Me sentía de repente atrapada en un libro de romance adolescente como los que Korin, mi mejor amiga, leía usualmente, estaría encantada si le contara lo que estaba ocurriendo en ese instante en el pasillo, pero ella ya no estaba, había desaparecido un tiempo antes de que yo decidiera empezar con mi blog, por ella lo había empezado y por ella seguía investigando a todos mis compañeros de instituto, alguien sabía lo que le había pasado a mi amiga y estaba empeñada en averiguar quien mientras exponía a los demás, exponerlos era solo para sembrar el miedo en quienes tuvieron que ver con la desaparición de Korin para que así tuvieran algún desliz, una frase extraña, un mensaje sospechoso o una extraña conversación en los pasillos, tendría todo cubierto para seguir las pistas, pero hasta ahora todo me llevaba a callejones sin salida y aquí estaba ahora deseando que ella siguiera conmigo para poder contarle como Eros, el chico al que todos temían y respetaban a partes iguales me estaba guiando a la salida con una mirada de determinación que jamás había visto antes.
Al llegar a la salida no me soltó, me guió hasta su auto, un alfa romeo negro que parecía sacado de una revista de automóviles caros, me hizo subir en el asiento del copiloto y cerró la puerta, estaba segura de que al menos medio instituto había visto aquel gesto y de alguna forma me sentía feliz de que lo hubiesen hecho.

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