O5. Los amigos son amigos
🍃 ˚。⋆ CAPITULO V
POV HANA
Abrí los ojos volviendo a poner los pies en la tierra.
Lo que estaba haciendo era una completa estupidez, me comportaba como una cobarde, y odiaba que fuese así.
Miré de reojo a Suhyeok, de quien por cierto estaba abrazada, y aunque al inicio no supe si era mi alucinación o qué, pude concluir que en verdad estaba pasando, estaba abrazando a Lee Suhyeok. Diablos. Me hice hacia atrás y aclaré la garganta algo incómoda.
—Ya estoy mejor —afirmé tratando de verme como alguien que tenía la cabeza fría —Creo que entré en pánico por la impresión.
Él asintió lentamente, supongo que asimilando mi repentino cambio de actitud. Mordió sus mejillas internamente y no hizo nada más que solo quedarse ahí parado por varios segundos. Yo rasqué mi nuca y evité verle a la cara lo más que pude.
Todo eso había sido muy raro.
—Me parece que tenemos que salir de aquí —señaló la ventana rota detrás de él —Ya sabes, antes de que regresen.
—Sí, vámonos.
Me balanceé sobre mis talones, moviendo mi cabeza de arriba abajo repetidamente. Extendió su mano como queriendo que la tomara. Ahora que era consciente de todo y me daba el lujo de pensar en mis decisiones, creo que finalmente me dí cuenta de que esto era lo más cerca que pude estar de Suhyeok en mi vida entera.
Quiero decir, una hora antes no nos llevábamos para nada bien, éramos incapaces de tolerarnos el uno al otro, y al menos yo le habría golpeado la cabeza con mi cuaderno si hubiera intentado tocarme. Ahora resultaba que hasta nos abrazábamos.
De pronto, interrumpiendo mi viaje astral, él se rascó la nuca y llevó la mano que había extendido a su bolsillo. Creo que me tardé mucho en reaccionar. Quise decirle algo para que no pensara que lo había rechazado, pero mi oportunidad de hacerlo se fue al diablo. Se dió media vuelta y caminó hasta la ventana para asomarse por ella.
Que idiota soy.
Maldije en un susurro y luego me le acerqué.
—¿Ves eso? —señaló hacia una escalera tirada a unos metros, justo al lado de las ventanas —No es seguro aquí, tenemos que encontrar otro lugar, y algo me dice que ir arriba es nuestra mejor opción.
—¿Crees que lo lograremos? —dije viendo a los zombies que corrían por todas partes.
—Lo haremos —aseguró.
Jamás en mi vida creí que me pasaría algo así. Quiero decir, sí lo imaginé, muchas veces pensé en lo "genial" que sería vivir un apocalipsis zombie, pero nunca llegué a creer que de verdad podría suceder. Ahora sabía que no era para nada genial. Me quedé viendo la ventana mientras Suhyeok buscaba cosas en el salón, no quise preguntarle por eso. A los pocos segundos volvió con un palo de escoba y la regla de metal gigante que solía usar el profesor de geometría.
—Para que te defiendas —extendió el palo—Yo iré primero, por si encontramos algo inesperado allá arriba. Tú iras detrás mío, no te alejes.
—Está bien.
Suspiró viendo al exterior del salón.
—¿Lista?
—Lista—murmuré.
Vi su mano allá abajo y pensé en tomarla, pero antes de decidirme por hacerlo o no, él saltó por la ventana y sigilosamente se dio la vuelta para ayudarme a salir.
Haciendo el menor ruido posible, caminamos pegados a las paredes hacia la escalera, aún no nos habían visto. Logramos llegar y Suhyeok, aprovechando que los zombies estaban distraídos, levantó la escalera y la acomodó para poder trepar. Comenzó a subir, pero cuando estuvo apunto de llegar, la regla de metal que tenía en las manos se le rebaló y cayó al suelo provocando un ruido que difícilmente podría ser ignorado por los zombies.
Carajo.
Volteé para ver que tan cerca estaban, casi morí de un paro, pero Suhyeok llegó para salvarme otra vez, ya que el escucharlo gritar mi nombre hizo que recobrase la razón.
