CAPÍTULO 37: REENCUENTROS EN ÁMSTERDAM
MADELINE
Estaba de pie en la zona de desembarque del aeropuerto poniendo mi vista en todos los que iban bajando del avión. Tenía el corazón en un puño y una intensa alegría de saber que me iba a reencontrar con los que siempre consideré como mi familia.
¿Cómo estarían? ¿Habrían cambiado?
Era una tontería el pensar que habían cambiado porque los vampiros no cambiamos de apariencia, pero el pensar en un drogo con el pelo azul se me hacía bien divertido.
Mientras me reía, una mujer con una niña tomada de la mano, pasó delante de mí con una gran sonrisa. La niña tenía un enorme peluche que abrazaba con devoción mientras que ambas hablaban sobre lo geniales que habían sido las vacaciones. Sin darme cuenta, mi mano acariciaba mi estómago de forma involuntaria. El no poder tener hijos era algo que me hacía daño. Técnicamente, sólo podían tener hijos los que se consideraban como vampiros Originales, los cuales podían engendrar con toda criatura viviente. Mi padre se consideraba uno de ellos, al igual que mi tío, pero yo no había nacido con ese don.
Mirando el lado bueno, no iba a tener esa sed de sangre incontrolada que padecían los Originales ni esa falta de empatía con las formas de vida de mi alrededor. Eran criaturas hoscas, solitarias y de un humor endiablado.
Y así era mi padre, el cual se hizo cargo de mi educación como si yo fuera más bien la heredera a un trono. Mi madre era una vampira normal, pero fue encerrada en el Exilio hacía muchos años atrás y, aunque hablé con mi padre cientos de veces para liberarla o al menos verla, él se negaba resentido por la traición que le había hecho.
Mi madre engañó a mi padre con otro hombre y él entró en una cólera tal que él mismo se encargó de delatarla. Al cabo de varios días, un grupo de personas irrumpió en mi casa y se llevaron a mi madre, la cual solo me dio un beso sin mediar palabra o mirarme a los ojos.
Pero yo sabía bien el motivo: la vergüenza la estaba consumiendo y la culpabilidad de no poder verme nunca más la hicieron entrar en un mutismo.
Y lo peor de todo es que esa sociedad estaba tan oculta que no se sabía quiénes estaban dentro. Solo se sabía que lo conformaban 5 vampiros y 5 hombres lobo los cuales podían ser hombres o mujeres.
Siempre sospeché que mi padre pertenecía a ese selecto clan o al menos estaba muy relacionado con ellos porque siempre se codeaba con aquellos que tenían un enorme poder. Además, siempre intentó unirme a alguien que perteneciese a un ambiente como aquel porque, según él, era lo que me correspondía por pertenecer al rango que tenía de nacimiento.
Pero una noche de concierto en Viena me hizo cambiar el rumbo de mi vida y mis pensamientos sin que nadie lo supiera. Ni siquiera mi prima Claudette, con la que compartía todos mis secretos, sabía que había estado enamorada del mismo hombre durante mucho tiempo.
Estaba tranquila al ver que Alexei no se había percatado aún de mi huida, lo que me hiz9o pensar que quizás esas salidas que hacía de vez en cuando para visitar otras camas, lo habían llevado a quedarse por un tiempo. No lo culpaba; no podía darle lo que él quería.
De pronto, una figura la reconocí entre la gente. Drogo se abría paso seguido de Nicolae, Lorie y una chica que aún no conocía, pero, a juzgar por la mirada de Drogo, probablemente, sería su novia. Sonreí al ver lo mucho que habían cambiado las cosas, sintiéndome orgullosa y feliz por ellos. El poder vivir libremente el amor que uno siente es un privilegio destinado a pocos y me emocionaba que alguien como Drogo empezara a apreciarlo.
Cuando me vieron, literalmente corrieron hasta mí fundiéndose en un enorme abrazo que hizo crujir mi espalda. Me di cuenta que Lorie llevaba un parche de color rosa claro en uno de sus ojos además de estar demasiado callada para mi gusto, ¿Qué había pasado?
Pero Nicolae se adelantó a mi pregunta:
-Todo a su tiempo, mejor será que nos retiremos de aquí.
-Venid a mi habitación; allí estaremos seguros.
Todos asintieron y pusimos rumbo al hotel que no quedaba muy lejos de allí. Mientras tanto, Lorie parecía estar en las nubes sin mediar una sola palabra desde que nos vimos tras cuatro años. Drogo me dijo en voz baja:
-Ha pasado por algo realmente malo por culpa de Claudette. Hemos sido esclavos en nuestra propia casa y ella ha hecho con nosotros lo que ha querido, por eso ella tiene heridas.
Me tapé la boca sorprendida de que mi prima fuera capaz de haber hecho algo así. Sabía bien que ella tenía sus defectos y que era una mujer compleja pero nunca la vi como una mala persona. Pero viendo el giro de los acontecimientos, comencé a sospechar que quizás ella tuvo que ver con mi repentina marcha a Irlanda.
Mi padre había cesado en intentar unirme en matrimonio con alguien de su gusto, así que fue muy extraño que se tomara tal decisión sin consultarme. Estaba claro que alguien había movido los hilos.
Cuando llegamos a la puerta del hotel, tomé las llaves de mi bolso y entramos rápidamente sin ser vistos, colgando el cartel de "no molestar" en la puerta.
Todos nos acomodamos y nos dirigimos varias miradas silenciosas. Tenía tanto que decir o preguntar que no me salían las palabras. Necesitaba saber algo de Peter...
-Peter está en el Exilio acusado por la maldita de tu prima que se metió en medio de todos. Ahora mi familia está pagando las consecuencias.
El rostro de Nicolae se deformó en una mueca realmente triste, ¿Había pasado algo más que no sabía?
Pero el ambiente cargado me decía que no era un tema que hablar a la ligera por lo que lo dejé atrás para cuando estuvieran preparados para ello. tenía una gran preocupación por Peter y lo peor de todo es que no sabía cómo sacarlo de allí porque ni siquiera sabía dónde se encontraba el Exilio.
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