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PRÓLOGO

Alysanne Targaryen fue una bebé que llegó al mundo en silencio, lo que causo preocupación en todos los presentes en cuanto el maestre sostuvo a la niña, la recién nacida estaba más que bien y fortaleza le sobraba, eso lo demostró por la forma en que se aferró al seno de su madre en busca de la cálida leche maternal.

El silencio en la Fortaleza Roja se vio quebrantado esa misma noche, a la hora en la que todos dormían, cuando la niña cuyo nombre era igual al de su abuela, quien era la reina, comenzó un llanto escandaloso que se oyó en los siete reinos probablemente. Alysanne Targaryen estaba advirtiéndoles a todos que acababa de llegar al mundo.

Al momento de la primera hija de Alyssa y Baelon Targaryen abrir los ojos revelando el color violeta en ellos, supieron que todo riesgo durante el embarazo había valido la pena al tener a su pequeña en brazos, aunque más pronto que tarde se darían cuenta que no estaban fuera de peligro. Años atrás el matrimonio, tras el nacimiento de su último hijo varón Aenar, habían sido recomendados por los maestres que él fuera el ultimo vástago que engendraran.

Rompiendo así el sueño de Alyssa Targaryen en darle a Baelon un ejército propio conformado con sus hijos.

El de la princesa Alyssa había sido un embarazo tranquilo, salvo por las delicadas patadas que Alysanne solía dar desde el interior del vientre de su madre, pero ambas estaban sanas e incluso la mujer continuó montando a su dragón hasta último momento antes de dar a luz.

Nadie estaba preparado para la tragedia que azotaría al palacio.

En sus sueños más dulces, el príncipe Aenar Targaryen aún podía ver a su madre, la imagen de la última vez que la vio con vida se había detenido por siempre en su mente. Alyssa tenía siempre su largo cabello rubio moviéndose con libertad y al mismo tiempo con rebeldía a causa del viento, la mirada llena de amor que les dedicaba a sus hijos con aquellos ojos que la caracterizaban.

Si se esforzaba podía sentir el beso que ella dejó en la punta de su nariz ese día, antes de caminar hacia Meleys con Alysanne arropada y sostenida contra su cuerpo.

Aunque aquellos dulces sueños que tanto atesoraba para ver el rostro de su madre siempre terminaban por convertirse en la pesadilla que era su realidad.

Dos semanas luego del nacimiento de Alysanne, Alyssa decidió que ya era tiempo de llevarla en su tradicional paseo a lomos de su dragón, como anteriormente había hecho con sus tres hijos. La princesa sentía tener la fuerza que necesitaba y mentiría si dijera que no estaba entusiasmada de hacer aquello con su primera hija.

Sin embargo, jamás lograron llegar siquiera a dos metros del dragón.

Ninguna de las dos princesas logró subir a lomos de Meleys, las piernas de Alyssa habían fallado y su cuerpo se había estrellado contra el suelo, fue un milagro que no hubiera aplastado a la recién nacida. La escena fue casi en cámara lenta, y tras el golpe Alysanne comenzó a llorar con tal fuerza, pero aun así no fue suficiente para hacer reaccionar a su madre, Alyssa se había desmayado antes de tocar el duro piso del jardín del palacio.

Aenar no había reaccionado hasta sentir la mano de Daemon apartándolo bruscamente del camino para correr hacia su madre, fue como si sus piernas estuvieran siendo sujetadas por las raíces del césped en el jardín. No podía moverse y un nudo crecía en su garganta que comenzaba a dificultarle respirar.

Esa tarde Alyssa Targaryen, con su hija Alysanne en brazos, cerró sus ojos para siempre. La princesa había muerto.

En dichas pesadillas, Aenar aún escuchaba el llanto de su hermana recién nacida, los rugidos de Meleys que le habían puesto los pelos de punta, la preocupación en el rostro de su padre y la primera vez que había visto a Daemon llorar.

El príncipe de ocho años no recordaba mucho después de todo aquello, solo supo que estuvo durante horas solo en sus aposentos tras que Viserys le pidiera que no se moviera de ahí. Sus ojos violetas estuvieron pegados a la ventana durante horas, pero no se atrevía a mirar abajo hacia el jardín, fue como si en un parpadeo la noche hubiera caído.

Y con la llegada de la luna y las estrellas, las malas noticias alcanzaron al pequeño Aenar.

Para la edad que tenía era más inteligente de lo que se suponía, por eso cuando vio la nariz roja de su hermano mayor Viserys al igual que sus ojos, supo que algo andaba mal.

En la segunda luna del año 92 d.C Alyssa Targaryen había partido de ese mundo y con ella se había llevado algo de Aenar Targaryen, puesto que el príncipe jamás volvería a ser quien fue mientras su madre aún estaba a su lado. El tiempo continuaría y con el Aenar alcanzaría la adultez, pero cada vez que recordara a su querida madre se sentiría como un niño indefenso de ocho años que no supo que hacer.

La familia fue afectada de distintas formas. Baelon Targaryen se aferraría a Alysanne como si fuera lo último que le quedaba en la vida, la recién nacida era idéntica a su madre, pero la realidad era que el príncipe aún tenía tres hijos que cuidar y quienes lo necesitaban más.

Viserys se hizo cargo de todo, casi como si hubiera asumido el rol de padre con tal solo 15 años. Mientras que Daemon se ahogaba en sus prostitutas día y noche. Y Aenar estaba solo, nadie hablaba con él sobre lo que le había sucedido, y cuando lo hacían era de una forma tan delicada y con unas metáforas tan extrañas que causaban rabia en su interior.

Solamente quería que alguien le dijera que lo sentía por lo que le había sucedido a tan temprana edad, alguien que entendiera como se sentía, alguien que estuviera a su lado para preguntarle cómo se encontraba y que él pudiera mentir diciendo que todo estaba bien, cuando claramente todo estaba mal.

Con los años el joven príncipe comenzó a crecer al igual que la soledad en su corazón, luego de la muerte de su padre Baelon y que su hermano Viserys fuera nombrado heredero, aquella soledad solo incrementó.

Alysanne Targaryen pasaba sus días en los pasillos de la Fortaleza a un lado de su sobrina Rhaenyra, la diferencia de edad no les impedía jamás impidió una buena relación entre ambas, y Viserys estaba feliz de ver a su hermana menor con una sonrisa en el rostro.

La última hija de Alyssa y Baelon Targaryen era conocida en la corte por dicha sonrisa, Alysanne era descrita como La Princesa de Las Penas y La Joya del Reino, a pesar de las tragedias que había sobrevivido desde su nacimiento seguía encontrando razones para mostrar un rostro feliz.

Y Aenar la observaba todo el tiempo desde las sombras, sin siquiera querer ver o sentir la presencia de su propia hermana, al menos así fue hasta su casamiento.

Mientras que Aenar Targaryen se limitaba a observar a Alysanne desde las sombras, no quería tener nada que ver con ella o mucho menos sentir su presencia cerca. Sin saber que todo lo que creía conocer de su hermana menor y todo lo que sentí por ella, cambiaría luego de su matrimonio.

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