THE END OF THE GAME
—Esto no debe ser así —aclaró Madison— esto no es parte del juego.
—No lo entiendes verdad —dijo Dyre— el juego solo es una farsa para atraer niños y podérmelos comer, no hay juego —concluyó riendo.
—¿De qué hablas? —pronunció dolida.
Una sonrisa burlona se hizo en su rostro.
—Ninguno ganó el juego —se burló— ni Ryder, ni Lucy, ninguno —confesó con odio— todos me los comí —gruñó— no lo recuerdas.
No lo hacía, Dyre les había borrado la memoria.
—Ustedes nunca controlaron el juego —soltó burlón— pero te pasare esto porque es tu primer amor así que muévete —ordenó— me lo comeré y no recordarás nada —escupió.
El pequeño camino con cautela hasta ellos.
—No —dijo Madison— no te lo comerás.
El pequeño sonrió con fastidio.
—Muévete antes de que me los coma a los dos —gruño.
—No lo harás por que me ofrezco en sacrificio —aclaró.
El pequeño le miró por primera vez asustado.
—Si así es lo sé —confesó mirándole con poder— tal vez no controle el juego pero tú no lo controlas todo —exclamó— no puedes rechazar un sacrificio.
El pequeño chillo un poco y retrocedió, era su parte humana peleando.
—Madison no... lo hagas —pronunció Caleb con dolor, la sangre de su abdomen no dejaba de brotar.
Madison le miró y sonrió, por primera vez no tenía miedo.
—Es mi hora —dijo para posteriormente besar sus labios.
Madison se levantó y le hizo frente a su hermano, con ella había empezado y con ella terminaría.
—Sabes realmente me agradabas —confesó el pequeño.
Su parte demonio había ganado.
—Yo te amo —contestó Mad— a pesar de todo te amo hermanito.
Dyre gruñó, su cara se transformó en oscuridad, sus colmillos se abrieron paso y por primera vez unos pequeños cuernos salieron de su cabeza.
Madison se paró derecha y levantó la frente, moriría dignamente.
—Te veo del otro lado —gruñó aquel demonio.
Dyre tomó impulso, Mad cerró los ojos, un alarido sonó en la habitación.
Al abrir los ojos seguía viva, Dyre estaba frente a ella, un tubo de metal atravesaba su cuerpo.
—No te comerás a mi hermana —enfrentó Sander metiendo más el tubo en su pequeño cuerpo.
Sander soltó el tubo dejando caer a su hermanito contra el piso.
—Todos... morirán... —pronunció mientras escupía sangre.
Otro tubo se enterró en su cabeza, esta vez había sido Casper.
—Será la muerte más digna que podríamos tener —le sonrío a su hermana.
Mad les miró preocupada, era su responsabilidad y si Dyre moría a sus manos lo más preciado que podía tener también tenía que morir.
La chica de los Zimmer se acercó a su hermanito quien aún yacía en el suelo, seguía vivo.
—Cierra los ojos Dyre —le dijo con dulzura.
El pequeño trato de decir algo pero las palabras no le salían, la sangre brotaba por su boca.
Mad tomó su mano y besó su mejilla en su pequeño rostro humano.
—Te amo hermanito —susurró.
Dyre murió en aquella juguetería.
—Mad —le llamó Casper.
La chica les miró preocupada, una sonrisa se dibujaba en el rostro de sus hermanos, una que se borró cuando sus gargantas se cerraron.
—Cas, Sandi —los llamó con dolor.
—Te... amo —pronunció Sander con la poco voz que le quedaba.
Sus ojos se llenaron en sangre, Mad alcanzó a tomar a Casper antes de que su cuerpo se azotara con fuerza.
—Estarás bien Cas —dijo viendo cómo la luz se apagaba de sus ojos, estarás bien.
Tomó la mano de Sander quien estaba a su lado.
—Los amo tanto —chillo.