Trepé las escaleras tan rápido como pude. Algo me decía que no iba a lograrlo. Sentí un tambaleo, y casi que me vi siendo devorada allí mismo, pero la mano extendida de Suhyeok interrumpió mi morbida fantasía. Entonces supe que sólo tenía dos opciones; morir, o confiar en él. Cerré los ojos y sin pensarlo salté tratando de alcanzar su mano, esperando no terminar siendo puré de zombie.
Pude volver a respirar cuando sentí su mano sujetando la mía. Una gran horda de zombies debajo mío estaba tratando de alcanzarme. Me agarró con el otro brazo, y luego vi a dos chicos más asomados por la ventana estirandose para ayudarme a subir. No quise preocuparme por eso, simplemente me dediqué a trepar antes de que esas cosas aprendieran a saltar y me quitaran el zapato.
Me agarré de los hombros de Suhyeok para subir, y una vez arriba mi peso hizo que los dos fueramos a parar al suelo. Él cayó directo al piso y yo directo en su hombro, me quejé por el golpe y rodé hacia un lado para que no tuviera que cargar conmigo más tiempo, obteniendo así una inigualable y hermosa vista; el techo.
—Esos eran... —susurró mi ángel salvador.
—Zombies —completé la oración con la respiración agitada —Esos eran zombies.
Me permití quedarme tirada allí en lo que digería bien lo ocurrido. Miré a los lados, varios de nuestros compañeros vivos estaban en el salón. Algunos nos veían aterrados, otros sólo seguían en shock por toda la situación. Aún así un sentimiento de tranquilidad me invadió cuando supe que no éramos solo Suhyeok y yo, y más aún cuando reconocí a Cheongsan entre todos esos rostros familiares.
Tenía la mirada fija en el techo, pensando en todo lo que había pasado en los últimos 15 minutos y enojada por haber decidido ponerme falda. Cerré los ojos en busca de paz, no la encontré, así que los abrí lista para comenzar a actuar antes de que esto se salga más de control.
Joon-Yeong y Gyeong-Su sujetaban las puertas para que los zombies que estaban afuera no entraran, los demás... los demás no estaban haciendo nada.
—Hana —susurró Suhyeok —¿Estás bien?
—Sí, ¿y tú?
—Estoy bien.
Me levanté del suelo provocando que Na-Yeon y las dos chicas que la acompañaban pegaran un brinco.
—¡TIENE SANGRE EN LA BOCA! ¡ESTÁ SANGRANDO! ¿POR QUÉ TIENES SANGRE EN LA BOCA? —Na-Yeon gritó señalándome como si fuese a arrancarle un ojo o algo así —¡TENEMOS QUE SACARLA! ¡HAGAN QUE SE VAYA!
Todos voltearon a verme y retrocedieron cuando divisaron la sangre.
—¿TE MORDIERON VERDAD? ¿POR QUÉ NO ME RESPONDES?
—¿Cómo esperas que responda si no dejas de gritar? —me defendió Cheongsan.
—¡PERO NO DICE NADA! ¡NOS VA A MATAR A TODOS!
—Ya cállate —dije sin más.
—¿Ves? Por eso no tienes ningún amigo.
No fui capaz de responderle, simplemente me quedé muda y agaché la cabeza.
—Se mordió la lengua por el susto —justificó Suhyek parándose frente a mí —Pero no creo que lo entiendas, ¿o sí?
Na-Yeon se quedó callada. Yo decidí ignorarla y me asomé por la ventana, aún me chocaba un poco darme cuenta de que esto era real y no una película. Me di la vuelta y me apoyé contra la pared mientras pensaba en alguna solución.
Si teníamos suerte, esto sólo estaba pasando en la escuela, aunque con lo rápidas e imparables que eran esas cosas, estaba casi segura de que también eran un problema allá afuera. En ese caso llamar a la policía sería inútil. Estarían ocupados solucionando los contratiempos del exterior, e incluso así, no creo que sean capaces de hacer algo, ellos no estaban preparados para enfrentarse a estas cosas.
¿Qué hacer? Esa era la pregunta. No sabíamos si esas cosas podían morir, si tenían algún punto debil o cómo sucedía el contagio, evidentemente las mordidas lo provocaban, ¿pero sólo las moridas? ¿o acaso había otra manera?
Éramos 13, 13 personas, en un salón con puertas de madera y ventanas de vidrio, segundo piso, frente al campo deportivo y lejos de las escaleras. Normalmente era buena encontrando soluciones, pero esta vez sí que estábamos jodidos.
