manos con la de su omega sobre la mesa, y lejos de sentirse incómoda, se sentía como una presencia placentera. Se habían acostumbrado a tocar partes del cuerpo de la otra casi todo el tiempo, por lo que el contacto en cierto punto se volvía necesario.
Lisa cortó una de las zanahorias en bastones medianos y los dejó sobre el platito de Danielle. La niña era un cuadro, completamente sucia y manchada de comida de pies a cabeza, pero el desastre era parte del proceso de aprender.
De repente, un golpe retumbo en la mesa y seguido de eso, el vaso de agua de Lisa completamente derramado. Natty saltó un poco por el susto de haber tumbado algo, encogiéndose levemente.
—Está bien, Natty, fue un accidente —consoló Rosé—, ven, vamos por una toalla para que sequemos esto y todo resuelto.
—¿Mami no enojada? —murmuró jugando con sus deditos—. Su vaso no tener más agua.
—Claro que no estoy enojada, mi amor, los accidentes suceden, solo hay que remediarlos cuando podamos hacerlo. Ve con papá por la toalla y luego podemos servir más agua en mi vaso.
Natty asintió un par de veces antes de bajarse de su silla, tomar la mano de Rosé y regresar a la cocina.
A los pocos segundos volvió con una toalla de tela color rosa, se sentó en su lugar y la extendió sobre el agua. Necesitó de un poco de asistencia para secar todo, pero cuando estaba listo, una sonrisita orgullosa relucía en su rostro.
—¡Muy bien, amor! ¿Ves? cómo si nada hubiese pasado. —Lisa aplaudió en su lugar, haciendo reír a ambas cachorras.
Rosé las miraba con amor destilando en sus facciones. Desde que conoció a Lisa, este tipo de situaciones pasaban por su mente todo el tiempo. Parecía ser que la omega había nacido para ser madre, siempre paciente y amorosa, aunque protectora cuando debía serlo.
El arreglo de ser respetuosas y pacientes en la crianza de sus hijas había sido acordado desde el primer momento, y pese a que ella había crecido bajo una crianza dictatorial y en cierto punto distante, no dudo ni un momento en acceder. Nunca querría que sus hijas sufrieran lo que ella sufrió en su infancia.
Los padres estaban para los hijos, no al revés. Por lo que siempre intentaría ser la mejor alfa y padre posible, y cuando llegaba a dudar, su omega estaba allí, a su lado, para guiarla.
El almuerzo acabo entre balbuceos de Danielle, risitas de Natty y conversaciones varias. Poco después, como había prometido Lisa, las cuatros estaban rodeadas de calor y feromonas protectoras mientras tomaban una siesta en el nido principal.
adaptación © magicurly
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