El cuerpo de sus hermanos se retorcían por el dolor, cada hueso en su cuerpo se iba partiendo, su sangre hervía en su interior mientras se ahogaban con ella misma.
Caleb se quedó mirando los sucesos, no entendía que estaba pasando, lo único que hizo fue pedir su deseo.
—Mad —dijo acercándose— no tienes que ver esto.
—Es mi culpa —pronunció.
Los cuerpos de sus hermanos tras cinco minutos de infierno y un dolor insoportable se dejaron de mover anunciando su muerte.
Caleb abrazó a Mad quien lloraba desconsolada mente, había perdido lo que más amaba en su vida.
Los chicos se quedaron en silencio observando los cuerpos inertes por minutos que parecían eternos.
El sonido del aire entrando en los pulmones de ambos chicos se llenaron de aire haciéndolos volver, un ataque de tos los sacó del abrazo.
—Chicos —suspiró Madison aliviada.
—No otra vez —pronunció Cas abrumado.
Madison sonrió, abrazó a su hermano con fuerza al igual que a su hermano mayor, parecía como si nada les hubiera pasado.
—¿Cómo es qué seguimos vivos? —preguntó Sander.
—Puede que yo lo haya pedido —confesó Caleb.
Los chicos le miraron insólitos.
—Venga te ganaste el abrazó —dijo Cas.
Los cuatro se abrazaron por un instante cuando tuvieron que continuar.
Mad salió con Caleb recargado en su hombro, la heridas ya le empezaban a doler.
El sol empezaba a salir, aún dejando un tono azul en el cielo.
—Usaste tu deseo para salvar a mis hermanos—pronunció dolida— ¿Por qué? —preguntó confundida.
—Tu diste la vida por mí —contestó quejándose por el dolor mientras Mad terminaba de limpiar sus heridas.
—Pero... Dean —dijo intrigada.
Caleb suspiró cansado.
—En este punto lo más probable es que haya muerto porque ya no lo siento —explicó algo abrumado— además pensaba que no se cumpliría porque el juego era una farsa.
Madison suspiró, sacó un pequeño libro extraño, cubierto de piel humana.
—Hace once años yo jugué el juego, el pequeño demonio salvo mi vida y tuve que cuidar de otro pequeño demonio —comenzó por explicar— Dyre llegó con este libro lleno de reglas pero también de ventajas, por cada cantidad de personas que Dyre se comiera recibíamos un deseo, al principio usábamos los deseos para nosotros pero entonces no conseguíamos a las personas suficientes así que decidimos usar el deseo para el ganador.
—Pero él dijo...
—Siempre cumplía los deseos —explicó— solo que al parecer terminaba por comérselos.
Caleb suspiró abrumado pudo haber salvado a su hermano pero no se arrepentía de haber usado su deseo.
—Ahora eres libre —exclamó Caleb.
—No, no lo soy —contestó dolida— tal vez ya no tengamos que cuidar de Dyre pero por lo que hicimos siempre seremos cazados así que tenemos que movernos.
—Iré contigo —afirmó.
—No Caleb, tienes una vida aquí e ir conmigo significa que nunca más volverás, Dyre se encargaba de borra la memoria de las personas y si ya no está abra registro de nosotros —confesó— siempre tendrás que huir...
—Mad mi hermano está muerto y sin él no quiero una vida aquí —confesó— prefiero estar con quien daría la vida por mi.
Mientras ellos se peleaban por una gran decisión los hermanos se encargaban de destruir el lugar, litros de gasolina llenaron el lugar.
Sander miraba el cuerpo de su hermano, lo más sensato era odiarlo pero como todos los hermanos habían generado un afecto en él.
Casper por su parte colocaba la gasolina en los cuerpos, pero algo dentro de él no se sentía bien.
Al mirar los restos de los cadaveres sentía una gran atracción, unas terribles ganas de comer, él se acercó al cuerpo y tomó un pequeño pedazo de carne.
