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Child's play

Frente a Madison habían diez personas reunidas para iniciar el juego.

—Muy bien  bienvenidos al juego, estás son las reglas —empezó Madison sin nervios — las luces se apagaran y escucharan una canción...

Los adolescentes le miraban con atención, algunos de ellos ya nerviosos.

—Durante la canción ustedes tendrán que ocultarse bien, cuando las luces se prendan significa que uno de ustedes habrá perdido —prosiguió— ninguno podrá moverse de su lugar hasta que las luces se apaguen de nuevo, solo así el juego continuará —explicó— ¿Alguien desea retirarse? —preguntó.

Nadie dijo nada solo por miedo a que los tomaran como gallinas, un miedo irracional que de haberle hecho caso probablemente habría salvado sus vidas.

Caleb escondido desde su lugar podía escuchar todo, estaba listo para jugar.

—Al ganar podrán pedir un deseo pero hay tres cosas que no pueden pedir, primero no pueden pedir que alguien reviva, segundo no pueden pedir amor, por último y más importante no pueden pedir que este día no haya pasado —explicó las reglas de los deseos.

—Bien, suerte a todos y lo lamento — se disculpó Mad era lo único que podía hacer.

Las luces se apagaron, era momento de iniciar.

Mad entró a la habitación de seguridad, desde ahí podrían ver el juego y monitorear el progreso.

—Veinte a que Leila es la primera en perder —apostó Madison.

—Hecho —aceptó Casper— cincuenta a que gana Eliot.

—Cien a Scott —apostó Sander.

Los chicos lo miraron, no era el favorito a ganar.

Mientras los hermanos apostaban a fuera se llevaba a cabo el juego.

La música cantada por Dyre inundaba el lugar.

Tili Tili Bom

Cierra tus ojos ya,
Por la ventana lo verás,
Y la puerta toca ya.

Tili Tili Bom

susurra el pajaro con fervor.
Ya esta dentro de la casa.
Para visitar a quien no pueden dormir.

El viene...

Cerca.
[...]

Caleb conocía bien la canción, aquella canción que en otro idioma su madre solía cantarles a su hermano y a él.

El primer lugar en el que se escondió fue en una pequeña casa de juguetes.

La canción estaba por terminar cuando una persona entró con él a la casa.

—Caleb —exclamó confundida.

—Cállate nos encontrarán —gruñó el chico.

—No ganarás Underwood —advirtió Leila— quiero un coche nuevo.

El chico puso los ojos en blanco, solo ella podía pedir un deseo tan banal.

La canción terminó y las luces se encendieron.

El grito de una chica hizo voltear a Caleb para ver en lo que se había metido.

Dyre estaba frente a él, sobre el cuerpo de Jen Hoods.

Lo aterrador no era ver como con su pequeña manita sacaba los intestinos de la chica y los metía directo a su boca, lo peor era su rostro.

Sus ojos eran negros completamente y su boca era como una abertura con prominentes dientes, el tronar de los huesos resonaban en su cabeza.

—¿Qué miras? —preguntó Leila acercándose para ver.

La chica al ver aquella imagen terminó desmayándose, para Caleb no era su prioridad.

En la sala los chicos miraban el suceso, tachando de la lista a Jen.

—Paga —sonrió Casper victorioso.

La chica gruñó pero aún así terminó por dejar el dinero en la mesa.

Las luces se apagaron y la canción continuó.

Tili Tili Bom

¿Escuchaste a alguien a tu lado?,
Escondido en la esquina esta,
viéndote directo.
[...]

Mientras la canción sonaba Caleb corría, chocando con las cosas y a veces con las personas, terminó ocultándose en uno de Los estantes.

Leila despertó a la mitad de la canción, haciendo lo que su instinto le decía.

La rubia corrió a la puerta, con fuerza intento golpearla para abrirla pero no pudo, estaba cerrada por fuera.

Tili Tili Bom

La noche silenciosa está,
Lo más preciado te robará,
Tu alma capturará.

El camina...

El viene...

Cerca...

La canción terminó y las luces se prendieron.

Un gruñido hizo girar a Leila para encontrar a Dyre, un Dyre normal.

—Oh mierda niño —suspiró— vamos tenemos que irnos de aquí.

—No puedes salir —sonrió— nadie puede —dijo con su voz de juego.

Leila retrocedió y aunque trató de irse Dyre se fue directamente a la cabeza.

Inicio por morderla, uno de sus dientes perforó su ojo, posteriormente destrozó su garganta pues sus gritos lastimaban sus oídos.

El veneno que soltaban sus dientes hacía que la mordida doliera más, una sensación como si se estuvieran quemando viva.

Para terminar con fuerza introdujo su mano por su pecho, destrozando sus costillas para sacar su corazón.

