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CAPÍTULO 18: LA CRUDA NOTICIA

Maratón día 4 (1/2)

Disculpen la demora, tuve un día complicado y no pude escribir hasta ahora, que disfrutéis el capítulo. En breve subo el otro(L)


DROGO

Tras varias horas intentando sacar a Lorie del sótano, pude llevarla a mi dormitorio para poder acostarla en la cama y verificar sus heridas. Al menos la sangre se había coagulado en torno a su ojo ahora vacío pero la hinchazón de su rostro me tenía preocupado. Tras suministrarle una cantidad considerable de analgésicos que le pudiera hacer suficiente efecto, ella se quedó dormida y aproveché para ir en busca de mi hermano.

Tenía el pecho helado por la noticia de la muerte de Nicole. No lloré todo lo que tenía dentro porque mis lágrimas estaban repartidas entre ella y Lorie; nunca en mi vida había sentido tanta angustia en mi pecho.

Iba subiendo cada peldaño de la escalera que conducía a la planta superior con una gran pesadez en la espalda. Intentaba elegir las palabras adecuadas para decirle a Nicolae pero...pero era incapaz de saber cómo hacerlo. Nicole era mi segunda hermana, una gran amiga cuya amistad era necesaria para mí para bajarme los humos y mi maldito ego. Ella me enseñó que querer no es tan malo y que no me hacía más débil sino todo lo contrario. Eso lo comprobé cuando conocí a Catherine: sentí tan poder dentro de mí que me creía invencible. En ese momento parecía que me iban a crecer alas y echar a volar; esa sensación tan maravillosa, ese ardor en mi fría y pálida piel me daba la vida.

Cuando llegué a la puerta de la habitación de Nicolae, vi la puerta entreabierta de la habitación de Nicole. Mi mirada se cubrió de lágrimas de nuevo que tuve que limpiar con el dorso de la mano. Respiré hondo para relajarme e intenté prepararme para cualquier cosa.

No veía a mi hermano desde hacía 4 años y, conociendo lo despiadada que era Claudette, temía que a mi hermano le faltara un brazo o una pierna.

Abrí lentamente la puerta escuchando como mie hermano lloraba amargamente. Nicolae estaba completamente desnudo, lleno de marcas producidas por las uñas y los tacones que usaba esa zorra. Encima de la cama, varios conjuntos de lencería y ropa estaban colocados de forma extrañamente escrupulosa y de tal forma que Nicolae no podía alcanzarla sino solamente verla. Era la ropa de Nicole; era un juego perverso para volver loco a mi hermano y aceptara que ella iba a ser Nicole a partir de ahora.

Nunca vi a mi hermano en ese estado, ni en nuestros peores momentos. Nuestra familia se destrozó por culpa de una persona y eso era por culpa de su mierda de estatus.

Al escuchar chirriar la puerta, el rostro de Nicolae me miró como si temiera que llegara el momento que ella volviese, pero tras ver que era yo, comenzó a llorar con una sonrisa triste.

-Hermano...Drogo...-Me dijo alzando la mano en mi dirección lo más que podía. Sus cadenas estaban haciendo sangrar a sus muñecas y su piel estaba en un estado lamentable. Me acerqué a él con la llave de los grilletes sujetándola con fuera. Cuando se abrieron, el cuerpo de mi hermano cayó desplomado sobre el colchón como si por fin pudiera descansar. Pero no había momento de eso porque Claudette volvería en unos días y debíamos de fortalecernos lo suficiente como para buscar a Peter.

Por desgracia, Nicole no podía ser salvada, pero haríamos lo posible por conseguir el cuerpo para enterrarla como dignamente merecía. Cogí a mi hermano como pude y lo senté en el diván de su cuarto lo más erguidamente posible. Rebusqué en el armario y le puse unos pantalones largos de lino para que las heridas no le dolieran demasiado con la fricción de la tela. Decidí no ponerle camiseta porque el torso era lo que más maltratado estaba y debía de alimentarse y descansar adecuadamente para que sus heridas cerrasen adecuadamente.

Una vez vestido, lo sujeté con fuerza ayudándolo a andar como buenamente le respondían sus piernas. Su voz era una débil caricia en el viento en comparación a la masculina voz que siempre tenía y que tanto Nicole adoraba:

-Drogo...debo buscar...a Nicole...yo...yo la quiero...la quiero por encima...de todo...de mí mismo, ayúdame...ayúdame...

Su desesperación hizo que un amargo rictus se instalara en mi garganta, ¿Cómo demonios le decía lo de Nicole?

Lo llevé hasta su despacho para que Lorie no se preocupara; allí era el mejor sitio para hablar de Nicole. Aquella habitación había sido testigo de lo que sentían el uno por el otro por esa razón era el lugar indicado.

Senté a Nicolae en el escritorio, apoyando su espalda en el respaldo del asiento. La mirada hundida de mi hermano me miraba interrogante como si mi seriedad poco habitual fuera un enigma que no entendía.


-Nicolae, debo decirte algo...algo que...odio decirte, odio ser yo el que te lo diga.

La respiración se me cortaba y dejé que mis lágrimas volvieran a salir, pero esta vez no forcé a parar. Comencé a sentir que el aire me faltaba, temiendo también por la vida de mi hermano cuando se enterase. Me acordé de que él guardaba una pistola en el cajón de su escritorio, por lo que tomé la pistola y la descargué en su presencia para que no atentara contra su vida.

-Drogo... ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué me quitas la pistola?


-Es...es algo necesario...es una medida de seguridad-Le dije sin poder mirarlo a la cara.

Sabía que mi hermano y su maldito poder de leer la mente iba a jugármela. Él no soportaba que le ocultaran cosas y yo la verdad no era bueno ocultándolas.

Nicolae se levantó del asiento con una mirada negra como un día de tormenta. Caminaba lentamente hacia mí con una expresión tan sombría que comencé a temer que él sufriera una especie de ataque, ¿Había perdido la cabeza totalmente? ¿O era la pena la que hablaba por él?


-Drogo... ¿Qué pasa? ¿Qué pasa con Nicole?...

El corazón se estrujaba más contra mí cuando el rostro de Nicolae estaba tan cerca de mí que no podía apartar la vista. No podía pronunciar las palabras porque si lo hacía era como aceptar que había ocurrido de verdad. Sentía frío, más frío que el día que morí y me convertí en lo que era hoy y más dolor que cuando mi sangre abandonó totalmente mi cuerpo.

Pero mis labios temblorosos le revelaron la verdad, implorando al cielo por la salud mental de Nicolae:

-Nicole...Nicole ha muerto...

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