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CAPÍTULO 15: UN LUGAR EXTRAÑO

Maratón día 2 (2/2)

Peter en la foto(L)

PETER

El movimiento del coche se detuvo, adivinando que ya había llegado a mi destino. No sabía cuánto tiempo habíamos viajado, pero era evidente que algunas horas, por lo que las sospechas de que estaría en un lugar alejado de la civilización se hacía presente en mi mente. Estaba preparándome para cualquier cosa que me viniera encima porque, aunque esa desconocida me proporcionó la libertad, yo había aprendido con el paso de los años a que nadie da nada gratis a no ser que tenga una razón egoísta para ello.

El sabor de la libertad sería amargo para mí porque bien sabía que no iba a estar precisamente de vacaciones. Según aquella desconocida, era para ser el guardaespaldas de una mujer de dinero, pero no estaba seguro si era solo para eso.

Al menos hasta el momento no me obligaron a acostarme con ninguna mujer. Prefería las palizas diarias a que tuviera que acostarme con una mujer que ni siquiera me gustaba o atraía y menos teniendo en mente a mi amada.

Era como serle infiel, aunque no era a propósito, había pasado tanto tiempo y no sabía nada de ella...necesitaba saber qué fue de su vida, pero esa mujer me dijo de no hacer preguntas hasta que me lo indicase.

A pesar de que el coche llevaba detenido varios minutos, no escuché la puerta del mismo abrirse o un leve movimiento que me indicase que nos moveríamos en breve. Sentía la mirada de la conductora clavada sobre mí silenciosamente y eso me inquietaba.

-Peter, ya podemos hablar tranquilamente. Acabamos de salir del territorio del Exilio y ya no hay ningún sistema de radio escucha que pueda espiarnos. Debes saber que, a partir de ahora, deberás ser discreto a mas no poder hasta que tengas la oportunidad de escapar definitivamente. Primero debes de saber que estamos en un lugar inhóspito muy lejos de Mistery Spell y luego...que vivirás en territorio de lobos.

Me sobresalté de tal forma que me quité la capucha y miré a esa mujer a los ojos con rabia e impotencia:

- ¿Me vendiste al enemigo? ¿soy de tu propia especie y así me ayudas?

-Peter...Antonella no es un enemigo sino más bien el mejor aliado que podemos tener. Gracias a ella existe un equilibrio entre vampiros, hombres lobo y humanos. Ella abolió el tener que matar a humanos para alimentarse de sangre; si no llega a ser por ella estaríamos realmente estancados en una horrible espiral de autodestrucción.

- ¿Me estás diciendo que la que pone las normas en el mundo de los vampiros es ella?

Aquella mujer desvió su mirada incrustándola en el volante. Parecía que el tema la incomodaba, pero necesitaba saber más cosas sobre lo que iba a sucederme y con quién iba a codearme.

Ella suspiró y continuó hablando:

-Digamos que los que más mandan son Víktor y ella. Cada uno posee su propio consejo formado por 5 personas de confianza, lo que sería el consejo de los lobos y el de los vampiros. Intentan estar de acuerdo en todas las decisiones, pero no siempre eso funciona y, como es a votación, a veces lo más votado no es siempre lo más bueno.

-Sigo sin entender como una mujer lobo puede estar tan alegremente involucrada con los vampiros y encima...con Víktor.

Ella me miró con más intensidad y se puso aún más seria que antes. Parecía que iba a lanzar una bomba sobre mí, pero era mejor saber que ignorar:

-La razón es porque Antonella...es hermana de Víktor.

ANTONELLA

Me encontraba como cada día con la nariz metida entre cientos de pilas de papeles cuyo contenido era más bien desagradable la mayoría de las veces. Mi hermano seguía siendo el maldito tirano de siempre a pesar de que hubo un tiempo en el que no era así. Pero como todo en esta vida, tiene un precio y un cambio.

Nuestras condiciones de nacimiento fueron extraordinarias y poco dadas a que ocurran, de hecho, somos el único caso de mellizos donde una nacía mujer lobo y el otro un vampiro. La herencia de nuestros padres nos dejó un legado extraño y una carga que nunca iba a aliviarse. Y como toda criatura de gran poder, no puedes escapar de los cargos con poder.

Por mucho que odiara mi trabajo, era la única capaz de hacerlo e intentar arreglar un poco el mundo de mierda que habíamos generado con el paso de los milenios, pero mi querido hermano y sus consejeros no me lo ponían fácil.

Era doloroso firmar sentencias de muerte, pero lo hacía a mi manera; era el único requisito que le puse a mi hermano. Él quería tortura hasta la muerte, pero yo dije que, ya que tenían que morir que usaran la inyección letal.

A pesar de su frustración, él tuvo que aceptar.

Pero las cosas se complicaron cuando Sophie me dijo que encontró a su hijo en el Exilio. Una vez dentro de ese lugar, no escapas jamás y, aunque te liberes, te encontrarán seguro.

El Exilio fue creado en principio por mi hermano y por mí con la intención de controlar el salvajismo de nuestras razas. Hicimos una serie de reglas en las que, si se incumplían, la persona pasaba un tiempo en el Exilio, pero no toda la eternidad como luego redactó en las clausulas mi hermano.

Pero ahora que la vida de Peter estaba en juego, iba a pasarme por donde no pasa el sol todas las normas de mi hermano, pero lo haría bien. Yo era la persona que mejor conocía a Víktor y bien sabía de lo que era capaz si él decidía actuar a las malas. Debía de intentar que su consejo se pusiera de mi parte para tener más poder en cuanto a la redacción de unas nuevas normas; solo asó podría manejar el Exilio y liberar a aquellos que son inocentes.

El motor de un coche diferente al mío me hizo sospechar que Sophie ya estaba en casa. Me asomé al exterior a través de la ventana, viendo como ella bajaba del coche acompañada de un joven encapuchado. Toqué el timbre de mi escritorio, apareciendo uno de mis sirvientes:

- ¿Llamó señora?

-Sí, quiero que arreglen y adecenten adecuadamente la habitación de invitados para alguien que va a quedarse con nosotros de forma indefinida y, sobretodo, quiero discreción y buen trato hacia él.

-Por supuesto señora; todo estará adecuadamente para nuestro huésped.

Tras marcharse, miré de nuevo por la ventana. El rostro de Sophie estaba marcado por la preocupación y no era para menos; tener un hijo en esa situación era realmente horrible y nunca desearía pasar por ello.

Tras posar de nuevo la copa que tenía entre las manosme senté en mi butaca a espe    

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