Querido diario...

Ayer fue la segunda vez que me escape de Palacio, pero en esta ocasión decidí salir de noche.
Es preferible mantenerse así, ya que padre no desea que salga de aquí si no es salir dentro de Palacio.

Aquella noche la Luna brillaba mucho, las calles estaban solitarias, pero no sentía nada de miedo. Rareza puesto que no me gusta salir de mis aposentos de noche y pasear dentro de Palacio.
Llegué hasta el puente, y justo ahí estaba él, no sabía qué hacer en ese instante solamente deleitaba mis ojos al ver a aquel chico misterioso.

-Nos volvemos a encontrar Señorita... - Habló. Antes de que me dijera un hola o la palabra pensaba salir de ahí y no chocar con él. - ¿Por qué sale usted a esta hora?

- De-Deseaba tomar un poco de aire. En dónde vivo me canso de ver los mismos jardines, prefiero conocer más cosas.

-¿Conocer más cosas? Habla como si nunca hubiera salido de su hogar. -Bajé la cabeza. - ¡Oh! Perdone mis palabras...

-No es tú culpa.

- Es muy valiente de tú parte escapar. - Levantó mi rostro y ahí pude ver una vez más aquellos hipnotizantes ojos. - Muy pocos son capaces de revelarse a sus padres.

Solamente tomó de mi mano y me llevó junto a él, lejos de la ciudad y estuvimos frente a un arroyo mientras jugábamos con el agua. Por primera vez sabía que era divertirse y sobre todo tener un amigo.

-¿Cómo es de dónde vienés? ¿Es igual que "flor de loto"? - Pregunté.

- No, es muy diferente. Para ser sincero, aquí es más cálido que de donde provengo.

-¿Cálido? Acaso dónde vives hay mucho invierno...

-Algo así, las personas que me rodean tienen su espíritu como el invierno, no son cálidas como tú.

-La verdad si comparamos las personas que me rodean con las que te rodean a ti, sería un empate. Padre siempre me ha mantenido escondido y sobre todo ha sido frío con sus palabras hacía mi persona.

-¿Cómo alguien podría ser tan frío contigo? Si tú eres alguien muy dulce. - Sonrió y mis mejillas se tornaron calientes. - Lo digo en serio, no te estoy mintiendo.

Y ese era el problema que me decía cosas lindas y sobre todo con aquella honestidad que lo caracterizaba.

- Quiero regalarte algo...

- No, no es necesario, yo...

- Estas son perlas de cristal...

-¡Wow! Bri-brillan en la oscuridad...

- Exacto, pero brillan más cuando otra está junto a ella.

- ¿Cómo? - Junto a otra junto a esta. - ¡Wow!

- Te asombras mucho. - río.-

- Cómo no hacerlo.

- La historia de las perlas de cristal es que si una muere la otra también lo haría, y si una está cerca de la otra ambas brillaran.

- Hablas como si de un amor hasta el final después de la muerte. - Él solamente asintió.

- Cuando necesites de mí solamente llámame con esto o si ves brillar la perla ya sabes que soy yo.

-Por qué... ¿Por qué me regalas algo tan valioso?

- ¿Quién dice que es algo valió? Solamente tenlo contigo y que no se pierda. Me tengo que ir aparte tú también debes de hacerlo, el sol ya va a salir.

- Verdad...

- Nos vemos en otra ocasión Señorita.

-¡Adiós!. - Me despedí con la mano y sorpresivamente él me beso en la mejilla.

- Hasta luego. - Sin decir más y yo con las mejillas rojas como un cerezo él se fue desapareciendo de mi campo visual.

Yo después de despertar de mi shock por varios segundos, observé una vez más aquella Perla de Cristal e inevitable sonreír.

En el instante que llegué a mis aposentos, mi mente se despertó diciéndome que debía preguntar por su nombre y tontamente volví a recordar todo.

Solamente caí dormida por unas horas y ahora me encuentro aquí, escribiendo los pequeños acontecimientos de aquella noche. Pero ahora tengo la certeza de que lo volveré a ver en el momento que necesite hablar con él.

Ahora tengo algo valioso en el que pueda recordarlo. Y saber que la noche de ayer fue partícipe de una pequeña y rara amistad...

(683 Palabras)

Maybe not in this life but in the next