—Tenemos que pedir ayuda —dije rompiendo el silencio que acaparaba cada rincón del salón.
—No hay como, no tenemos nuestros teléfonos —respondió Woo-Jin, quien estaba sentado en un rincón junto a Dae-Su.
Me eché para atrás, tenía razón, no teníamos los...
—Yo no entregué el mío —recordé.
Me levanté y gracias al cielo que este era nuestro salón. Todos estaban atentos a lo que hacía, siguiendo con la mirada cada uno de mis movimientos. Corrí a mi mesa y busqué mi teléfono en la mochila.
Bingo.
Sonreí aliviada al ver que estaba ahí. Me senté en la silla y revisé mis notificaciones. Tenía ocho llamadas perdidas y más de veinte mensajes de parte de mamá. Abrí el chat para decirle lo que estaba pasando y que así pueda enviar ayuda, pero no fui capaz de escribir ni una sola palabra ya que Na-Yeon me quitó el teléfono antes de que me fuese posible.
—¡Dame eso! —chilló —No tenemos tiempo para tus cosas. Tenemos que llamar a la policía.
—Devuélvemelo —exigí con seriedad.
—¿O qué? ¿Me vas lanzar por la ventana?
—No quieres saberlo.
Me acerqué a ella y traté de arrancharle mi teléfono, pero ella lo puso detrás de su espalda y se acorraló contra una pared.
—Na-Yeon, dáselo —dijo Gyeong-Su, uno de los que estaba asegurando las puertas.
—¿Y tú quién te crees, eh? —le gritó al chico —¿Qué no entienden? ¡Tenemos que llamar a la policía!
—¿En serio crees que la policía pueda hacer algo para sacarnos de aquí? No pueden ni arrestar a los bravucones de esta escuela y nos van a rescatar de esto... —dije con sarcasmo.
—¡Presidenta! —Na-Yeon volteó a ver a Nam-Ra, quien estaba sentada en un rincón —¿No piensas hacer nada al respecto?
Nam-Ra, con aquella mirada tan fría e indescifrable, alternó la vista entre ambas. Devolvió la mirada al piso y tras un suspenso especialmente inquietante, se pronunció.
—Hana tiene razón. Es más probable que su madre mande un helicóptero a que la policía nos rescate.
—¿Me devuelves mi teléfono? —extendí la mano.
Na-Yeon se quedó inmovil, no tenía intenciones de devolverlo. Honestamente, no quería que hubiesen más problemas allí adentro así que decidí dejar la discusión de lado.
—Llama a la policía, pero una vez que termines, me vas a devolver el celular —le advertí antes de irme a sentar a una de las sillas.
Esto era estresante. Escuché como algunos se amontonaron donde Na-Yeon y discutían sobre quién le explicaría a la policía la situación. Había una hoja de papel vacía sobre el escritorio, y un lápiz también, para calmar mi ansiedad decidí ponerme a hacer garabatos en la hoja.
Cheong-San fue el asignado para hablar, no pudo hacerlo peor. No quise decir nada porque al final estaba segura de que eso de llamar a la policía sería inutil. Al rato Woo-Jin llegó para dejar mi teléfono en la mesa, le dije un simple "Gracias" y él regresó con los demás. Agarré mi teléfono y leí los mensajes de mamá. Hace quince minutos que no enviaba nada. ¿Será que los zombies la habían sorprendido en algún lado?
Tragué grueso y escribí lo siguiente: "Mamá, estamos atrapados en uno de los salones del segundo piso del primer edificio. No vengas, es peligroso, de la nada todos enloquecieron y empezaron a atacar a los demás, te sonará loco pero parecen zombies, muerden a las personas y así las contagian. Son agresivos, no vengas. Necesitamos que mandes ayuda, mi teléfono tiene 42% de batería, no sé cuanto tiempo dure. Somos trece personas, todos estudiantes, no sé si hayan más fuera pero por ahora sólo somos nosotros. Ten cuidado, te amo y sé que vas a querer venir a verme por tu cuenta, pero no lo hagas, por favor, no vengas."
Envié el mensaje acompañado de una foto de los zombies que estaban en las ventanas. Luego traté de llamarla, no repondió. Cerré todas las apps y dejé el celular sobre la mesa. Sólo me quedaba esperar.
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