No le temas a la oscuridad
Caleb despertó desconcertado por aquel mensaje que no lo dejo dormir.
—Mala noche —le dijo Dean a su hermano que veía la ventana.
—Estoy bien —susurro Caleb sin mirarle, estaba cansado.
—Deberías descansar Cleb —dijo llamándolo con cariño.
—Alguna vez te has preguntado qué pasaría si todo esto hubiera sido al revés —expresó él mirando a su hermano fijamente.
—¿Si tú estuvieras enfermo? —preguntó nervioso, acomodándose en la cama.
—Si —suspiro— ¿Tu harías todo para salvarme no es así? —preguntó calmado, con una voz pacífica que le generaba cierto miedo a su hermano.
—Caleb me estás asustando —dijo su hermano.
—Lo harías —insistió frustrado.
—Caleb —exclamó su hermano temeroso.
—Responde carajo —gritó molesto.
—Si, lo haría —confesó— daría hasta mi vida por ti —dijo firme.
Caleb se levantó y se acercó con su hermano, lo abrazo con fuerza.
—No hagas algo estúpido Cleb —pidió triste.
—Yo daría la vida por ti —aseguró tomando sus cosas.
Enfrente los Zimmer disfrutaban de su desayuno, Casper trataba de pasarse el desayuno como todas las mañanas, era el único que no soportaba el olor a carne quemada.
—Creó que romperá récord —dijo Dyre sonriendo.
—Veinte a que se lo acaba —apostó Sander a su hermana.
—Hecho, sé que no lo hará —aseguró ella, conocía a su hermano.
—Mad Cállate —le gritó tomando otra cucharada de cereal.
No pasó más de unos minutos para que vomitara el desayuno, Sander le dio el dinero a su hermana.
—Anda se les hará tarde —dijo Sander sonriendo.
Los chicos salieron, no tomaban el autobús por las miradas que se concentraban en ellos, Casper y Madison eran inseparables aunque solo se llevarán un año de diferencia.
Al llegar a la escuela repasaron las reglas y después de un adiós Madison entro al salón, escuchando los murmullos de los demás pero no eran murmullos hacia ella, todos hablaban sobre él juego.
—Oye tu, hija adoptiva de los locos Adams —llamó Krispi, un chico rubio de los que se consideraban lindos.
—Krispi —se quejó ella poniendo los ojos en blanco, seguro habría utilizado todo su cerebro en un simple insulto.
—El viernes es mi cumpleaños, deberías ir a la fiesta —le invito con un guiño.
—También podría darme un tiro, claramente una de las dos no pasara adivina cuál —
respondió con sarcasmo.
El chico se quedo pensando por un tiempo hasta que llegó Caleb para sentarse frente a ella.
—Caleb —exclamó él bajando la mirada —nos vemos el viernes —dijo, él solía ser el mejor amigo de su hermano.
—¿Te estaba molestando? —preguntó él mirándola.
—Es Krispi todo el es una molestia —contestó ella recargándose en el respaldo.
—Podemos hablar —pidió Caleb serio.
—Eso hacemos —dijo ella, usaba el sarcasmo para defenderse.
—Puedes dejar el sarcasmo a un lado por un segundo —gruño él enojado.
—En el descanso —dijo ella para sacar sus cosas.
En el kínder Dyre se aburría en su salón, la maestra Isabella no dejaba de observarlo esperando que algo pasara, él solo se mantenía cauteloso como un depredador esperando a su presa.
—Bien chicos quiero que dejen su trabajo sobre la mesa ya pueden salir al descanso —dijo ella con una voz tranquila.
Dyre pasó a su lado y la miro, él solo estableció su mirada.
—¿No saldrás Dyre? —preguntó ella guardando la calma.
—Eso hago —exclamó él dándose vuelta para salir.
—Maldito niño —dijo cuando él ya no la veía.
Dyre salió con sus compañeros, se sentó apartado de todos, no le importaban los demás, sacó su desayuno un poco de cerebro asado era más que suficiente, Dyre podía alimentarse de comida humana pero no sobreviviría con ella.
—Soy Sam —saludó el castaño acercándose a él.
—Dyre —respondió sin mirarlo.
—Me gusta tu nombre —sonrió el pequeño.
Sam era un chico de escasos recursos, apenas podía vivir con lo que tenía sin embargo tenía un gran corazón.
—¿Quieres jugar? —preguntó él emocionado.
—Prefiero comer —contestó mirándole por fin.
—Te haré compañía —sonrió el pequeño quien no tenía muchos amigos, abrió su desayuno sin embargo no tenía nada más que una manzana pero eso él ya lo sabia.
—Toma —dijo tendiéndole unas galletas.
—Gracias —sonrió el pequeño sin rechazarlas, tenía hambre.
Los niños empezaron hablar cuando una peculiar niña llego con otros chicos.
—Hola Dianne —sonrió el pequeño.
—Es él —dijo la pequeña molesta— él mató a Butter —chilló escondiéndose tras otro pequeño.
—Me las vas a pagar niño tonto —dijo acercándose a Dyre, molesto golpeó su cara, apenas y una gota de sangre salió de su nariz.
—Estás muerto —sonrió, él otro niño sin miedo se acercó para darle otro golpe, pero en cuanto eso sucedió un crujido seguido de un grito ahogado se escuchó por toda la escuela.
Isabella quien hablaba con Tara una maestra de un grado superior escucho el grito, ella corrió para revisar a sus niños, frente a ella Alex se encontraba en el suelo, el pequeño estaba privado su brazo estaba doblado a la mitad.
—Tranquiló Alex —dijo acariciando su cabello, el chico en cuanto reacciono empezó a gritar, Dyre se sentó había agotado sus fuerzas.
—¡Qué hiciste! —exclamó ella sacudiendo a Dyre con fuerza, él solo la miró.
—Justo como Sylvester —dijo con una sonrisa calmada.
Ella le dio una bofetada pero él no hizo nada, solo la observo fijamente como siempre, algo en sus ojos hizo sobresaltar a Isabella, no fue hasta que el director llego cuando Dyre empezó su actuación llorando desconsoladamente.
Mad se encontró con Caleb en el desayuno como lo prometió.
—Entonces —dijo ella tras unos minutos en silencio.
—¿Qué sabes del juego? —preguntó por fin.
—De qué hablas —respondió ella aparentando confusión, sabía de qué hablaba.
—Ayer recibí un mensaje sobre un juego y estoy seguro de que debes saber algo —aseguró Caleb insistente.
—¿Por qué yo sabría algo? —se escudó.
—Por qué aquí nunca sucede nada pero desde que llegaste han pasado cosas raras, así que debes saber algo —explicó firme.
—Pues te equivocas —dijo molesta— pensé que serias diferente —exclamó para levantarse.
Caleb la tomó de su brazo y la miro con desesperación.
—Lo siento pero de verdad lo necesito —dijo él desesperado.
—Por tu hermano —supuso ella mirándolo a los ojos.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó confundido.
—Escucha si de verdad quieres ayudar a tu hermano deja a un lado el juego —dijo segura, soltando la mano que había tomado, a pesar de todo entendía por lo que pasaba, había perdido un hermano.
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