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CAPÍTULO 13: RECOPILANDO DAÑOS

Drogo en la foto(L)

Maratón día 1 (2/2)

DROGO

Desde que abrí las esposas de Lorie, la acosté en mi regazo y nos quedamos sin decirnos nada. El trauma de ella y el mío al ver su estado, nos hizo querer unos minutos de silencio en compañía del otro. Yo la mantenía abrazada con fuerza temiendo que algo le pasara y ella...ella estaba quieta como una estatua. El sufrimiento que vi en aquella mirada vacía creo que jamás podría olvidarlo y el no saber cómo decírselo a Nicolae era aún peor.

Mi hermano sentía una especial devoción por Lorie. Desde que vino a la familia,Nicolae le puso especial atención a su educación como si de si propia hija se tratase. Yo conocía bien a mi hermano y el hecho de que por culpa de su condición no pudiera tener hijos lo traía realmente afectado.

-Lorie...debemos de ir a ver a Nicolae.No sé cómo está y tenemos que decirle lo que te ha pasado...

Lorie comenzó a moverse como si le estuviera dando un ataque de pánico. Cada vez que intentaba sacarla de allí, comenzaba a temblar como si temiera salir al exterior.

Claudette le había causado un trauma tan severo a mi hermana que temía que ella no se recuperase nunca. Ni cuando sufrió el trauma de su bebé la vi de esa forma, tan pálida y perdida como lo estaba entre mis brazos.

-Cielo...debemos salir ya...

Ella tenía abrazada la muñeca de trapo que conservaba de Daryl. Era lo único que tenía de él y estaba destrozado. Pero debía de sacarla de allí, aunque ella me odiara después, pero era por su bien y porque tenía que atenderla un médico.

Necesitaba saber si se quedaría ciega para siempre...

La tomé en brazos y ella comenzó a gritar tan fuerte que temía que se desgarrase la garganta. Ella suplicaba que la dejase morir allí porque no quería vivir más.

-Drogo...si me quieres déjame aquí y vete con Nicolae...vete por favor...Déjame morir de una vez...

- ¡No digas eso!¡Ni loco voy a dejarte aquí! -Le dije mientras sujetaba su rostro e intentaba cruzar su mirada sin éxito.

Conforme iba subiendo los peldaños,Lorie gritaba aún más fuerte y yo en respuesta la abrazaba y le decía por favor que se calmara y que la quería. Nunca le dije a una mujer que la quería excepto a mi hermana porque para mí siempre fue la mujer de mi vida, pero ahora, ahora se lo diría a otra mujer a parte de ella.

Porque Catherine estaba en cada rincón de mi ser y dudaba que alguna vez se fuera.


NICOLE

Llevaba varias horas deambulando entre las sombras como si de un ninja se tratase recopilando cualquier información que me fuese necesaria. Por lo que tenía entendido, había alguien encargado de sacar a los reclusos para enviarlos como esclavos a diferentes partes del mundo. No sabía quién era el encargado aún, pero era la clave si deseaba escapar de allí.

En cuanto al funcionamiento de aquel lugar era solo y exclusivamente mediante ascensores; no había escaleras para ir de un piso a otro. Enseguida encontré las razones: había cámaras de seguridad dentro de los ascensores, lo que les permitían saber si un recluso se había escapado del lugar. 


La única solución viable eran los conductos de ventilación. Debía encontrar el camino que me llevase a la sala de cámaras para poder manipularlas y así me diese tiempo a llegar a donde se encontraban los coches. Según el mapa, en la zona más superior del Exilio había una cochera con todos los vehículos que usaban para desplazarse así que ese era mi objetivo.

Aunque la ropa me mantenía más oculta, todavía parecía yo misma así que tuve que hacer algo con mi apariencia, algo que ocultase mi cara.

Pensé en cortarme el pelo, pero no tenía nada afilado con que hacerlo así que descarté esa idea. Observé a los vigilantes y me di cuenta que tenían una especie de gorra militar perfecta para ocultar mi rostro. Seguí a uno de los vigilantes que aún no tenía el uniforme puesto pensando en que quizás iba a cambiarse. Era mi oportunidad para conseguir un uniforme y hacerme pasar por un hombre.

Lo observé detenidamente para comprobar si era o no un vampiro. Tras cerciorarme que era un simple humano respiré aliviada con la aguja aún en mi bolsillo.

Llegamos a una sala que parecía el típico vestuario de un gimnasio y se acercó a su taquilla. Comprobé que no había nadie y entonces le clavé la aguja tapando su boca para amortiguar su grito. Con las llaves de su taquilla en la mano, abrí la puerta y tomé el uniforme, dejándolo en un lugar que costara ser visible tras previamente borrarle la memoria.

Me vestí con rapidez agradeciendo que la parte superior fuera tan ancha que ocultaba bien mi pecho. Acomodé bien el cabello para que quedase dentro de la gorra y así pareciese que tuviera el pelo corto. Tras eliminar las evidencias de mi visita, comencé a caminar como una más del lugar para así fundirme con el entorno y no levantar sospechas permitiéndome el lujo de devolver el saludo de los que se tropezaban conmigo.


La noche había caído y eso significaba que los vampiros estaban más activos. Era la hora más peligrosa para mí porque cualquier fallo sería mi fin, pero, cuando amaneciera, todos ellos irían a descansar siendo reemplazados por humanos. Y en ese momento, yo tendría que aprovechar.

Siguiendo el mapa llegué a la zona de enfermería, aprovisionándome de las agujas con multitud de frascos con el tranquilizante que usé para defenderme. Solo lo usaría en case de extrema emergencia porque no podía ir dejando cuerpos inconscientes por doquier por mucho que les borrase la memoria porque sospecharían de una posible huida.


La voz de Víktor me llegó a los oídos y yo me escondí cerca para escuchar la conversación que tenía por teléfono con alguien desconocido:

-Sí, no te preocupes, he mandado a Sophie con uno de los reclusos que ha sido mandado con una nueva dueña. Ha pagado una buena suma de dinero por él así que no está nada mal quitarnos de encima un problema a cambio de una jugosa tajada. Sí, el recluso es el de la 201.

"Pero...pero el de la 201...yo era la de la 202, ¿Quién había salido?"

Comencé a caminar hasta mi celda de nuevo comprobando que la puerta seguía cerrada. Cuando me acerqué a la 201 y vi el nombre, una arcada me subió hasta tambalearme.

Peter había escuchado mis gritos sin saberlo y ahora él era libre.

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