The Fallen Kingdom 🦖
Cerca de las 13:45 horas un cuerpo destrozado llegó a la morgue del hospital y el único apto para el trabajo estaba listo.
Sander se preparó con todo el instrumental necesario sabiendo ya quién era el culpable.
Sander usualmente iniciaría con un corte limpio en el abdomen pero la parte donde debería estar no era más que huesos rotos cubiertos por grasa.
—Mierda qué hago con esto —exclamó confundido.
La causa de la muerte era simple, no necesitaba examinarse sin embargo lo hizo solo para asegurarse de que su hermano no había dejado algún rastro y no fue así.
A las 15:22 horas Sander recibió un segundo cuerpo esta vez no humano, el lobo no parecía tener ninguna herida física, al abrirlo noto que su estómago había explotado en su interior dejando ver los restos de Isabella y un diminuto ser con la misma apariencia que la madre.
—¿Sabe quien fue? —preguntó el Sheriff entrando de improvisto.
—Evidentemente el animal lo hizo —respondió Sander mirándole— lamentó su pérdida.
—Gracias —dijo había escuchado esa palabra tantas veces— puede explicarse.
—Bueno por los restos encontrados dentro del animal...
—¿Cuáles? —interrumpió él.
—Tejido cutáneo, parte del hígado, el corazón, el cordón umbilical —explicó él, no estando seguro.
—¿Cordón umbilical? —preguntó más que confundido.
—Su esposa estaba embarazada —afirmó Sander con la mirada baja.
—El bebé —dijo con la voz temblorosa.
—También se encontraba dentro del animal—respondió Sander calmado— lo lamentó.
Shawn no supo que decir, se quedó inmóvil por un tiempo.
—Señor —llamó Sander— la funeraria estableció que se puede hacer la incineración mañana por la mañana.
—No —exclamó él— será enterrada a lado de nuestro hijo como ella quería.
—Señor el cuerpo —dijo él confundido.
—Solo hágalo —ordenó interrumpiendo— por favor.
—Si señor —dijo Sander haciendo la llamada.
Caleb llegó a casa tras el impacto que había recibido en la mañana.
—Cariño —saludó su madre abrazándole— ¿Estás bien? —preguntó preocupada.
—Estoy bien —mintió apartándose de ella— iré con Dee.
Caleb subió a la habitación estaba aterrado, sentía un terror que jamás había sentido en su vida.
—Caleb —dijo Dean desde su cama— mamá me contó, ¿Estás bien?
Caleb no dijo nada, camino a la cama de su hermano y se recostó a su lado recargando su cabeza en su hombro.
—Esta muerta —respondió después de un largo silencio.
—Lo sé —dijo él confundido— ¿Cómo era? —pregunto curioso.
—No se parecía a ella —contestó calmado— no tenía mandíbula ni una pierna, había mucha sangre y yo no podía dejar de pensar en ti —dijo enojado.
—¿Qué? —pregunto confundido.
—En cómo te verás cuando mueras —respondió en un susurro— en que pasará conmigo.
—No pienses en eso quieres —pidió él empezaba a sentir su terror.
—Quiero dejar de pensar pero no puedo, solo viene a mi —explicó cansado y aturdido.
Dean se levantó con cuidado, apenas podía levantarse, siempre estaba cansado, se acercó al ropero donde tenía todas sus medicinas y tomó un frasco naranja.
—Toma —dijo tendiéndoselo junto con una botella de agua— te calmarán por un rato.
—Me harán alucinar —sonrió.
—Son calmantes idiota —exclamó— te harán dormir por un rato lo que no te hará mal.
—Bien —aceptó tomando un par pues estaba desesperado no había dormido en días.
En frente Sander llegó tras terminar con Isabella, los chicos veían televisión.
—¿Cómo salió todo? —preguntó Madison desde el sillón.
—Bien, se lo creyeron por completo buen trabajo con el lobo —felicitó Sander a Dyre.
—Gracias —dijo Dyre sonriendo.
—No lo alientes quieres —pidió Casper levantándose para servirse agua.
—¿Ahora que? —preguntó Madison preocupada.
—Bueno el funeral es mañana así que iremos —respondió Sander sentándose a su lado.
—No quiero ir —exclamó molesto, pero no molesto a tal punto de asesinar a alguien molesto como cuando un niño no consigue su golosina.
—Iremos por que no podemos levantar sospechas, todos los niños estarán ahí —explicó él cansado por su día.
—Tal vez —dijo cambiando de canal.
Por la mañana se hizo un hermoso funeral tal y como Isabella hubiera querido, había muchas personas llorando, los pequeños lloraban a mares todos menos Dyre quien estaba tomado de la mano de su hermana.
Cada pequeño se acercó para decir unas palabra un par de ellos dijeron que era la mejor maestra o la extrañaremos y cuando llegó el turno de Dyre solo se acercó con los puños cerrados, se acercó al ataúd y susurro unas palabras que nadie escuchó.
"Nos veremos pronto en el infierno "
Después de un rato todos volvían a sus casas con una mirada triste y ojos hinchados pero Shawn no, se quedó hasta que colocaron la última rosa sobre la tumba.
—No fue un accidente —aseguró Lancaster acercándose a él.
—No no lo fue —dijo él— un maldito lobo se la tragó con todo y mi bebé.
—Su esposa no era exactamente delgada o si —dijo Lancaster.
—Mi esposa acaba de morir y me viene a decir que estaba gorda —reaccionó apunto de golpearlo.
—Quiero decir que como un lobo pudo dejar a una mujer de su complexión en los huesos —metió la duda.
—Insinúa que otro lobo lo ayudó —respondió confundido.
—Cómo dije no fue un accidente —dijo él retrocediendo.
—Por que no solo dice lo que tiene que decir —exclamó él molesto.
—Por que si se lo digo sería demasiado tarde para poder hacer algo —respondió dando la vuelta.
—No me ayudará —gritó molesto.
Él no respondió simplemente se fue, había sembrado una duda, la duda que carcomería a Shawn desde el momento en que se plantó en su mente y lo pensó por minutos y minutos hasta que cayó la noche sobre el.
—Dyre —exclamó él convencido.
Condujo hasta la casa de los Zimmer, una calibre 9 mm con carga de ocho balas lista para atravesar cada una de las cabezas de los cuatro hermanos.
Estaba listo para disparar pero no pudo hacerlo, los vio a cada uno de ellos cenando con una sonrisa en su cara y supo que no podía hacerlo, no sin saber que realmente eran ellos, pero estaba seguro de una cosa si de verdad eran ellos les haría lo mismo que le habían hecho a su esposa, de eso estaba seguro.
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