No respires
Isabella despertó en el suelo con un terrible dolor en la cabeza, pronto el miedo se apoderó de ella al descubrir que estaba inmóvil del cuello para abajó.
—Dyre —llamó ella con la voz entre cortada.
—Tranquila no me he ido —dijo el pequeño saliendo de la obscuridad.
—No puedo... no puedo moverme —gritó desesperada.
—Pues claro que no puedes moverte, si no como la detendría —respondí él sentándose a su lado.
—Vas a matarme —aseguró ella.
—No es tan idiota como yo creí al parecer —dijo el pequeño sonriendo.
—Si es por lo que le dije a Sam de verdad no quería —suplicó.
—Cree que ese pedazo de carne humana me interesa —dijo él sonriendo— probablemente muera en el juego.
—No por favor —pidió ella llorando.
—Véalo como un favor, volverá a ver al bastardo de su hijo —dijo él riendo.
—¿Qué? —preguntó confundida.
—Oh por favor usted y yo sabemos que ese hijo suyo no es de el Sheriff.
—Como... como lo sabes —dijo asustada.
—Aún no lo entiendes verdad, yo lo sé todo —exclamó el pequeño astuto— también se que le va a doler al enterarse —rió— pero basta de parloteo empecemos de una vez.
El pequeño se preparó estaba a punto de dar la primera mordida cuando lo sintió el pequeño empezó a reír cínicamente.
—¡Qué! —gritó ella asustada.
—Estas embarazada —respondió él riendo.
Las palabras de Dyre le hicieron un nudo en el estómago.
—Dyre por lo que más quieras no le hagas daño a mi bebé por favor —rogó ella histérica.
—Bueno como lo dice de esa manera tan gentil será el último —dijo sonriendo.
Dyre empezó, una mordida en el abdomen y prosiguió con las piernas, los brazos y un par de mordidas en la cara, los huesos eran visibles ya al igual que varios órganos desbordando, era increíble lo que un ser humano podía resistir sin embargo nunca había visto a alguien resistirse a los gritos.
—Maldita perra —exclamó molesto tras no escuchar sus gritos.
—Mi esposo te matará —aseguró ella riendo— y te matara a ti y a tu estupida familia —dijo sonriendo.
El pequeño se acercó a ella beso su frente y se levantó, soltando algo a su lado en ese momento fue cuando soltó el grito más desgarrador de su vida.
—Maldito hijo de perra —gritó mirando al pequeño feto de cuatro meses del que ella no sabía.
—Aún está vivo —dijo sonriendo— no por mucho dijo aplastándolo con su pie.
Ella soltó el segundo grito más aterrador que había escuchado Dyre, él solo se aproximó a la puerta.
—Vuelve aquí y termina lo que empezaste cobarde —gritó ella sintiendo todo el dolor del mundo.
—Oh Isabella —exclamó mirándola— una vez me dijiste que tenía que compartir —dijo sonriendo— y eso haré.
El pequeño abrió la puerta y un lobo se aproximó.
Dyre salió escuchando los grito ahogados de la maestra.
Madison dormía en su cama, siempre con un arma bajo su almohada al primer ruido Madison se levantó apuntando el arma hacia la puerta.
—Dyre me espantaste —dijo ella viéndole en la oscuridad— ¿Qué haces despierto? —preguntó dejando el arma en su sitio.
—¿Puedo dormir contigo? —pidió él cansado.
—Claro ven aquí —contestó, el niño se acercó estaba perfectamente limpio con la pijama puesta.
Ambos se acostaron. Por la mañana todo fue rápido y simple los chicos se apresuraron a salir por deseo de Dyre sin embargo se encontraron con Caleb.
—Te acompaño —dijo sonriéndole a Madison.
—Seguro —sonrió, llevaba de la mano a su hermano.
—Mad la maestra quiere hablar contigo otra vez —le dijo el pequeño sonriendo.
—Bien —aceptó incómoda.
Mad y su hermanito entraron a la escuela de Dyre, era muy temprano así que apenas empezaban a llegar los niños.
—Dyre —saludó el pequeño Sam corriendo hacia él.
—Sam —dijo sin soltar a su hermana— vamos —agregó viendo a su hermana.
—Ya vuelvo —les dijo a los chicos.
Ellos se quedaron afuera.
—¿Que traes con mi hermana? —le preguntó Casper cuando estaban solos.
—Solo quiero ser su amigo —contestó él sonriendo.
Los chicos se aproximaron al salón a Madison le agrado Sam y por un segundo pensó que esta vez todo estaría bien.
El pequeño Sam emocionado abrió la puerta para después soltar un grito aterrador.
—Oh mierda —exclamó Madison instintivamente cubriendo los ojos de los niños.
Las personas no tardaron en llegar pero los chicos fueron los primeros en llegar.
Caleb nunca había visto un cuerpo y mucho menos uno destrozado como el de Isabella aún tenía los ojos abiertos, la mitad de su mandíbula estaba destrozada, las costillas sobresalían de la poca carne que quedaba pero el olor, el olor era algo que no soportaba.
Los chicos fueron enviados a casa y las clases fueron canceladas.
El Sheriff recibió una llamada de la estación habían encontrado un cuerpo en la escuela primaria, llegó con un nudo en la garganta esperando que fuera solo un vagabundo.
—¿Qué tenemos? —le preguntó a los policías al llegar.
—Señor no debería entrar —sugirió Hernández.
—Soy el Sheriff claro que debería entrar —exclamó ignorando a su compañero.
Al entrar no pudo evitar quedarse parado, a simple vista no podrían saber quién era pero él la reconocía, sabía quién era ella, uno de los policías entró.
—¿Cómo pasó? —preguntó él con los puños cerrados.
—No lo sabemos parece ser un ataque de algún animal, encontraron a un lobo a unos kilómetros se lo llevaron para examinarlo —respondió él.
—Quiero saber quien fue antes de las doce —dijo saliendo.
Shawn entró a su auto y empezó a gritar, golpeando todo a su paso sintiendo como todo se derrumbaba dentro de él.
En casa Madison llegó con sus hermanos.
—Casper ve a tu habitación —pidió ella molesta.
—¿Qué? —preguntó confundido.
—Solo hazlo —respondió ella molesta.
—Si —dijo, no quería hacer molestar a su hermana además de que cierta parte de él le tenía miedo.
—¿Por qué? —le preguntó molesta.
—Fue un accidente —contestó él bajando la mirada.
—No, morder a alguien es un accidente, asesinar a tu maestra no lo es —gritó ella mas que molesta.
—Era mala Mad, ofendió a Sam —justificó el pequeño.
—Eso no era razón para matarla —dijo más enojada.
—Lo siento —mintió acercándose a ella y abrazándola.
—Dejaste huellas —soltó ella mirándole.
—No —sonrió— pensaran que fue un lobo —dijo astuto.
—Bien hecho —dijo ella abrazándole.
Ambos se quedaron así por un rato, Dyre había hecho bien su trabajo.
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