Antes probablemente hubiera vomitado de solo mirarle pero al probarla no pudo negarlo, le había encantado.
—¿Estas bien? —le preguntó su hermano.
—Si —dijo levantándose y dándole cara— quiero irme ya.
—Vamos —sonrió.
Los hermanos salieron para encontrarse a su hermana y Caleb sentados.
—Listo McKenna —dijo el mayor.
—¿McKenna? —preguntó Caleb confundido.
—Si, cambiamos de nombres seguidos —confesó— yo soy McKenna, Sander es Set y Casper es Calvin —presentó.
—Genial —sonrió— siempre quise cambiarme el nombre.
Los chicos le miraron confundido.
—Vendrá con nosotros —informó sonriendo.
Los chicos lo aceptaron pues no tenían de otra.
—Entonces harás los honores —dijo Set tendiéndolo un encendedor.
Caleb lo tomó, sin dudarlo aventó el encendedor.
La casa se encendió en llamas, junto con ellas los restos de las personas al igual que el cuerpo de su pequeño hermano.
Caleb volvió para despedirse de su hermano.
Al llegar al hospital sus padres aguardaban afuera de la habitación de Dean.
Cansado, lleno de sangre y con un pie cojo sus padres le miraron confundido.
—Caleb —exclamó su madre— ¿Qué te pasó?
—Es una larga historia —contestó— quiero ver a mi hermano.
—No puedes —intervino su padre.
—Es mi hermano —gritó molesto.
—Cleb no puedes por qué acaba de salir de cirugía —dijo su madre.
—¿Qué? —preguntó confundido.
—Ayer por la tarde recibió un corazón, lo sabrías de haber contestado las llamadas —regañó su madre.
Caleb sonrió, su hermano estaba vivo.
Gracias a sus años acompañando a su hermano en hospital supo cómo meterse en el área de cuidados intensivos donde lo mantenían.
Por minutos se quedó pensando en que hacer, su hermano estaba vivo.
—No espero que lo entiendas —le dijo a su hermano quien estaba conectado a muchos tubos— pero algún día nos volveremos a ver.
Caleb besó la frente de su hermano y le colocó la esclava que siempre llevaba, la cual tenía su nombre.
Salió del hospital sabiendo que hacía lo correcto.
—¿Listo? —pregunto McKenna.
—Listo —aseguró.
Los Zimmer salieron del pequeño pueblo para no volver.
Su vida no cambiaría mucho pues tendrían a una nueva bestia entre ellos.
Más tarde el Sheriff recibiría un llamada del departamento de policías, al llegar a la juguetería se encontraría con once cuerpos, uno perteneciente a un pequeño de no más de cinco años.
La mayoría de los cuerpos serían reconocidos excepto el del pequeño, nada daba como resultado.
Shawn dejaría su puesto un par de meses después cuando un paquete de Lancaster le llegaría, un libro donde explicaba todo lo que era Dyre.
En ese momento Shawn se convertiría en un nuevo cazador con un objetivo, cazar a las Zimmer.
2 años después de la desaparición de su hermano Dean miraba desde sus ventana como las nuevas vecinas llegaban a la casa de enfrente, dos chicas de casi la misma edad con una pequeña rubia que no pasaría de los siete.
Hacía dos años que su hermano había desaparecido y no sabía nada de él.
Al despertar de la cirugía se había encontrado con la cadena de su hermano pero no había rastro de él.
Sus padres ya le habían dado por muerto pero él no, aún lo sentía, ya no como antes pero muy dentro de él sabía que su hermano seguía vivo.
Dean se recostó en su cama pensando en su hermano como cada día cuando recibió un mensaje.
El juego iniciará.
Solo una oportunidad tendrás.
Un deseo podrás ganar.
Si tu vida quieres cambiar al juego deberás entrar.
Dean lo pensó, entraría al juego para traer a su hermano de vuelta.
Tal vez el juego de los Zimmer había acabado pero siempre abría un juego por empezar.
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