Un corazón que sabía a mierda como lo que había sido en vida.

Por las cámaras veían los hermanos.

—Lo grabe por ti —comentó Casper.

Mad le miró y sonrió.

—Por eso eres mi hermano favorito —confesó.

Sander se limitó a mirarles con odio y procedió apagar las luces.

El juego solía tardar horas pero esta vez había tardado más de lo usual pues Dyre se había dado el lujo de comerse a cada una de sus víctimas.

Uno a uno fueron cayendo los adolescentes, el juego se había puesto cada vez más difícil pues los lugares para esconderse estaban por terminar.

Quedaban solo tres personas Scott, Eliot y Caleb.

La canción estaba por terminar y Madison se preparaba con las bolsas para recoger los restos.

—¿Qué haces? —preguntó Sander.

—Es el último, quiero limpiar este lugar e irme lo más rápido posible —contestó cansada.

—Si sabes contar verdad —exclamó su hermano confundido.

—Si y tú —atacó confundida.

—Ahí siguen tres —dijo Casper mirando la pantalla.

Los tres puntitos rojos en el monitor indicaba que aún habían tres personas vivas.

—¿Qué? —preguntó confundida.

Tomó la lista y miró los nombre, solo quedaban dos.

—No, no, no —dijo frustrada.

Las luces se prendieron y pudieron ver como Eliot era devorado por Dyre.

—Gane —sonrió Sander.

—No idiota aún hay alguien dentro —dijo Casper entendiendo.

La luz se apagó y la canción empezó a sonar.

Caleb estaba a nada de ganar y así salvar a su hermano.

Estaba arto de esa canción pero con suerte y terminaría pronto.

—Madison no —exclamó Sander cuando trataba de salir del cuarto.

—Tengo que ayudarlo —confesó.

—No hay nada que puedas hacer —comentó Casper.

—Está vez si —dijo lo que no querían escuchó.

Mad abrió la puerta para unirse al juego.

Caleb se escondió en un gran juego de patio, una tipo casa alta con tobogán.

Tili Tili Bom

Cierra tus ojos ya,
Por la ventana lo verás
Y la puerta toca ya.

Tili Tili Bom

susurra el pajaro con fervor.
Ya esta dentro de la casa.
Para visitar a los que no pueden dormir.

El viene...

Cerca.

Tili Tili Bom

¿Escuchaste a alguien a tu lado?
Escondido en la esquina esta
viéndote directo.

Tili Tili Bom

La noche silenciosa está.
Lo más preciado te robará,
Tu alma capturará.

El camina...
El viene...
Cerca...

La canción terminó y un silencio total se hizo en el lugar, Caleb dejó de respirar, lo único que escuchaba era su corazón latir.

—Eh de admitir que pensé que serías de los primeros en perder —dijo Dyre en una de las orillas de la casa.

—Si quieres matarme hazlo, solo ayuda a mi hermano —pidió sin miedo.

El pequeño Dyre soltó una pequeña risa.

—No te debo nada —contestó el pequeño— pero tú a mí si.

Dyre se lanzó a el sin embargo el impulso solo logró que ambos salieran volando por el orificio del tobogán.

Al caer Caleb se lastimó el tobillo, gracias a la adrenalina pudo levantarse y salir corriendo.

—Eres mío —escucho resonar en todo el lugar.

El suelo empezó a temblar y los juguetes que quedaban empezaron a volar por el lugar.

Podía escuchar los gruñidos de Dyre perseguirle, su sangre hervía.

Caleb corría con todas sus fuerzas hasta que tropezó con algo, con alguien.

—¿Qué está pasando? —preguntó Scott— pensé que ya había ganado.

—Yo de verdad lo siento —se disculpó Caleb tomando al delgado Scott aventándolo hacia la bestia.

Dyre no se tentó, le rompió el cuello a Scott, después terminaría comiéndoselo.

—No hay a donde correr —dijo Dyre.

Caleb en el suelo estaba por aceptar su destino.

El pequeño se lanzó a él, de todos era al que más deseaba.

A unos centímetros de llegar a Caleb un impacto lo hizo salir de su curso sin antes dejar una rasgada en el vientre del chico.

Un sollozo se hizo en la habitación.

—Eres un idiota —le gritó Madison a su lado.

—Mad —contestó adolorido, abrazándola aliviado.

Los chicos se abrazaron por unos segundos.

—¿Qué has hecho? —preguntó Dyre mirándole confundido.

—Dy —contestó nerviosa— escucha esto fue mi error si.

—Entraste en el juego —pronunció dolido.

—El juego a terminado Dyre —le gritó desesperado.

El pequeño le miró decepcionado.

—Solo uno sobrevivirá —dijo con su voz de demonio.

Un de ellos debía morir.

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